REPORTE DE CASO
REVISTA DE LA FACULTAD DE MEDICINA HUMANA 2021 - Universidad Ricardo Palma
1 Unidad infanto-juvenil, centro diagnóstico terapéutico, Hospital regional de Talca
a Médico especialista en neurología pediátrica
RESUMEN
Los trastornos del neurodesarrollo son condiciones generadas por disfunción o interrupción del desarrollo cerebral durante la infancia. De este grupo, destacan el trastorno por déficit atencional con hiperactividad y el trastorno del espectro autista por su prevalencia y asociación entre ellos. Estudios sugieren que estos pacientes a causa de sus disfunciones conductuales desarrollan estilos de vida no saludable, y que, a su vez, estos mismos hábitos podrían exacerbar dichas conductas. Se presenta caso de paciente femenina de 5 años con diagnósticos de trastorno del espectro autista grado 1 y trastorno por déficit atencional con hiperactividad, en tratamiento farmacológico y no farmacológico sin mejoría conductual. Se realizó abordaje con medicina del estilo de vida con énfasis en patrón alimentario realizando transición a uno basado en plantas, incorporación de actividad física y medidas de higiene del sueño. A los cuatro meses se constata evidente mejoría en la hiperactividad, atención y sociabilización.
Palabras Clave: trastornos del neurodesarrollo, conducta, medicina del estilo de vida. (Fuente: DeCS BIREME).
ABSTRACT
Neurodevelopmental disorders are conditions generated by dysfunction or interruption of brain development during childhood. In this group, attention deficit hyperactivity disorder and autism spectrum disorder stand out due to their prevalence and association between them. Studies suggest that these patients, due to their behavioral dysfunctions, develop unhealthy lifestyles, and that, in turn, these same habits could exacerbate these behaviors. We present a case of a 5 year old female with diagnoses of grade 1 autism spectrum disorder and attention deficit hyperactivity disorder, under pharmacological and non-pharmacological treatment without behavioral improvement. A lifestyle medicine approach was carried out with an emphasis on eating patterns, transitioning to a plant based diet, incorporating physical activity and sleep hygiene measures. At four months there is evident improvement in hyperactivity, attention and socialization.
Keywords: neurodevelopmental disorders, behavior, lifestyle medicine. (Source: MeSH NLM).
INTRODUCCIÓN
Los trastornos del neurodesarrollo son un grupo amplio y complejo de discapacidades que involucran alguna forma de disfunción o interrupción del desarrollo cerebral (1). Suelen aparecer en la infancia, y presentar un curso evolutivo sin regresión del desarrollo psicomotor. Su etiopatogenia es multifactorial, tienen un alto componente hereditario, y se manifiestan con una alta
superposición de síntomas entre ellos (2). El manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales quinta edición (DSM-5) clasifica los trastornos del neurodesarrollo en: trastorno por déficit atencional con hiperactividad (TDAH), trastorno del
espectro autista (TEA), trastornos de la comunicación, discapacidad intelectual, trastornos de aprendizaje y trastornos motores (3). El tratamiento se divide de manera general en no farmacológicos y farmacológicos.
El no farmacológico apunta fundamentalmente a terapias realizadas por distintos profesionales (psicólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, etcétera) y el farmacológico está orientado al manejo de comorbilidades (epilepsia, movimientos
anormales, etcétera) o desajustes conductuales.
El TDAH se define por la presencia de síntomas perjudiciales relacionados con la atención, hiperactividad e impulsividad que comienzan antes de los 12 años de edad, están presentes en dos o más ambientes, y no se pueden explicar
mejor por otra condición (3). El TEA se caracteriza por ser una condición duradera que dificulta la comunicación e interacción social en múltiples contextos junto con la presencia de restricciones, comportamientos,
intereses o actividades repetitivas, o síntomas sensoriales disfuncionales (3). La superposición entre TDAH y TEA es sustancialmente alta, ya que se estima que 1 de cada 8 niños con TDAH tiene TEA (4). A su vez, el TDAH es la comorbilidad más común en los niños con TEA con tasas en el rango de 40 a 70% (5) (6).
El diagnóstico de TDAH, al igual que en el resto de los trastornos del neurodesarrollo, es netamente clínico. En ese sentido, se utiliza con frecuencia el test de Conners para recopilar síntomas y evaluar la respuesta al tratamiento
(7).
Los datos obtenidos en encuestas poblacionales han sugerido que los comportamientos de estilo de vida tales como el tiempo de exposición a pantallas, la actividad física y los trastornos del sueño se asocian de forma independiente
con el TDAH. Estos mismos factores de estilo de vida poco saludables podrían contribuir directamente en agudizar dichos síntomas (8) (9). Algunos mecanismos que podrían explicar esa asociación estarían dados por efectos secundarios relacionados con el nivel de energía, la función inmunológica y cambios epigenéticos
(10).
La mayoría de los niños con TEA presentan trastornos gastrointestinales (constipación, diarrea, u otros) que pueden estar influenciados por hábitos dietéticos inadecuados, los cuales a su vez pueden exacerbar los síntomas autistas
(11). Se plantea que dicha relación se debería a disfunción neuroinmunológica por alteración en la microbiota intestinal (12).
DESCRIPCIÓN DEL CASO CLÍNICO
Preescolar femenina de 5 años, hija única de padres sanos no consanguíneos, con diagnósticos previos de trastorno del espectro autista grado 1, trastorno por déficit atencional con hiperactividad y epilepsia focal posiblemente genética no refractaria.
Se encontraba en tratamiento con fármacos antiepilépticos (levetiracetam 35 mg/kg/día más ácido valproico 30 mg/kg/día) y antipsicótico (risperidona 0.01mg/kg/día). Estaba pendiente evaluación pediátrica por episodios recurrentes de constipación
y malestares abdominales inespecíficos. Recibía regularmente terapia ocupacional y psicológica. Cursaba educación preescolar con proyecto de integración, la cual en ese momento estaba suspendida por pandemia.
Los padres acudieron junto a la niña al consultorio de especialidad debido a dificultades conductuales progresivas pese a tratamiento farmacológico y de neurorrehabilitación. Describieron conductas oposicionistas, hiperactividad
severa, desatención marcada y heteroagresiones durante episodios de descontrol. Al aplicarle el test de Conners versión abreviada se obtuvo 28 de 30 puntos.
En la anamnesis dirigida, no se identificaron factores estresantes agudos ni disfunciones en el entorno familiar.
Con respecto a los estilos de vida destacaba que tenía un sueño con latencia de inicio de 3 horas, efectivo desde la 1 am a 7 am, sin somnolencia diurna. Usaba pantallas sin límites casi todo el día y no realizaba actividad física
regular. Su patrón alimentario se basaba en consumo de productos cárnicos casi a diario, lácteos tres veces al día, y procesados/ultraprocesados prácticamente todos los días. Consumía legumbres una vez por semana, una fruta diaria y prácticamente
nada de verduras. Los padres referían frustración y alto nivel de estrés, de hecho, habían optado por reducir el contacto con familiares y amigos para evitar posibles conflictos.
En el examen neurológico destacaba escaso contacto ocular, hipercinesia motora, conductas intrusivas y lenguaje verborreico. No se detectaron alteraciones en pares craneanos, sistema locomotor, sensitivo ni cerebeloso. Tampoco
se observaron dismorfias ni estigmas neurocutáneos. En la antropometría los parámetros de talla/edad y peso/talla estaban más una desviación estándar.
Con los nuevos datos y hallazgos encontrados se plantearon los diagnósticos de: trastorno del espectro autista grado 1, trastorno por déficit atencional con hiperactividad combinado, epilepsia focal posiblemente genética no refractaria,
trastorno del sueño, constipación crónica y sobrepeso.
Junto a los padres se acordó intervenir los estilos de vida paralelamente al estudio con exámenes complementarios, sin agregar ni modificar fármacos. Para ello, se sugirió:
DISCUSIÓN
Algunos estudios epidemiológicos han evidenciado que gran parte de los niños con trastornos del neurodesarrollo, en especial TDAH y TEA, tienen estilos de vida poco saludables. De ellos, los patrones alimentarios inadecuados, el sedentarismo, la exposición
prolongada a pantallas y los trastornos del sueño, son los que con mayor frecuencia han sido reportados. Se piensa que dichos hábitos estarían favorecidos por las conductas desreguladas propias de los trastornos del neurodesarrollo, sin
embargo, estos mismos hábitos mantenidos en el tiempo podrían desajustar aún más el comportamiento (9) (10) (11) (13).
En el caso de la paciente expuesta, se utilizó medicina del estilo de vida para tratar conductas desajustadas que no habían respondido a tratamientos convencionales (farmacológicos y no farmacológicos), obteniéndose mejoría evidente
de los síntomas en un corto periodo de tiempo.
CONCLUSIÓN
Con la información disponible, junto con la experiencia descrita en el caso, es posible plantear que las intervenciones en los estilos de vida representan un foco terapéutico poderoso para sumar al tratamiento en niños con trastornos del neurodesarrollo. Para poder incorporar esta herramienta, es fundamental que los profesionales involucrados en el tratamiento de estos pacientes, en especial los neurólogos y psiquiatras, incorporen en su formación conceptos de medicina del estilo de vida.
Contribuciones de Autoría: El autor participó en la idea original, diseño, recolección e interpretación de datos, análisis de resultados y preparación del manuscrito del presente trabajo.
Financiamiento: Autofinanciado
Conflictos de intereses: El autor declara no tener conflictos de intereses.
Recibido: 18 de Setiembre 2021
Aprobado: 4 de Noviembre 2021
Correspondencia: Jonathan Velásquez Toro
Dirección: 55 oriente 2069, Talca, Chile
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