Este ensayo presenta las reexiones surgidas a partir de un estudio realizado
sobre la gura de Antonio Raimondi, donde se ha constatado la falsedad de la
frase “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. Las reexiones que
surgieron a raíz de ese hallazgo han motivado una serie de consideraciones que
han derivado en el uso del concepto de “paradigma mental”, en cuanto recurso
teórico que puede explicar comportamientos sociales difundidos. El propósito
del ensayo es compartir ideas y motivar la discusión.
Palabras Clave: Paradigma mental, mitos de la riqueza, recursos, modelo
ideal, ideología.
This essay presents the reections resulting from a study made of Antonio
Raimondi, in which the phrase El Perú es un mendigo sentado en un banco
de oro (Peru is a beggar sitting on a bench made of gold) proved being false.
The reections that emerged from this nding have motivated a number of
considerations that have originated the use of the concept “mental paradigm”,
as a theoretical resource that can explain disseminated social behavior. The
purpose of this essay is to share ideas and encourage discussion.
Key words: Mental paradigm, natural myths of the wealth, resources, ideal
model, ideology.
PAIDEIA XXI
Vol. 2, Nº 3, Lima, diciembre 2012, pp. 13-36
Resumen
Abstract
LA BATALLA CULTURAL ACERCA DE LA
RIQUEZA EN EL PERÚ
Giovanni Bonglio
Giovanni Bonglio
14
PAIDEIA XXI
Planteamiento
El Perú está viviendo un período de
crecimiento económico, al mismo tiempo
se han incrementado considerablemente
manifestaciones de descontento y
protesta. En este ensayo se sostiene
que, en buena medida, las protestas
son una respuesta al crecimiento
económico, pues no necesariamente
hay contradicción entre crecimiento
económico y descontento social.
La situación más recurrente del
descontento social se da alrededor de la
explotación de los recursos naturales.
A pesar que la explotación de estos
recursos ha permitido un aumento
signicativo de recursos económicos
por concepto de impuestos y canon,
al mismo tiempo se da una actitud de
insatisfacción entre amplios sectores
sociales, de desconanza y a veces
abierto rechazo. Se puede decir
que, para muchos, la explotación de
los recursos naturales así como el
crecimiento económico en general,
son vistos como un problema más que
como una oportunidad.
Ante esta situación cabe
preguntarse: ¿a qué obedece la
insatisfacción frente al crecimiento
económico? ¿Por qué cuando no
había crecimiento no había la misma
insatisfacción? ¿Por qué está tan
difundida la actitud contraria a la
explotación de recursos naturales? ¿A
qué obedecen las incomprensiones y
los conictos que se dan alrededor de
estas actividades?
La mayoría de las explicaciones
dadas a estas preguntas inciden en
tres tipos de argumentos. El primer
argumento está relacionado con los
“pasivos ambientales” generados
por la explotación de los recursos
naturales (en especial la minería). Un
segundo argumento es de carácter
político, según el cual las protestas y
la actitud antiminera obedecerían a la
existencia de activistas que rechazan
la explotación de recursos naturales,
por razones políticas o ideológicas.
Los argumentos más esgrimidos por
estos activistas son que el crecimiento
económico y la explotación de
recursos naturales benecian a pocos
y no tienen un efecto dinamizador en
las regiones donde se realiza. Otro
argumento, bastante difundido, es
que los conictos son generados por
la falta de diálogo y de información
a las comunidades que residen
en la zona donde se explotan los
recursos naturales. Sin embargo, los
argumentos señalados no pueden
ser considerados como las causas
profundas de los conictos, pues en
ellos no encontramos una explicación
entre causa y efecto. Pasemos a revisar
cada uno de estos argumentos.
Cabe hacer una aclaración:
las preocupaciones ambientales
son legítimas y no pueden ser
desconocidas. Lejos de nuestra
preocupación está la intención de
desconocer la enorme importancia
de que la minería, así como todas
las actividades productivas sean
sostenibles ecológicamente, así como
proteger la salud y los recursos de las
personas que habitan en las zonas de
explotación. Dicho esto, la intención
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
15
PAIDEIA XXI
de este ensayo es sostener que los
conictos generados alrededor de la
explotación de los recursos naturales
no obedecen necesariamente al
temor frente a los posibles pasivos
ambientales como comúnmente se
cree, sino a razones inconscientes.
Las razones que permiten armar
que los conictos no obedecen a
pasivos ambientales están dadas por
el hecho de que la minería moderna
ha mejorado mucho los estándares
de explotación y está sujeta a
controles. Cuando la minería era
más contaminante (en el pasado), no
generaba tantos conictos. Por esta
razón no hay una relación directa
entre pasivos ambientales y conictos.
Además, si de pasivos ambientales se
trata, éstos son generados más por la
minería informal, que sin embargo no
genera conicto social como sucede con
la gran minería. Finalmente, habría
que decir que los pasivos ambientales
se reducen o se eliminan mejorando
los controles, no rechazando la
explotación de los recursos.
El argumento según el cual los
conictos son generados por el
proselitismo político (agitadores)
supone atribuir un poder de
conducción social muy grande a
quienes se oponen a la explotación
de los recursos naturales. Estos
grupos en realidad utilizan y agudizan
condiciones que no han generado
ellos. Más adelante profundizaremos
en este aspecto cuando tratemos la
utilización política del paradigma
mental del mendigo sentado en un
banco de oro.
El argumento de la falta de diálogo
tampoco explica la conictividad
generada por el aprovechamiento de los
recursos naturales. La evidencia está en
el hecho de que han proliferado, tanto
en empresas como en instituciones
públicas, unidades de “prevención
de conictos”. Como nunca en la
historia del país tantos profesionales
están dedicados a prevenir conictos,
sin embargo éstos se incrementan1.
El diálogo es importante y necesario,
pero la realidad del país muestra que
los conictos no son generados por
falta de diálogo, pues incluso con la
existencia de diálogo se mantiene la
mayoría de los conictos.
La hipótesis que queremos presentar
en este ensayo es que la causa de los
conictos sociales que se dan alrededor
del aprovechamiento de los recursos
naturales en gran parte se deben a los
paradigmas mentales predominantes en
la población, sobre todo de aquella que
reside en las zonas donde se encuentran
los recursos naturales. Por paradigma
mental entendemos un conjunto de
ideas inconscientes, que están presentes
en un grupo social amplio.
Se suele representar a los
paradigmas como “anteojos mentales”
a través de los cuales la población
percibe la realidad. Los paradigmas
mentales pueden ayudar a entender
el comportamiento de grupos sociales,
que actúan no siempre por lo que
piensan conscientemente, sino sobre
todo por concepciones inconscientes
que son socialmente compartidas.
Siguiendo en esta argumentación,
puede considerarse que lo que mejor
Giovanni Bonglio
16
PAIDEIA XXI
expresa el paradigma mental que
predomina en Perú acerca de los
recursos naturales, es la famosa frase
que todos hemos oído alguna vez: “El
Perú es un mendigo sentado en un
banco de oro”. Esta frase es uno de los
lugares comunes más difundidos entre
la población peruana. Comúnmente,
se la atribuye a Antonio Raimondi, el
naturalista que exploró el territorio
nacional en la segunda mitad del siglo
XIX. Un estudio reciente (Bonglio
2004), ha permitido comprobar que
Raimondi no es autor de esta frase,
ni se sabe a ciencia cierta quién la
inventó o la dijo por primera vez. El
estudio ha mostrado también que esa
frase contiene una falacia de petición
de autoridad: Raimondi era sabio,
Raimondi lo dijo, por tanto es cierto.
Para efecto de nuestro análisis, no
interesa saber qué persona inventó esa
frase o la dijo por primera vez2, sino
considerar que expresa un paradigma
mental muy difundido. El hecho de
que esta frase haya sido tomada por
cierta y es repetida por mucha gente,
indica que corresponde con ideas que
amplios sectores sociales consideran
ciertas. Desde este punto de vista, se
puede considerar esa frase como la
expresión de un paradigma mental
muy difundido. Por eso es importante
hacer un análisis de las ideas que,
inconscientemente, se esconden
detrás de esa frase.
Por qué usar una perspectiva de
análisis de paradigmas mentales
El paradigma mental que hemos
presentado es una construcción ideal,
es decir, es un modelo. La validez
de presentar un modelo ideal es que
puede ayudar a explicar las distintas
situaciones que se presentan en
la realidad. Este aspecto debe ser
considerado, sobre todo si tenemos en
cuenta que las mentalidades en el Perú
de hoy se encuentran en una situación
de tránsito y de modernización, incluso
en el ámbito rural.
El término paradigma mental
permite plantear la existencia de
concepciones inconscientes que son
coherentes y constituyen un “sistema”
de ideas. Por otro lado, el término
paradigma mental puede ser aplicado
con más propiedad a sectores sociales
que surgen de contextos sociales
tradicionales (sectores rurales). A
diferencia del concepto de “ideología”,
que es más apropiado para analizar
concepciones inconscientes de clases
sociales, en un contexto moderno y
de economía de mercado. En otras
palabras, el concepto de paradigma
mental puede aplicarse con más
propiedad a sectores sociales que
se denen por intereses culturales y
étnicos: población campesina andina,
con poca escolaridad, con predominio
de cultura oral, tradición económica
comunal, que tiene un comportamiento
social con motivaciones históricas
profundas y sentimientos comunes.
Finalmente, el término paradigma
mental es útil porque alude a ideas
síntesis. El paradigma del mendigo
sentado en un banco de oro se
sintetiza en la concepción según la
cual la riqueza no se crea, sino se
encuentra. Frente a este paradigma
hay otro, más moderno, que se
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
17
PAIDEIA XXI
puede sintetizar en la idea de que
la riqueza se crea, es producto del
trabajo y no de un hallazgo. Al no
distinguir entre recursos naturales
y riqueza, no se tiene en cuenta que
el aprovechamiento de los recursos
supone estudio, inversión, trabajo, y
demanda en el mercado (precio que
compense los costos de producción);
sólo entonces se genera la riqueza.
En cambio, la riqueza que ya existe
solamente debe ser tomada, lo cual
supone una actitud pasiva y rentista.
Este paradigma mental actúa
implícitamente con el siguiente
argumento: soy pobre pero tengo
un tesoro que está escondido, si lo
encuentro puede darme rentas y
hacerme rico. Este paradigma mental
expresa una concepción rentista de
la riqueza, típica de sociedades pre
modernas.
Actitudes y comportamientos que
son consecuencias del paradigma del
mendigo sentado en un banco de oro
Hemos denido al paradigma mental
en estado puro, sin embargo en las
situaciones concretas este paradigma
se expresa en comportamientos y
actitudes que se dan como tendencia.
A continuación presentaremos algunas
actitudes al estado “puro” que son
expresión de este paradigma:
- Lleva a una actitud pasiva: en vez
de propender a una actitud de
generación de riqueza se espera la
distribución de la riqueza que se ha
“encontrado”.
- Lleva a la actitud de exigir que
se distribuya la riqueza de otros,
porque la han “encontrado”.
- Lleva a esconder la propia riqueza,
por más pequeña que sea, para
no tener que compartirla. De
ahí que se quiera aparecer como
pobre. Es que la situación de
pobreza (real o ngida) ubica a las
personas en situación de recibir
la riqueza que puedan “encontrar”
otros. Concomitantemente, la
situación de ser rico (estar bien)
es un anti valor, porque reduce las
posibilidades de recibir rentas3.
- Genera el espejismo de la riqueza
fácil (banco de oro), como si ésta
fuese de fácil obtención y lleva a un
desconocimiento de las dicultades
que hay que vencer para generarla.
Por consiguiente, no se valora
los esfuerzos que se hacen para
generar riqueza, ni se reconoce la
necesidad de investigar y de invertir
capitales en la explotación de
recursos naturales (si la riqueza ya
existe, por tanto no hay necesidad
de generarla sino de encontrarla,
apropiarse de ella y distribuirla).
- Se percibe que la pobreza no se
resuelve generando riqueza, sino
distribuyendo la riqueza existente
o la que se puede encontrar.
- Se percibe que si alguien tiene
riqueza, no es porque ha invertido
y ha trabajado, sino porque ha
encontrado un “tesoro” que es de
todos, por lo que se le puede obligar
a repartirlo.
- Se percibe que los recursos
naturales son riquezas (“tesoros”),
que pertenecen a los que viven
donde se encuentran los recursos
naturales. De ahí que se percibe
Giovanni Bonglio
18
PAIDEIA XXI
como algo expoliatorio o un
“robo” el hecho que empresas
se dediquen a explotar recursos
naturales, aunque hayan adquirido
legalmente el derecho a explotarlos.
Esta percepción es inconsciente
y genera comportamientos que
son justicados a posteriori, con
argumentos elaborados ad hoc
para justicar el rechazo a la
explotación de recursos naturales.
- Se percibe a la riqueza como un
stock jo, que no se incrementa,
y que su distribución es hecha en
una perspectiva de “suma cero” (lo
que ganan unos es los que dejan de
ganar otros).
- La riqueza no es percibida como
fruto del trabajo y del esfuerzo, sino
de un hecho fortuito, del hallazgo
de un tesoro o de un “banco de
oro”.
La paradoja del pobre que se cree rico,
o la búsqueda de compensación ante
carencias (materiales y afectivas).
Desde un punto de vista de la
psicología social, se puede decir
que el paradigma del “mendigo
sentado en un banco de oro” expresa
un sentimiento de minusvalía y
baja autoestima. También expresa
pasividad y resignación, aceptación de
la situación de pobreza y mendicidad.
Al mismo tiempo, hay la búsqueda de
algo de lo cual poder ser orgulloso,
para compensar la minusvalía: “soy
pobre (mendigo) pero al mismo tiempo
estoy sentado sobre una fabulosa
riqueza (banco de oro)”.
Desde este punto de vista, la
riqueza es un invento de quien
necesita aferrarse a algo para elevar su
autoestima. Hay que aclarar acá que
lo que se inventa no es la existencia
de recursos naturales (que son algo
objetivo), sino la situación de riqueza,
pues recurso natural no es sinónimo
de riqueza (se puede tener muchos
recursos y ser pobre). El paradigma
mental del que estamos hablando
no expresa solamente una confusión
entre recursos y riqueza, sino un
deseo de ver riquezas donde solo
hay recursos.
Aquí hay que considerar que el
sujeto que tiene carencias, busca
aferrarse a (o inventar) cosas externas
a él para superar esas carencias. De
ahí que tiende a magnicar lo externo
a él (no se valora por lo que cree que
es, sino por lo que dice tener). Es así
que los recursos naturales en general
son magnicados, en la medida en que
son considerados automáticamente
como “riquezas”. Es desde este punto
de vista que se puede armar que el
paradigma del mendigo sentado en
un banco de oro es expresión de un
deseo de buscar compensaciones a la
situación de carencia y al sentimiento
de minusvalía. Estas compensaciones
actúan como alivio y consuelo
(autoconsuelo). Aparentemente, en el
Perú hay una necesidad psicológica de
“sentirse ricos”, de ahí que se inventen
situaciones de riqueza inexistentes, que
terminan por ser creídas como ciertas.
Desde este punto de vista, la pretendida
riqueza es un mito generado por la
necesidad psicológica de encontrar
una compensación al sentimiento de
minusvalía
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
19
PAIDEIA XXI
Nos encontramos ante la paradoja
de personas pobres que sin embargo
se consideran ricas, y por tanto no
pueden asumir una actitud mental
adecuada para salir de la pobreza,
más bien se comportan como si
fuesen ricos. La actitud contraria a la
explotación de los recursos naturales
es justamente la actitud de un rico
que no necesita dinero. Esta actitud se
expresa en la frase: “que los recursos
se queden donde están, es mejor
seguir solamente con la agricultura”,
esta es la expresión típica de aquellos
que se oponen a la explotación de los
recursos naturales en general.
Se podría armar que la sensación
de carencia, al mismo tiempo
que busca compensaciones, está
acompañada de una sensación de
ser víctima. La “victimización” es una
actitud muy difundida en quienes
tienen un paradigma mental arcaico,
justamente porque el sentirse víctima
permite achacar a otros las situaciones
de carencia. Sobre este argumento
volveremos más adelante, al tratar
las situaciones en las que se utiliza
políticamente el paradigma mental
arcaico.
El paradigma como expresión de una
actitud emocional más que racional
Podría decirse que el comporta-
miento de la población que se opone a
la explotación de recursos naturales, o
que se molesta cuando ve que hay au-
mento de riqueza, se inscribe en una
acción afectiva, en la medida en que
está impulsada en última instancia no
con arreglo a nes racionales sino con
arreglo a sentimientos de insatisfac-
ción. La insatisfacción afectiva lleva a
la búsqueda de compensaciones que
son auto generadas y que se expresan
en mitos, o sea construcciones men-
tales, como por ejemplo la existencia
de riqueza.
Desde este punto de vista, se puede
decir que la actitud contraria a la
explotación de los recursos naturales
no se basa en argumentos racionales,
sino emocionales: cuando los recursos
naturales son explotados por personas
externas a la localidad, se generan
sentimientos de profunda ilegitimidad
que no siempre son confesados o
verbalizados explícitamente. Ya
que los recursos son percibidos
como aquello que permite elevar la
autoestima, si se los llevan otros, se
elimina la posibilidad de encontrar
compensación afectiva.
Problemas que se dan en la
comunicación entre personas
que tienen paradigmas mentales
distintos
Si tenemos en cuenta que en
las zonas mineras peruanas, junto
a la población local (rural, pobre,
tradicional, campesina) se encuentran
grupos sociales con origen urbano
y hasta extranjero, podemos ver
que entran en contacto paradigmas
mentales distintos. Ello genera
desencuentros y dicultad de diálogo
(es como si las personas hablaran
en idiomas distintos). En el mejor de
los casos, hay negociación pero no
comunicación real. Algunas formas
de relación entre agentes sociales
presentes en las zonas mineras y las
empresas mineras podrían resumirse
Giovanni Bonglio
20
PAIDEIA XXI
en lo siguiente: “cuánto me das para
que yo te permita explotar la mina”. Si
a esto se agrega la presencia de grupos
de presión política, que a su manera
tienen el paradigma del mendigo
sentado en un banco de oro (aunque sea
de un modo intelectualizado), vemos la
gran facilidad con la que se produzcan
conictos, sin que los grupos de presión
que están detrás de ellos se esfuercen
mucho por generarlos. En realidad, los
promotores políticos de los conictos
no hacen más que “gestionar” la
existencia del paradigma, al mismo
tiempo que lo refuerzan.
Análisis del paradigma desde una
perspectiva cultural y el rol de los
maestros de escuela en su difusión
El paradigma del mendigo sentado
en un banco de oro y la teoría del bien
limitado
Diversos antropólogos que han
estudiado las culturas campesinas,
han reparado en el hecho de que
para los campesinos la concepción
de riqueza está relacionada a una
cantidad ja (bien limitado). Por
tanto, la persona que se enriquece
dentro de una comunidad campesina,
es percibida como alguien que se ha
apropiado de algo que pertenece a
todos. La riqueza es percibida como
una cantidad ja en una perspectiva
“de suma cero”, de modo que lo que
ganan unos es lo que pierden otros.
Esta teoría ha sido difundida por
autores como Foster (1974), que ha
realizado estudios en comunidades
campesinas de Centro América.
El paradigma del mendigo sentado en
un banco de oro y la escuela
Diversos indicios indican que han
sido maestros de escuela los que han
difundido el paradigma del mendigo
sentado en un banco de oro, en la
primera mitad del siglo XX, cuando se
masicó el sistema educativo peruano.
Un estudio sobre los contenidos
inconcientes de los textos escolares y
la prédica de los profesores de escuela
peruanos, realizado por Gonzalo
Portocarrero y Patricia Oliart (1989),
ha encontrado que los textos escolares
tienen un contenido ideológico (en el
sentido de signicaciones ocultas e
inconscientes), que se resume en lo
que los autores llaman “la idea del
Perú”. Según esta idea, el Perú es un
país lleno de riquezas, pero al mismo
tiempo es pobre porque es explotado
por extranjeros (la culpa de nuestra
pobreza la tienen otros, que se llevan
nuestra riqueza). Al mismo tiempo,
hay magnicación de elementos que
pueden dar orgullo: el pasado pre
colombino es percibido como una
etapa gloriosa de justicia y bienestar,
desconociendo el carácter despótico
de esas sociedades.
Un indicio que refuerza la
hipótesis de que han sido maestros
de escuela los propagadores de la
frase en cuestión es que, en 1940, el
Ministerio de Educación del Perú dio
una directiva a todos los profesores de
ciencias naturales de los colegios del
país, que explicaran a sus alumnos
la obra de Raimondi y encargaran
trabajos de investigación sobre su
obra, en ocasión del cincuentenario de
su muerte (Bonglio 2004). Es posible
que, en ese gran esfuerzo interpretativo
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
21
PAIDEIA XXI
y de divulgación, a algún maestro
se le ocurrió la frase: “El Perú es un
mendigo sentado en un banco de oro”,
o la tomó de un contexto distinto al de
Raimondi y se la adjudicó.
Los maestros de escuela peruanos
pueden ser considerados como
“intelectuales orgánicos” de un sector
social popular emergente y portador
de un espíritu de armación nacional
(y étnica), en contraposición de la
actitud pro extranjerizante que primó
en el Perú ocial durante el siglo XIX.
No es casual que la aparición de la
frase “el Perú es un mendigo sentado
en un banco de oro” se haya dado
durante la primera mitad del siglo
XX, cuando se expandió el sistema
educativo peruano, en un contexto de
emergencia de nativismo e indigenismo
cultural.
El concepto de “intelectual
orgánico”, referido a los maestros,
puede ser denido como los
intelectuales que sirven de vehículo
de expresión de sentimientos e ideas
inconscientes que están presentes en
la población iletrada. Desde este punto
de vista, las creaciones intelectuales de
los maestros de escuela son el vehículo
de ideas que la población iletrada no
puede expresar por sí misma.
Las creaciones intelectuales de los
maestros de escuela se encuentran
en textos escolares y en frases cliché
que ellos crean y reproducen, a
tal punto que van a conformar el
“sentido común” de amplios sectores
sociales, sobre todo de los escolares e
incluso estudiante universitarios. Una
evidencia de ello es que en 2003, Apoyo
realizó una encuesta entre estudiantes
universitarios de una Universidad
nacional en Callao, y encontró que
el 86 % de los estudiantes creía que
la frase “Perú mendigo sentado en
un banco de oro” es válida, sólo
el 10 % se mostró en desacuerdo.
Según Felipe Ortiz de Zevallos: “la
juventud universitaria peruana
sigue confundida y restringida por
los paradigmas limitantes, de viejas
ideologías” (Ortiz de Zevallos 2007. p.
149). En realidad quienes difunden
y retroalimentan estos paradigmas
limitantes y viejas ideologías, son
los maestros. De ahí que el objetivo
de mejorar la calidad educativa, del
cual tanto se habla últimamente,
debería considerar también el cambio
de los paradigmas mentales que se
transmiten en la escuela.
Una interpretación desde la corriente
culturalista del desarrollo
Numerosos analistas han plantea-
do que la cultura (en la cual podemos
ubicar a los paradigmas mentales)
incide en el desarrollo de los países.
Podemos mencionar a Lawrence Ha-
rrison (1994) y a Mariano Grondona
(1999). Ambos autores sostienen que
el desarrollo es consecuencia de fac-
tores culturales y actitudes mentales.
Harrison presenta el caso del fracaso
de las experiencias de cooperativis-
mo agrario en Centro América, argu-
mentando que ello obedecería a falta
de conanza entre sus socios. Esta
interpretación es sugerente y podría
aplicarse al caso peruano, donde las
numerosas empresas cooperativas
creadas por la Reforma Agraria de
Giovanni Bonglio
22
PAIDEIA XXI
1968 han fracasado por completo. Las
explicaciones de este fracaso en base
a argumentos de estrangulamiento
económico o falta de capacitación de
los beneciarios de estas empresas,
no son plausibles, pues las coopera-
tivas creadas por la Reforma Agraria
recibieron en su momento muchos
recursos y apoyo político. Cuando el
gobierno de Belaúnde permitió la par-
celación de estas empresas en 1980,
todas ellas se parcelaron (con excep-
ción de los complejos azucareros, los
cuales no se podían parcelar por ra-
zones de tamaño de la explotación y
el carácter agroindustrial de la empre-
sa). La posibilidad jurídica de parce-
lación, abierta por el gobierno de Be-
laúnde, no explica por qué los socios
cooperativistas se parcelaron las tie-
rras recibidas por la Reforma Agraria.
Detrás del fenómeno de la parcelación
de las empresas agrarias cooperativi-
zadas deben encontrase factores de
índole cultural. Factores como la falta
de conanza entre los “socios coope-
rativistas, y, sobre todo, dicultades
para imprimir una lógica empresarial
a esas cooperativas, cuando los cam-
pesinos beneciarios tenían una lógi-
ca rentista.
Es decir, querían obtener recursos
de la empresa y no entregaban esfuerzo
de trabajo (Bonglio 1980). Se puede
decir que, al recibir las ex haciendas,
los campesinos actuaban como los
que estaban recibiendo el “banco de
oro” que por muchos años enriqueció
al patrón, ese era el discurso ocial del
gobierno militar de la época. Entonces,
su posterior actitud de resistencia a la
lógica empresarial era algo coherente
con su paradigma mental acerca de la
generación de riqueza, máxime si ese
paradigma era alentado desde lo alto
del poder político de la época.
Harrison hace una presentación de
los rasgos que caracterizan a los países
que lograron procesos de desarrollo
exitosos (España, Taiwán, Japón,
China, Corea). En América Latina,
analiza el caso de Argentina, menciona
cómo la herencia mental española
(intolerante frente a los inmigrantes y
temerosa de ver desdibujado su perl
nacional por temor a la inmigración
masiva de europeos), generó una
actitud mental nacionalista de carácter
autoritario, paternalista y contraria
a los valores de éxito económico. Se
remite al estudio del sociólogo argentino
Carlos Escudé (1990), según el cual el
rechazo a adoptar una cultura de éxito,
condujo a que el “proyecto argentino”
fuese básicamente populista, de ahí
el fracaso económico de ese proyecto,
a pesar de los considerables recursos
naturales y humanos de ese país. El
estudio de Escudé para Argentina es
bastante aleccionador para el caso
peruano, y tiene semejanzas con los
planteamientos hechos por Gonzalo
Portocarrero (1989, 2004) en Perú.
Escudé parte del análisis de textos
escolares publicados en Argentina y
los proyectos educativos formulados
desde 1890 a 1950. Encuentra que
los valores difundidos en esos textos y
las propuestas educativas incidían en
difundir valores que negaban la idea de
lucro y rechazaban la cultura del éxito,
al mismo tiempo que exaltaban las
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
23
PAIDEIA XXI
virtudes de la pobreza (“ser pobre es
ser digno”). Mientras que en los países
que se desarrollaron se inculcaban
valores relacionados con la búsqueda
de bienestar material, generación de
riqueza y admiración hacia los que se
enriquecen.
Análisis del paradigma desde una
perspectiva histórica
El paradigma del “mendigo sentado
en un banco de oro” tiene un origen
de larga data, que hunde sus raíces
en el pasado andino, incluso en la
época pre colonial. Es consecuencia
de la permanente lucha por la
sobrevivencia en condiciones difíciles.
Como dice uno de los más importantes
arqueólogos peruanos, Federico
Kaufmann-Doig, el rostro de la
cultura peruana ancestral ha surgido
como consecuencia del desequilibrio
entre el permanente crecimiento de
la población -desde los inicios de la
civilización ancestral peruana- y la
limitación en costa y sierra de suelos
aptos para la producción agrícola,
fenómeno adverso al que se suma
las cíclicas catástrofes que desata el
fenómeno de El Niño4.
La dominación colonial, durante
más de tres siglos, no es suciente
para explicar por la existencia
de sentimientos de precariedad,
carencias materiales y afectivas que
“obligan” a buscar compensaciones a
través de los mitos de la “grandeza” y la
“riqueza” del país. Sin duda, las raíces
de esta situación vienen desde antes.
La dominación colonial probablemente
la ha agudizado y ha dado argumentos
mentales para reforzar el paradigma,
sobre todo entre los que tienen una
actitud de enfrentamiento. Es fácil
achacar los males del presente a la
dominación colonial, pero ya luego
de casi dos siglos de independencia
tenemos derecho a dudar de que así
sea.
El paradigma durante la colonia
La idea del Perú como sinónimo
de riqueza se remonta a la conquista
española, cuando se difundió la idea
del Perú como sinónimo de riqueza
fabulosa (en Europa hasta hace
poco era común escuchar la frase
“vale un Perú” para referirse a una
riqueza fabulosa). De hecho, fueron
los conquistadores, deslumbrados
por la visión de “El Dorado”, los
que difundieron esa expresión en
Europa. Varios expertos en cronistas
han escrito sobre este aspecto, cabe
mencionar a Antonello Gerbi (1943),
que ha explicado cómo los escritos
de los cronistas reejan lo que los
conquistadores creían (o querían) ver:
cegados por su sed de oro creían ver
metal precioso en todas partes. Se
podría decir que la existencia de oro, si
bien era real, era magnicada por los
conquistadores, como un mecanismo
psicológico de auto justicación de la
conquista, o para acicatear sus huestes
(“vale la pena seguir adelante por las
riquezas que vamos a encontrar”), ese
fue el mensaje de Pizarro en la isla del
Gallo.
La imagen del Perú, como territorio
lleno de fabulosas riquezas, fue la que
más perduró en el tiempo; ha sido el
rasgo característico por el que el Perú
ha sido conocido en todo el mundo por
Giovanni Bonglio
24
PAIDEIA XXI
mucho tiempo. Con la independencia
se mantuvo esa imagen, quizás
más por razones de “cristalización
cultural”5 y de orgullo nacional
que por razones reales. Pues, como
diversos historiadores han señalado,
la sociedad peruana se encontraba en
una situación de pobreza desde nes
del siglo XVIII, a raíz de la creación del
Virreinato de la Plata, que perjudicó el
control comercial que hasta entonces
tenía el virreinato del Perú (Anna
2003).
Aunque la minería se encontró en
decadencia a lo largo de todo el siglo
XIX, la economía nacional estuvo
asociada a las rentas generadas por
recursos naturales: tierra, guano y
salitre.
El mito del Perú como país “rico”
adquiere una característica distinta en
la República
Si durante la colonia el mito del
Perú como país rico estaba motivado
por la búsqueda de la riqueza fácil
por parte de los conquistadores, en la
República el mito de la riqueza tuvo
la connotación de orgullo nacionalista,
que obedecía a la necesidad de
armación de la naciente nación
peruana. Por eso es que, a los que
diseñaron el escudo nacional, no se
les ocurrió mejor idea que utilizar la
cornucopia, el símbolo universal de la
riqueza.
Del nativismo de la generación del
900 al nacionalismo étnico
Es posible armar que a nes
del siglo XIX e inicios del siglo XX,
en el Perú ha surgido un proyecto
nacional, de carácter nativista6,
que ha incidido en una necesidad
de armación nacional. Se podría
decir que la ola nativista cubrió toda
América Latina desde nes del siglo
XIX, cuando se terminó de desvanecer
el largo período de la promesa
supranacional de la emancipación
frente a España. La independencia,
que fue un proyecto supranacional
latinoamericano, derivó de la
aparición de naciones a la búsqueda
de armación. Durante el siglo XIX,
parte del proyecto de construcción
de las naciones latinoamericanas se
basó en la necesidad de poblar los
extensos territorios, en buena medida
en base a inmigración europea. En el
caso peruano, la inmigración europea
fue esquiva (reducida) y no colmó las
expectativas que sobre ella se había
generado la élite peruana. Frente
a este fracaso, la elite intelectual y
política de nes del siglo XIX, salida
de la etapa traumática de la guerra
del Pacíco, elaboró un proyecto
“nativista” en el sentido de encontrar
en el Perú las bases del progreso, no
esperar en la llegada de extranjeros
y buscar en la historia peruana las
bases para fundar un proceso de
progreso7. Víctor Andrés Belaúnde,
con su propuesta de búsqueda de
la peruanidad fue el exponente más
visible de esta corriente intelectual y
política.
Con la crisis de la “República
aristocrática” y la irrupción de
las masas a la vida política en la
década de 1930, y el consiguiente
proceso de migraciones internas, la
propuesta “nativista” se transformó
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
25
PAIDEIA XXI
paulatinamente en nacionalismo
étnico (indigenismo), al inujo de
sucesivos gobiernos militares y
con un trasfondo de emergencia de
sectores populares andinos, que
han “desbordado” al Estado y al
proyecto nativista elaborado a inicios
del siglo XX, dándole cada vez más
connotaciones de nacionalismo étnico.
Se puede considerar que durante
el siglo XX, paulatinamente, el sector
indígena ha emergido socialmente.
Este actor, que estuvo dominado y
socialmente “oculto” durante el siglo
XIX, se hizo presente con el n de
la “República aristocrática”, y ha
sido la eclosión social del siglo XX,
que se dio mediante las migraciones
“aluvionales”, proceso que Matos
Mar ha denominado “desborde
popular”. Este desborde puede ser
rastreado también a nivel cultural,
no solo en el sistema educativo sino,
y sobre todo, en el boom de la novela
indigenista, donde Ciro Alegría y José
María Arguedas son los máximos
exponentes. También ha habido
indigenismo cultural, por lo menos
como retórica ocial, desde el Estado.
El indigenismo cultural tuvo mucho
de “utopía arcaica”, como señala Mario
Vargas Llosa (1996), pues estuvo
impregnado de un sentimiento de
contraposición de la cultura indígena
con la occidental, un rechazo a la
integración del indígena y la difusión
de valores arcaicos en lo económico
(comunitarismo económico, crítica a
la iniciativa privada y a la inversión de
capitales, así como de sospecha frente
a los que se enriquecen).
No es casual que durante el
período de aparición del indigenismo
cultural y su encumbramiento en la
cultura nacional haya aparecido la
frase “el Perú es un mendigo sentado
en un banco de oro”, pues esa frase
no se encuentra por ningún lado
durante el siglo XIX. La emergencia
social, étnica (y mental) que se dio
en el siglo XX, ha acuñado sus
propias expresiones, remontándose
a la pretendida grandeza del pasado
precolombino y a las riquezas del
país, aquellos elementos de los cuales
se puede enorgullecer una nación, a
la búsqueda de armación. Lo que
comenzó siendo “nativismo” en la
generación del 1900, se transformó
poco a poco en nacionalismo y luego
en indigenismo cultural.
En la primera mitad del siglo XX,
al calor del proceso de nativismo y
del indigenismo cultural, muchos
intelectuales estaban a la búsqueda de
motivos por los cuales sentir orgullo
y avanzar en la armación nacional.
La existencia de grandes “riquezas”
era justamente un motivo de orgullo.
Qué mejor que apelar a Raimondi para
dar visos de verdad cientíca a la idea
de que existen grandes riquezas. Es
así que se incurrió en una falacia de
petición de autoridad: Raimondi era
sabio, él lo dijo, por tanto es cierto.
Esa frase ha sido el vehículo de un
paradigma mental que si bien estaba
presente desde antes, emergió con
fuerza en la primera mitad del siglo
XX, cuando se dio la masicación de la
educación pública bajo el predominio
de intelectuales inuenciados por el
Giovanni Bonglio
26
PAIDEIA XXI
indigenismo cultural. Hay que tener en
cuenta también que muchos maestros
peruanos, sobre todos los de provincias,
han sido hijos de campesinos. Quien
le achacó a Raimondi esa frase mintió,
quizás de buena fe, e interpretó el
mensaje de Raimondi según sus
propias motivaciones inconscientes,
de búsqueda de motivos para elevar
su propio orgullo nacional. Por eso esa
frase se hizo tan popular y ha devenido
en el lugar común más difundido en
el Perú. Como Raimondi fue poco
leído por los maestros de escuela (que
solo accedieron a vulgarizaciones o a
versiones reducidas de su obra), nadie
se percató que esa frase era falsa.
Luego, en la segunda mitad del siglo
XX, cuando los libros de Raimondi se
convirtieron en rareza bibliográca,
o fueron puestos de lado como
expresión del nativismo intelectual,
por mucho tiempo nadie se percató de
que era una frase “fabricada” por el
inconsciente colectivo. Recién a inicios
del siglo XXI se ha dado la voz de
alerta de que Raimondi no es autor de
esa frase, para sorpresa de muchos.
En realidad, anteriormente ha habido
una voz de alerta acerca de la falsedad
de esta frase, ya desde 1966, que al
parecer no ha sido tomada en cuenta.
Se trata de un agudo análisis de
Augusto Salazar Bondy en su ensayo
“La cultura de la dependencia”8,
donde menciona la existencia de mitos
en la cultura peruana, uno de los
cuales es justamente el de magnicar
la existencia de recursos naturales:
“Hay, por ejemplo, un mito de la
naturaleza peruana, según el cual ésta
es inmensamente rica y abundante,
cuando en verdad nuestra geografía
es una de las más ásperas y difíciles
del globo.
Hay un mito de la grandeza
pasada, que mistica la idea del Perú
y aparta al poblador de las empresas
inmediatas, modestas y prosaicas,
pero indispensables para el progreso
y la liberación del país. (…) De otro
lado está la aceptación común y la
difusión ocial de alegorías como la
del mendigo sentado en un banco
de oro y de exclamaciones como
“Vale un Perú”, que divorcian de la
realidad al habitante peruano al darle
una imagen ilusoria del país”. Para
Augusto Salazar Bondy, estos mitos
son expresión de la dependencia
económica, pues para él la cultura es
expresión de la economía (es parte de
la super estructura), por eso titula su
ensayo “cultura de la dominación”.
En cambio, la perspectiva de análisis
que yo asumo es que la cultura tiene
autonomía frente a la economía, y es
más bien la cultura la que condiciona
muchos aspectos económicos. Más
allá de estas perspectivas de análisis
distintas, cabe resaltar la coincidencia
en reconocer la existencia de mitos en
la cultura peruana, uno de los cuales
es la magnicación de los recursos
naturales del país, de su pasado y
de creer que el país es un “mendigo
sentado en un banco de oro”.
Una evidencia adicional de que esa
frase es un invento social, es el hecho
de que existe también en Ecuador
y Bolivia. En efecto, la población del
sur de Ecuador, sobre todo en la zona
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
27
PAIDEIA XXI
de Zaruma (la ciudad desde donde,
según los historiadores ecuatorianos,
fue llevado el oro con el que se llenó
el cuarto del rescate en Cajamarca).
Esta ciudad se encuentra justamente
en la provincia de El Oro. Allí se dice:
“el Ecuador es un mendigo sentado en
un banco de oro”9. Según referencia de
un analista social que ha residido en
Bolivia por diversos años, también allí
se dice: “Bolivia es un mendigo sentado
en un banco de oro”10. Ello es coherente
con el esquema expositivo que estamos
presentando, si consideramos que los
procesos históricos y sociales de estos
dos países han sido análogos a los que
se han dado en Perú.
El uso de la frase entre intelectuales
Hasta ahora hemos tratado la frase
como expresión de un paradigma
mental inconsciente. En este párrafo
intentaremos un análisis de cómo esta
frase es usada entre intelectuales.
Entre intelectuales, la frase “el Perú
es un mendigo sentado en un banco
de oro” es interpretada de modos
distintos. Algunos la utilizan para
indicar que en el Perú han habido
numerosas oportunidades perdidas,
al no haber aprovechado bien los
recursos con los que se cuenta.
Véase, por ejemplo, el libro de Castro
De la Mata (2005). Los que tienen
una visión menos optimista acerca
de la real dimensión de los recursos
naturales del país dicen: “Raimondi se
equivocó al decir que el Perú es un país
sentado en un banco de oro”. Otros
han reparado en el hecho de que la
frase en mención es negativa, porque
conlleva a una actitud paralizante de
iniciativas tendientes a la generación
de riquezas. Es el caso de Alfredo
Barnechea, que comentando esta
frase, dice: “Si bien es verdad que
la frase de Raimondi el Perú es un
mendigo sentado en un banco de oro
puede haber hecho mucho daño al
país, porque ha paralizado el incentivo
de sus gentes, no puede ignorarse
que nuestro territorio ha sido dotado
con ingentes recursos naturales”
(Barnechea 1995: 214).
Entre los teóricos del desarrollo
hay un amplio debate acerca de si
es posible emprender un proceso de
desarrollo económico en base a la
explotación de recursos naturales.
Según algunos, las estrategias de
desarrollo en base a la explotación
de recursos naturales son negativas
para las sociedades. Esto es llamado
la “enfermedad holandesa”, aludiendo
a una crisis económica que se dio en
Holanda cuando ese país centró su
estrategia de desarrollo en recursos
naturales. Algunos llegan a hablar
de la “maldición de los recursos
naturales”, como se menciona en el
Informe de Desarrollo Mundial del
PNUD 2005.
En una búsqueda en Internet, a
través de Google, se han obtenido
37,700 sitios web que contienen la
frase “El Perú es un mendigo sentado
en una banco de oro”. En su mayoría
se trata de artículos periodísticos
que reseñan publicaciones, también
hay artículos de opinión, en blogs y
revistas electrónicas, donde la frase
es utilizada con una connotación
irónica que puede ser resumida en la
Giovanni Bonglio
28
PAIDEIA XXI
expresión: “no sabemos aprovechar
todo lo que tenemos”. Otros artículos
expresan una actitud de orgullo: “el
Perú es rico y tiene grandes riquezas”.
Casi todos estos artículos expresan
una confusión entre los conceptos de
riqueza y recursos. En la gran mayoría
de ellos se atribuye a Raimondi la
autoría de esta frase, alguien la
atribuye incluso a Ricardo Palma.
La confusión entre recursos
naturales y riqueza ha sido alimentada
consciente o inconscientemente por
intelectuales que, en un afán de
búsqueda de valorizar lo peruano, han
magnicado la existencia de recursos
naturales y los han tratado como si
fueran “riquezas”. Un claro ejemplo
es el de Javier Pulgar Vidal, que ha
escrito un ensayo titulado “Riquezas
y recursos naturales del Perú”
(Pulgar Vidal 1992), donde utiliza
indistintamente el término riqueza
y recurso natural, como si fuesen
sinónimos.
Lo que en la mente de un
intelectual puede ser motivo de sano
orgullo (recursos naturales), en la
mente de la población a la búsqueda
de compensaciones emocionales
para aliviar sus carencias materiales
y emocionales, es asumida como la
existencia de riqueza real, no potencial.
De ahí que muchos han creído que el
“banco de oro” existe realmente, y que
no es una metáfora. Lo que para un
geólogo es un cerro con minerales,
para la población circundante puede
ser un “banco de oro”, o sea riqueza
real, no potencial. Para un intelectual
la expresión “banco de oro” es una
metáfora que indica la existencia
de una gran cantidad de recursos
que solo potencialmente pueden ser
convertidos en riqueza (dinero), para
otros no es una metáfora sino una
realidad.
A la base de este argumento está
la cuestión de hasta qué punto son
comprendidas las metáforas y las
abstracciones conceptuales. Cabe
aquí mencionar lo que los lingüistas
han encontrado al estudiar la cultura
oral. La población que solo se expresa
oralmente tiene menos capacidad
de abstracción que los que tienen
capacidad lectora. La cultura oral se
distingue por el hecho de que no existe
el “ello” de un modo separado del “yo”
y del “tú”, es decir, no hay una tercera
persona distinta a la primera y la
segunda: “en las culturas orales el YO
(primera personas) y el TÚ (segunda
persona) están siempre involucradas
en el ELLO (tercera persona)… No
existen las abstracciones puras y
clasicadas independientemente”.
(Biondi y Zapata 2006:87). Por eso,
no hay una comprensión de “la mesa”
sino de “esta mesa”; ni de “los derechos
humanos”, sino de “mis derechos”,
“tus derechos en esta circunstancia
determinada”; tampoco existe la
noción de “derecho de propiedad” (que
puede pasar de una mano a otra).
Quizás por eso hay cuestionamien-
tos (inconscientes) a los títulos de pro-
piedad y derechos de explotación de
recursos, cuando éstos son adquiridos
por empresas externas al ámbito geo-
gráco donde se encuentran los recur-
sos. Pasando a otro nivel, se puede de-
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
29
PAIDEIA XXI
cir que un amplio sector de población
analfabeta no interioriza conceptos
abstractos como “Estado” y “Democra-
cia”. De ahí los comportamientos que,
en la práctica, niegan la existencia de
tales instituciones.
Se puede concluir que hay diversas
interpretaciones de la frase: “el Perú es
un mendigo sentado en un banco de
oro”. Los intelectuales y académicos
utilizan esa frase como una metáfora,
sin darse cuenta que para la población
de origen rural (que es la mayoría del
Perú, a pesar de la rápida urbanización
de las últimas décadas) esa frase no
es una metáfora. Para los campesinos,
o para los que siguen teniendo un
paradigma mental rural (a pesar de
que viven en ciudades) esa no es una
metáfora, sino una realidad. La toman
al pie de la letra porque no tienen un
nivel de abstracción que les permita
distinguir entre metáfora y realidad. Al
existir distintos paradigmas mentales,
que suponen la existencia de diversos
códigos de interpretación, las mismas
palabras generan efectos distintos en
las mentes de las personas.
El paradigma del mendigo sentado en
un banco de oro y las ideas políticas
Se puede decir que el paradigma
mental del que estamos hablando ha
tenido repercusiones políticas, y las
sigue teniendo. Denitivamente, este
paradigma mental puede explicar la
actitud conscatoria que hasta en el
pasado reciente ha estado tan presente
en la política peruana. La izquierda
radical, que tiene una concepción de
enfrentamiento entre clases sociales y
países (teoría del imperialismo), basa
justamente su interpretación en una
concepción según la cual la riqueza es
apropiada por los “explotadores”, sean
nacionales o extranjeros. La teoría
del imperialismo calza como anillo al
dedo al paradigma mental del mendigo
sentado en un banco de oro. No solo
la izquierda radical, sino también el
populismo ha hecho palanca sobre
esta concepción.
La evolución de la ideología política
de partidos de izquierda puede ser
analizada desde esta perspectiva: el
caso del APRA es ejemplar, en cuanto
partido de masas que ha evolucionado
desde posiciones radicales y populistas
a posiciones más modernas o social
demócratas (que aceptan la economía
de mercado). La actual postura de
aceptación de la economía de mercado
del liderazgo contrasta con la de una
base social que no ha cambiado del
todo sus paradigmas mentales.
Algo parecido puede decirse de la
izquierda no aprista, que cuando ha
moderado sus propuestas políticas
iniciales (radicales y maximalistas)
se ha encontrado de pronto sin bases
sociales. Mientras que los grupos
políticos radicales que se siguen
basando (o utilizando en su favor)
el paradigma mental del mendigo
sentado en un banco de oro, han
cobrado fuerza.
Desde este punto de vista, se puede
decir que detrás de las propuestas
populistas, más que “intereses
de clase” han habido paradigmas
mentales. De ahí la gran popularidad
que tuvo en su momento el gobierno
de Velasco. Los lemas utilizados y
Giovanni Bonglio
30
PAIDEIA XXI
los símbolos de la Reforma Agraria
velasquista aludían claramente
a argumentos paradigmáticos “el
patrón no comerá más de tu pobreza”.
Igualmente, las expropiaciones y
nacionalizaciones que se han dado en
la década de 1970 (y las que se han
querido hacer después).
Denitivamente, la modernización
de las ideas políticas de las izquierdas,
en todo el mundo, está llevando cada
vez más a la aceptación de la economía
de mercado, y a concepciones
modernas en cuanto a cómo se
genera la riqueza11. Sin embargo, la
permanencia del paradigma mental
del mendigo sentado en un banco de
oro hace que las masas campesinas
latinoamericanas vean que la izquierda
que se moderniza se está “alejando”
de los intereses populares o se está
“derechizando”. De ahí que en algunos
países de América Latina, sobre todo
en aquellas zonas con fuerte presencia
de población indígena, se esté
dando un proceso de radicalización
política, que no es liderado por la
izquierda que ha modernizado sus
concepciones, sino por la izquierda
de viejo cuño populista, que sigue
utilizando argumentos centrados en la
conscación y la distribución más que
en la generación de riqueza.
La utilización política del paradigma
mental del mendigo sentado en un
banco de oro
Hemos dicho que el paradigma
mental del mendigo sentado en un
banco de oro es inconsciente. Sin
embargo, se puede notar en los
últimos años una utilización de este
paradigma por parte de políticos e
intelectuales radicales, justamente
para poder aprovechar el hecho que
es muy fácil movilizar políticamente a
la población en la que este paradigma
predomina. Desde este punto de vista,
hay una actitud consciente (es decir
política) de aprovechar la existencia
del paradigma en vez de superarlo. Por
eso, hay una dimensión consciente
del paradigma del mendigo sentado
en un banco de oro, que en este caso
no es un paradigma inconsciente,
sino consciente, e incluso pretende
encontrar sustento en teorías
económicas y políticas (la teoría del
imperialismo, de la explotación, etc.).
En vez de explicar cuáles son las
reales posibilidades de desarrollo del
país en base a la utilización de los
recursos naturales y los benecios
que ello puede traer a la población, se
incide en aspectos negativos, muchas
veces magnicándolos. Por ejemplo,
la real situación de los pasivos
ambientales y la supuesta falta de
retorno económico y de bienestar para
la población de las regiones donde se
encuentran los recursos naturales.
La utilización política del paradigma
mental del mendigo sentado en un
banco de oro explica las mentiras que
suelen decirse para “alimentarlo”: se
van a llevar el agua, van a vender el
agua a los chilenos, no va a haber agua
para regar los campos, etc. Por eso, la
alianza entre el radicalismo político
y los fanáticos “ambientalistas”,
o dicho de otro modo, por eso los
políticos radicales se han convertido
en “ambientalistas”.
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
31
PAIDEIA XXI
Es que, dada la existencia de este
paradigma, es muy fácil movilizar a la
población para nes políticos. El pobre
se siente víctima, por tanto tiende a
creer muy fácilmente denuncias, hasta
las más inverosímiles. Solo que estas
movilizaciones no están orientadas
a la preservación de los recursos
naturales, sino al cambio de modelo
económico y concretamente al rechazo
a la posibilidad de insertar el interior
del país a la economía de mercado. En
el fondo, los políticos que utilizan y
profundizan el paradigma del mendigo
sentado en un banco de oro rechazan
la economía de mercado; en última
instancia, deenden un inmovilismo
económico y tecnológico.
En una entrevista reciente, Rolando
Luque, Adjunto de la prevención de
conictos de la Defensoría del Pueblo,
declaró: “Las protestas tienen una
intencionalidad política y buscan
afectar el poder de la autoridad
existente Los líderes radicales no
crean las situaciones de conicto, las
capitalizan… La palabra inversión
empieza a ser vista con desconanza,
no representa necesariamente
una ilusión de modernidad ni de
benecio… Las bases cuestionan
al líder dialogante y reconocen la
acción del radical… La mayoría de los
conictos no se soluciona y retorna”12.
Otro elemento a considerar en
cuanto a la utilización política del
paradigma mental arcaico, es que se
hace palanca sobre el sentimiento
de victimización (o la necesidad de
sentirse víctimas). De ahí la facilidad
con la que son creídas acusaciones
inverosímiles, como aquella de que las
represas que se construyen para las
hidroeléctricas sirve para trasladar el
agua a otros países. Justamente uno
de los conictos “socio ambientales”
que hay actualmente en el sur del país
consiste en el rechazo a la construcción
de centrales hidroeléctricas. Otras
acusaciones bastante difundidas
están relacionadas al temor de que
se llevarán los bosques y hasta las
tierras.
Reexiones nales: ¿es posible
modicar los paradigmas mentales?
Sin duda, hay un cambio de
paradigmas mentales en el país, de un
modo bastante acelerado. Sin embargo
estos cambios no son uniformes ni
se dan en toda la población. Los
empresarios emergentes, de origen
andino, ¿se han alejado de este
paradigma y han asumido otro?
¿Cómo se ha dado en ellos este tránsito
mental? ¿Asistimos en el Perú a un
tránsito de paradigmas mentales que
se dan solamente en ciertos sectores
de la sociedad, y que representa una
fractura social? Si es así, habría que
estudiar nuestras “fracturas mentales”
más que las económicas.
Parece que el cambio de paradigmas
mentales no se da a través de una
evolución sino a través de una ruptura.
Justamente, porque los paradigmas
mentales son excluyentes, pues no
se puede tener un paradigma mental
a medias: o se cree que la riqueza ya
existe, o se cree que hay que generarla.
No hay un paradigma intermedio. Esto
es lo que aparentemente muestra la
transformación de las mentalidades
Giovanni Bonglio
32
PAIDEIA XXI
en el Perú actual. En algunos casos
asistimos a un importante cambio
de mentalidades, por otro lado hay
permanencia y hasta reproducción de
paradigmas mentales arcaicos.
Se puede armar que los cambios de
paradigma mentales se dan más en las
ciudades y en las regiones donde hay
mayores oportunidades económicas y
oportunidades de trabajo.
También se puede armar que
los cambios de paradigmas mentales
deben ser fomentados en el sistema
educativo. Se dice que la educación
es la solución a los problemas del
país, pero: ¿con qué paradigmas
mentales? Hay pruebas para evaluar
el rendimiento de los escolares en
sus conocimientos de matemáticas
y comprensión de lectura; sería
interesante hacer también pruebas
para saber cuáles son los paradigmas
mentales que los alumnos reciben de
sus maestros.
Algunas conclusiones y propuestas
La existencia del paradigma
mental que hemos denominado
del “mendigo sentado en un banco
de oro” expresa una situación de
carencia material y emocional.
El sobredimensionamiento de los
recursos del país, hasta el punto
de considerarlos “riquezas”, es
producto de la necesidad de encontrar
compensación a dicultades y
carencias, no solo del presente sino
también del pasado. Hay heridas en
el inconsciente colectivo que todavía
no han cicatrizado, o están en vías de
cicatrización. Pero hay gente a la que
interesa que estas cicatrices no sellen,
que se mantengan abiertas, para poder
así cosechar de la irritación social que
ello genera.
El cambio de paradigma supone
tomar conciencia de su naturaleza,
que, como hemos dicho, es de carácter
emocional. Por tanto, las soluciones
suponen una actitud no solo
racional sino también emocional: de
acercamiento, comprensión y cariño;
al mismo tiempo que de superación
de las precariedades materiales. No es
una tarea fácil, pues supone trabajar
en niveles distintos, comprender las
expresiones de carencia al mismo
tiempo que exigir responsabilidad
en la generación de riqueza y en la
aceptación de explotación de recursos
naturales. Asimismo, tratar los temas
ambientales desde una perspectiva
moderna, supone tener en cuenta
que muchas veces los interlocutores
tienen carencias emocionales, además
de las materiales; adicionalmente, se
trata de personas que tienen un bajo
nivel de abstracción y no decodican
las metáforas: todo es tomado al pie
de la letra. Incluso, muchos mensajes
bien intencionados son interpretados
a la luz de su necesidad de encontrar
“grandezas” a toda costa. Por ejemplo:
cuando un biólogo dice que en Perú
hay una gran biodiversidad, quiere
decir que hay muchas especies y eso
es un recurso que puede ser positivo.
Pero los que tienen el paradigma del
mendigo sentado en un banco de
oro asumen automáticamente que la
biodiversidad es una gran riqueza y es
algo que nos hace automáticamente
ricos13. Otros intelectuales utilizan
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
33
PAIDEIA XXI
el paradigma del mendigo sentado
en un banco de oro porque se han
dado cuenta que es una forma de
recoger aplausos de la platea. Se han
dado cuenta que la utilización de ese
paradigma no tiene pierde, asegura
éxito en la exposición. Los 37,700
sitios web que tienen la frase “Perú
mendigo sentado en un banco de oro”
han sido escritos por intelectuales, no
por campesinos.
Algunos de esos intelectuales son
doctorados y ocupan cátedras en las
mejores universidades del país, algunas
veces también en el extranjero. Es que
esos intelectuales saben que están ha-
blando a una platea deseosa de encon-
trar motivos de orgullo, de ahí que esa
frase no tiene pierde y permite cosechar
adhesiones muy fácilmente. En cam-
bio, los intelectuales que inciden en las
dicultades del presente (y del pasado)
son dejados de lado, pues transmiten
un mensaje incómodo, que no alimenta
la necesidad de búsqueda de razones
por las cuales ser orgullosos.
La necesidad de orgullo es
importante y no se puede negar, como
parte de fortalecimiento del sentimiento
de unidad nacional. Sin embargo,
habría que alentar expresiones más
sanas de orgullo, sobre todo centrado
en lo que podemos ser, no en lo que
supuestamente hemos sido.
Este aspecto remite a un tema
central: si se mira hacia adelante
o si se mira al pasado. Muchas
veces se muestra el pasado como el
principal motivo de orgullo, ello puede
ser contraproducente pues, mirar
hacia el pasado elimina energías y
perspectivas para el futuro. Mirar
hacia el pasado desmoviliza porque
genera un sentimiento de nostalgia y
frustración. Poner el pasado en su real
dimensión es un elemento importante
para mirar el futuro.
La mayor dicultad quizás no es
transformar los paradigmas arcaicos
en la población de bajo nivel de
instrucción, sino enfrentar a los
intelectuales y los políticos que utilizan
esos paradigmas para sus propósitos.
De ahí que la superación del paradigma
tiene connotaciones políticas: solo una
clara decisión política puede coadyuvar
a la superación de paradigmas
mentales arcaicos.
Hay una gran responsabilidad en los
intelectuales, que podemos seguir un
camino de superación del paradigma
arcaico o mantenerlo vivo. Algunas
veces, sin quererlo, los intelectuales
mantenemos vivo al paradigma del
mendigo sentado en un banco de oro,
al no darnos cuenta que nos entienden
otra cosa cuando hablamos de los
ingentes recursos naturales del país o
de la grandeza del pasado. La tarea de
superación del paradigma mental del
mendigo sentado en un banco de oro
no corresponde solo al Estado, sino
también a la sociedad y, sobre todo,
a los intelectuales, en primer lugar a
los maestros de escuela y profesores
universitarios.
Giovanni Bonglio
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PAIDEIA XXI
NOTAS
1 Según estadísticas difundidas por la
Defensoría del Pueblo, durante el último
año ha habido un verdadero boom de
conictos: en junio de 2008 habían 132
conictos y en junio de 2009 se más que
duplicaron, pasando a 273, de los cuales
128 eran socioambientales (47% del
total). Ver: Adjuntía para la prevención
de conictos sociales y la gobernabilidad,
64º Reporte de conictos sociales. Lima,
junio de 2009.
2 En la revisión de la bibliografía existente
sobre el tema no hemos podido encontrar
ninguna evidencia de que esa frase pueda
ser atribuida a una autor individual.
Algunos mencionan que esta frase haya
sido dicha por Humboldt, sin embargo
no hay ninguna evidencia al respecto
(Bonglio 1994). Recientemente ha
aparecido otro ensayo que sostiene la
tesis que no se sabe quién es el autor de
esta frase (Alcocer Martínez 2006).
3 Quizás a esto obedece la actitud bastante
extendida, de nunca decir que se están
bien. Posiblemente aquí hay un atavismo
moldeado por siglos de comportamiento
donde el patrón de conducta exitoso
consistía en mostrarse como pobre,
justamente para poder tener acceso
a recursos. Posiblemente también, a
esto obedece las manifestaciones de
insatisfacción social a pesar de las mejoras
económicas que se han dado en los
últimos años en el país. El hecho de que
estas mejoras no hayan sido iguales para
todos no explica de por a la existencia
de insatisfacción. La desigualdad en la
distribución puede generar reclamos
por mejoras distributivas, mas no
insatisfacción por la mejora en sí.
4 Otras evidencias arqueológicas acerca
de la escasez en el mundo precolombino
ha sido dada por el arqueólogo Guillermo
Cock, que ha escavado la necrópolis
de Puruchuco en el valle de Lima,
encontrando que todos los restos óseos
mostraban evidencias de desnutrición.
Al contrario de estas evidencias
arqueológicas, los Museos dan una imagen
distinta, en la medida en que están llenas
de objetos de oro. El arqueólogo Víctor
Curay, que trabaja en el Museo Sicán en
Ferreñafe, Lambayeque, ha reconocido
que, al margen de las intenciones de los
arqueólogos que investigan el pasado, los
visitantes de los muesos de Lambayeque
salen deslumbrados por las máscaras
de oro y ven en ellas signos de riqueza
y de abundancia (entrevista a Víctor
Curay, Ferreñafe, 2009). Es así que hasta
los museos refuerzan el paradigma del
mendigo sentado en un banco de oro,
aunque no haya sido ésta la intención
de los arqueólogos. Para la población
que está a la búsqueda de cosas de las
cuales ser orgullosa, las máscaras de
oro son la evidencia de la riqueza del
pasado pre colombino. Muchas veces los
investigadores, sin quererlo, alimentan
la creación de mitos, aunque no haya
sido esa su intención. Es lo que pasó con
Raimondi, como veremos más adelante.
5 Según algunos historiadores, el impacto
cultural de los primeros conquistadores
marcó mucho más que la cultura de
los que llegaron después. Es así que se
“cristalizó” en el tiempo la idea de que el
Perú está lleno de riquezas.
6 El concepto de “nativismo” ha sido
aplicado a la generación del 900 por Mark
Thurner, en su estudio sobre Sebastián
Lorente (Thurner 2005). Según este autor,
los intelectuales del 900 (Víctor Andrés
de Belaunde, García Calderón, José de la
Riva Agüero) elaboraron una historiografía
“nativista” donde privilegiaron la
presencia de intelectuales peruanos en
los estudios históricos, desconociendo el
papel de intelectuales extranjeros, como
Sebastián Lorente. No es que hayan sido
anti extranjeros, sino que han estado a la
búsqueda de elementos nacionales para
contrarrestar el carácter extranjerizante
de las élites peruanas durante el siglo XIX.
7 Sobre este proceso ver mi trabajo La
presencia europea en el Perú (Fondo
Editorial del Congreso, 2001), donde se
hace una reseña de la inmigración europea
en el Perú, que podría ser denominada
La Batalla Cultural acerca de la riqueza en el Perú
35
PAIDEIA XXI
“De la xenolia a la xenofobia”. Ver
también mi ensayo: “La actitud de los
intelectuales europeos que radicaron en
el Perú durante la segunda mitad del siglo
XIX”, en: La República Peregrina. Carmen
Mc Evoy y Ana María Stuven, editoras.
Lima, IEP 2007. En este ensayo se llega
a la conclusión de que el nativismo de la
generación del 900 dejó de lado el rol de
intelectuales extranjeros, como parte de
su búsqueda de armación nacional.
8 El ensayo de Augusto Salazar Bondy “La
cultura de la dependencia” fue escrito en
1966, posteriormente fue publicado con el
título de “La cultura de la dominación”.
Ver: Salazar Bondy 1995, pp.69-93.
9 La difusión de esta frase en Ecuador ha
podido ser conrmada recientemente en
diálogo sostenido con profesores de la
provincia de El Oro por parte del autor de
este ensayo.
10 Entrevista a Alberto Paniagua. Lima,
2006.
11 El caso de China es el ejemplo más
clamoroso: un país puede ser políticamente
comunista y al mismo tiempo abierto a la
economía de mercado.
12 El Comercio, Lima 20 de julio 2009, p. A2.
13 Generalmente eso es lo que les sucede a
los cientícos naturalistas. Esto es lo que
le pasó al pobre Raimondi, que debe estar
revolviéndose en su tumba al escuchar lo
que dicen de él. Pero sigue pasando con
cientícos contemporáneos, sobre todo
con arqueólogos, con ecologistas, biólogos
y geógrafos en general.
Giovanni Bonglio
36
PAIDEIA XXI
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