Microbiological, chemical and ecotoxicological quality of waters used for irrigation
95
su parte, indujeron una estimulación del crecimiento
de las raíces hasta 50 % y se observó inhibición a partir
de éste. Para todos los casos el efecto inhibitorio más
relevante se evidenció a las concentraciones de 75 % y 100
%. De lo anteriormente expuesto se deduce que para el
bioensayo de A. cepa, las muestras de agua analizadas son
totóxicas a concentraciones superiores al 25 % en el caso
del punto 1, mientras que las muestras correspondientes
a los puntos 2 y 3 manifestaron su totoxicidad a partir
del 75 %.
El ensayo utilizado es de toxicidad de corta duración
por lo que en ensayos de toxicidad subcrónicos y crónica
pudieran obtenerse otros resultados (Radić et al., 2010:
Braga & López, 2014; Cabuga Jr et al., 2017). Una
sustancia con propiedades toxicas puede serlo para
un tipo de organismo pero no para otro, dependiendo
con que compuestos de la célula interactúa, por ello, se
considera que tres es el mínimo de especies con las que
se debe evaluar la toxicidad de una muestra (Alegre et al.,
2018). En la presente investigación sólo se usó una especie
por lo que se recomienda realizar bioensayos incluyendo
especies de otros niveles trácos.
También resalta que la muestra 1 a pesar de presentar
inhibición a partir del 50 %, de igual forma presentó
mayor promedio de elongación de sus raíces en las
concentraciones de 25 % y 5 % al comparar con las otras
muestras. En relación con lo anteriormente planteado este
comportamiento se debe a la incorporación permanente
que recibe, éste punto, de aguas residuales por lo que el
efecto de los nutrientes disueltos en el agua, enmascaran
el efecto de los contaminantes totóxicos presentes
en su composición y cuyo efecto se hace evidente al
disminuir la carga orgánica por el proceso de la dilución.
Sin embargo, ninguno de los valores por sí solo podría
explicar el comportamiento complejo de los resultados de
los bioensayos, sino que más bien debe entenderse como
una serie de procesos toxicocinéticos que involucran
reacciones de sinergia, en los que se potencian los
efectos individuales y antagonismos en los que ocurre
lo contrario, el efecto individual es modicado por los
efectos de los otros tóxicos presentes que pudieran no ser
detectados por este bioensayo (Gaete et al., 2003).
Fiskesjö (1995) indica que cuando un bulbo de cebolla
(A. cepa) se rehidrata se produce una estimulación del
crecimiento de las células, lo cual permite la elongación
de las raíces de la planta (Restrepo-Manrique et al.,
2011; Braga & López, 2014). Sin embargo, cuando la
hidratación se lleva a cabo en presencia de sustancias
tóxicas, la división celular de los meristemos radiculares
puede inhibirse, ya sea retardando el proceso de mitosis
o destruyendo las células (Restrepo-Manrique et al.,
2011; Arya & Mukherjee, 2014; Firbas & Amon, 2014;
Babatunde & Anabuike, 2015). Este tipo de alteraciones
generalmente impide el crecimiento normal de la raíz,
y por tanto su elongación (Arya & Mukherjee, 2014;
Onwuamah et al., 2014). Otros autores han mostrado en
la literatura que el A. cepa, es una herramienta que no solo
permite evaluar la toxicidad, también la mutagenicidad,
genotoxicidad y citotoxicidad en euentes reconocidos
por estas características (Castillo, 2004; Arya &
Mukherjee, 2014; Firbas & Amon, 2014; Babatunde &
Anabuike, 2015).
La actividad tóxica, ya sea directamente o indirectamente,
a través de la interferencia con el equilibrio de las
comunidades naturales (Braga & López, 2014),
puede llegar a representar incluso, en determinadas
circunstancias, un riesgo relevante para las poblaciones
humanas.
A la vista de los resultados presentados, podemos comentar
que los mismos, aportan varios elementos signicativos,
el primero de ellos es que aún con concentraciones de
especies químicas consideradas fuera de los LMA, en las
muestras estudiadas, según las normas de referencias,
también se detectaron efectos totóxicos en A. cepa por
lo que la sensibilidad de este ensayo es lo sucientemente
alta para identicar la toxicidad de las aguas evaluadas
(Restrepo-Manrique et al., 2011; Klauck et al., 2013;
Pathiratne et al., 2015; Cabuga Jr et al., 2017; Lerda,
2017). Los resultados obtenidos pueden ser extrapolados
a otras especies, incluso el hombre, pues este ensayo se
ha comparado con otros sistemas obteniéndose resultados
similares (Fiskesjö, 1995). El segundo elemento a
tener en cuenta es la factibilidad de acoplar al ensayo
determinaciones químicas y microbiológicas para una
caracterización ambiental más integral, brindándose así
una información importantísima para la gestión de aguas
residuales utilizadas para regadío.
Teniendo en cuenta que las aguas investigadas, son
empleadas en el riego agrícola en el Valle del Yabú,
debemos señalar que los indicadores hasta aquí obtenidos,
demuestran que estas aguas tienen mala calidad según la
NC 27:2012 y afectan la elongación radicular. Información
que también debe ser considerada por las autoridades
sanitarias y el Ministerio de la Agricultura (MINAG).
Se concluye, que las aguas utilizadas en el Valle del Yabú
no son aptas para el riego agrícola, desde el punto de
vista sanitario, en especial donde existan cultivos que
se consuman crudos. Las aguas utilizadas para el riego
en dicho valle muestran valores de amoniaco y nitrito