INTRODUCCIÓN
El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) causada por la infección por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2). Desde principios de diciembre de 2019 y hasta julio de 2020, se han informado más de 15 millones de infecciones por COVID-19 con más de 640.000 muertes en 188 países
(1). Los coronavirus son virus envueltos, con un ARN de cadena positiva con una nucleocápside. Entre sus elementos estructurales, las glicoproteínas de espiga compuestas por dos subunidades (S1 y S2) son de gran importancia
(2,3). La proteína de unión al receptor (RBD) es un dominio peptídico fundamental en la patogenia de la infección; representa un sitio de unión para el receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2 ECA2) humana
(4).
La presentación del COVID-19 va desde su forma asintomática hasta condiciones caracterizadas por insuficiencia respiratoria que requieren ventilación mecánica y soporte en UCI, así como también manifestaciones multiorgánicas-sistémicas como sepsis y shock séptico
(4,5). Las pruebas virológicas (es decir, el uso de un diagnóstico molecular o una prueba de antígeno para detectar el SARS-CoV-2) deben realizarse en todos los pacientes con síntomas compatibles con COVID-19 y en personas con exposiciones conocidas de alto riesgo al SARS-CoV-2. La OMS recomienda recolectar muestras de las vías respiratorias superiores y las vías respiratorias inferiores, como esputo expectorado, aspirado endotraqueal o lavado broncoalveolar
(6). En el laboratorio, la confirmación se da a través de la amplificación del material genético extraído de muestras de saliva o moco los cuales son procesados mediante una reacción en cadena de la polimerasa inversa (RT-PCR)
(7). A pesar de los numerosos estudios sobre tratamientos, la terapia antiviral para COVID-19 aun no ha sido aprobada y el desarrollo de vacunas aún se encuentra en ensayos clínicos. El tratamiento actual se centra en el manejo sintomático de los pacientes hipoxémicos que van desde la oxigenoterapia convencional hasta la intubación y la ventilación mecánica invasiva
(8). Entre los múltiples tratamientos propuestos, el plasma convaleciente representa una opción terapéutica actualmente en estudio
(5,9). El uso de tratamiento con plasma se ha descrito en varias terapias con inmunoglobulinas en el pasado, fue usado para tratar patógenos como H1N1 y Ébola, además de síndromes respiratorio agudo severo y trombocitopenias
(10). A pesar de su uso, y las lecciones aprendidas de infecciones previas al coronavirus del SARS y MERS-CoV, todavía su uso genera preocupaciones las cuales conllevan a que se realice una vigilancia cuidadosa por parte de los médicos durante los ensayos en humanos
(11). En esta revisión, nuestro objetivo es reconocer cuándo es apropiado el uso de plasma convaleciente, su efecto en la mejora de los síntomas clínicos y la seguridad del plasma convaleciente en el manejo de los pacientes con COVID-19 midiendo la gravedad de sus efectos adversos según la literatura actual, así como también los beneficios como una terapia disponible.
MÉTODOS
Realizamos una búsqueda en Google Scholar y PubMed entre noviembre de 2019 y julio de 2020, utilizando los siguientes términos: COVID, COVID19, SARS-CoV-2, tratamiento con plasma convaleciente y terapia de tratamiento con plasma. Los estudios a incluir podrían haberse realizado en todo el mundo e incluir participantes de cualquier sexo, edad o etnia, con COVID-19 leve, moderado o severo.
Criterios de selección
Se incluyeron todos los estudios (informes de casos, series de casos, metanálisis) que evaluaban el tratamiento con plasma de convaleciente en pacientes con resultados positivos para COVID-19.
Se excluyeron los estudios que no incluían plasma como parte del tratamiento, artículos que se están realizando actualmente, un idioma diferente al inglés o español, cartas a los editores, editoriales y resúmenes.
RESULTADOS
Se encontraron 150 artículos. Después de utilizar los criterios de exclusión e inclusión, así como eliminar los artículos duplicados, se revisaron 37 estudios. De los cuales se incluyeron 18 estudios (5 informes de casos, 4 series de casos, 2 revisiones sistemáticas, 7 revisiones de artículos) con 90 participantes.
Tabla 1. Administración de plasma convaleciente durante la infección por SARS-CoV-2.
Referencia |
Tipo de estudio |
Numero de pacientes tratados con PC |
Cantidad de plasma convaleciente administrado |
Eficacia |
Seguridad |
Zhang et al., Aging, 2020 |
Serie de casos |
1 |
Dosis única de 200ml |
Dímero-D permaneció elevado Recuperación clínica y traslado a sala general. |
No se observaron efectos adversos. |
Zeng et al., J Infect Dis, 2020 |
Casos-Controles retrospectivo |
6 |
200–600 mL |
Todos los pacientes presentaron aclaramiento viral logrado tras la administración de PC y uno fue dado de alta del hospital. |
5 de 6 pacientes en el grupo de tratamiento y 14 de 15 pacientes en el grupo control fallecieron. |
Zhang et al., Chest, 2020 |
Serie de casos |
4 |
200–2,400 mL |
Mejoría pulmonar en TAC Recuperación clínica y alta hospitalaria |
No se observaron efectos adversos. |
Duan et al., Proc Natl Acad Sci USA, 2020 |
Ensayo clínico |
19 |
Dosis única de 200ml |
Recuperación clínica Mejoría pulmonar en TAC Carga viral reducida Mejora del laboratorio |
Dos mostraron maculas faciales eritematosas transitorias |
Olivares-Gazca et al., Rev Invest Clin, 2020 |
Serie de casos |
10 |
Dosis única de 200ml |
Recuperación clínica Mejoría del laboratorio Mejoría pulmonar en radiografías (6 de 10) y TAC (7 de 10) |
No se observaron efectos adversos. |
Shen et al., JAMA, 2020 |
Serie de casos |
5 |
400 mL |
Recuperación clínica Carga viral reducida Mejoría pulmonar |
No se observaron efectos adversos. |
Im et al., J. Korean Med. Sci, 2020 |
Reporte de caso |
1 |
250 mL por dos días consecutivos |
Recuperación clínica durante 3 días después de la administración |
Dificultad respiratoria cuatro días después de la mejoría clínica. |
Xu et al., Virol J, 2020 |
Reporte de caso |
1 |
Desconocido |
Recuperación clínica |
No se observaron efectos adversos. |
Ahn et al., J Korean Med Sci, 2020 |
Reporte de caso |
2 |
Desconocido |
Recuperación clínica Carga viral reducida Mejoría pulmonar |
No se observaron efectos adversos. |
DISCUSIÓN
Desde principios de diciembre de 2019 y hasta julio de 2020, se reportaron más de 15 millones de infecciones por COVID-19 con más de 640.000 muertes en 188 países
(1). Las antiguas epidemias de coronavirus, como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), han causado numerosas muertes. Sin embargo, la escala y el impacto de la pandemia de COVID-19 sigue siendo una crisis sin precedentes para la salud pública así como para la economía mundial que desafía a los establecimientos de salud y trabajadores en todo el mundo
(2,3,12). Los coronavirus son virus envueltos, con un ARN de cadena positiva y una nucleocápside. Entre sus elementos estructurales, las glicoproteínas de espiga compuestas por dos subunidades (S1 y S2) son de gran importancia
(2,3). Los síntomas característicos de la infección por SARS-CoV-2 son fiebre intensa, tos, fatiga, disnea y radiografías de tórax que revelan lesiones invasivas multilobuladas que pueden conducir al ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Entre los síntomas no típicos, encontramos pacientes con congestión nasal, secreción y, en ocasiones, diarrea
(2). A pesar de los numerosos estudios reportados sobre tratamientos, la terapia antiviral para COVID-19 no ha sido aprobada y el desarrollo de vacunas aún se encuentra en ensayos clínicos. El tratamiento actual se centra en el manejo sintomático de los pacientes hipoxémicos que van desde la oxigenoterapia convencional hasta la ventilación mecánica invasiva
(8,13). Un estudio que evaluó el tratamiento con dexametasona en pacientes hospitalizados con COVID-19, mostró que el uso de dexametasona resultó en una menor mortalidad a los 28 días entre los que estaban recibiendo ventilación mecánica invasiva u oxígeno solo en la aleatorización, pero no entre los que no recibieron asistencia respiratoria, lo que significo que los pacientes que no están enfermos críticos, la mejoría no fue importante
(14).
La falta de un tratamiento antiviral comprobado ha llevado a los hospitales y los médicos a tratar la infección por COVID-19 con plasma de convalecencia, una estrategia de inmunización pasiva utilizada en la prevención y el tratamiento de enfermedades infecciosas desde principios del siglo XX. Los pacientes recientemente recuperados de SRAS-CoV-2 que pueden ser donantes adecuados se someten a aféresis para obtener el plasma de convaleciente que contenga títulos de anticuerpos elevados, siempre que cumplan los criterios de donación de sangre
(15,16). La centrifugación continua de la sangre del donante permite una recogida selectiva de plasma. A partir de este método, una única aféresis puede producir 400-800 ml de plasma, que debe almacenarse en unidades de 250 ml y congelarse en 24 h
(17). Durante la aféresis, además de los anticuerpos neutralizantes (NAb), también se obtienen proteínas como factores de coagulación, citocinas antiinflamatorias, defensinas, pentraxinas y otras proteínas indefinidas. Rojas y col.
(2) planteó la hipótesis de que la transfusión de plasma convaleciente a pacientes infectados podría proporcionar inmunomodulación al disminuir la respuesta inflamatoria grave; mejorando así los resultados de los pacientes.
Se consideran donantes de plasma convalecientes los individuos asintomáticos de 18 a 65 años, con prueba negativa para COVID-19 a los 14 días de recuperación y al momento de la donación
(2), así como también un examen físico que demuestre el buen estado de salud, con ausencia de fiebre y síntomas respiratorio
(16).
Con base en los hallazgos actuales, el tratamiento con plasma de convalecencia debe administrarse a pacientes con COVD-19 en la fase correcta de la enfermedad y en el momento adecuado. Durante la primera semana después de la infección, la viremia generalmente alcanza su punto máximo en la mayoría de las enfermedades virales agudas, podemos encontrar una respuesta inmune primaria entre los días 10 y 14 después de la eliminación del virus. Hacia la tercera semana, los ataques inflamatorios o hiperinmunes en el lugar del daño tisular causado directamente por el virus, provocan un deterioro clínico. En teoría, el plasma de convalecencia probablemente debería administrarse temprano en el curso de la enfermedad (es decir, antes del día 14, o durante la etapa virémica y seronegativa)
(11,18). El momento de la administración de plasma convaleciente parece ser la clave. Los casos leves pueden resolverse sin tratamiento, pero la administración de plasma convaleciente en pacientes críticamente enfermos con insuficiencia multiorgánica no reduce la tasa de mortalidad
(11,18).
En una revisión sistemática
(3), los autores sugirieron que la efectividad del plasma de convalecencia para reducir la duración de la estadía hospitalaria depende de la administración temprana de la terapia, y es más probable que su uso como profilaxis sea beneficioso que el tratamiento de enfermedades graves. No conocemos el momento y la dosis óptimas de la terapia con plasma para convalecientes
(9,19). Por lo tanto, el reconocimiento rápido de los pacientes con COVID-19 que probablemente se enfermarán críticamente es vital para la administración de plasma convaleciente. El tratamiento con plasma convaleciente puede disminuir significativamente el riesgo relativo de mortalidad de los pacientes, como lo muestra la evidencia previa
(12); esto puede deberse a que los anticuerpos del plasma convaleciente podrían suprimir la viremia. Por lo tanto, la efectividad de la intervención con plasma convaleciente podría depender del nivel de anticuerpos neutralizantes del SARS-CoV-2 en el plasma del donante
(11,18). En las tomografías computarizadas de tórax se observaron diferentes grados de absorción de las lesiones pulmonares después de la transfusión
(19). Entre los hallazgos de laboratorio se encontraron la mejora de los valores de laboratorio de rutina y la función pulmonar, un aumento significativo en los títulos de anticuerpos neutralizantes (NaB) y el recuento de linfocitos, así como una disminución en la proteína C reactiva, alanina aminotransferasa y aspartato aminotransferasa después de una transfusión de plasma de convalecencia
(20,21). Los datos de diez pacientes críticos infectados con COVID-19 en 3 hospitales Wuhan sugirieron que la transfusión de plasma convaleciente con títulos de anticuerpos altos puede neutralizar eficazmente el SARS-CoV-2, sin eventos adversos graves. Estos pacientes mostraron una mejoría en los resultados clínicos o fueron curados y dados de alta del hospital
(15,20).
El plasma convaleciente es una terapia generalmente segura y bien tolerada (
tabla 1); aunque pueden producirse efectos secundarios. Actualmente, hay poca información sobre los efectos adversos graves causados por la administración de plasma convaleciente, pero los síntomas notificados son similares a los que se encuentran en otros tipos transfusiones de componentes sanguíneos del plasma, como fiebre y escalofríos, reacciones alérgicas y lesión pulmonar aguda relacionada con transfusiones (TRALI). También se sabe que las transfusiones de plasma causan sobrecarga circulatoria asociada a la transfusión (TACO)
(3,12,21). El plasma convaleciente disminuyó la carga viral y no se informaron efectos secundarios mayores
(20,21). Un reporte de caso
(23) se señaló que dos pacientes que desarrollaron dificultad respiratoria cuatro días después de que la terapia con plasma convaleciente mostró una mejoría clínica.
CONCLUSION
El plasma de convalecencia ofrece la posibilidad de convertirse en una opción de tratamiento prometedora inmediata mientras se evalúan los medicamentos existentes, se desarrollan nuevas vacunas y terapias específicas. Es importante señalar que, en teoría, el plasma de convalecencia probablemente debería administrarse al principio de la evolución de la enfermedad (es decir, antes del día 14 o durante la etapa virémica y seronegativa). Aún así, es necesario estudiar más a fondo el momento adecuado para la administración de plasma de convalecencia y la gravedad de sus efectos adversos. Además, los beneficios y la eficacia del uso de plasma de convalecencia superan con creces los posibles efectos secundarios, ya que en este momento no se dispone de una terapia farmacológica o vacuna específica, el uso de la terapia de plasma convaleciente en el manejo de pacientes con estadios de gravedad, se ha convertido en un pilar fundamental en el manejo global, y una opción accesible en los países en vías de desarrollo.
Contribuciones de autoría: Los autores participaron en la génesis de la idea, el diseño, la recolección de la información, el análisis de los resultados y la preparación del manuscrito.
Financiamiento: Autofinanciado.
Conflicto de interés: Los autores declaran no tener conflictos de interés en la publicación de este artículo.
Recibido: 27 de julio 2020
Aprobado: 27 de agosto 2020
Correspondencia: Sussan Llocclla-Delgado
Dirección: 1429 Arndt Pl. North Baldwin. CP: NY 11510
Teléfono: +1 929 624 5968
Correo: sussan.lloccllad@gmail.com
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