PAIDEIA XXI
Vol. 2, Nº 3, Lima, diciembre 2012, pp. 133-145
En el presente artículo se realiza un somero repaso a la concepción de
sostenibilidad, su signicado y su aplicación al estudio de las ciudades,
desde su implantación en foros mundiales (Comisión Bruntland, 1987).
Se revisa su origen como concepto cuya aplicación pretende la defensa del
medio ambiente y los seres vivos que se desenvuelven en ellos, una de cuyas
principales manifestaciones gira en torno a la existencia del hombre en las
ciudades, espacios creados por este para desarrollar su existencia biológica y
sus requerimientos sociales y culturales (ecosistemas urbanos). Se examina,
además, la sostenibilidad aplicada a las ciudades como posibilidad de realización
desde una amplia perspectiva, contrastándola con las utopías urbanas.
Palabras clave: Sostenibilidad, ecosistema, sostenibilidad urbana
ecourbanismo, utopía urbana
This article is about a briey review of sustainability concept, its meaning
and application to cities researches since the enouncement of this term in
international forums (Bruntland Comision, 1987). A review on its beginning
as a concept which application pretends the defense of environment and the
living beings that getting along on it. One of those important appearances deal
with the human existence in cities, places created to develop its biological living
and the social and cultural requirements (urban ecosystems). In addition, the
application of sustainability in cities is studied like a possibility of concrete
realization since an open approach, in contrast with urban utopias.
Key Words: Sustainability, ecosystem, sustainable urban planning, ecological
urbanism, urban utopia.
Resumen
Abstract
SOSTENIBILIDAD Y UTOPÍAS URBANAS
Roberto Reyes Tarazona
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PAIDEIA XXI
Roberto Reyes Tarazona
ANTECEDENTES
En el último tercio del siglo veinte,
desde algunos círculos cientícos se
empezaron a producir los primeros
llamados de atención sobre los
problemas del entorno natural y
el construido. Se advertía sobre
la existencia de un desbalance de
la relación hombre-naturaleza, en
desmedro de los ecosistemas y la
subsistencia de muchas especies. Al
amparo del progreso creado por la
Revolución Industrial y de la Filosofía
Positivista, las fuerzas productivas
en expansión, guiadas por las leyes
del mercado, usaban los recursos
naturales de manera ciega, conados
absolutamente en la capacidad de
la razón humana para “dominar” la
naturaleza. Bajo esta dinámica, que
muchos identicaban con desarrollo,
iban desapareciendo numerosas
especies vivas por sobreexplotación,
ignorancia e irresponsabilidad e,
incluso, por simple afán deportivo;
asimismo, se deforestaban extensas
zonas de bosques, y se contaminaban
ríos, lagos y aún las costas marinas.
La vida en las ciudades, hogar de
cientos de millones de personas, se
hacía cada vez menos saludable,
aunque esto se tomaba a menudo
como un necesario tributo a la “vida
moderna”, y se buscaban soluciones
que degradaban aún más el ambiente.
Los gobiernos, entonces, no prestaban
mayor atención a los problemas
ambientales en expansión universal:
calentamiento global, reducción de
la capa de ozono, disminución de la
tierra cultivable –por salinización,
deserticación, malas prácticas, etc.–
, menoscabo de la biodiversidad y
fenómenos anes.
Los intentos aislados y dispersos
que intentaban incorporar
preocupaciones por la naturaleza
(medio ambiente y recursos naturales)
a la economía y la vida social de
entonces, recién adquieren una
dimensión distinta cuando interviene
la ONU. En 1972, se lleva a cabo un
importante evento para defender el
hábitat humano: la Conferencia sobre
el Medio Ambiente Humano, realizada
en Estocolmo. Allí, por primera vez
se maniesta la preocupación por la
problemática ambiental, rmándose
la “Declaración de Estocolmo”. Este
documento es el primero en la historia
con aspiraciones de convertirse en
una norma ambiental de carácter
universal, en el cual se reconoce el
derecho a conservar un ambiente
natural saludable.
En el segundo principio de esta
“Declaración de Estocolmo”, se
muestra preocupación por: “los
recursos naturales de la Tierra,
incluidos el aire, el agua, la tierra,
la ora y la fauna, y especialmente
muestras representativas de
las generaciones presentes y
futuras mediante una cuidadosa
planicación u ordenación…”. En
el cuarto principio se sostiene que
“el hombre tiene la responsabilidad
especial de preservar y administrar
juiciosamente el patrimonio de la ora
y la fauna silvestre y su hábitat que
se encuentren actualmente en peligro
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PAIDEIA XXI
Sostenibilidad y Utopías Urbanas
por una combinación de factores
adversos”.
En 1987, se realiza otra Conferencia
de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo
Humano relacionado con el medio
ambiente, denominada “Nuestro futuro
común”. Este evento es fundamental
para los temas ambientales, pues en el
documento presentado por la Comisión
Mundial para el Medio Ambiente y el
desarrollo a la ONU (Informe Bruntland)
se dene por primera vez el término
Desarrollo Sostenible.
El Desarrollo Sostenible es, de
acuerdo al informe: “aquel desarrollo
que responde a las necesidades
de las generaciones presentes sin
comprometer la posibilidad de las
generaciones futuras a poder satisfacer
las suyas”, mediante un ambiente
sano y limpio, con recursos naturales
sucientes para enfrentar y cubrir sus
necesidades de desarrollo y bienestar.
Posteriormente, se han venido
dando muchas otras deniciones que
toman en cuenta aspectos debatidos
en ese mismo documento; por
ejemplo, la integración de los aspectos
económicos, sociales y ambientales a
n de producir bienes y servicios, pero
a la vez preservando la diversidad y
respetando la integridad funcional de
los ecosistemas, compatibilizando sus
requerimientos naturales con los del
propio sistema económico.
La sostenibilidad implica un
desarrollo económico a largo plazo,
opuesto a la noción de crecimiento
económico a corto plazo para
maximizar las ganancias sin importar
las repercusiones ambientales futuras.
A partir de entonces, el desarrollo
sostenible se constituye en un nuevo
paradigma, cuyos fundamentos,
imperceptiblemente, empiezan a
insertarse en el estilo de vida, la ética
y la cultura de las sociedades; en la
dinámica político-económica; en la
organización del espacio global y
de los territorios nacionales; y en la
geopolítica
En 1992, en Rio de Janeiro, se lleva
a cabo la “Conferencia sobre Medio
Ambiente y Desarrollo Sostenible”,
evento culminante conocido como
“Cumbre de la Tierra” –también,
simplemente “Rio 92”–. De esta
reunión se desprende la Agenda 21,
documento de grandes proyecciones,
en tanto que es suscrito por 172
países, que hacen suyas muchas de
las recomendaciones del documento
e incluso las incorporan en su
ordenamiento jurídico nacional.
La Agenda 21 es un cuerpo de
doctrinas, programas, enfoques y
propuestas que dan sentido a la
losofía y principios del desarrollo
sostenible. Se la denomina así,
porque en la “Cumbre de la Tierra” se
establecieron 21 programas necesarios
para alcanzar el desarrollo sostenible.
De manera sintética se pueden señalar
tres aspectos esenciales para articular
el desarrollo sostenible, ninguno de los
cuales tiene preeminencia sobre el otro:
Mantener la integridad del
medioambiente (respeto por los
ecosistemas).
Mejorar la equidad social
(igualdad de oportunidades
para los seres humanos).
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Roberto Reyes Tarazona
Mejorar la ecacia económica
(gestión óptima de los recursos).
Se integran, pues, como eje central
tres dimensiones de igual importancia:
la económica, la social y la ambiental,
no existiendo un orden jerárquico
entre ellas sino una relación de
complementariedad.
En nuestro país, se incorporan
algunos de estas recomendaciones en
la constitución de 1993, que nos rige,
tal como lo podemos apreciar en los
artículos siguientes:
En el inciso c, del Artículo 2°:
Toda persona tiene derecho a la
paz, a la tranquilidad, al disfrute del
tiempo libre y al descanso, así como a
gozar de un ambiente equilibrado y
adecuado al desarrollo de su vida.”1
Artículo 66°:Los recursos
naturales, renovables y no renovables,
son patrimonio de la Nación. El Estado
es soberano en su aprovechamiento”.
Artículo 67°:El Estado determina
la política nacional del ambiente.
Promueve el uso sostenible de sus
recursos naturales”.
Artículo 68°:El Estado está
obligado a promover la conservación
de la diversidad biológica y de las
áreas naturales protegidas”.
Artículo 195°:Los gobiernos locales
promueven el desarrollo y la economía
local, y la prestación de los servicios
públicos de su responsabilidad, en
armonía con las políticas y planes
nacionales y regionales de desarrollo.
Son competentes, entre otros
aspecto, para:
Planicar el desarrollo urbano
y rural de sus circunscripciones,
incluyendo la zonicación, el
urbanismo y el acondicionamiento
territorial.
Desarrollar y regular actividades
y/o servicios en materia de educación,
salud, vivienda, saneamiento, medio
ambiente, sustentabilidad de los
recursos naturales, transporte
colectivo, circulación y tránsito,
turismo, conservación de monumentos
arqueológicos e históricos, cultura,
recreación y deporte, conforme a ley”.
EL HÁBITAT URBANO
En la Agenda 21, se presta atención
fundamental al hábitat humano,
incidiendo de manera especial en los
asentamientos urbanos, actualmente
el principal espacio de la vida del
hombre. Los objetivos de la Agenda,
en relación al tratamiento de los
asentamientos humanos, se centran
en procurar un mejor nivel de vida
para los miles de millones que viven en
ellos. De esta manera, los programas
relacionados con este tema se reeren
a la vivienda, la administración
de los asentamientos humanos, la
promoción de la planicación y la
ordenación sostenibles del uso de la
tierra, de la infraestructura ambiental,
de los sistemas sostenibles de energía
y transporte en los asentamientos
humanos, de la planicación y gestión
de los asentamientos humanos en las
regiones propensas a los desastres,
de las actividades sostenibles en la
industria de la construcción y, en
general, del desarrollo de los recursos
humanos y el aumento de la capacidad
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PAIDEIA XXI
Sostenibilidad y Utopías Urbanas
para el adelanto de los asentamientos
humanos.
Dada la evidente importancia
de los temas relacionados con
los asentamientos humanos,
posteriormente a la “Cumbre de la
Tierra”, se llevaron a cabo eventos
relacionados con el mejoramiento de
la calidad de vida de la población en
los asentamientos humanos. Así, en
1996, se realizó la “Cumbre de las
Ciudades: Hábitat II”, en Estambul.
En el 2001 se creó el Programa de las
Naciones Unidas para Asentamientos
Humanos (ONU-HÁBITAT), organismo
que convoca cada dos años a
representantes de los países miembros
para discutir este tema.
En la primera cumbre de las
ciudades (Hábitat I: Vancouver,
1976), se había denunciado que la
pobreza, el hambre, la enfermedad,
el desequilibrio poblacional y la falta
de equidad, aquejaban a millones de
personas. También se señaló, entre
otros aspectos, que “Los asentamientos
humanos, especialmente en las
ciudades, son factores claves en las
complejas ecuaciones cuyas premisas
son el crecimiento y el desarrollo, los
problemas ambientales, los derechos
humanos y la erradicación de la
pobreza”
En Hábitat II, se partió de la
constatación de la continuidad de los
problemas señalados en Vancouver. Se
elaboró, entonces, un Plan de Acción
Mundial –el Programa de Hábitat-- en
el que se recogieron las directrices
para la creación de asentamientos
humanos sostenibles durante el siglo
XXI, teniendo en cuenta su relación
con el medio ambiente, los derechos
humanos, el desarrollo social, los
derechos de la mujer, la población
y otros temas anes. El Programa
proyecta una visión positiva de lo que
debe ser una urbanización sostenible,
en la que la vivienda adecuada y los
servicios básicos, el medio ambiente
sano y seguro, y el empleo productivo
elegido libremente, sean la regla y no
la excepción.
Reconociendo el impacto que la
pobreza y la falta de acceso a la tierra
y la tenencia segura poseen, Hábitat
II señaló las condiciones de vida como
la causa principal de los conictos
sociales violentos y de la disminución
de la seguridad personal. En una de
sus acciones más signicativas, se
llegó a un acuerdo sobre el derecho
a vivienda adecuada, reconociendo
la obligación fundamental de los
gobiernos de facilitar a las personas la
obtención de vivienda y de proteger y
mejorar los hogares y los vecindarios.
Hábitat II dio también un nuevo
impulso a la participación de los
grupos de ciudadanos y del sector
comercial privado en los procesos
de toma de decisiones de la ciudad.
Asimismo, alentó a los gobiernos
nacionales a compartir su poder y sus
recursos con las autoridades locales.
Hábitat II se propone una tarea
extremadamente ambiciosa, en
tanto que aspira que sus propósitos
de protección y mejora del medio
ambiente natural y humano, basados
en la sostenibilidad, sean compartidos
por todos los países del mundo.
138
PAIDEIA XXI
Roberto Reyes Tarazona
Consecuentemente, el programa
contempla objetivos y principios, y
propone un conjunto de compromisos
que deben ser asumidos por los
gobiernos, deniendo estrategias para
la implementación del Plan de Acción.
Los objetivos y principios
establecidos son muy claros y
contundentes, abarcando casi todos
los aspectos de la vida. Estos son:
Asentamientos humanos en
que todos tengan igual acceso
a vivienda, espacios abiertos,
salud, educación, etc.;
Erradicación de la pobreza
en el contexto del desarrollo
sostenible;
Calidad de vida de las
condiciones físicas y las
características espaciales de las
aldeas, pueblos y ciudades;
Fortalecimiento de la familia
como la célula básica de la
sociedad;
Derechos y responsabilidades
cívicas;
Asociaciones entre países y
dentro de un mismo país;
Solidaridad con los grupos
desfavorecidos y vulnerables;
Aumento de los recursos
nancieros;
Cuidados de salud, incluidos los
servicios de salud reproductiva, a
n de mejorar la calidad de vida.
CIUDADES SOSTENIBLES
Como es posible advertir, el
concepto de sostenibilidad saltó de
la esfera del desarrollo en general, a
otras dimensiones especícas, como la
urbana, las referidas a la vivienda, a
la arquitectura, etc., lo cual demanda
diversos enfoques en torno al tema
de la ciudad, el medio ambiente y la
sostenibilidad. Cada planteamiento
presenta diferencias de diverso orden,
pero, en esencia, salvando cuestiones
de detalle, se pueden identicar
dos líneas esenciales, denidas por
su origen y adscripción inicial al
urbanismo o a la ecología.
En el primer caso, el punto de
partida sería el urbanismo, disciplina
cuyos orígenes se remontan, en
Occidente, a la Grecia clásica
(Hipódamo de Mileto es reconocido
como el primer “urbanista” de
la historia). Sus principios se
consolidan en la civilización romana
y, posteriormente, en el Renacimiento.
En la era moderna, los aspectos
losócos y morales muchas veces
se superponen a los propiamente
técnicos, dando lugar –en algunos casos
paradigmáticos– a planteamientos
utópicos. Posteriormente, ya en el siglo
veinte, el urbanismo se va despojando
de cuestiones ideológicas y pretende
el estatus de ciencia, asociada a la
planicación y al desarrollo, a tal
punto que algunos autores descartan
la vigencia del término urbanismo y lo
sustituyen por la Planicación Urbana
o el Desarrollo Urbano.
Lo que nunca ha dejado de
tener relación con el urbanismo es
la Arquitectura, por estar ambos
referidos al diseño, la construcción y la
organización del espacio urbano para
la vida del hombre. En la modernidad,
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PAIDEIA XXI
Sostenibilidad y Utopías Urbanas
el urbanismo, convergente a las
disciplinas referidas al orden y la
administración del desarrollo de las
ciudades, fue asimilando e integrando
conocimientos de economía,
ingeniería, sociología, geografía,
antropología y otras ciencias anes.
Más recientemente, en las últimas dos
décadas del siglo veinte, el urbanismo
sumó a estos conocimientos y
exigencias consideraciones derivadas
de la protección del medio ambiente,
de la necesidad de prácticas de
sostenibilidad, las cuales, por su
importancia creciente, se plasman en
las nuevas formas de ver, entender,
gestionar y hacer la ciudad, es decir, de
hacer urbanismo. En pocas palabras,
las variables y valores ecológicos se
integran a las líneas de desarrollo
urbanístico, de una manera cada vez
más rme y amplia.
En el segundo caso, el eje es la
ecología, desprendida a su vez de
la biología, ciencia que a partir del
estudio de los seres vivos, se ha
subdividido en varias ramas, una
de las cuales, por su preocupación
prioritaria respecto de las relaciones
de los seres vivos entre sí y su medio
ambiente, ha devenido en ecología,
ciencia que ha adquirido autonomía
respecto a su matriz. Esta nueva
ciencia tiene como objetivo principal
el estudio de las formas de vida, sus
interrelaciones y su vinculación con
el entorno. El ser humano, debido a
la complejidad e importancia de su
existencia como especie, deviene en
un campo particular de atención de
esta nueva ciencia.
A principios de los años setenta,
Odum, en su clásico texto titulado
en castellano precisamente Ecología,
sostiene: “Ha llegado el momento de
que el hombre administre tanto su
propia población como los recursos
de los que depende, porque es el
caso que por primera vez en su breve
historia se enfrenta a limitaciones
denitivas, y no simplemente locales.
Así, pues, la administración del
ecosistema y la ecología humana,
aplicada se convierten en nuevas
empresas que requieren la fusión de
una serie de disciplinas y misiones
que hasta aquí han sido cultivadas
independientemente unas de otras.”
(Odum, 1994: 562)
En la actualidad, la ecología
urbana, es la rama de la ecología que
estudia a los hombres y sus formas de
vida en las ciudades como sistemas y
subsistemas, en los que se priorizan
los temas referidos a la captación de
energía, el abastecimiento de agua y
otros elementos necesarios para la
vida, y el procesamiento y eliminación
de residuos. Esto signica estudiar
las ciudades como ecosistemas.
Una ciudad, desde esta perspectiva,
vendría a ser una comunidad biológica
donde los humanos representan la
especie dominante o clave y donde lo
edicado por el hombre constituye el
elemento que controla la estructura
física del ecosistema.
Para Gabriel Leal del Castillo, la
Ecología Urbana “es una disciplina
relativamente nueva que surge como
una especialización de la ecología
humana. Estudia las conexiones de
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PAIDEIA XXI
Roberto Reyes Tarazona
la población con el ecosistema de
soporte, para tratar de comprender los
mecanismos de adaptación cultural
y espacial del ser humano al medio
ambiente, a partir de su organización
social y la tecnología (Leal, 2004: 33-
34).
SOSTENIBILIDAD URBANA
En la actualidad, dada la
importancia del tema ambiental en
las ciudades por las implicancias
que su funcionamiento provoca
en todo el planeta, han surgido
disciplinas que se autodenominan
“Ecología Urbana”, “Ecología de la
ciudad”, “Ecourbanismo”, “Urbanismo
Ecológico”, “Desarrollo Urbano
Sostenible”, y muchos otros más por
el estilo.
En general, salvando las
diferencias de énfasis en uno u otro
planeamiento, entre sus objetivos
más relevantes se encuentran el
análisis de la estructura urbana, el
dimensionamiento de los ujos de
materia y energía que interrelacionan
la ciudad con su entorno y posibilitan
su permanencia en el tiempo, el estudio
de los impactos producidos por las
distintas actividades humanas sobre
el ambiente y la búsqueda de criterios
adecuados para la organización y
gestión de los espacios urbanos.
De todos los planteamientos,
el Ecourbanismo es la disciplina que
viene ganando más aceptación en el
tratamiento de estos fenómenos. El
Ecourbanismo se perla como una
ciencia que integra conocimientos de
múltiples disciplinas .para convertirse
en alternativa para la administración,
gestión y desarrollo de las ciudades, al
amparo de la sostenibilidad.
El objeto de estudio del
Ecourbanismo comprende las
interrelaciones entre los habitantes
de una aglomeración urbana y
sus múltiples interacciones con el
ambiente –natural y construido–, y
cuyo campo teórico, en formación,
integra y aplica conceptos y teorías de
la ecología y el urbanismo, y se nutre
con el diálogo con otras disciplinas
(economía, sociología, antropología,
geografía, ingeniería, derecho e
historia). Se desenvuelve, pues, bajo
una concepción holística, producto
de sus complejas necesidades propias
de una visión sistémica, dejando
atrás las limitaciones del tratamiento
especializado e inconexo de las
diversas áreas del conocimiento que
tienen que ver con el ordenamiento y
administración de las ciudades.
Como toda nueva ciencia, requiere
reajustar o replantear los conceptos
que se han usado por lo general con
un sentido ligado a una determinada
disciplina o teoría, o cuando los
conceptos se han desgastado por su
uso indiscriminado y poco riguroso.
Uno de estos conceptos es el de
sostenibilidad.
En la actualidad, este concepto
se ha extendido a todo lo que pueda
relacionarse de algún modo con
cualquier aspecto de la vida del ser
humano, banalizando en muchas
ocasiones su sentido estricto,
desvirtuándolo o reduciéndolo solo a
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PAIDEIA XXI
Sostenibilidad y Utopías Urbanas
uno de sus componentes, como cuando
en la esfera de la economía, se pretende
establecer pautas de sostenibilidad, no
por la vía del desarrollo integral sino
por la del mercado. Así, “el mercado”
pretende dar categoría de “sostenible” a
un producto por el solo hecho de –por
ejemplo– requerir menos energía al
ser usado, o porque supuestamente
protege el medio ambiente (limitándose
a la faz técnica y obviando las demás
dimensiones), sin mencionar si en su
producción y transporte se utilizó más
o menos energía, o si la automatización
de su producción produjo reducción
de puestos de trabajo y, por ende,
se redujo la calidad de vida de cierto
segmento de la población.
Remitiéndonos a su origen,
recordemos que la sostenibilidad está
concebida como una guía para la
acción en defensa del medio ambiente
y como un instrumento de apoyo
para conseguir la erradicación de
la pobreza, el acceso igualitario a la
vivienda y a los espacios de recreación,
atención de salud y educación y, en
general para mejorar la calidad de
vida del ser humano, enfatizándose
en el fortalecimiento de la familia
y en la igualdad de los derechos y
responsabilidades de los ciudadanos.
Por otra parte, el concepto de
sostenibilidad, por su origen ligado a
los fenómenos ecológicos, remite a la
búsqueda del equilibro en los espacios
creados para la vida por la propia
naturaleza. Los ecosistemas naturales
(combinaciones de materia y energía),
para alcanzar su homeostasis, o
permanente equilibrio dinámico, han
requerido por lo general decenas de
miles de años para alcanzar este
estado. Las ciudades, entornos
articiales, creados por el hombre, no
tienen, en el mejor de los casos, más
de diez mil años de antigüedad (en
sus formas más rudimentarias), razón
por la cual, se podría decir que como
ecosistemas se encuentran en estado
incipiente.
Todo ello ha llevado a diversas
objeciones sobre la posibilidad de
alcanzar la sostenibilidad urbana,
que van desde las naturales reservas
a su posible materialización hasta
su descalicación por tratarse de
una idealización ajena a la realidad
concreta del desarrollo humano.
Las críticas más radicales se basan
en que las ciudades –esencialmente
desde la era moderna–, por su origen,
su esencia y su misma dinámica son
insostenibles, en tanto continúen
imperando las reglas impuestas por
el mercado y las formas de vida que
se desprenden de estas, las misma
que se expanden incesantemente a
cada vez a mayores segmentos de la
humanidad.
Para estos críticos radicales,
pretender lograr la sostenibilidad en
las ciudades se asemeja mucho –o son
una versión moderna de estas– a las
utopías urbanas surgidas en diversos
momentos de la historia, las cuales
pretendieron construir urbes perfectas
que solo funcionaron en el ámbito de
las ideas y de las buenas intenciones.
Los proyectos utópicos fueron
construcciones mentales, loables pero
imposibles de existir en la realidad,
142
PAIDEIA XXI
Roberto Reyes Tarazona
como lo demostraron los fracasos para
implementar los modelos propuestos
por quienes los concibieron.
Las utopías, recordémoslo,
representan desde la creación del
concepto por Tomás Moro, en el
siglo XVI, un lugar inexistente.
Considerando su etimología, el
concepto viene del griego ou = no, y
topos = lugar; es decir, “no lugar”, o
“lugar que no existe”. En el caso de
Moro, Utopía era una isla imaginaria
que representaba a una sociedad
humana armónica, integrada y
perfecta. Posteriormente, ya en la
época moderna, surgen diversas
utopías, como las elaboradas por
Robert Owen, Charles Fourier, Etienne
Cubet y Ebenezer Howard, entre otros,
quienes elaboran modelos urbanos
conocidos como “Aldeas cooperativas”,
“Falansterios”, “Icaria” y “Ciudades
Jardín”, respectivamente. No es casual
que estas utopías urbanas, y otras que
surgen en el siglo XIX, proliferen en
la etapa de la modernidad, como una
alternativa a la vida en las ciudades
industriales, que van imponiendo
formas de vida insalubres, hostiles y
degradadas, sobre todo a la gente de
menores recursos económicos.
En ese sentido, a las utopías creadas
con ánimo de ser implementadas en la
realidad –lo cual intentaron los autores
mencionados, invirtiendo a veces
sus fortunas personales en ellas– se
suman las que son estricto producto
de la cción, como por ejemplo las
elaboradas por Julio Verne y Aldous
Huxley, las cuales se presentan como
espacios urbanos en los cuales vive una
sociedad perfecta, sin ricos ni pobres,
sin delincuentes, con políticos honrados
y, en general, con trabajadores que
cumplen sus labores de manera
adecuada. Como es usual en las
utopías, en estos espacios idealizados
lo colectivo se impone a lo individual,
el desprendimiento social desplaza al
egoísmo, la fraternidad se sobrepone al
individualismo. También, las utopías
mencionadas sugieren un retorno a la
naturaleza –sobre todo la de Howard–,
aunque desde una perspectiva racional,
opuesta a los imaginarios pastoriles de
la Edad Media..
La sostenibilidad urbana, por su
pretensión de alcanzar una calidad
de vida equitativa para todos los
integrantes de una urbe, en su
búsqueda de un funcionamiento
equilibrado de todos sus componentes,
puede ser vista como una utopía, en el
supuesto de que es imposible alcanzar
sus objetivos por causa del hombre
mismo. Incluso, hay pesimistas y
escépticos que consideran que el
futuro de las actuales ciudades se
acerca más a las distopías –sociedades
imaginarias indeseables, donde reina
el caos, la destrucción, la injusticia–
que a las utopías, en tanto subsista
el orden económico y político mundial,
que fomenta la distancia cada vez
mayor entre países ricos y pobres,
entre poderosos e indefensos, entre
privilegiados y marginales.
Y es que, sin necesidad de
profundizar mucho en el análisis, las
acciones de los países más ricos y
poderosos y las grandes corporaciones
multinacionales, tanto en el ámbito
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PAIDEIA XXI
Sostenibilidad y Utopías Urbanas
legal (vetos a los acuerdos de defensa
del medio ambiente y el manejo de los
recursos naturales propuestos por
la ONU, por ejemplo) y, sobre todo,
las acciones militares (invasiones de
Estados Unidos a países poseedores
de petróleo, por ejemplo) impiden –e
impedirán por tiempo indenido– el
uso generalizado de fuentes de energía
limpias y amigables y un equilibrado
manejo de los recursos naturales. Con
estas limitaciones, solo se lograrán
resultados parciales y limitados
A esta situación se suman las
consecuencias derivadas de una
organización urbanística que desde
hace más de dos siglos se ha ido
adecuando a los imperativos del
funcionamiento de las economías de
mercado, que propugnan estímulos
incesantes al consumo, muchas
veces gratuito, característica propia
de la ideología del “consumismo”. Tal
ideología, en acelerado crecimiento
desde hace medio siglo y en
expansión creciente, ha producido ya
deformaciones en la organización del
espacio urbano cuya reversión es muy
problemática.
Así por ejemplo, el predominio
creciente del uso del automóvil
desde mediados del siglo veinte, ha
dado lugar no solo al aumento de la
contaminación acústica y atmosférica
(que difícilmente pueden controlarse
mediante el uso de nuevas fuentes de
energía debido a los enormes intereses
económicos que luchan por impedirlo),
sino a la ruptura de formas deseables
de socialización –los asentamientos
organizados espacialmente en
función del automóvil son cada vez
más abundantes–, en la medida que
provocan la incomunicación entre
vecinos de las manzanas que las
conforman. La escasa socialización
provoca el recelo, la indiferencia y
aun la hostilidad entre los residentes,
atentando contra la deseable formación
de una comunidad integrada. Esta
situación se presenta no solo en
las urbanizaciones, que carecen de
identidad, de jerarquización vial de
referentes de orientación, conformadas
por la acumulación monótona o
aleatoria de manzanas, sino también
en los conjuntos de vivienda. En los
edicios, que acogen a decenas y a
veces cientos de ocupantes, es común
la indiferencia social y la falta de
identicación de sus habitantes con su
entorno y, más aún, con su territorio,
cuyos espacios prácticamente solo se
usan como áreas de circulación.
Asimismo, desde la perspectiva de
la organización del espacio, es usual
que la tercera parte del recurso “suelo
urbano” sea utilizado en exclusiva para
los autos, bajo el prurito de que dicho
medio de transporte debe ingresar
a cada lote individual con facilidad,
reduciendo las posibles áreas de
recreación y uso social. Además, dada
la explosión demográca, el incesante
aumento del número de automóviles,
provoca congestiones permanentes –ya
no solo en horas punta– que derivan
en mayor contaminación, pérdida de
horas hombre, etc.
Sin embargo, aunque hoy la
universalización del desarrollo
sostenible en las ciudades esté
144
PAIDEIA XXI
Roberto Reyes Tarazona
más cerca de ser una utopía que a
constituirse en motor de acciones
para evitar que millones de seres
humanos sigan viviendo en extrema
pobreza, que los ricos y poderosos
continúen impidiendo que se
generalicen soluciones ambientales
que recorten sus benecios y que,
en general, se continúe degradando
el medio ambiente y las condiciones
de vida en el planeta, también es
cierto que la pretensión de alcanzar
una calidad de vida equitativa para
todos los integrantes de una urbe y
un funcionamiento equilibrado de
todos sus componentes, es decir,
de un desarrollo urbano sostenible,
puede ser –como las utopías en su
momento–, puede constituirse en una
fuerza motivadora, en una ideología
estimulante e inspiradora de acciones
capaces de modicar la realidad
existente, aunque en un principio lo
sea limitadamente.
En este objetivo, el ecourbanismo
puede ser una disciplina que
interprete y canalice lo mejor de
las consideraciones ambientales,
económicas y sociales, y de todo orden
de cosas. De cualquier modo, con el
ecourbanismo o sin él, las propuestas
de Hábitat II y, en general, de los
esfuerzos universales para llevar a la
práctica sus designios, han logrado
crear y aplicar algunas respuestas
tecnológicas de protección del medio
ambiente urbano sin restringir el
desarrollo económico. Asimismo, en
esta dirección, se está avanzando
en la concientización de la defensa
de las formas de vida basadas en la
familia y en la integración social, y
se están abriendo espacios para el
mejoramiento de la organización en las
urbes, con miras a lograr –no importa
si esto parezca una utopía– la gran
aspiración que constituye la mejora de
la condición humana.
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PAIDEIA XXI
Sostenibilidad y Utopías Urbanas
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NOTAS
1 Este y los demás subrayados de los
artículos son míos.