Héctor M. Morán Seminario
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desarrollo experimental. De lo que se
deduce que es necesario que el profe-
sor universitario pueda pasar siempre
renovadas experiencias de investiga-
ción a los estudiantes de pregrado (la
investigación formativa) y posgrado
(UNMSM, 2002).
Pero para crear un programa de
posgrado, la investigación debe estar
consolidada, ésta debe ser el eje del cu-
rrículo, lo que permitiría enriquecer la
discusión y la creación de conocimien-
tos para generar un cambio de actitud
en el posgraduando. En este punto,
Mays y Pérez (1997), además, nos se-
ñalan que es conveniente tener muy en
cuenta diferenciar dos etapas en el pro-
ceso de formación del estudiante. La
primera, de ampliación de los conoci-
mientos, mediante cursos. La segunda,
de iniciación en la investigación cientí-
ca, especialmente en el desarrollo de
la tesis. Pero, como hemos insistido en
los apartados anteriores, tesis con pro-
blemas pertinentes y relevantes para el
país y el conocimiento cientíco.
Por otro lado, en la formación del
posgrado es de resaltar el rol muy im-
portante que presta la tutoría. Es decir,
en lo referente a las investigaciones de
tesis lo fundamental es el tema-pro-
blema, no cabe duda; a éste hay que
sumarle la presencia de un buen tutor
como algo esencial. Mayz y Pérez (ci-
tando a Di Prisco, 1991), insisten en
que un buen tutor enseña más con su
ejemplo que con clases o conferencias.
Éste es uno de los aspectos de la acti-
vidad creativa en la ciencia que vale la
pena tener siempre presente, ya que la
investigación es un ocio que se apren-
de al lado de un maestro. Es imposible
convertirse en un investigador leyendo
sobre cómo se hace la ciencia o leyen-
do libros de epistemología; por ello, la
creencia en la existencia de un solo mé-
todo cientíco es un mito creado por los
que no hacen ciencia. En realidad, cada
investigador tiene su “método”, (Véase
Feyerabend), que trasmite mediante la
práctica a sus alumnos, quienes lo mo-
dican, lo mejoran y lo actualizan.
En este marco cabe preguntarse
¿cómo entender entonces que se permi-
ta la creación de posgrados en univer-
sidades sin trayectoria en la investiga-
ción?, lo cual nos lleva, otra vez, a una
realidad muy preocupante en la univer-
sidad peruana, pues la calidad de los
posgrados, con excepciones, es muy dé-
bil; precisamente, porque el ethos cien-
tíco Mertoniano no es su esencia sino
más bien el ethos mercantil o de mera
meritocracia profesional, como lo con-
rma el Editorial del Boletín CSI- Nº 46:
Según información de la Asam-
blea Nacional de Rectores (ANR),
en el Perú, actualmente hay 350
programas de maestría y 66
programas doctorales, es decir,
416 programas de posgrado. Por
otra parte, nuestra producción
cientíca en la forma de artí-
culos publicados en revistas de
calidad e impacto en el mundo
cientíco escasamente se apro-
xima a los 225 artículos por año
durante los 4 últimos años. No
obstante, la conexión de la in-
vestigación con los numerosos
programas es mínima. Esta pro-
liferación de maestrías y docto-