Señor Editor
Dos décadas atrás Baker dio el concepto de Programación Fetal (PF), donde asociaba el ambiente prenatal y el desarrollo del feto
(1). En consecuencia, la PF representaría “la inducción de las respuestas fetales debido al entorno uterino” que condicionará cambios funcionales y estructurales en el propio feto, con repercusión a corto y largo plazo
(2). En consecuencia, si el ambiente prenatal es adverso en el desarrollo, tendremos posiblemente patologías en la vida extra uterina
(2).
Las evidencias señalan, que procesos implicados en el desarrollo de diversas funciones de los sistemas orgánicos complejos, se iniciarían mucho antes del nacimiento y conformarían problemáticas de salud a futuro
(2).
La PF parece intervenir en factores genéticos y epigenéticos del producto, existe diversas noxas que generarían estrés tóxico (infecciones, inflamación, estado anímico de la madre, hipoxia, hiperglucemia, hipotiroidismo, alcohol, drogas, tabaco, fármacos, etc.). Estas noxas estarían actuando directa e indirectamente, tanto a nivel molecular como celular, alterando no solo el desarrollo neurológico, sino también incrementando el riesgo de enfermedades mentales, enfermedades metabólicas y afección del sistema inmune
(5).
Existen tres tipos distintos de respuesta al estrés: positivo, tolerable y tóxico. En este caso una noxa muy importante que repercutiría en la PF sería el estrés toxico, que representa un evento muy importante, producto de una respuesta intensa, frecuente y prolongada de adaptación al estrés
(3).
Hay muchas teorías planteadas para desencadenar este estrés como podrían ser los niveles aumentados de glucocorticoides, óxido nítrico, serotonina, etc. Citando solo al cortisol, el aumento de este en la madre, provoca que en la placenta se produzca una “downregulation” de la enzima 11B hidroxiesteroide deshidrogenasa tipo II, encargada de convertir el cortisol en cortisona inactiva
(4). Teniendo como desenlace que el cortisol pase a la circulación fetal con las debidas consecuencias
(5). esto se verá evidenciado con alteraciones en la homeostasis del feto desde el aumento de riesgo de abortos espontáneos, menor peso al nacer y parto prematuro e incluso hasta la desregulación del eje Hipotálamo Hipófisis Adrenal del feto
(1).
La magnitud de estos efectos repercutiría en la salud de la madre, el producto y de la población ya que el riesgo de desarrollar problemas conductuales, se duplica en los hijos de madres expuestas a estrés toxico
(4). Esto podría explicar el 17% de la variación en las habilidades de lenguaje, presentar menor desarrollo cognitivo, mayor riesgo de autismo, de enfermedades mentales, trastornos de ansiedad, de enfermedades físicas, de enfermedades cardiovasculares, diabetes, accidentes cerebro vasculares, cáncer, asma y enfermedades autoinmunes
(3).
Debido a que se tiene poca información sobre la PF, se recomienda promover su investigación dentro de la línea prioritaria materno perinatal, puesto que muchas mujeres gestantes en el Perú viven sometidas a grandes niveles de estrés tóxico. Sería conveniente buscar si hay una asociación en nuestra población, tal como se describe en otros países, de tal modo que se puedan desarrollar políticas públicas en salud para la prevención, difusión y tratamiento.