Ornitocenosis a Cuba
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INTRODUCCIÓN
Debido al elevado número de especies que pueden
coexistir, así como su relativamente fácil identicación
en el campo, las aves son empleadas como un grupo
indicador de biodiversidad y de salud de los ecosistemas
(González et al., 2017).
Los Bosques Secos Estacionales del Neotrópico, se
distribuyen ampliamente en América Latina y el Caribe,
y poseen importantes niveles de riqueza y endemismo
de especies. No obstante, actualmente son pocos los
trabajos enfocados a evaluar los patrones de diversidad
y las relaciones ecológicas entre la avifauna presente en
estos bosques (Prieto et al., 2019). Sin embargo, varios
investigadores cubanos han dedicado sus esfuerzos hacia
el conocimiento de la composición general y evaluación
de la avifauna de las comunidades de aves; en particular,
aquellas que habitan en el ecosistema de bosque. Entre
ellos se encuentran: Berovides et al. (1982), González
(1982), Acosta et al. (1984), Acosta & Berovides (1984),
Acosta et al. (1988) y Garrido (1990), citados por Sánchez
et al. (2003), Hernández (2010), Cué et al. (2015) y
Parada et al. (2015).
Las aves representan la clase de vertebrados terrestres más
diversa y constituyen un grupo de gran importancia en
los ecosistemas como parte de las redes trócas; además
de su papel como dispersores de semillas, polinizadores de
plantas, controladores de poblaciones de invertebrados y
otros (González et al., 2017; Armiñana & Banasco, 2019;
Prieto et al., 2019).
En el mundo se han registrado alrededor de 9.800
especies de aves (Madrid & Cruzado, 2017), y en
Cuba se han constatado 397, incluidas en 71 familias y
agrupadas en 26 órdenes, de los cuales los más diversos
son Passeriformes, Charadriiformes y Anseriformes. Del
total de especies, 280 se consideran comunes, algunas son
especies exóticas naturalizadas y el resto son muy raras
u ocasionales; el 70 % de las especies son migratorias
(Garrido & Kirkconnell, 2000; Aguilar, 2010) y de
manera general en la avifauna cubana están representadas
alrededor del 50 % de las especies registradas para las
Antillas.
Toda la región caribeña es una zona de alta biodiversidad
(“hotspot”), dado que aproximadamente una de cada
cuatro especies de aves de la región son exclusivas de ella
y Cuba no es una excepción; de hecho, todo el territorio
nacional cubano, está considerado como Área Importante
para las Aves a nivel internacional (Naranjo et al., 1992;
Sttatereld et al., 1998).
Según el Libro Rojo de los Vertebrados de Cuba
(González et al., 2012), 30 especies (8 % del total) están
amenazadas, y están incluidas algunas especies migratorias
que han visto reducidas sus áreas de cría en Norteamérica
(Terborgh, 1992; González et al., 2012).
Según Baillie et al. (2004), la explotación irracional de
los recursos naturales, la fragmentación de los hábitats
y las prácticas inadecuadas en el sector productivo, han
provocado la reducción de los ecosistemas naturales, con
la consecuente extinción o disminución de poblaciones
de muchas especies de aves. De las 9.917 especies
de aves evaluadas por la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN), 12 % han sido
categorizadas como amenazadas.
Si bien la ornitología cubana es una de las ramas zoológicas
mejor estudiada, aún existen vacíos en especies y zonas
de Cuba (Mugica et al., 2006). Según Wiley (2000),
muchos especialistas de diferentes instituciones cubanas
se han dedicado al estudio de este grupo zoológico,
lo que ha creado gran número de publicaciones; sin
embargo, muchas de estas contribuciones constituyen
listas de especies (e. g. Alayón, 1987; Alayón & Posada,
1987; Rodríguez & García, 1987; Sánchez et al., 1992;
Acosta & Mugica, 1988; Kirwan & Kirkconnell, 2002;
Hechavarría et al., 2010), por citar algunos ejemplos.
Se concuerda con Gonzáles et al. (2017), que para realizar
un muestreo de aves se han propuesto diferentes métodos,
entre los cuales se destacan el de parcela circular (Hutto et al.,
1986), el de conteo en transectos (Blondel, 1969; Emlen,
1971), el censo por pareja reproductora (Ralph et al., 1993),
y el de captura con redes ornitológicas (Ralph et al., 1993).
De estos, se han publicado varios manuales donde se detallan
sus características, así como las ventajas y desventajas de los
diferentes métodos (Ralph & Scott, 1981; Ralph et al.,
1993; Wunderle & Waide (1993); Pinilla, 2000; Caycedo
Rosales et al., 2013). La selección de estos dependerá de los
objetivos del estudio y las características del hábitat y de la
especie (e. g. tipo y densidad de la vegetación) que inuyen
sobre la detección de las especies.
L
os transectos son técnicas que se realizan a lo largo de
una línea de muestreo y pueden presentar variantes tales
como puntos o bandas a ambos lados de la línea. Cuando
se emplean los puntos en transecto, las observaciones se
realizan en un punto denido, desde el cual se registran
los individuos y la distancia a la que son detectados. Para
esto se estiman franjas de distancias concéntricas alrededor
del observador. En este caso se asume que no existe
inmigración dentro del área durante los conteos, con el n
de evitar sobreestimaciones de la densidad
(Emlen, 1971).