Sr. Editor:
En lo que va de la pandemia del COVID-19, se observa un incremento en el uso de antibióticos, siendo probablemente una de las principales razones la incertidumbre que existe respecto al arsenal terapéutico contra SARS-CoV-2 y la discontinuidad de los programas de control de antibióticos
(1).
Según la Organización Mundial de Salud (OMS), las infecciones por gérmenes resistentes causan, al menos, 700 000 muertes al año en todo el mundo, y si no se toman las medidas necesarias a futuro, las muertes podrían aumentar a 10 millones para el 2050
(3).
En este contexto, existe evidencia que los antibióticos no combaten al COVID-19, a menos que el paciente tenga una coinfección bacteriana demostrada. En un estudio de revisión sobre coinfecciones bacterianas o fúngicas en pacientes con COVID-19, se encontró que 62/806 (8%) de pacientes presentaron algún tipo de coinfección durante la admisión hospitalaria, además en un análisis secundario evidenciaron que 1450/2010 (72%) de pacientes recibieron terapia antibiótica
(3).
Otro inconveniente identificado es que los marcadores tradicionales empleados para el inicio y seguimiento del tratamiento antibiótico, como el número de leucocitos, proteína C reactiva o estudios de imágenes, suelen estar alterados también en la infección por SARS-CoV-2
(4,5). por ello se aconseja el uso de la procalcitonina
(6,7), debido a que, normalmente, los virus liberan interferón, el cual inhibe liberación de procalcitonina
(8). Sin embargo un meta-análisis concluyó que, niveles elevados de procalcitonina se asociaron hasta en casi cinco veces con un mayor riesgo de COVID-19 severo (OR, 4.76; 95% CI, 2.74–8.29)
(9), probablemente debido a coinfecciones bacterianas o, tal vez, por la severidad intrínseca del COVID-19; empero, en estadios iniciales, la procalcitonina ha demostrado su utilidad en la detección de posibles coinfecciones en adultos y niños con COVID-19
(5,10)
¿Qué podemos hacer para frenar la resistencia antibiótica en tiempos de pandemia?, desde el punto de vista comunitario, es necesaria la promoción del lavado de manos y de la no automedicación, además de la prevención secundaria, mediante la vacunación contra patógenos que producen infecciones respiratorias, tales como el neumococo o el virus de la influenza
(2,11).
A nivel hospitalario, se requiere emplear correctamente los test diagnósticos y documentar las posibles coinfecciones bacterianas, siendo necesario realizar los test microbiológicos correspondientes previo al inicio del antibiótico empírico, además, se debe reconocer y potenciar el rol de los comités de infecciones intrahospitalarias, los cuales constituyen un pilar importante en la gerencia de antimicrobianos
(12).
En conclusión, la resistencia a los antibióticos podría incrementarse durante la pandemia de COVID-19, debemos considerar que la prevalencia de coinfecciones bacterianas en el COVID-19 parece ser bajo y el uso de antibióticos debe ser controlado a su vez por el comité de infecciones de cada hospital, además debemos considerar la importancia de implementar medidas educativas y preventivas en la comunidad.