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signado por la riqueza y el progreso
(Acemoglu & Robinson, 2012)6.
Freud, sin embargo, no menciona
en su Historia del movimiento psicoa-
nalítico (Freud, 1968), a ningún argen-
tino o uruguayo, ni en la primera ni
en la segunda edición. Años antes de
emprender la redacción de esta obra,
en 1911, Freud sí se rerió a un mé-
dico chileno que él supuso que tenía
ascendencia alemana, German Greve
(1869-1954), haciendo mención a una
ponencia suya en el Congreso Interna-
cional Americano de Medicina e Higie-
ne (celebrado en Buenos Aires del 10
al 25 de julio de 1910), “Sobre psico-
logía y psicoterapia de ciertos estados
angustiosos” (Freud, 1911)7.
Si Chile fue, de acuerdo con el
planteamiento de Ruperthuz Honorato
(2014), el país del cual provino quien
primero se rerió en esta parte del
mundo al psicoanálisis, chileno tam-
bién fue el primer psicoanalista sud-
americano formado y certicado: Fer-
nando Allende Navarro (1890-1981),
quien de retorno de Europa a su país
natal, publicó su tesis, El valor de la
psicoanálisis en la policlínica: una con-
tribución a la psicología clínica” [sic],
pero recién en 1925 (Allende Navarro,
1925)8.
No sería, sin embargo, Fernando
Allende Navarro, quien, con todos los
pergaminos que poseía, daría impulso
a la difusión de las ideas de Freud en
América Latina. Esa difusión no parti-
ría ni de Santiago, ni de Buenos Aires,
o Montevideo, sino de Lima y tendría
como protagonista a Honorio Delgado
(1892-1969)9.
Ciudad ubicada al otro lado de los
Andes, Lima había sido durante los si-
glos de la dominación hispana la más
importante metrópoli sudamericana
de habla española. Tras el proceso de
independencia y de constitución de las
naciones sudamericanas, fue perdien-
do importancia y, tras la Guerra del
Pacíco, cedió su preeminencia en la
costa del Pacíco Sur a Santiago de
Chile.
En el plano cultural y cientíco,
Lima se ubicaba a inicios del siglo XX
por debajo de Buenos Aires, Montevi-
deo y Santiago. Vidal (1992) describe
con las siguientes palabras a la Lima
en la cual Honorio Delgado emprendió
su tarea de difundir el psicoanálisis:
“Imaginemos a retrotiempo,
la Lima de comienzos de siglo.
Habitábanla entonces una mi-
noría selecta, muy rica en bie-
nes y cultura, extremosamente
conservadora, y una gran masa
inculta de bajo nivel económico
y social. Sin duda, la tierra no
estaba en ella en sazón: le falta-
ba el humus de la clase media,
necesario para que prendiera
en ella la simiente novedosa del
psicoanálisis” (p. 234)
A pesar de todo esto, fue Lima la
ciudad desde la cual se inició la activa
difusión del psicoanálisis en el mundo
hispanoamericano. Y esa tarea de di-
fusión tiene una clara fecha de inicio:
el 1° de enero de 1915.
Ha pasado desapercibido entre los
psicólogos y psiquiatras peruanos el
centenario de la llegada del psicoaná-
lisis al Perú, el mismo que, como diji-