El 1° de enero de 1915 el diario El Comercio, de Lima publicó un artículo
titulado “El psicoanálisis”, escrito por Honorio Delgado (1892-1969), un
estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Con este trabajo se dio a conocer entre el gran público peruano
las ideas de Sigmund Freud. La presente comunicación trata de dicho trabajo,
su contenido y el contexto social en el cual apareció. Honorio Delgado, con
posterioridad, sería uno de los más entusiastas difusores de las ideas de Freud,
llegando a escribir una biografía del psiquiatra vienés. Sin embargo, a partir de
los años 1930 se aleja del psicoanálisis y llega a convertirse en uno de sus más
duros críticos.
Palabras clave: Psicoanálisis; Perú; Honorio Delgado.
In the edition on the rst day of January 1915 El Comercio, an important
newspaper of Lima, published “El psicoanálisis” [Psychoanalisys], an article
authored by Honorio Delgado (1892-1969), a student of the Faculty of Medicine
of the San Marcos University, in Lima. With this article began the history of the
Freudian doctrine in Peru. This communication presents this article, its content
and the social context in which it appeared. Later, Honorio Delgado was one of
the most active and enthusiastic broadcasters of Freud’s ideas in Latin America,
PAIDEIA XXI
Vol. 6, Nº 7, Lima, enero 2018, pp. 33-51
Resumen
Abstract
LOS INICIOS DEL PSICOANÁLISIS EN PERÚ:
HONORIO DELGADO Y EL COMERCIO, 1915
THE BEGINNINGS OF PSYCHOANALYSIS IN PERU:
HONORIO DELGADO AND
EL COMERCIO, 1915
Ramón León
Ramón León
34
PAIDEIA XXI
El psicoanálisis es una doctrina
psicológica (tal vez la única) que se ex-
tiende por todo el orbe. Quizás Cuba y
Corea del Norte (y alguna nación cen-
troafricana hundida en la más absolu-
ta miseria y descontrol social) sean los
únicos países en los que no se pueda
encontrar a psicoanalistas practican-
tes. Homayoumpur (2012) ha publi-
cado no hace mucho un libro sobre
el psicoanálisis en Irán, mediante el
cual, entre muchas otras cosas de in-
terés, tomamos conocimiento de que
hay un centro formativo de psicoana-
listas en ese país. En la derrumbada
Unión Soviética el psicoanálisis esta-
ba proscrito; en la renacida Rusia ha
recuperado su derecho a la existencia
(véase Vasilyeva, 2000, Balbuena Ri-
vera & Sánchez-Barranco Ruiz, 2004).
En el mundo hispanohablante es
Argentina el país en el cual más pro-
fundamente ha calado el psicoanáli-
sis. Ya hacia nes de los años sesenta,
la doctrina de Freud y la terapia psi-
coanalítica estaban muy arraigados
en la nación del Río de la Plata, de tal
modo que “en Argentina y hasta el día
de hoy, ´psicología’ es en buena me-
dida, sinónimo de ´psicoanálisis” (Ben
Plotkin & Visacovsky, 2008, p. 151).1
Roazen (2001, p. 339) ha señalado que
“sería difícil pensar en otra nación en
la cual la transformación en las ideas
que Freud iniciara haya tenido un ma-
yor impacto que en la cultura argen-
tina”
Hoy se puede armar sin lugar a
duda alguna que el psicoanálisis for-
ma parte de lo que se denomina la cul-
tura popular de ese país2.
Buenos Aires es considerada como
la capital latinoamericana de la teoría
que creara Freud y la cantidad de psi-
coanalistas, de centros de formación y
de revistas y libros vinculados a esta
doctrina supera largamente a la de
cualquier otra urbe en Iberoamérica.
Wender et al. (1995) calculaban hacia
nes del siglo XX que en Argentina
habían 80 mil médicos, 20 mil psicó-
logos, más de mil analistas miembros
de la Asociación Psicoanalítica Inter-
nacional y otros mil que trabajaban
de modo independiente. Ocho años
después, Arbiser (2003) informó de la
existencia de seis instituciones psi-
coanalíticas de la Asociación Psicoa-
nalítica Internacional, tres en Buenos
Aires y el resto en el interior del país,
pero señaló también que “el ritmo de
la demanda de análisis, que parecía
inagotable en años anteriores, fue
mermando en forma alarmante a par-
tir de los años 90” (p. 175)
En julio de 1991 se celebró en Bue-
nos Aires el XXXVII Congreso Interna-
cional de la Asociación Psicoanalítica
Internacional, el primero en llevarse a
cabo en el Hemisferio Sur y en Améri-
ca Latina, que contó con más de tres
mil participantes. Sellos como Paidós
(fundada en 1945) y Amorrortu (fun-
dada en 1967), con sede en la capital
and the author of a biography of the father of psychoanalysis. But in the 30´s he
became a hard critic of this psychological theory.
Key words: Psychoanalysis; Peru; Honorio Delgado.
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
35
PAIDEIA XXI
del Río de La Plata, han contribuido
a la difusión de las ideas de Freud,
así como las de otros psicoanalistas,
como por ejemplo Karl Abraham (e.g.
Abraham, 1961: 1973), Otto Fenichel
(1966), Melanie Klein (1987-1990), Ar-
mida Aberastury (1962). Amorrortu
emprendió y culminó con éxito la ta-
rea de publicar las obras completas de
Freud, cuya traducción corrió a cargo
de José Luis Etcheverry (1942-2000)
(Freud 1978-1992).
El prestigio de Argentina como pla-
za psicoanalítica se sustenta además
en el hecho de que muchos de los
psicoanalistas latinoamericanos más
importantes trabajaron y residieron
en Buenos Aires: Angel Garma (1904-
1993), Marie Langer (1910-1987), Ar-
mida Aberastury (1910-1972), Arnal-
do Raskovsky (1907-1995), Enrique
Pichon-Riviere (1907-1977), Heinrich
Racker (1910-1961).
Inclusive, un psicoanalista bonae-
rense, Ricardo Horacio Etchegoyen
(1919-), fue el primer latinoamericano
elegido como Presidente de la Asocia-
ción Psicoanalítica Internacional, en
19913.
Sin embargo, no fue Argentina el
país por el cual el psicoanálisis ingresó
a América Latina; tampoco lo fue Uru-
guay. Este es un hecho que llama la
atención, porque ambos países habían
recibido en el siglo XIX una impor-
tante migración proveniente del Viejo
Mundo que inuyó de modo decisivo
en la “europeización” de la atmósfera
cultural y cientíca de sus respectivas
capitales, Buenos Aires y Montevideo.
Martin & Lovett (1981) informan que
entre 1857 y 1938 Argentina recibió 4
millones 170 mil emigrantes, Brasil 4
millones 600 mil entre 1820 y 1937,
en tanto que a Uruguay llegaron 510
mil entre 1900 y 1937.
Señalemos, además, que especial-
mente en Argentina se podía regis-
trar en esa época una intensa activi-
dad en el plano de la psicología4.. En
1891, Víctor Mercante fundó el primer
laboratorio de psicología experimental
en la provincia de San Juan; Horacio
Piñero (1869-1919), profesor de la
Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires desde
1901, habría de fundar el segundo,
que tres años después trasladaría a la
mencionada Facultad (Lores Arnaiz,
2005)5.
Klappenbach (2006) señala que “la
temprana psicología argentina eviden-
ciaba su proximidad con la psicología
desarrollada en Francia” (p. 80). En-
tre 1906 y 1908, Felix Krueger (1874-
1948), entonces un joven psicólogo
alemán que con el paso de los años lle-
garía a ser Presidente de la Deutsche
Gesellschaft für Psychologie y el más
distinguido representante de la Gan-
zheitspsychologie, se desempeñó como
docente en la Universidad de Buenos
Aires (Wolfradt, 2015), ciudad a la que
llegó también Carl Jesinghaus (1886-
1948), para ser asimismo profesor en
el laboratorio de psicología experimen-
tal del Instituto Nacional del Profeso-
rado, donde permaneció hasta 1920
(Stock, 2015).
Argentina era, además, a inicios
del siglo XX una tierra de promisión,
un país cuyo futuro era visto como
Ramón León
36
PAIDEIA XXI
signado por la riqueza y el progreso
(Acemoglu & Robinson, 2012)6.
Freud, sin embargo, no menciona
en su Historia del movimiento psicoa-
nalítico (Freud, 1968), a ningún argen-
tino o uruguayo, ni en la primera ni
en la segunda edición. Años antes de
emprender la redacción de esta obra,
en 1911, Freud se rerió a un -
dico chileno que él supuso que tenía
ascendencia alemana, German Greve
(1869-1954), haciendo mención a una
ponencia suya en el Congreso Interna-
cional Americano de Medicina e Higie-
ne (celebrado en Buenos Aires del 10
al 25 de julio de 1910), “Sobre psico-
logía y psicoterapia de ciertos estados
angustiosos” (Freud, 1911)7.
Si Chile fue, de acuerdo con el
planteamiento de Ruperthuz Honorato
(2014), el país del cual provino quien
primero se rerió en esta parte del
mundo al psicoanálisis, chileno tam-
bién fue el primer psicoanalista sud-
americano formado y certicado: Fer-
nando Allende Navarro (1890-1981),
quien de retorno de Europa a su país
natal, publicó su tesis, El valor de la
psicoanálisis en la policlínica: una con-
tribución a la psicología clínica [sic],
pero recién en 1925 (Allende Navarro,
1925)8.
No sería, sin embargo, Fernando
Allende Navarro, quien, con todos los
pergaminos que poseía, daría impulso
a la difusión de las ideas de Freud en
América Latina. Esa difusión no parti-
ría ni de Santiago, ni de Buenos Aires,
o Montevideo, sino de Lima y tendría
como protagonista a Honorio Delgado
(1892-1969)9.
Ciudad ubicada al otro lado de los
Andes, Lima había sido durante los si-
glos de la dominación hispana la más
importante metrópoli sudamericana
de habla española. Tras el proceso de
independencia y de constitución de las
naciones sudamericanas, fue perdien-
do importancia y, tras la Guerra del
Pacíco, cedió su preeminencia en la
costa del Pacíco Sur a Santiago de
Chile.
En el plano cultural y cientíco,
Lima se ubicaba a inicios del siglo XX
por debajo de Buenos Aires, Montevi-
deo y Santiago. Vidal (1992) describe
con las siguientes palabras a la Lima
en la cual Honorio Delgado emprendió
su tarea de difundir el psicoanálisis:
“Imaginemos a retrotiempo,
la Lima de comienzos de siglo.
Habitábanla entonces una mi-
noría selecta, muy rica en bie-
nes y cultura, extremosamente
conservadora, y una gran masa
inculta de bajo nivel económico
y social. Sin duda, la tierra no
estaba en ella en sazón: le falta-
ba el humus de la clase media,
necesario para que prendiera
en ella la simiente novedosa del
psicoanálisis” (p. 234)
A pesar de todo esto, fue Lima la
ciudad desde la cual se inició la activa
difusión del psicoanálisis en el mundo
hispanoamericano. Y esa tarea de di-
fusión tiene una clara fecha de inicio:
el 1° de enero de 1915.
Ha pasado desapercibido entre los
psicólogos y psiquiatras peruanos el
centenario de la llegada del psicoaná-
lisis al Perú, el mismo que, como diji-
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
37
PAIDEIA XXI
mos, ocurrió el 1° de enero de 1915,
cuando un joven estudiante de medi-
cina en la Universidad de San Marcos,
todavía pocos años de recibir su títu-
lo de médico, publicó en el diario El
Comercio un artículo titulado “El psi-
coanálisis” (Delgado, 1915). Ese estu-
diante se llamaba Honorio Delgado.
En la edición primera de El Comer-
cio en el año 1915 aparecen noticias
acerca de la Primera Guerra Mundial,
que se extendía ya casi medio año. Y,
en lo que podríamos llamar la sección
de contribuciones especiales, se publi-
có el trabajo de Honorio Delgado. Se
trata de un artículo de extensión rela-
tivamente breve, en el cual se da a co-
nocer la doctrina de Freud y se expone
en términos sucintos los principales
elementos de ella. Como se compren-
derá, no le era posible al autor exten-
derse en su exposición, algo que haría
años después en su tesis de medicina,
que se titularía también El psicoanáli-
sis (Delgado, 1919).
Creemos conveniente reproducir
los cuatro primeros párrafos de este
artículo, en los cuales se expresa el in-
terés de Delgado por el psicoanálisis:
“El psicoanálisis, nacido hace
algo más de veinte años, de la
observación de un vulgar caso
de histerismo, y no teniendo en
los albores de su existencia más
dominio que el limitado a cierta
rama de la medicina mental, es
hoy un método de valor y aplica-
ciones universales: su extensión
en la actualidad invade las esfe-
ras de todas las ciencias, y aún
de la losofía y el arte.
Para dar una idea de la produc-
ción bibliográca de la escuela
psicoanalista, diremos solo que
seis revistas dedicadas única-
mente a sus publicaciones no
bastan para monopolizarla; y
apenas si hay algún periódico
de psicología o medicina cuyas
columnas no hayan sido ocupa-
das alguna vez por trabajos de
esta índole.
Pocas cuestiones han suscita-
do más acaloradas polémicas
en las academias cientícas de
Austria, Alemania y Suiza; los
ecuánimes tudescos, al discutir
el psicoanálisis han llegado a los
extremos del escándalo; habién-
dose visto el caso de ser tratado
de loco al autor de esta mag-
na concepción del mecanismo
del alma; concepción que tiene
panoramas estupendos, subli-
mes, frecuentemente matizados
de extravagancia, de ilogismo y
hasta de vulgaridad.
A pesar de lo sencillo del funda-
mento primordial de la doctrina,
difícil tarea es sintetizar lo que
se entiende hoy por psicoanáli-
sis; pues sus aplicaciones, como
ya lo hemos anotado, son inni-
tas; sin embargo, encararemos,
aunque brevemente, sus dife-
rentes cuestiones fundamenta-
les, siguiendo la historia de su
desarrollo”.
Delgado se revela en ese primer
trabajo como alguien entusiasmado por
la doctrina y la terapia psicoanalíticas.
Así, escribe:
Ramón León
38
PAIDEIA XXI
“La pedagogía, y también la
ética, benecia del método
psicoanalítico, porque permite
comprender íntimamente
el alma del niño, con sus
tendencias más ocultas. Su
conocimiento enseña a no
agotar las valiosas energías de
los instintos, por perversos que
sean; cuya represión brusca es
de las más fatales consecuencias
para el porvenir del educando, y
que más bien transformados por
sublimicación llegan a elevarse
a la categoría de virtudes.
La educación, basada en las
adquisiciones del psicoanálisis,
hará, en el porvenir, la prolaxia
de la locura y el crimen”
Una lectura detenida de este primer
trabajo de Delgado permite reconocer
que Delgado no siempre sigue la
línea ortodoxa del psicoanálisis,
reclamada por Sigmund Freud sino
que hay, como arma Rey de Castro
(1986), una suerte de yuxtaposición
de las ideas del creador del doctrina
con planteamientos jungianos10
y especialmente adlerianos, a pesar
de que tanto Adler como Jung habían
tomado ya distancia con Freud.
El artículo concluye de la siguiente
manera:
“En efecto, el concepto
exclusivista del libido es lo más
arbitrario del psicoanálisis; es
por eso que, entre sus secuaces,
Freud ha visto nacer un grupo
de disidentes encabezados por
Adler, quien ha forjado una
teoría más amplia y, a nuestro
parecer, más conforme con
la realidad psicológica: todo
individuo, según ella, desde la
más tierna edad, en el continuo
conicto con la realidad tiende
a armar su personalidad ,
imponiendo su ritmo; la acción
del medio cósmico, vital y
social, suscita en el mecanismo
psíquico del ser, reacciones
simbólicas de defensa, por las
que se libra de la tensión que en
él engendran las necesidades”
(p. 17).
Puede percibirse en las líneas pre-
vias la simpatía de Delgado por las
ideas de Adler (“quien ha forjado una
teoría más amplia y, a nuestro pare-
cer, más conforme con la realidad psi-
cológica”), de las que se alejaría a me-
diados de los años 192011.
El que en este artículo, dedicado
al psicoanálisis, Delgado mencione a
Jung y a Adler, cuando ambos habían
dejado de ser discípulos para conver-
tirse en disidentes de Freud, podría en
principio atribuirse a la falta de infor-
mación del estudioso peruano acerca
de la ruptura del padre del psicoaná-
lisis con ambos. La distancia entre
Lima y Viena justicaría plenamente
esa desinformación.
Sin embargo, lo cierto es que Del-
gado estaba bastante bien informado
sobre el particular. Evidencia de ello
lo constituye el hecho que el peruano
menciona el artículo “Das Interesse an
der Psychoanalyse”, aparecido en la
revista Scientia en 1913 (Freud, 1913),
la misma en la cual Adler publicaría
un trabajo dando a conocer su doctri-
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
39
PAIDEIA XXI
na (Adler, 1913). Delgado recordaría
años después la lectura del trabajo
de Freud, pero podemos suponer que
también leyó el de Adler12.
Cuatro preguntas surgen con res-
pecto a la publicación que comenta-
mos: (1) ¿quién era Honorio Delgado?;
(2) ¿cómo así tomó conocimiento Del-
gado de esta doctrina?; (3) ¿por qué
escogió El Comercio para publicar su
trabajo?; y, (4) ¿cuál fue la repercu-
sión del mismo en nuestro medio?
Respondamos a la primera pregunta.
Honorio Delgado, al momento de
escribir su artículo para el diario El
Comercio, era un estudiante sanmar-
quino próximo a acabar sus estudios.
Natural de Arequipa, cursó estudios
secundarios en el Colegio Nacional de
la Independencia de esa ciudad y, des-
pués de estudiar en la Universidad del
Gran Padre San Agustín, de su ciudad
natal, en la que optó el grado de ba-
chiller en ciencias naturales en 1914
con la tesis “Las grandes cuestiones
de la herencia”, se trasladó a Lima
para cumplir estudios de medicina en
la única facultad que había en todo el
país.
Ya en Lima, destacaría pronto en-
tre los estudiantes de medicina y op-
taría por la especialidad psiquiátrica,
que sin embargo era poco prestigiada.
Poseedor de una voluntad de hierro,
de una severa disciplina en los estu-
dios y de una gran ambición, Delgado
emprendió un programa autodidacta
de perfeccionamiento, que le permitió
conocer varios idiomas y estar al tanto
de los últimos avances de la medici-
na y, en particular, de la psiquiatría.
En 1916 se instala la psiquiatría en el
Perú al crearse en la Facultad de Me-
dicina de San Marcos la Cátedra de
Enfermedades Mentales y del Sistema
Nervioso, fundada por Hermilio Valdi-
zán, de quien Delgado sería primero
ayudante y después discípulo.
En 1929, a la muerte prematura
de Valdizán, asume la cátedra que él
había dejado vacante y la regentaría
por varias décadas, al mismo tiempo
que continuaba con su labor asis-
tencial institucional (Hospital Víctor
Larco Herrera) y privada y su ininte-
rrumpida tarea publicista. En los años
treinta aparece su Psicología, escrita
al alimón con Mariano Iberico (Delga-
do & Iberico, 1933), y en los cuarenta
La personalidad y el carácter. A co-
mienzos de la década de los 50 da a la
luz su Curso de psiquiatría (Delgado,
1953).
Tanto Psicología como el Curso de
psiquiatría han sido obras que han al-
canzado varias ediciones, lo que habla
de la amplia lectoría que ellas han te-
nido y de la inuencia que han ejer-
cido tanto en la psicología como en la
especialidad psiquiátrica.
Ideológicamente, Delgado procede
a alejarse de manera paulatina del
psicoanálisis criticando numerosos
aspectos de él hasta convertirse en
uno de sus más acervos críticos.
Con respecto a la segunda pregun-
ta, sabemos que Delgado ya desde su
juventud era un lector voraz y que, en-
caminado a escoger la especialidad de
la psiquiatría, trataba de mantenerse
informado agenciándose la literatura
más reciente sobre el particular, no
Ramón León
40
PAIDEIA XXI
solo nacional (muy escasa, por cier-
to) sino también extranjera. Para eso
había emprendido el estudio de va-
rias lenguas extranjeras, entre ellas
el alemán. Muchos años después de
haber publicado su trabajo en el dia-
rio limeño y ya alejado de la doctrina
psicoanalítica, Delgado señaló que en
la revista Scientia,13 publicada en Italia
pero que llegaba a Lima, había leído
a mediados de la segunda década del
siglo XX trabajos de Sigmund Freud y
que, a partir de esa lectura, se había
interesado por las ideas del psiquiatra
vienés (Delgado, 1940)14.
Debe asimismo mencionarse la in-
uencia de Hermilio Valdizán (1885-
1929), el maestro de Honorio Delgado.
Formado como médico en la Universi-
dad de San Marcos, Valdizán se ale-
jó del Perú durante unos años (entre
1911 y 1914) para cumplir una eta-
pa de perfeccionamiento profesional
en Italia, en donde estableció una
relación de discipulado con Sante de
Sanctis (1862-1935), la más impor-
tante gura de la psiquiatría italiana
de su época15..
De Sanctis trató a lo largo de su
carrera académica algunos temas que
también despertaron el interés del
padre del psicoanálisis, especialmente
el de los sueños, al que tanto el
psiquiatra italiano como Freud
dedicarían sendos libros (Freud, 1968;
De Sanctis, 1896, 1898, 1899)16..
Valdizán anó y profundizó su
formación con De Sanctis y tomó (si
no lo había hecho antes) conocimiento
del psicoanálisis durante sus años
en Europa. De retorno al Perú
probablemente trajo información muy
fresca acerca del desarrollo de esta
doctrina, que fue de mucho signicado
para Honorio Delgado.
Con respecto a la segunda pregun-
ta, debemos señalar que en el Perú no
existía ninguna revista especializada
en psiquiatría. Sería precisamente
Honorio Delgado quien, conjuntamen-
te con su maestro Hermilio Valdizán
(1885-1929), fundaría en 1918 la Re-
vista de Psiquiatría y Disciplinas Cone-
xas17, la primera publicación periódica
peruana dedicada a esa especialidad
de la medicina. Demás está decir que
los trabajos de Delgado en la Revista
(que apareció hasta 1924) se concen-
traron sobre todo en temas psicoana-
líticos (León, 1986).
En ausencia de una revista espe-
cializada, Delgado optó por El Comer-
cio, ya para entonces un periódico de
gran prestigio y lectura diaria obliga-
toria para los peruanos, en especial
para aquellos que conformaban el pú-
blico educado de nuestro país.
Puede llamar la atención que Del-
gado optara por publicar en un diario
su trabajo. Sin embargo, en psicología
es posible encontrar casi una tradi-
ción sobre el particular: John B. Wat-
son, por ejemplo, publicó trabajos en
revistas que no eran psiquiátricas ni
psicológicas, adaptando lógicamente
su lenguaje al público al cual se di-
rigían esas publicaciones; también lo
hicieron Wilhelm Wundt y William Ja-
mes, como lo han anotado Viney et al.
(1981).
Cueto (1989) se reere al hecho de
que no solo Delgado sino muchos otros
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
41
PAIDEIA XXI
intelectuales y cientícos peruanos
publicaran en diarios:
“Casi todos los investigadores
publicaron artículos cientícos
no especializados en periódicos
y revistas no cientícas.
Delgado mismo fue un experto
escribiendo para el público
culto. Por ejemplo, entre 1914
y 1930, Delgado publicó 62
trabajos en periódicos y revistas
no académicas, mientras que
solo 34 artículos en revistas
especializadas. Fue algo normal
para la elite cientíca el dirigirse
al público no académico para
popularizar la ciencia, narrar un
experimento famoso o explicar
su propio trabajo” (pp. 111-112)
¿Cuál fue por último la repercusión
del trabajo de Delgado? Sería
interesante llevar a cabo un estudio
sobre la recepción de este artículo.
podemos armar que con “El
psicoanálisis”, Honorio Delgado dio
inicio a su brillante carrera como
autor, que se extendería hasta poco
antes de su muerte, acaecida en 1969.
Desde el 1ro. de enero de 1915 has-
ta casi los años postreros de los años
1920, Delgado fue el más importante
difusor de las ideas de Freud no solo
en el Perú sino en todo el mundo de
habla hispana.
Fue tal el compromiso de Delgado
con el psicoanálisis y tan activa su
campaña de difusión, que Freud lo
mencionó en la segunda edición de su
Historia del movimiento psicoanalítico
(Freud, 1968), señalándolo a él y a la
Revista de Psiquiatría como los más
activos difusores de su doctrina en el
mundo de habla hispana.
Así, el psicoanálisis no solo llegó
al Perú por medio de la pluma de
Delgado, también llegó a todo el mundo
latinoamericano18. Este es un hecho
muy interesante. En lugar de que
ingresara a América Latina por una
urbe como Buenos Aires, que ya en ese
entonces cobijaba a una importante
población de origen europeo, y que
era una ciudad que tenía contactos
comerciales y culturales muy intensos
con el Viejo Mundo, la doctrina creada
por Freud ingresó a estas latitudes por
una ciudad ubicada al otro lado de los
Andes, Lima, en la cual los contactos
con Europa –si bien por supuesto
existentes– no tenían la intensidad
que sí tenía Buenos Aires, y con una
vida cultural y cientíca mucho menor
que la de la urbe bonaerense.
Honorio Delgado, como hemos di-
cho, prosiguió por más de una década
con su activa labor publicista en pro
del psicoanálisis. Publicó inclusive una
biografía de Freud (Delgado, 1926), al
parecer la primera escrita por alguien
del mundo de habla hispana. Mantuvo
además correspondencia con Sigmund
Freud (Rey de Castro, 1989), quien lo
consideraba como un representante de
importancia de su doctrina en esta par-
te del mundo (Freud, 1968; Schröter,
2013). En el último cuarto de la década
de los años veinte es posible registrar
en su obra escrita un viraje en sus in-
tereses y un progresivo alejamiento del
psicoanálisis, que con el paso de los
años se convertiría en una actitud su-
mamente crítica hacia esa doctrina.
Ramón León
42
PAIDEIA XXI
El ya citado Vidal propone una
explicación para el alejamiento de
Delgado del psicoanálisis:
“Delgado nunca pasó de ser
un mero importador, difusor y
usuario trasatlántico del pro-
ducto psicoanalítico. Quiero
decir que jamás se analizó re-
glamentariamente, no formó
parte activa del grupo central de
adherentes al movimiento ni se
ajustó a la ortodoxia que desde
un principio le impuso Freud a
éste. Celoso de su independen-
cia, acostumbrado a cincelar su
perl paso a paso, mal podría
avenirse Delgado a militar como
acólito de un movimiento, por
más cientíco que pareciera ser.
Su andadura fue siempre típica-
mente individual, característica
de un librepensador. Sin duda
que tuvo ayudas y tomó pres-
tadas ideas y concepciones del
mundo ajenas, pero jamás dejó
que éstas lo desviaran de su
meta personal; todo cuanto leía
o escuchaba lo hacía objeto de
atenta observación y crítica. Es
más, no sintiéndose obligado a
guardar la disciplina del grupo
de iniciados, Delgado estableció
relaciones con algunos disiden-
tes, sobre todo con Adler, Jung
y Rank, cosa que le reprochó
Freud en alguna carta. No cabe
decir, pues, que Delgado le fue
inel a Freud, ni que hubo de-
serción o apostasía en su aleja-
miento. Por la correspondencia
que mantuvieron entre ambos
del 19 al 34 –y de la cual se
conservan unas pocas mues-
tras procedentes de Viena– se
patentiza un trato respetuoso
y cordial, aunque libre de los
compromisos y consignas que
de ordinario presiden la supe-
ditación del discípulo al maes-
tro. En n, Delgado nunca dejó
de ser psiquiatra para trabajar
como psicoanalista; utilizó el
psicoanálisis para enriquecer y
vivicar el cuerpo exangüe de
la psiquiatría de entonces, y lo
hizo hasta donde consideró que
era necesario, adecuado y opor-
tuno” (p. 234)19.
El trabajo de Delgado del 1° de ene-
ro de 1915 en El Comercio (el primero
de muchos que él publicaría en ese
diario; véase El Comercio, 1992) era un
artículo de divulgación cientíca, diri-
gido al gran público20. Detalles teóri-
cos, interrogantes, discusiones y plan-
teamientos alternativos en torno a tal
o cual aspecto de las ideas de Freud
fueron obviados en aras de la breve-
dad y de la claridad.
Desde 1915 hasta aproximada-
mente poco antes de 1930 Delgado
continuó difundiendo de modo activo
el psicoanálisis. Como hemos dicho,
en 1926 publicó la que probablemen-
te es la primera biografía de Sigmund
Freud en castellano. La Revista de
Psiquiatría y Disciplinas Conexas, que
dejó de publicarse en 1924, incluyó en
sus páginas numerosos trabajos de él
dedicados al psicoanálisis y también
innumerables recensiones y comenta-
rios de trabajos psicoanalíticos.
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
43
PAIDEIA XXI
Lentamente, sin embargo, Delgado
se fue alejando de la doctrina psicoa-
nalítica. Se observa una ampliación
de sus intereses, incluyendo la obra
de Max Scheler y de Keyserling. Ese
alejamiento se pone de maniesto ya
en los años 1930: la necrología que es-
cribe el psiquiatra peruano es abierta-
mente crítica. Finalmente, hacia el -
nal de su vida, encontramos a Delgado
en las antípodas del pensamiento de
Freud. Pero esa es ya otra historia21.
Notas
1 “Pero la difusión del psicoanálisis [en Argentina] no se limitaba a su práctica clínica.
Desde principios de los años 1960, intelectuales de izquierda no vinculados a los par-
tidos tradicionales habían encontrado en lecturas del psicoanálisis una de las tantas
herramientas hermenéuticas con las que esperaban contar para analizar la compleja y
elusiva realidad social y, sobre todo, política post-peronista (o más bien “interperonis-
ta”), vivida como en una suerte de crisis permanente (aunque esto sea un oxímoron).
Intelectuales tales como León Rozitchner, Oscar Masotta, Raúl Sciarreta y, en algún
punto, el propio José Bleger, encontraban o intentaban encontrar en sus apropiacio-
nes de la teoría freudiana los instrumentos analíticos necesarios para realizar análisis
sociales, dando lugar a fructíferos debates entre psicoanálisis y psicoanalistas, por un
lado, y ciencias y cientícos sociales, por el otro” (Ben Plotkin & Vesacovsky, 2008:
151).
2 “Se trataba de aquella área de la cultura que Beatriz Sarlo caracteriza como “saberes
del pobre” y que dene como “esa mezcla desprolija de discursos sobre química e in-
geniería, metalurgia y electricidad, geografías exóticas y visiones que anuncian la me-
trópolis futura”. Estos saberes, destinados a, y apropiados por, los sectores medios y
medios bajos de la sociedad que se habían beneciado de la alfabetización masiva pero
que sin embargo permanecían excluidos de los espacios de alta cultura, circulaban a
través de canales no académicos y constituían una “imaginación técnica” en la cual se
superponían cción y realidad. En algunos casos esta imaginación técnica renovaba
viejas obsesiones –curaciones mágicas, telepatía, o la posibilidad de comunicarse con
los muertos– y las expresaba en un nuevo lenguaje supuestamente legitimado por la
ciencia y la técnica modernas. De esta manera se fue generando un nuevo espacio para
la recepción del psicoanálisis a nivel popular, espacio que surgió en la intersección de
un discurso más abierto sobre la sexualidad y la emergencia de estas nuevas formas
de conocimiento semi o seudocientícas. El psicoanálisis se ofrecía simultáneamente
como una de las nuevas “tecnologías” disponibles para la renovación de las costumbres
sociales, una teoría psicológica de vanguardia y como un instrumento “cientíco” nuevo
destinado a reconceptualizar antiguos y tradicionales temas de interés, como la inter-
pretación de los misterios de los sueños” (Ben Plotkin, 2006, p. 532).
3 Otra psicoanalista argentina, Virginia Ungar, ha sido elegida en el 2015 presidenta de
la Asociación Psicoanalítica Internacional. Ella es además la primera mujer que ocupa
ese cargo en toda la historia de dicha asociación.
4 Klappenbach (1994) escribe sobre el particular: “La psicología adquiere un notable im-
pulso en la última década del siglo y accede a estatuto universitario cuando en 1896 se
crea la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires” (pg. 187)
5 Es interesante anotar, sin embargo, el sentido que el término psicología experimental
tenía en la Argentina de aquel entonces. Sobre el particular, Klappenbach (2006) escri-
be: “[…] la denominación psicología experimental en la temprana psicología argentina
tenía poco que ver con el concepto de psicología experimental producida en Alemania en
el último cuarto del siglo XIX. Por el contrario, la denominación psicología experimental
Ramón León
44
PAIDEIA XXI
se relacionaba directamente con la Introducción a la medicina experimental de Claude
Bernard, obra ampliamente difundida en el país y, en la misma dirección, con los es-
tudios médico-psicológicos como los denominaban Toulouse, Vaschide y Piéron en su
obra precisamente titulada Técnica de psicología experimental” (pg. 79).
6 “La realidad histórico social de la Argentina hacia 1880 marca un rumbo. Se inicia un
proyecto institucional de estabilización del poder, que a través de una elite ilustrada
logra colocar a nuestro país en el mundo. Se organiza la modernización económica e
institucional y la generación del ochenta se lanza a conformar las bases de la República
Moderna. A nes del siglo XIX, Argentina se convirtió en la más dinámica y opulenta
de las repúblicas latinoamericanas. La expansión económica adquirió una escala sin
precedentes. Una densa red de ferrocarriles reemplazó al viejo sistema de transporte
por carretas de bueyes y mulas y sirvieron a los nes de integrar el territorio posibili-
tando el desarrollo de la agricultura y la ganadería. La construcción y el comercio en
las ciudades se asociaron con una industria pujante y hasta el interior más tradicional
encontró como beneciarse” (Falcone, p. 12).
7 “En términos idiomáticos, se puede llegar a armar que el trabajo de Greve fue una de
las primeras referencias en español de las ideas de Freud, en nuestro continente. Hasta
hace un tiempo se lo mencionaba como la primera en Latinoamérica, sin embargo, la
evidencia muestra que ya en 1899, Juliano Moreira hacía mención a Freud en sus cla-
ses de psiquiatría en la ciudad de Bahía, evidenciando la temprana atracción que pro-
vocaban los conceptos psicoanalíticos en la región” (Ruperthuz Honorato, 2014: 1855).
8 Sobre él escribe Ruperthuz Honorato: “Este médico chileno, según las referencias, fue
el primer psicoanalista formado “ocialmente” que arribó al continente. Allende Navarro
pasó largos años en Europa estudiando medicina en las universidades de Suiza, Bélgica
y Francia. Se formó con personalidades como Constantino von Monakow, con quien se
especializó en anatomía cerebral, y el mismo Hermann Rorschach. De vuelta a Chile,
validó su título de médico en la Universidad de Chile con una tesis que introduce a la
práctica clínica del psicoanálisis mostrando la ecacia con una serie de casos clínicos”
(Ruperthuz Honorato, 2013, p. 6).
Gazmuri (1971) agrega que los estudios de medicina los llevo a cabo en Lausana y la
especialización en psiquiatría en Zurich, siendo Emil Oberholzer (1883-1958) su psi-
coanalista didáctico y supervisor. Allende Navarro no se dedicó a la vida académica
sino restringió su actividad a la práctica privada, pero inuyó y formó en psicoanálisis
a guras importantes de la psiquiatría chilena como Ignacio Matte-Blanco (1908-1995)
y Carlos Núñez Saavedra (1918-1981) (Jiménez, 2002).
9 También en la capital peruana se había hablado del psicoanálisis. Sebastián Lorente
de Patrón (1884-1972), escribió su tesis para optar el título de médico la tesis “Las
orientaciones de la psiquiatría” en 1914, en la que hace una referencia muy general al
psicoanálisis (Lorente de Patrón, 1914).
Nos parece de interés transcribir lo que Lorente de Patrón escribe sobre el psicoanálisis:
“El Psico-Análisis no emplea ninguno de los métodos de orden físico; debe su origen a
Freud, quien a su vez lo ha deducido de un tratamiento especial empleado por Breuer
en las neurosis. Convencido Freud del determinismo general de la vida psíquica, él invi-
ta a sus enfermos a hablar libremente y a decir todo aquello que les sugiere su espíritu,
realizando de ese modo la exégesis de las aspiraciones del individuo. Ulteriormente se
ha extendido el procedimiento a las impresiones recogidas durante el sueño y en las
interpretaciones automáticas. Los alumnos de esta escuela presentan la cuestión desde
un punto de vista que tiende a substituir, en mucho, los estudios anteriores de psico-
logía psiquiátrica. Bajo las orientaciones de Freud en Viena, Jung en Zurich, Wundt en
Alemania y Janet en Francia, el Psico-Análisis ha entrado de lleno en la clínica mental,
constituyendo en la actualidad un poderoso factor en la investigación del mecanismo
neuro-psíquico, de las fobias, obsesiones, tendencias homosexuales, demencia precoz
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
45
PAIDEIA XXI
de origen paralítico y de los estados delirantes” (Lorente de Patrón 1914, pp. 30-31).
Tras sus estudios en San Marcos, Lorente de Patrón partió a Europa para continuar su
perfeccionamiento, habiendo realizado estancias en Francia (en la Salpêtrière de Paris),
Alemania, Italia, Suiza y España (Mariátegui 1972). El tema del psicoanálisis no parece
haber sido vuelto a tratar por él. La relación de sus publicaciones puede obtenerse re-
visando Valdivia Ponce (1981).
10 Efectivamente, en el artículo que venimos comentando, Delgado hace referencia a Jung
tratando de la interpretación psicoanalítica del arte: “El arte aparece a la luz del psi-
coanálisis –y ya lo había intuido así el gran Nietzsche–, como una actividad cuya na-
lidad es apaciguar las necesidades no saciadas, tanto del artista que crea, cuanto del
espectador o auditor que contempla. La obra de arte no es más que la cristalización o
exteriorización de anhelos, más o menos velada por la observancia de reglas estéticas.
Colocándose Jung en el mismo punto de vista, interpreta de igual manera la formación
de las grandes instituciones sociales: el mito, la religión, la moral, el derecho, etc., no
son más que “tentativas de crear compensaciones a la satisfacción insuciente de las
necesidades”. Los pueblos de exigua cultura, con creencias arcaicas en poderes omni-
potentes, logran por este medio controlar, siquiera en parte, la inuencia aictiva de los
rigores de la realidad inclemente”.
11 No sorprende que Delgado mostrara inicialmente simpatías por las ideas de Alfred Ad-
ler. Este también inuyó mucho en el lósofo mexicano Samuel Ramos (1897-1959)
y fue leído también con mucha atención por el argentino Aníbal Ponce, quien trabajó
en una síntesis de las ideas adlerianas con los planteamientos de Jean Piaget (García
2014). Sin embargo, ni Ponce ni Ramos llamarían tanto la atención de Adler como sí lo
hizo Delgado, quien fue incorporado al Comité Editorial de la Internationale Zeitschrift
für Individualpsychologie, la publicación ocial del movimiento adleriano, y contribuyó
con un capítulo a Heilen und Bilden, una obra que Adler editaría (Delgado, 1922; véase
León, 2000).
12 De hecho, Delgado se revela como bastante informado. A pesar de la brevedad de su
artículo y de la naturaleza periodística del mismo, se las arregla para mencionar aparte
del trabajo de Freud aparecido en Scientia, Poetry and dreams (Prescott, 1912), Der Fall
Gogol (Kaus, 1912) y “La Psycho-Analyse” (Janet, 1914).
13 La revista Scientia, fundada en 1907, se presentaba como “Rivista di scienza. Organo
internazionale di sintes scientica. En 1910 paso a denominarse Scientia. Rivista in-
ternazionale di síntesi scientica. Sus fundadores fueron Federico Enrigues, uno de
los más importantes matemáticos italianos, Giuseppe Bruni, químico, Antonio Dionisi,
médico, Andrea Giardina, y Eugenio Rignano, ingeniero y que era el codirector de la
revista con Enrigues.
Scientia era una revista muy singular. En primer lugar, se caracterizaba por su aper-
tura a las más diversas ciencias y disciplinas, razón por la cual en sus páginas apa-
recieron trabajos del mundo de las ciencias naturales, las matemáticas, la losofía
y las ciencias sociales. Por ese motivo aparecieron en sus páginas contribuciones de
personalidades como Einstein, Fermi, Heisenberg, Russell, Poincaré, Golgi, Eddington
y Fermi. A partir del ingreso de Italia a la Segunda Guerra Mundial, la revista se ve
privada de las colaboradores de muchos cientícos y pensadores del extranjero y pierde
prestigio. En 1988 deja de aparecer denitivamente.
En las páginas de Scientia no solo publicó Freud, sino también Adler (1914), y es muy
probable que Delgado conociera las ideas de este discípulo (y después disidente) de
Freud a través de la misma revista.
14 En “La doctrina de Freud” Delgado (1940) resume de la siguiente manera el modo en
que conoció el psicoanálisis: “Reconocemos que es motivo de satisfacción para nosotros
haber abrazado con entusiasmo en la juventud las ideas de Freud y haber estudiado
asiduamente después su producción, así como la de sus seguidores y sus críticos. El
Ramón León
46
PAIDEIA XXI
hecho es que cebado nuestro espíritu por la pasión de Nietzsche –inspirador de Freud–
al iniciar los estudios de medicina, acogimos con extrema curiosidad las primeras no-
ciones acerca de la psicología de los abismo del alma. Entre las lecturas iniciales recor-
damos el par de artículos que Freud publicara en Scientia el año 1913, cuyo efecto fue
promover en nosotros la búsqueda deliberada de las fuentes. El primer libro sistemático
que estudiamos en seguida fue Psychoanalysis. Its theories and practical applications,
de A. A. Brill, al que siguieron las traducciones inglesas de las obras de Freud y prácti-
camente todas las obras existentes por entonces en los idiomas que nos eran conocidos.
El aprendizaje del alemán acabó de abrirnos la perspectiva”.
La revista Scientia, a la que Delgado hace referencia, en efecto publicó en el volumen
14, correspondiente al año 1913, el trabajo de Sigmund Freud “Das Interesse an der
Psychoanalyse”, la primera parte en el N°. 21 (“Das psychologische Interesse”) y la se-
gunda en el N° 22 (“Ihr Interesse für die nichtpsychologische Wissenschaften”).
15 Italia no era en realidad una gran potencia en materia de desarrollo de la psiquiatría,
pero la cercanía cultural con el Perú era mucho mayor que la que existía con Alemania,
en aquel entonces el país en el cual la psiquiatría experimentaba importantes y deci-
sivos desarrollos. De hecho, Núñez (1983) anota que “con los comienzos del siglo XX
coincide un renacimiento del inujo italiano presente en el Perú desde los días iniciales
de la conquista española” (pg. 10).
Mariátegui (1981), biógrafo de Valdizán, explica de la siguiente manera la elección de
Italia por parte de Valdizán:
“[…] Valdizán, para su formación, no escogió Italia, y concretamente la escuela romana
de Sante De Sanctis, al azar. La experiencia personal y la “sensibilizante” escuela perio-
dística de sus años de estudiante lo llevaron al descubrimiento de la conducta humana
en sus manifestaciones extremas: el hecho delictivo en toda su dramática proyección,
impactó el espíritu sensible de Valdizán y lo condujo a la búsqueda de sus causas ex-
plicativas. Estaba entonces aún vigente en Italia la escuela de Cesare Lombroso, quien
creía haber encontrado en un porcentaje mayoritario de criminales una forma de dege-
neración, una suerte de regresión atávica por factores orgánicos en formas de conducta
superadas por la evolución de las especies. Valdizán fue pues a Italia –y no a Francia,
entonces uno de los centros más importantes del saber psiquiátrico– en busca de un
discípulo de Lombroso y Ferri, Sante de Sanctis” (Mariátegui, 1979: 40).
16 Lombardo & Foschi (2009) señalan que De Sanctis fue el único no psicoanalista italiano
que dedicó mucha parte de su obra al estudio de los sueños. De Sanctis dedicó en efecto
varios libros a este tema (De Sanctis, 1896, 1898, 1899).
17 El término “disciplinas conexas” debe ser especicado: la revista fundada por Valdizán
y Delgado incluía entre ellas, aparte del psicoanálisis, a la neuropatología, la psicología,
la educación, el folklore, la antropología, la endocrinología, la historia de la medicina,
la higiene mental y la criminología.
18 El propio Delgado resume en los términos siguientes el proceso de difusión de las ideas
de Freud, del cual él fue decisivo protagonista: “En 1915 comenzó el movimiento psicoa-
nalítico en el Perú, y en 1919 se publicó en Lima el primer libro en español sobre la ma-
teria: El psicoanálisis. La Revista de Psiquiatría y Disciplinas Conexas, editada en Lima
desde 1918 hasta 1924, fue nuestro principal órgano de ese movimiento, que también se
manifestó en publicaciones nuestras en revistas de Iberoamérica y España”, destacando
más adelante “la prioridad del Perú, respecto del mundo iberoamericano, en aplicar y
propagar sus ideas, antes de que la popularidad las vulgarizase” (Delgado, 1949).
19 Del mismo parecer es Glick quien señala que el objetivo de Delgado no era ser psicoa-
nalista sino asimilar los métodos terapéuticos freudianos en su práctica clínica (Glick,
1996).
20 El valor del artículo de divulgación cientíca es hoy reconocido como una expresión de
los procesos de democratización que caracterizan al mundo moderno. De allí que, como
Los inicios del psicoanálisis en Perú: Honorio Delgado y El comercio, 1915
47
PAIDEIA XXI
hemos dicho, el periodismo cientíco sea hoy toda una especialidad (De Semir, 2014).
Recordemos, además, que en el Perú hay una larga tradición de divulgación cientíca
de nivel. José Carlos Mariátegui (1894-1930), en Amauta, la revista que él creara, y en
las conferencias que él dictaba; Oscar Miró Quesada (1884-1981, “Racso”), y en nues-
tros días Tomás Unger (1930-), son nombres que deben ser mencionados en el momen-
to en el cual se pasa revista a esa tradición.
21 Delgado no fue por cierto el único entusiasta del psicoanálisis que con el paso del tiem-
po se alejó de esa doctrina. Algo semejante sucedió con Gordon W. Allport (1897-1967),
Alexander R. Luria (1902-1977), Fritz Perls (1893-1970) y Eric Berne (1910-1970), para
solo mencionar algunos de los nombres más destacados de la psicología y la psiquiatría
contemporáneas. Por último, nada menos que Lev. S. Vygotsky (1896-1934), el forjador
de la teoría histórico-cultural de la psicología, hoy de tanta importancia, se mostró en
su juventud muy interesado por las ideas de Freud, llegando a difundirlas en la Unión
Soviética de los 1920 (Miller, 1998).
Ramón León
48
PAIDEIA XXI
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