Revista Biotempo: ISSN Versión Impresa: 1992-2159; ISSN Versión electrónica: 2519-5697 Santacruz et al.
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El índice viviendas con perros en las diversas zonas del
distrito uctúan entre 33% y 76%, con una media
poblacional de 53%, que si comparamos con el estudio
realizado décadas atrás era de un 43% para el distrito
de Miraores, Lima, Perú y 57% a nivel de Lima
Metropolitana (Malaga, 1973), permitiéndonos apreciar
cambios signicativos en ambos índices, cifra que puede
ser asociada al incremento de viviendas, incremento en la
población humana y mejor estado socioeconómico. En el
distrito de San Martin de Porres el 58% de las casas poseen
perros (Arauco, 2014), en Jardines de Manchay el 78%
(Malaga et al., 2014) y en Ventanilla el 62% (Rendón,
2016) por lo que es probable que los distritos de menor
poder adquisitivo tendrían los índices más elevados, no
siendo exclusivo de Lima pues en Managua, Nicaragua se
registró un índice del 70% (López, 2017); caso contrario
a lo encontrado en Santiago de solo un 20% (Morales
et al., 1993), este último posiblemente debido al poco
espacio y desautorización para la crianza de perros.
La tenencia de canes ha ido cambiando a través de los
años, en la actualidad la más frecuente, es de 1 perro por
vivienda con un 42,50%, siendo mayor al histórico de
Lima Metropolitana que era de solo un 27,28% (Malaga,
1973), evidenciando que actualmente los habitantes de
Miraores tienen mayor anidad a tener solo una mascota
a razón de la creciente proliferación de departamentos
y a la disminución de espacio para criar mascotas; esta
relación también se halló en San Martin de Porres con
un 54% de un perro en el domicilio (Arauco, 2014) o en
Santiago (Morales et al., 1993). En este último el 16,70%
poseía un solo perro.
Se determinó además que por cada vivienda habría un
promedio de 1,25 perros, índice que en comparación a
la referencia usada de Lima Metropolitana fue de 0,43
(Malaga, 1973) y Santiago de Chile 0,25 (Morales et al.,
1993) entonces se conrmaría que a través de los años
existe una creciente demanda por criar perros como
mascota de compañía, otros estudios como el de San
Borja (Consuelo, 2017) y San Martin de Porres (Arauco,
2014) arrojaron 1,4 y 1,6, respectivamente, regiones más
urbano-marginales, como Jardines de Manchay (Malaga
et al., 2014) esta media fue de 1,33; en otras regiones
como en Viña del Mar, Chile (Morales et al., 2009), el
índice se calcula en 0,95 perros promedio por vivienda.
El promedio de edad en los perros tanto hembras como
machos es de 4,88 y 4,80 años, respectivamente; con un
promedio de 4,83 años, variable que antes eran de 2,77 y
2,64 en sus edades respectivas con un promedio general
de 2,64 años (Malaga, 1973), demostrándose así un
aumento en el promedio de edad de los animales en los
últimos 40 años; la media en edad de otras poblaciones
como en Ventanilla con 4,21 (Rendón, 2016), San Borja
4,26 (Consuelo, 2017), Comas con 3,05 (Soriano,
2013), Viña del mar, Chile (Morales et al., 2009) con
4,58, Santiago (Morales et al., 1993) con 3,65, muestran
cifras similares al hallado en el distrito de Miraores,
con excepción de San Martin de Porres con 2,7 años en
promedio de su población canina (Arauco, 2014).
En rasgos generales el sexo de los canes representado en la
pirámide tendería a ser ligeramente mayor en machos que
en hembras, ya que dicha población de hembras posee un
aumento en el volumen demográco de los primeros años
de vida , cambiando esta situación al pasar los 5 años de
edad, lo cual se puede deber a su cercanía al promedio
de edad y su predilección masculina. Mientras que, en el
nivel inferior de la pirámide, se observa una estreches en
menores de 1 año donde se presume una adquisición de
cachorros foráneos al distrito, siendo esta la predilecta por
los vecinos miraorinos.
Según el sexo hallamos una relación de 1,06 machos por
cada hembra, representando el 51,4 % y 48,6 % de los
casos respectivamente; en otros estudios poblacionales, la
cantidad de machos usualmente tiende a ser mayor que
la de hembras, registros recopilados demostrarían dicha
armación, Comas 56,6% con un índice del 1,31:1
(Soriano, 2013), San Martin de Porres 56,6% (Arauco,
2014), Ventanilla 59,2%, índice (1,46:1) (Rendón,
2016), Los Olivos (Ochoa, 2012) 59%, no obstante
dichos datos están muy por encima al encontrado en
Lima Metropolitana con una proporción de 71,46%
de los machos registrados y un índice de masculinidad
del (2,49:1) (Malaga, 1973), demostrando una vez más
que la conguración de las poblaciones caninas a través
del tiempo tiende a variar, en nuestro caso siendo casi
equivalente a la población de hembras, lo que podría
signicar una mayor estimación hacia las hembras, esto
gracias al control reproductivo, tenencia responsable y
disminución de perros ambulantes.
La raza del perro para algunos habitantes es un factor
fundamental en cuanto a la adquisición de uno, no siendo
imprescindible en todos los casos; datos recopilados de
San Borja denotan la proporción de mestizos/cruzados
del 79,6%, (Consuelo, 2017), San Martin De Porres
con 54,1% (Arauco, 2014), Viña del Mar registra 64,7
(Morales et al., 2009), Ecuador con 83,50 % (Maldonado,
2013), Santiago de Cali con 47,4% de criollos (Santafé,
2004); mientras que Lima Metropolitana en los 70s tenía
un 81,27% de razas mestizas. En este estudio se pudo