ARTICULO
1Departamento de Nefrología, Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins. ESSALUD, Lima-Perú.
La enfermedad de Fabry es una enfermedad de depósito lisosomal causada por la deficiencia de la enzima
alfa galactosidasa A, con patrón de herencia ligado al cromosoma X. El cuadro clínico tiene una variedad de
síntomas y signos; y se han descrito una variante clínica clásica y variantes clínica no clásica como la renal
o cardíaca. El diagnóstico es clínico y de laboratorio e incluso molecular y en algunos casos se necesita
histología del órgano comprometido.
El tratamiento en los últimos años sigue siendo sintomático y con
terapia de reemplazo enzimático; aunque ya se cuenta con chaperonas para el tratamiento de un grupo
de pacientes con mutaciones “susceptibles” y están en estudio la terapia génica y la nanotecnología. Se
debe tener un abordaje multidisciplinario, dada la variedad de síntomas y signos en su presentación.
La detección temprana y el inicio temprano de la terapia podrían mejorar la calidad de vida y limitar la
progresión de la enfermedad; y finalmente siempre debe considerarse la consejería genética.
Palabras clave: Enfermedad de Fabry; Alfa-galactosidasa; Enfermedad renal crónica. (fuente: DeCS BIREME)
Fabry disease is a lysosomal storage disease caused by alpha galactosidase A enzyme deficiency. The
pattern of inheritance is X-linked. The clinical presentation has a variety of symptoms and signs; and a
classic clinical variant and non-classical clinical variants such as renal or cardiac have been described.
The
diagnosis is clinical and laboratory and even molecular and in some cases histology of the compromised
organ is needed. The treatment in recent years remains symptomatic therapy and with enzyme replacement
therapy; although chaperones are already available for the treatment of a group of patients with "amenable"
mutations and they are studying gene therapy and nanotechnology. It must have a multidisciplinary
approach, given the variety of symptoms and signs in its presentation. Early detection and early initiation of
therapy could improve quality of life and limit the progression of the disease; and finally genetic counseling should always be considered.
Key words: Fabry disease, Alpha galactosidase, Chronic kidney disease. (source: MeSH NLM)
La enfermedad de Fabry (EF), llamada también
enfermedad de Fabry-Anderson, se clasifica en la
base de datos digital de la Herencia Mendeliana en
el Hombre (OMIM, Online Mendelian Inheritance in
Man)1 con el código #301500; es una enfermedad
hereditaria de depósito lisosomal causada por
mutaciones específicas en el gen GLA, localizado
en el cromosoma X, que producen deficiencia o
ausencia de la enzima alfa-galactosidasa A2.
La EF, se caracteriza por el depósito de glicolípidos,
principalmente globotriaosilceramida (Gb3 o GL-
3) y globotriaosilesfingosina (liso-Gb3 o liso-GL-3),
en diferentes tejidos y órganos, como endotelio
vascular, nervios periféricos, piel, aparato digestivo,
córnea y en el sistema nervioso central, corazón y
riñones3.
En el año 1898 dos médicos dermatólogos –Johan
Fabry, en Alemania, y William Anderson, en Gran Bretaña– reportaron, independientemente, casos de
pacientes con lesiones dermatológicas denominadas
como angioqueratomas corporales difusos4,5.
En 1947, se estableció que la EF se trataba de una
enfermedad por acúmulo o depósito, ya que en
todos los órganos afectados se encontraban vacuolas
intracelulares de aspecto espumoso6.
Posteriormente, en 1963 Sweeley y cols. identificaron
que el material acumulado en esas vacuolas fue un
glucoesfingolípido7.
En 1967, Brady y cols. identificaron que la causa de la
enfermedad era el déficit de la enzima responsable del
catabolismo de la GL-3, la α-galactosidasa (α-GAL). Este
descubrimiento permitió realizar el diagnóstico de la
enfermedad mediante la determinación de los niveles
plasmáticos de la α-GAL8.
En 1989, se identificó y secuenció el gen que codifica
la α-GAL; este gen se localiza en el brazo largo del
cromosoma X (Xq22.1). Este descubrimiento permitió
el estudio molecular de la enfermedad, lo que culminó
en el desarrollo de la terapia de reemplazo con enzima
recombinante2,6.
La EF es la segunda enfermedad más frecuente por
depósito lisosomal después de la enfermedad de
Gaucher2.
En general se reporta incidencias entre 1 en 476 000 a 1
en 117.000 en la población en general9,10.
Las mutaciones asociadas con las manifestaciones
clásicas de la enfermedad de Fabry están presentes en
aproximadamente 1:22,000 a 1:40,000 en hombres11,12,
y las mutaciones asociadas con las presentaciones
atípicas, llamadas de "inicio tardío", están presentes en
aproximadamente 1:1000 a 1:3000 hombres y entre 1:
6000 a 1:40,000 en mujeres11-16.
La prevalencia de la enfermedad de Fabry esta
subestimada por diferentes razones como: las
manifestaciones de la enfermedad son variadas, dado
que es una enfermedad rara o huérfana, el diagnóstico
a menudo no es considerado y hay una demora en
establecer el diagnóstico definitivo9.
Así, Mehta y Cols17
realizaron una encuesta de EF entre 366 pacientes
de once países de Europa y encontraron una demora
media para corregir el diagnóstico después del inicio
de los síntomas, la cual se estimó en 13,7 y 16,3 años
para hombres y mujeres, respectivamente.
Su transmisión está ligada al cromosoma X. El gen
GLA que codifica para la enzima alfa galactosidasa se
localiza en la banda Xq22.1 del brazo largo de dicho
cromosoma6,9,18. Tiene 12,000 pares de bases (pb) y
contiene siete exones con un tamaño inferior a 300 pb
cada uno6. Se han identificado más de 599 mutaciones
en el gen de la a-GAL, que se distribuyen en los
siete exones19. La mayoría de las mutaciones están
restringidas a familias específicas, sin existir una clara
relación genotipo-fenotipo9,19.
Por la forma en que se hereda la enfermedad, los hombres,
que tienen un único cromosoma X, no pueden transmitir
la condición a sus hijos. Sin embargo, todas las hijas
tendrán una copia del gen defectuoso. Las mujeres tienen
dos cromosomas X, uno de los cuales tendrá una copia
del gen defectuoso. Las mujeres tienen la probabilidad
del 50% de poder transmitir el gen defectuoso a su
descendencia, independientemente de que si el hijo es
niño o niña3,9 (Figura 1).
En los varones (hemicigotos) se observa una alta
penetrancia, aunque la expresión fenotípica del
defecto enzimático presenta amplias variaciones
intra e interfamiliares6,9. Las mujeres, consideradas
antiguamente solo como portadoras, también
pueden verse afectadas y en algunas ocasiones
pueden presentar formas floridas de la enfermedad
como consecuencia de la inactivación no aleatoria del
cromosoma X sano; que corresponde al efecto Lyon20
Los glicoesfingolípidos son componentes de las
membranas plasmáticas, principalmente de los
eritrocitos, hepatocitos y células epiteliales renales.
Estas macromoléculas son sintetizadas a nivel hepático,
luego se incorporan en las partículas de lipoproteínas
para ser trasportadas en la circulación sistémica hacia
las células donde serán integradas en las membranas.
El 25% de estos glicoesfingolípidos plasmáticos son
sintetizados cada día y el resto deriva del recambio
de los eritrocitos senescentes6,9.
Finalmente los
glicoesfingolípidos son endocitados en las células y degradados en los lisosomas6,17,18 (Figura 2).
El catabolismo de estas complejas macromoléculas
requiere de la acción de varias enzimas hidrolíticas,
principalmente la α-GAL. Esta enzima hidrolítica
se sintetiza como un precursor proteico de 429
aminoácidos17. Un porcentaje de la enzima fosforilada
es secretada de las células y recaptada por endocitosis.
Esta última acción es mediada por receptores
transmembrana específicos (receptores manosa-6-
fosfato)9,19.
Al existir una deficiencia cuantitativa de la α-GAL, los
glicoesfingolípidos –especialmente la Gb3– no se
metabolizan y se acumulan dentro de los lisosomas
en diversas estirpes celulares, incluyendo células
endoteliales, pericitos, epitelio renal, miocardiocitos,
neuronas y células de la córnea. La acumulación
lisosomal de esta macromolécula da como
resultado disfunción tanto lisosomal como celular,
desencadenando una respuesta tisular inflamatoria
que, finalmente, se traduce en isquemia tisular y celular
crónica, y daño multisistémico irreversible ligado al
depósito lisosomal9,17. (Figura 2).
La acumulación de Gb3 en las células del endotelio
vascular da lugar a la disminución progresiva de la
luz vascular hasta ocluirla por completo, alterando
la reactividad vascular y generando un estado
protrombótico21. Todo en conjunto origina eventos
isquémicos que afectan varios sitos del organismo
(riñón, corazón, cerebro, intestinos, etc.), los eventos
cardiovasculares (principalmente la cardiopatía
isquémica y los accidentes cerebrovasculares) son las causas de mortalidad más frecuentes de estos
pacientes22,23. Otro mecanismo que contribuye al
daño celular en esta enfermedad es la composición
alterada de los lípidos de la membrana celular, lo cual da
lugar a alteraciones en el transporte y almacenamiento
de las proteínas transmembrana asociadas a las balsas
lipídicas, traduciéndose en anormalidades en el
transporte de micro y macromoléculas9,24.
Se han descrito dos formas clínicas o fenotipos de la
enfermedad: la forma clásica o severa y la llamada
variante no clásica o de inicio tardío, donde el daño se
manifiesta principalmente en tejido renal o cardíaco,
con complicaciones cerebrovasculares secundarias2,
9,22-25 (Tabla 1).
La enfermedad de Fabry es un trastorno clínicamente
heterogéneo que produce una amplia variedad de
manifestaciones, por lo que el cuadro clínico puede ser
muy diverso3,26,27.
En la variante clásica es común encontrar desde la
infancia dolores neuropáticos, angioqueratomas
y córnea verticilada.
Con el tiempo, los pacientes
desarrollan enfermedad renal crónica y enfermedad
cardíaca o de otros órganos, llegando habitualmente
a necesitar terapia de reemplazo renal generalmente
en la cuarta década de la vida; sin embargo, cuando
se realiza el diagnóstico temprano de puede evitar
mayores daños e incluso ser reversible, sino se
incrementa la mortalidad28,29,30,31. En la variante no
clásica los pacientes pueden transcurrir completamente
asintomáticos hasta la edad adulta, cuando se
manifiestan las complicaciones graves, habitualmente
renales y cardíacas26,27,32.
El dolor neuropático, denominado acroparestesias,
suele ser el síntoma inicial desde muy temprana edad.
El paciente suele referirlo como ardor, quemazón,
electricidad u hormigueo en manos y/o pies, de
intensidad variable desde leve-moderado hasta
intenso y crisis de dolor que puede incapacitarlo
y afectar severamente su calidad de vida, su
asistencia a su centro educativo, a su centro laboral
y su aspecto social9,28.
Estas crisis se desencadenan
típicamente durante el ejercicio, estados febriles y
generalmente con los cambios en la temperatura del
ambiente. El examen neurológico suele ser normal
al inicio. El electromiograma y las velocidades de
conducción motoras y sensitivas son normales29.
Las
manifestaciones gastrointestinales muchas veces
son inespecíficas, pero son frecuente y de intensidad
variable e incluso se han presentado con cuadros
intensos de dolor abdominal podrían confundirse con
cuadros quirúrgicos; se ha postulado el mecanismo del
acúmulo de Gb3 y liso-Gb3 en los ganglios submucosos
y mientéricos; y por eso los pacientes generalmente
presentan diarrea, dolor abdominal tipo cólico náuseas,
saciedad temprana, vómitos y/o estreñimiento9,33-35.
Luego de la tercera década de vida pueden persistir
el dolor neuropático y la disautonomía, manifestada
como déficit en la vasorreactividad cerebral,
síncopes y ortostatismo, además del compromiso
del sistema nervioso central, manifestado en eventos
cerebrovasculares isquémicos (transitorios o infartos)
y/o hemorrágicos, habitualmente a partir de la cuarta
década de la vida36. Este mecanismo de daño puede
ser silente y diagnosticarse como hallazgo incidental en una resonancia magnética cerebral, con o sin
dolicoectasia vertebro-basilar36,37.
La cardiopatía se manifiesta hipertrofia ventricular
izquierda (HVI) y arritmias, y generalmente progresa
a insuficiencia cardíaca37.
La HVI no es consecuencia
del acúmulo de Gb3, sino del estímulo hipertrófico de
este sustrato. De hecho, en los pacientes afectados el
Gb3 representa solo el 1-2% de la masa cardíaca38. Las
manifestaciones tempranas suelen aparecer antes de
los 35 años en forma de trastornos de la conducción
como bradicardia, bloqueos de rama o acortamiento
del intervalo PR9,39.
Luego de la tercera década de vida se pueden
presentar cuadros anginosos asociados a disnea,
palpitaciones y mareos. La disautonomía cardíaca es
común en esta etapa. La HVI condiciona disfunción
diastólica, progresando luego a fallo sistólico y fibrosis
endomiocárdica9,38.
Los trastornos de conducción y
alteraciones de la repolarización ventricular izquierda
se vuelven más evidentes y es posible la aparición de
arritmias malignas que necesiten marcapasos39,40.
La detección de casos a través de cardiología debe
implementarse dado que hay casos de pacientes con
cardiopatías no filiadas y que podrían corresponder a la
variante cardíaca de la enfermedad de Fabry41.
La nefropatía en la enfermedad de Fabry puede
manifestarse inicialmente como isostenuria, signos
de disfunción tubular e hiperfiltración con o sin
albuminuria.
Hay estudios en que la podocituria es
un biomarcador de daño renal más temprano; sin
embargo, su uso no es habitual en la práctica clínica41,42.
La EF progresa lenta y progresivamente a ERC y
cuando alcanza el estadio 5; puede requerir terapia de
reemplazo renal (TRR) y en algunos casos trasplante
renal43. La progresión es más frecuente en varones,
aunque algunas mujeres también llegan a requerir
TRR9,32. La mitad de los pacientes varones con fenotipo
clásico presentarán compromiso renal antes de los 35
años y todos después de los 50 años44.
Se ha descrito la presencia de albuminuria desde muy
temprana edad, incluso desde los 6 años, en algunos
hemicigotos con fenotipo clásico45. La albuminuria es
de rango variable y es la expresión más frecuente de
lesión renal. Sin embargo, puede haber lesión renal
sin proteinuria en el 10% de los varones y el 30%
de las mujeres con ERC341. La albuminuria puede
llegar a rango nefrótico en el 20% de los pacientes32. Menos del 20% de los pacientes presentan hematuria
microscópica32.
La biopsia renal es importante, dado que conoce
determinar el daño estructural renal, al realizarla es
necesario utilizar tinción de hematoxilina-eosina y
azul de toluidina en el estudio de microscopia de luz
y se recomienda guardar una muestra de tejido en
glutaraldehído para practicar microscopía electrónica,
si está disponible, para evidenciar compromiso en los
podocitos y puede tener impacto en el pronóstico y en
la decisión terapéutica9,46-48.
En la enfermedad de Fabry, se producen depósitos
renales de Gb3 en los podocitos, mesangio, endotelio
del capilar glomerular, epitelio tubular, células
endoteliales y de la capa muscular de arterias y
arteriolas, y en las células intersticiales49.
Muestra cambios característicos de la enfermedad:
microscopia óptica (células espumosas), microscopía
electrónica (cuerpos lamelares o con aspecto de
cebra), depósito de GB3 característico con tinciones
especiales2,49.
Como patología oftalmológica se han descrito:
alteraciones vasculares, edema periorbitario,
córnea verticilata, cataratas, pigmentación retiniana
periférica, papiledema, oclusión de la arteria central
de la retina, atrofia óptica, discromatopsia, nistagmus
y oftalmoplejía internuclear50.
La afección corneal es la más frecuente. Lo más
característico es el depósito de glucoesfingolípidos
entre la membrana basal del epitelio corneal y la
membrana de Bowman produciendo el patrón de
afectación corneal en «córnea verticilada», que también
se observa en pacientes afectos de enfermedad de
Tangier, Melanoqueratosis estriada, Síndrome de
Melkersson-Rosenthal y secundarios a fármacos
como Amiodarona o Cloroquina. Los fenómenos
oclusivos retinianos y la ceguera no son frecuentes y
se ha correlacionado las manifestaciones clínicas con la
severidad de la enfermedad50-52.
Dentro de las lesiones dermatológicas tenemos: los
angioqueratomas, que aparecen desde la infancia o
adolescencia. Por lo general se encuentran agrupados
en la región glútea, la región umbilical, muslos y
genitales.
Los angioqueratomas diseminados son
altamente indicativos de enfermedad de Fabry pero no
patognomónicos. Puede realizarse biopsia de piel para
descartar diagnósticos diferenciales de las lesiones; el estudio anatomopatológico de la biopsia de piel muestra dolicoectasia de vasos de la dermis con microtrombosis en su interior. Otras lesiones son las telangiectasias en piel y mucosas, se observan predominantemente en rostro, labios y mucosa oral9,53,54.
Se pueden presentar alteraciones en la sudoración:
como la hipohidrosis o anhidrosis es frecuente y suele
ser un signo precoz en la infancia, provocando piel
seca, intolerancia al calor o al ejercicio y fiebre de origen
desconocido. También puede disminuirse la producción
de lágrimas y saliva3,9. Otras manifestaciones menos
frecuentes son el linfedema, la disminución del vello
corporal y la alopecia difusa55.
Entre las principales manifestaciones tenemos a
la hipoacusia tipo perceptiva o neurosensorial,
unilateral o bilateral, progresiva o de instalación
súbita (en el lapso de 72 h), de grado leve a severa9,56.
El perfil audiométrico no es patognomónico y puede
comprometer las frecuencias agudas o ser pantonal.
Los acúfenos pueden ser unilaterales o bilaterales,
esporádicos o permanentes, de tonalidad aguda. El
vértigo se presenta en crisis espontáneas de breve
duración y puede está asociado a la pérdida auditiva;
en algunos casos se presenta con sordera súbita en
frecuencias agudas9,56.
Estas manifestaciones son el resultado del compromiso
del oído interno, tanto del laberinto anterior (audición)
como del posterior (equilibrio), y de la vía neurológica
auditiva (octavo par craneal, tronco cerebral y corteza
auditiva)9,56.
podemos encontrar a alteraciones en las áreas del
razonamiento, resolución de problemas y perseveración
y son más propensos a presentar síntomas de ansiedad
y depresión y dificultades a la adaptación social; el
análisis de las pruebas correlacionales indicaron un
vínculo entre las medidas cognitivas y clínicas de la
gravedad de la enfermedad57.
Las manifestaciones clínicas requieren de un control y
seguimiento de los síntomas y signos, la frecuencia del
seguimiento va a depender del órgano comprometido
y debería ser por un equipo multidisciplinario.
El diagnóstico definitivo de la enfermedad de Fabry
en varones con fenotipo clásico se establece al
determinar deficiencia o ausencia de la actividad de la alfa-galactosidasa A en leucocitos aislados de sangre
periférica9,58.
La determinación enzimática puede también realizarse
en gotas de sangre seca en papel filtro (dried blood
spots, DBS). Esto permite el envío de muestras a
distancia, el diagnóstico retrospectivo y el tamizaje
poblacional59. No obstante, un resultado anormal en la
prueba del papel filtro, DBS, debe confirmarse con la
prueba en leucocitos o mediante estudio molecular9,58.
En las mujeres, debido a la inactivación aleatoria de
uno de los cromosomas X, la actividad enzimática de la
alfa-galactosidasa A puede ser normal hasta en el 40%
de los casos (falso negativo). Por tanto, un valor normal
de actividad enzimática no descarta la enfermedad en
mujeres y para el diagnóstico debe hacerse estudio
genético9,60.
Es importante considerar que la medición de la
actividad enzimática también puede producir
falsos positivos, es decir, puede haber actividad
enzimática disminuida en personas sanas portadoras
de variantes genéticas de significado incierto o de
polimorfismos no patogénicos9,61. En estos pacientes la
sola demostración de valores de actividad enzimática
disminuida no es indicación de inicio de terapia de
reemplazo enzimático sin haber realizado antes una
confirmación molecular o, en casos excepcionales, una
determinación de biomarcadores como Gb3 y Liso-
Gb3 en plasma u orina o en tejidos mediante biopsia,
u demostrar lesiones histológicas en relación al cuadro
clínico62,63.
En el diagnóstico molecular debe identificarse
cualquiera de las múltiples mutaciones responsables
de la enfermedad. En varones con fenotipo clásico, el
estudio de la secuencia codificante del gen GLA para
identificar la mutación patogénica es una prueba
diagnóstica complementaria9,62.
La identificación de la mutación es particularmente
útil para el estudio familiar y constituye la prueba
confirmatoria definitiva en mujeres sintomáticas con
actividad enzimática normal9,58.
Se dispone de terapia de reemplazo enzimática y el
uso de chaperonas químicas para el tratamiento para
la enfermedad de Fabry. Otros tratamientos están
siendo desarrollados y evaluados como la terapia
génica, inhibición del sustrato y el uso nanotecnología.
Se considera que todo varón que presente la variante
clásica debe recibir tratamiento independiente de la
edad64. Así mismo, deberían considerarse para la terapia si los hallazgos de laboratorio e imágenes evidencian
daño de órgano como el ojo, riñón, el corazón o el
cerebro y sistema nervioso; con o sin deterioro de
la calidad de vida; así como a los pacientes que se
encuentran en lista de espera para un trasplante64.Sin
embargo, debe individualizarse cada paciente para
decidir la terapéutica.
El uso de chaperonas químicas, Migalastat, una nueva
clase de pequeñas moléculas que actúan mediante
la estabilización de proteínas inestables, ya está
aprobado en Europa como clorhidrato de migalastat,
para su uso vía oral y en un grupo especial de pacientes
que tienen mutaciones “susceptibles” en el gen de la
alfa-galactosidasa A65-67.
Las chaperonas farmacológicas son pequeñas
moléculas que ayudan a mejorar el plegamiento de
las moléculas proteicas en general. Las chaperonas
actúan sobre una proteína, en este caso la enzima
anómala que presenta una conformación que no es la
que debería tener, pegándose a ella, acompañándola y
cambiándole la conformación. Así el fármaco se acopla
a ciertas formas inestables de la alfa-galactosidasa A,
estabilizando la enzima. Esto permite que la enzima
se transporte a zonas de la célula en la que puede
descomponer la GL-365.
Por tanto, para poder ofrecer este tratamiento
necesitamos que haya proteína, es decir, necesitamos
que los pacientes tengan al menos codificada una
proteína y eso va en relación con el tipo de mutaciones
que debe tener el gen anómalo y que le permita
actuar; se estima que un 30% de pacientes tendrían
mutaciones “susceptibles” y en quienes se beneficiarían
de este fármaco65,66.
Para la terapia de reemplazo enzimático se cuenta con
la agalsidasa alfa y la agalsidasa beta. Ambas están
compuestas por la misma cadena de aminoácidos, es
decir, son la misma proteína humana. La diferencia
reside en la dosis aprobada (agalsidasa beta 1 mg/kg
de peso y agalsidasa alfa 0,2mg/kg) y en la cantidad
de residuos de manosa 6-fosfato (agalsidasa beta
3,6mol/mol de proteína y agalsidasa alfa 1,3mol/mol
de proteína)3,9,68.
Su principal mecanismo de acción es la sustitución
de la enzima alfa-galactosidasa A, posibilitando la
hidrólisis del Gb3 y liso-Gb3 al separar un residuo de
galactosa terminal de la molécula, disminuyendo así su
acumulación en los tejidos2,9.
La presencia de mayor cantidad de residuos de
manosa6-fosfato produce un mejor reconocimiento
por los receptores de manosa6-fosfato de la membrana
celular y consecuentemente mayor internalización
celular de la enzima9,66. De acuerdo con los estudios
publicados, pareciera que el beneficio tisular y clínico
tiene relación directa con la dosis de TRE utilizada9,67-72.
Distintos protocolos han demostrado que el uso
de agalsidasa beta a dosis de 1mg/kg cada 14 días
produce remoción total de Gb3 de los podocitos
renales en comparación con la agalsidasa alfa a dosis
de 0,2mg/kg9,70-72. Más aún, la reducción de la
dosis de 1 mg/kg a 0,2mg/kg cada 14 días conduce a
reacúmulo del sustrato en los vasos y podocitos luego
de varios años, reapareciendo también los síntomas
de la enfermedad que habían sido resueltos con el uso
de dosis mayores71,74.
Se debe tener un abordaje multidisciplinario para las
evaluaciones clínicas, dado la variedad de síntomas y
signos en su presentación.
La detección temprana y el inicio temprano de la
terapia podrían mejorar o limitar la progresión de la
enfermedad.
La terapéutica en pacientes con EF debería ser
individualizada según las variantes clínicas y la
severidad de los síntomas del paciente.
Debe considerarse la consejería genética en las familias
de los casos detectados.
Contribuciones de autoría: El autor participó la
generación, redacción y aprobación final del artículo
original.
Financiamiento: Autofinanciado.
Conflicto de interés: El autor declara no tener
conflicto de interés en la publicación de este articulo.
Recibido: 23 de marzo del 2018
Aprobado: 03 de mayo del 2018