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doi:10.31381/biotempo.v17i1.2991
ISSN Versión impresa: 1992-2159; ISSN Versión electrónica: 2519-5697
Biotempo, 2020, 17(1), jan-jul.: 47-59.
ORIGINAL ARTICLE / ARTÍCULO ORIGINAL
ONTOLOGICAL PERSPECTIVES ON FORESTS
PERSPECTIVAS ONTOLÓGICAS SOBRE LOS BOSQUES
Rodrigo Arce-Rojas1,*
1 Maestría de Ecología y Gestión Ambiental de la Escuela de Posgrado de la Universidad Ricardo Palma, Lima, Perú.
E-mail: rarcerojas@yahoo.es
*Corresponding author: rarcerojas@yahoo.es
ABSTRACT
is article on ontological perspectives on forests seeks to contribute to the development of a forest ontology that will
make it possible to examine and strengthen the theoretical, political, institutional, legal, educational and technical
framework of the forest sciences and to review the relationship with forests, which to date is strongly anthropocentric. It
is concluded that the con uence of positivist science, hegemonic economy and politics, reinforced by forestry education
and communication, is leading to the institutionalized hegemonic approach of the ontology of the forest and the human
being. Even sustainable development is not an accurate proposal as long as it maintains the essence of its economic
orientation and its instrumental relationship with nature and forests. In this separation, forests are reduced to providers
of renewable natural resources, natural capital or goods and services oriented towards economic growth. Although there
are interesting advances in relation to sustainable forest management proposals, it can still be conceived as a process
and not a goal. Although it is still possible to  nd manifestations of a relational ontology in indigenous peoples, there is
worrying evidence of its replacement by a disjunctive ontology.  e knowledge of forest ontology invites to review the
relationship with forests and the need to incorporate a socio-ecosystemic vision of forests and a close interrelation with
forest ethics in a biocentric perspective.
Key words: Complexity – forests – forest philosophy – forest ontology – socioecosystems
RESUMEN
El presente artículo sobre perspectivas ontológicas de los bosques busca contribuir al desarrollo de una ontología
forestal que permita examinar y fortalecer el marco teórico, político, institucional, legal, educativo y técnico de las
ciencias forestales y revisar la relación con los bosques que a la fecha es fuertemente antropocéntrica. Se concluye que
la con uencia de la ciencia positivista, la economía hegemónica y la política, reforzados por la educación forestal y la
comunicación, están llevando a que la ontología disyuntiva entre el bosque y el ser humano se constituya en el enfoque
hegemónico institucionalizado. Ni siquiera el desarrollo sostenible constituye una propuesta certera en tanto mantiene
la esencia de su orientación economicista y su relación instrumental de la naturaleza y de los bosques. En esta separación
los bosques son reducidos a proveedores de recursos naturales renovables, capital natural o bienes y servicios orientados al
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crecimiento económico. Aunque hay interesantes avances en relación a propuestas de manejo forestal sostenible todavía
puede ser concebido como un proceso y no una meta. Aunque todavía en los pueblos indígenas es posible encontrar
manifestaciones de una ontología relacional hay preocupantes evidencias de su reemplazo por una ontología disyuntiva.
El conocimiento de la ontología forestal invita a revisar la relación con los bosques y la necesidad de incorporar una visión
socioecosistémica de los bosques y una estrecha interrelación con la ética forestal en perspectiva biocéntrica.
Palabras clave: Bosques - complejidad - losofía forestal - ontología forestal – socioecosistemas
INTRODUCCIÓN
La ontología hace alusión al estudio del ser en general, la
existencia y sus propiedades (Fraile, 2000, p.974). Reere
a lo que es el mundo, lo real y la vida (Escobar, 2014, p.13).
Se ocupa de reexionar acerca de las concepciones de la
realidad (entidades) y los modos esenciales de existencia
de las cosas, sus relaciones y sus características (Posada,
2014, p.72). Dentro de estas entidades, se pueden citar
a los objetos, las cosas, las personas, los conceptos y las
ideas, entre otras (Molleja, 2019, p.3). La ontología es
la ciencia aplicable a la totalidad de la realidad: la que
estudia los rasgos más generales de cada modo del ser y
el devenir (Mahner & Bunge, 2000, p. 17; Barrera de la
Torre, 2017). Desde una perspectiva de la losofía del
movimiento cobra especial relevancia el concepto de
devenir a partir del cual se reconoce el papel constructivo
y creador del tiempo (Maldonado, 2014, p.34).
Para algunos lósofos la ontología es la ciencia “de lo
que es”, para otros “de lo que hay” (Vélez, 2015, p. 300).
Trownsell (2013, p.27, citado por Carrillo, 2016) concibe
la ontología como la vinculación entre el yo y el todo
como separada (ontología disyuntiva) o interconectada
(ontología de la continuidad).
Schober & Ceusters (2006, p. 60, citado por Vélez, 2015,
p.315) sostienen que es necesario distinguir tres niveles
de entidades que se encuentran en cualquier ontología:
Realidad (objetos), pensamiento (conceptos) y el lenguaje
(los términos). Desde una perspectiva sartreana la
ontología, la acción y la verdad deben ser pensadas en forma
interrelacionada (Cladakis, 2015, p.11). Asimismo, es
posible establecer una relación estrecha entre la ontología
y la hermenéutica (interpretación) (Beuchot, 2008). En
buena cuenta toda ontología o visión del mundo crea
una forma particular de pensar, sentir y hacer (Escobar,
2014, p.13). A través de las prácticas las ontologías crean
verdaderos mundos (Escobar, 2014, p.58).
Desde el campo de la inteligencia articial (Web
semántica) la ontología reere a los tipos y estructuras
de los objetos, propiedades, comportamientos, eventos,
procesos y relaciones referidas a un área de la realidad
(llamada dominio) (Smith en Schold, 2005, citado por
Fernández, 2015, p. 32). Se dice también que “una
ontología es una representación formal del conocimiento
donde los conceptos, las relaciones y las restricciones
conceptuales son explicitadas mediante formalismos en
un determinado dominio” (Arano, 2003). En el mismo
sentido García (2005, p.226) señala que “Una ontología
es una taxonomía de conceptos con atributos y relaciones
que proporciona un vocabulario consensuado para
denir redes semánticas de unidades de información
interrelacionadas
La ontología se reere a aquellas premisas que los diversos
grupos sociales mantienen sobre las entidades “realmente
existentes” (Escobar, 2014, p.57). En tanto actualmente
desde la losofía de la ciencia no hay separación radical
entre ontología y ciencia, en la investigación ontológica
es posible imaginar estructuras posibles de la realidad
sustentada con bases cientícas o criterios sociales,
estéticos o políticos (Martínez FJ, 2009, pp.43-44).
La realidad es un tema de amplia discusión losóca.
Aunque existen varias posiciones sobre la realidad en
el presente artículo interesan las posiciones losócas
realistas (el objeto existe independientemente del
observador) e idealistas (la realidad es siempre construida
por el observador) (Padrón, 2007). La gura 1 muestra
las diversas posiciones sobre la realidad. Es interesante
anotar que desde la perspectiva de las ciencias de la
complejidad la realidad no es determinista lo que quiere
decir que se adopta la perspectiva de la realidad que se
concentra en la no-linealidad y por tanto cada problema
posee siempre más de una solución posible (Maldonado,
2009, 2011).
La ontología de los bosques ha sido hasta ahora un tema
poco tratado desde las ciencias forestales en tanto se ha
entendido que este análisis correspondería a otras áreas
del conocimiento tales como la losofía o la propia
Ontological perspectives on forests
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ontología. No obstante, el entendimiento del marco
epistemológico y ontológico de las ciencias forestales es
fundamental para explicar la política, la educación, la
administración y la práctica de los usuarios forestales.
En tal sentido, el presente artículo sobre perspectivas
ontológicas de los bosques busca contribuir al desarrollo
de una ontología forestal que permita examinar y
fortalecer el marco teórico, político, institucional, legal,
educativo y técnico de las ciencias forestales. Esta tarea
se hace más necesaria ahora que desde las ciencias de la
complejidad se difumina la falsa separación entre ciencias
naturales y ciencias sociales y la separación entre ciencia
y losofía.
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio se ubica dentro de una perspectiva de ontología
aplicada que considera a la ontología como «sistemas de
organización del conocimiento» que tratan de “representar
tanto información genérica como información concreta
de un campo de estudio determinado (Sánchez et al
2007, p.564, citado por Vélez, 2015, p.313).
Reconocidos los bosques como un dominio de la
realidad es necesario focalizar o limitar el número de
conceptos que sean sucientes y relevantes para crear una
abstracción mental del fenómeno en torno a un diseño y
propósito especíco (Gruber, 1993; Barchini & Álvarez,
2011, citado por Fernández, 2015, p. 32). Luego es
necesario establecer la relación entre los bosques (objeto),
lo que se piensa de los bosques y el lenguaje que se usa
para describirlo.
Para efectos del estudio de la ontología de los bosques se
va a usar tres categorías básicas: i) Lo que se exige (desde
REALISMO FILOSÓFICO
Cierta realidad existe
independientemente de
nosotros pero puede ser
conocida por nosotros.
NOMINALISMO
Niega la existencia de esa
cierta realidad
IDEALISMO
Acepta su existencia pero
niega su independencia
respecto de nosotros
ESCEPTICISMO
Acepta tanto su existencia
como independencia
pero niega que pueda ser
conocida por nosotros
Posiciones
losócas sobre la
realidad
Figura 1. Diversas posiciones losócas sobre la realidad. Fuente: Castro (2019, p.1)
la Política y legislación forestal y de fauna silvestre), ii) Lo
que se piensa (producto de la inuencia de la educación
forestal y lo que los medios de comunicación difunden
como signicados sobre los bosques, y iii) Lo que se
dice (lo que se expresa como lenguaje a través de textos,
discursos y narrativas). En el modelo simplicado estas
categorías contribuyen a la conguración de la cultura.
Cultura y ontología aunque no son las mismas categorías
están estrechamente interrelacionadas. Como señala
Acevedo (2014, p.267) la ontología no puede concebirse
de manera estática por eso es necesario incluir una
perspectiva espacio-temporal, es decir la historicidad, el
devenir, el movimiento y el contexto. La gura 2 graca
el modelo seguido para el estudio de la ontología forestal.
Para efectos de sustentar una ontología forestal se
procederá a una discusión conceptual de los bosques
desde diversas perspectivas, se analizará lo que se exige, lo
que se piensa y lo que se dice. En tanto hay una estrecha
interrelación entre ontología y cultura se procederá a
conceptualizar la cultura. Se realiza una discusión de
síntesis y nalmente se extraen conclusiones.
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estos sistemas complejos adaptativos son estrictamente
biofísicos (ontología disyuntiva) o incluyen al ser humano
(ontología relacional). Esta última perspectiva remite al
concepto de bosques como socioecosistemas (Le, 2007;
Di Salvo et al., 2009; Martínez JE, 2009).
LO QUE SE EXIGE: LA POLÍTICA Y LEGISLACIÓN
FORESTAL Y DE FAUNA SILVESTRE
Tomando prestado las categorías de lo instituido (la
política elaborada desde los gobiernos) e instituyente (la
política promovida desde los movimientos sociales) de
Castoriadis (1983) se analiza la política y la legislación
forestal y de fauna silvestre en tanto desde una perspectiva
de Estado de Derecho se busca que sea el marco ocial
a partir del cual se organizan los paradigmas, las ideas,
los signicados en discursos y narrativas. La política y la
legislación forestal y de fauna silvestre es lo que en buena
cuenta constituye el lenguaje o vocabulario a partir del
cual una comunidad (nacional, regional, local) debe
implementar sus prácticas. La política y la legislación
forestal y de fauna silvestre pretenden ser únicas para
el país. Su legitimación social parte de un proceso de
construcción participativa más allá que algunos sectores
cuestionen el proceso mismo de participación. El proceso
de construcción de un lenguaje ocial en el país no está
desligado de las inuencias de organismos internacionales
vinculadas al quehacer forestal y ambiental. Lo instituido
por tanto constituye una manera impuesta de percibir a
los bosques.
El estudio toma como punto de partida el caso peruano
no obstante se hace revisión de literatura usando el Google
Académico de un amplio rango de países para sustentar
las diversas ontologías respecto a los bosques.
RESULTADOS
LOS BOSQUES
Hablar de ontologías de los bosques supone reconocer
las diversas formas cómo los grupos humanos se
interrelacionan con los bosques en un contexto espacio-
temporal y reconocen su carácter existencial. Signica por
tanto explorar las diversas creencias, narrativas y sentidos
de estos grupos respecto a los bosques considerando el rol
de la echa del tiempo (Mendoza, 2019, p.93).
Desde la perspectiva de los sistemas complejos
adaptativos los bosques están constituidos por múltiples
y variados elementos que se encuentran en interacción,
son interdependientes y son interdenibles. Constituyen
un sistema autoorganizado y presentan propiedades
emergentes. Como sistema abierto presentan dinámicas
no lineales tanto al interior del sistema como en su entorno
(Milton, 1997). Implica que los bosques, contrario a la
creencia de sistemas en equilibrio, se encuentran alejados
del equilibrio y eso es lo que precisamente les permite
capacidad de aprendizaje y de evolución (Gudynas,
2002, p.29). Dependiendo de la perspectiva ontológica
Figura 2. Modelo para el estudio de la ontología de los bosques.
Historicidad, devenir
(flecha del tiempo),
movimiento,
contexto.
Política y legislación
forestal y de fauna
silvestre
La educación
La comunicación
El lenguaje
(Textos, discursos y
narrativas)
Ontological perspectives on forests
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Se revisa las deniciones de bosques en el marco nacional
peruano y en el marco internacional.
Deniciones de bosques en el Reglamento para la
Gestión Forestal (D.S. N° 018-2015-Ministerio de
Agricultura y Riego MINAGRI (SERFOR, 2015).
Bosque. Ecosistema en que predominan especies arbóreas
en cualquier estado de desarrollo, cuya cobertura de copa
supera el 10% en condiciones áridas o semiáridas o el
25% en circunstancias más favorables.
Bosque primario. Bosque con vegetación original
caracterizado por la abundancia de árboles maduros
con especies del dosel superior o dominante, que ha
evolucionado de manera natural. Bosque secundario.
Bosque de carácter sucesional, surgido como proceso
de recuperación natural de áreas en las cuales el bosque
primario fue retirado como consecuencia de actividades
humanas o por causas naturales.
Denición de bosque según la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO):
Tierra que se extiende por más de 0,5 has dotada de
árboles de una altura superior a 5 m una cubierta de dosel
superior al 10 por ciento, o de árboles capaces de alcanzar
esta altura in situ. No incluye la tierra sometida a un uso
predominantemente agrícola o urbano (FAO, 2010).
Como se puede apreciar en las deniciones los bosques
son reconocidos por su carácter natural y se alude más bien
a características que deben cumplir para ser considerados
como tales. El enfoque que está detrás de esta concepción
tiene que ver con el hecho de considerar a los bosques
como un recurso, es decir en función a su rol como
proveedores de bienes y servicios para ser considerados en
la economía y así satisfacer necesidades humanas.
El enfoque ontológico hegemónico que se traduce en el
marco político y legal de los bosques puede ser reconocido
como una ontología disyuntiva que separa al ser humano
de los bosques y se enmarca en una concepción unicada
y acabada del mundo a partir de una visión capitalista,
racionalista, liberal, secular, patriarcal (Escobar, 2016,
p.15).
Tanto la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre y
la Ley Forestal y de Fauna Silvestres y sus Reglamentos se
enmarcan en el enfoque de bosques como recursos para
la satisfacción de necesidades humanas y el desarrollo del
país (FAO & SERFOR, 2017). En la misma, dirección
el Plan Nacional de Competitividad y Productividad
(Decreto Supremo N° 237-2019- Ministerio de Economía
y Finanzas - EF) refuerza el enfoque de ver a los bosques
como canasta de recursos en tanto “la política incorpora
esfuerzos orientados a la promoción de aquellos modelos
de negocios basados en el aprovechamiento rentable y
sostenible de los productos de la biodiversidad” (MEF,
2019).
LO QUE SE PIENSA: LA EDUCACIÓN FORESTAL
Y LA COMUNICACIÓN
La categoría “Lo que se piensa” no solo está referida a
una operación intelectual sino que reconoce la estrecha
interrelación entre lo que se cree-lo que se piensa-lo que
se siente-lo que se dice y lo que se hace. En tal sentido es
una perspectiva compleja del pensamiento.
La educación forestal en el Perú generalmente se inscribe
en el marco de la ontología disyuntiva que separa el
ser humano de los bosques. Ello se explica porque la
educación forestal se inscribe en la propuesta de la
ciencia positivista cuyas características fundamentales son
racionalista, objetivista, determinista, mecanicista, lineal
(Arce, 2014, 2019a,b,c).
Los mensajes emitidos desde los medios de comunicación
social actúan como cajas de resonancia de la ontología
disyuntiva en tanto transmiten los enfoques desde los
grupos de poder político-económico y se acomodan a
la legitimidad que les brinda el enfoque disyuntivo de
la tecno-ciencia. Aunque en las redes sociales todavía
prima el enfoque disyuntivo existe, una gran emergencia
de discursos alternativos –aunque no necesariamente
los argumentos estén plenamente elaborados– existen
elementos que lo cuestionan y dan pie para otras
ontologías.
LO QUE SE DICE: EL LENGUAJE
Los bosques reciben diferentes nombres tales como
monte alto, monte virgen, monte secundario, montaña,
selva, entre otros. No existe claridad sobre las diferencias
entre los términos selva y bosque pues en algunos casos
se presentan como sinónimos y en otros casos el concepto
selva algunas veces hace referencia a áreas geográcas
y en otros casos alude a biomas (MINAM, 2015). La
materia denominada silvicultura es la ciencia de cultivo
de las selvas haciendo referencia a los bosques. D. Ricaldi
(comunicación personal, 3 de marzo de 2020) maniesta
que selva no es término que pueda ser equiparable con
bosque.
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A nivel internacional se usan una diversidad de términos
equivalentes a bosque como tierra forestal, tierras boscosas,
otras tierras boscosas, bosque antiguo, bosque semi-
natural, entre otros (FAO y el Panel Intergubernamental
de Cambio Climático - IPCC, 2002). Por tal razón
FAO ha promovido una denición internacional como
se anotó líneas arriba. Existe un término especíco
diversidad biológica forestal que alude a la diversidad de
genes, especies y ecosistemas que existen en un bosque.
Este es un concepto más técnico y en el lenguaje de los
involucrados no es usado salvo en reuniones especícas
cuando se trata de biodiversidad.
En la publicación “El Perú de los bosques” publicado por
el Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Agricultura
(2011, p.6) se señala que:
Los bosques son complejos ecosistemas de seres vivos
que incluyen microorganismos, vegetales y animales que
se inuencian mutuamente y se subordinan al ambiente
dominante de unos árboles que se extienden en áreas
mayores a media hectárea, superan (o pueden superar)
los dos metros de altura y tienen una cubierta de más del
10% del área que ocupan.
Raticando la concepción biofísica FAO y el Servicio
Nacional Forestal y de Fauna Silvestre - SERFOR (2017,
p.19) señala que el bosque “comprende de manera
integral el suelo, agua, plantas, fauna silvestre y los
microorganismos que conforman espacios con capacidad
funcional autosostenible para brindar bienes y servicios”.
El Mapa nacional de cobertura vegetal publicado por el
Ministerio del Ambiente – MINAM (2015), tomando en
cuenta los parámetros de Región natural, Macroprovincia
de humedad, Formación Vegetal y Tipo de cobertura
vegetal, presenta los diversos tipos de bosques tales como
Bosques de Llanura, Bosques de Terrazas, Bosques de
Colinas, Bosques de Montañas, Bosques Secos, entre otros.
Un equivalente se encuentra en el Mapa Nacional de
Ecosistemas del Perú publicado por MINAM (2018). Esta
terminología es utilizada especícamente por los técnicos
especialistas. Es interesante anotar que en la terminología
local hay denominaciones especícas para los diversos tipos
de bosques como por ejemplo aguajal, tahuampa, yarinal,
chamizal, entre otros (Kalliola et al., 1998).
Dependiendo de las características de las personas o
grupos interesados los bosques pueden existir en función
a bienes o servicios especícos, especies o ecosistemas
totalizadores. No obstante la perspectiva sistémica puede
estar enfocada a la dimensión natural o a la dimensión
socioecosistémica (García & Denegri, 2016). En esta
última dimensión “los socio-ecosistemas serían una
totalidad en constante movimiento y transformación
basada en la relación interdependiente de todos sus
componentes no exenta de contradicción y dependencia
de todas sus partes contribuyendo así a la superación de la
misma totalidad” (Ortega et al., 2014, p.126).
Los bosques también pueden ser reconocidos por diversas
perspectivas: i) Bosques vistos como producto o servicio
especíco (por ejemplo madera o carbono), ii) Bosques
vistos como productos o servicios especícos (por ejemplo
extracción de pocas especies de madera comercial),
iii) Bosques como ecosistema forestal, y iv) Bosques
como paisaje o territorio. Las opciones i y ii tienen un
enfoque más comercial, el enfoque iii obedece a una
perspectiva más conservacionista o del llamado manejo
forestal sostenible, y el enfoque iv está más cercano a la
concepción indígena amazónica de territorio en el cual
se incluyen a los bosques, cuerpos de agua y entidades
espirituales.
Desde el punto de vista del grado de conservación o
transformación de los bosques pueden ser reconocidos
como i) bosques primarios, bosques vírgenes o monte
alto; y ii) bosques secundarios, bosques residuales; y
iii) plantaciones agroforestales. En esta clasicación las
áreas deforestadas son reconocidas técnicamente como
no-bosques. Esta clasicación que estaría aludiendo a
bosques intactos y a bosques con diferentes grados de
transformación antrópica presenta objeciones porque no
en todos los casos existen bosques prístinos y obedecen
más bien a diversos procesos de intervención humana
que conguran paisajes. Es lo que Diegues (2000) ha
denominado el mito de la naturaleza intocada.
El reconocimiento del carácter de la existencia de los
bosques también está inuenciado por la perspectiva
humana, por ejemplo para un agricultor “agrarista” los
bosques altos o remanentes son vistos como potenciales
áreas de expansión agro-pecuaria (Anda et al., 2017)
mientras que para los mineros los bosques constituyen el
primer obstáculo a superar para llegar al suelo y subsuelo
para la extracción legal o ilegal de los minerales. Se podría
armar por tanto que para los mineros “los bosques no
existen”. Para los interesados en promover inversiones
de agronegocios, negocios basados en la explotación de
recursos naturales no renovables en la Amazonía los
bosques tampoco “existen”.
El Capítulo Forestal del Colegio Departamental de Lima
del Colegio de Ingenieros de Perú menciona que es su
interés movilizar el recurso forestal para generar bienes y
servicios múltiples que aumenten su valor económico y el
Ontological perspectives on forests
53
bienestar de la sociedad. Por su parte, la Cámara Forestal
Nacional, que es una asociación civil, también considera
al bosque como canasta de recursos. Así su misión es
“Promover el uso sostenible de los recursos forestales,
compatibilizando los principios de conservación con la
tecnología y con el desarrollo económico y social”.
ROL DE LA CULTURA
La cultura es un concepto polisémico. No obstante,
para tener un marco de referencia se intentará tener
una aproximación conceptual. Cultura reere a las
interacciones entre creencias (cosmovisión, paradigmas,
símbolos), pensamientos (ideas, conocimientos),
sentimientos y manifestaciones (textos, discursos y
prácticas; actitudes, comportamientos; prácticas, obras;
arreglos sociales, rituales; formas de comunicación, formas
de organización, entre otros). Desde una perspectiva
ontológica disyuntiva entre el sujeto y el objeto se dice
que la cultura es todo aquello que no es biológico. Se dice
también que la cultura es comportamiento socialmente
aprendido. Otra forma de conceptualizar la cultura es la
capacidad de adaptación al medio. Desde una perspectiva
compleja la cultura es malla de sentidos (Rizo & Romeu,
2006). El propio concepto de cultura es una construcción
culturalmente elaborada por lo que no hay cultura sino
culturas (Ulloa, 2001). Ello implica la necesidad de
establecer procesos de diálogo intercultural.
El bosque manejado y el ser humano no son separables
de la comprensión del ser mismo de quien realiza
esa actividad, pues ambas realidades están en una
co-determinación mutua, están emergiendo en una
permanente relación recíproca y de continuidad (Giraldo,
2013, p.34; Escobar, 2014, p.58; Ulloa, 2001). Como
señalan Arizpe et al. (1993, p.14), citado por Durand
(2008, p.78), las percepciones sociales sobre el bosque
se van construyendo a partir de los intercambios sociales
de información, conictos o alianzas con otros individuos
y grupos sociales”.
Escobar (2012, p.7) establece una correlación entre
cultura y ontología. La cultura como estructura simbólica
(CES) alude a una ontología dualista (el universo) y la
cultura como diferencia radical (CDR) reere a una
ontología relacional (el pluriverso).
DISCUSIÓN
La ontología de los bosques alude a cómo los diversos
grupos humanos reconocen la existencia de los bosques.
Detrás de esta expresión aparentemente simple se esconde
la gran discusión sobre el carácter de la realidad que tiene
múltiples posiciones pero que se pueden resumir en el
hecho si los bosques existen independientemente de la
mente humana o si los bosques y la mente humana se
codeterminan, coevolucionan. Desde las ciencias forestales
ganadas por el espíritu cientíco positivista simplemente
esta discusión no existe porque se da por sentado que los
bosques existen objetiva e independientemente del sujeto
humano. Asimismo, se da como hecho que los bosques
cuentan con recursos forestales que hay que extraer para
benecio de la economía humana.
Subyacente a la ontología de los bosques se encuentra
la vieja discusión sobre las relaciones entre naturaleza
y cultura. Ruiz & Serna (2016) mencionan los
grupos humanos tienen múltiples concepciones de la
naturaleza y de la realidad con diferentes propiedades y
especicidades. En términos históricos, incluyendo la
perspectiva de la gran historia (haciendo alusión incluso
al big bang), se puede encontrar las siguientes etapas: i) el
ser humano desde la naturaleza, ii) el ser humano en la
naturaleza, iii) el ser humano con la naturaleza, iv) el ser
humano sobre la naturaleza (Flórez & Mosquera, 2013).
Con la emergencia de la inteligencia articial habría que
mencionar una nueva etapa v) el ser humano a pesar de
la naturaleza.
Es una perspectiva de ontología disyuntiva se opone
bosque con la cultura, el espíritu, la libertad, las
instituciones, lo articial y el arte dando cuenta que el
ser humano ha generado en la cultura una especie de
sobrenaturaleza que lo hace diferente a los otros seres
vivos. Así la cultura es el otro, es el diferente (generando
así la otredad de la cultura). Siendo humana la cultura
entonces la relación entre culturas se debe dar en el marco
de procesos de diálogo intercultural.
En una perspectiva de ontología relacional todos estos
elementos forman parte de la concepción del bosque
como socioecosistema. Los humanos están conformados
por los mismos elementos químicos de la naturaleza y
forman parte de los grandes ciclos biogeoquímicos tales
como el ciclo del agua, el ciclo del carbono, el ciclo de
nitrógeno. Además los seres humanos forman estructuras
simbióticas con bacterias y virus lo que hace posible la
vida humana. Todos estos fenómenos son analizados
desde la perspectiva de la biocomplejidad (Villegas et
al., 2019). En este caso la interculturalidad no es solo
entre humanos sino que incluye también a los seres no
humanos.
Desde la etología sabemos ahora que muchos de los
atributos atribuidos exclusivamente a los seres humanos
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no lo son tanto pues es posible apreciar en los animales
manifestaciones de cultura, de conciencia, de inteligencia,
de interés de orecimiento, especialmente observables en
animales de categorías taxonómicas “superiores”. En una
perspectiva radical para el pensamiento moderno se arma
que los bosques piensan (Kohn, 2013; Rivera, 2016).
Basado en el reconocimiento de la sintiencia animal se
está promoviendo el reconocimiento de los derechos de la
naturaleza, movimiento que nació en el Ecuador pero que
ya está ganando la adscripción de varios países del orbe.
La separación entre naturaleza y cultura da cuenta de
una ontología occidental que oscurece más que aclara la
comprensión de los procesos vitales (Miller, 1998; Latour,
2005; Ingold, 2012; Descola, 2012, 2014; Kohn 2013,
citados por Skewes & Guerra, 2016, p.64). La ontología
dualista-cartesiana, separa al objeto del sujeto (Castro,
2005; Castro & Grosfoguel, 2007, citados por Almanza,
2015, p.103). Al respecto Rodríguez-Zoya (2011, p.15)
menciona que la ciencia clásica se erige sobre un postulado
ontológico de simplicidad en el que la naturaleza está
cosicada y es independiente del sujeto cognoscente. En
contraste el concepto de socioecosistema permite superar
operativamente estériles dicotomías naturaleza-cultura
(Escalera & Ruiz, 2011, p.131).
No todos comparten la posibilidad de un estudio de los
bosques como socioecosistemas. Por ejemplo, Posada
(2014, p. 79) menciona que las ciencias sociales y
las ciencias naturales son inconmensurables en tanto
los objetos de estudio de las ciencias sociales son
ontológicamente subjetivos mientras que los objetos de
estudios de las ciencias naturales son ontológicamente
objetivos, es decir su modo de existencia es independiente
de los sujetos.
Como mencionan Ruiz & Serna (2016) la realidad no
puede existir de manera independiente de los seres que la
componen; tampoco es una mera construcción social. Por
su parte Machado (2016, p.205) arma que “la naturaleza
al mismo tiempo que es real, es política e histórica
discursiva, perspectiva que se aleja de las concepciones
antropocéntricas que anidan en las ontologías planas del
positivismo y del constructivismo posestructuralista”.
A partir de las discusiones sobre las relaciones entre
naturaleza y cultura se tienen las siguientes posiciones: i)
somos naturaleza, ii) somos naturaleza y cultura al mismo
tiempo (no existe naturaleza), iii) a veces somos más
naturaleza y a veces somos más cultura.
En este estudio de la ontología de los bosques no puede
faltar la ontología relacional de los pueblos indígenas sobre
los bosques. Para los pueblos indígenas existe una relación
de continuidad entre las personas y los bosques (Ingold,
2012; Valqui et al., 2014). Es así que las personas pueden
establecer comunicación con plantas, animales o incluso
con lo que desde la perspectiva occidental son entidades
inanimadas como las montañas o las lagunas llamadas
por Marisol de la Cadena como seres tierra (Rozzi, 2004;
Ingold, 2012; Skewes & Guerra, 2016; Tola, 2016).
También es posible que las personas puedan convertirse
en plantas y animales y éstos en personas (Arce, 2019c).
Para los pueblos indígenas los bosques pueden ser la
parentela y pueden reconocer a los espíritus o dueños de
los bosques (Gasché & Vela, 2011a,b). Por ello para poder
aprovechar sus dones se debe pedir permiso y reciprocar.
En esta relación de respeto solo se extrae lo estrictamente
necesario para la satisfacción de las necesidades de la
familia, no más allá. Para los pueblos indígenas el bosque
es la vida misma. Es interesante reconocer que este tipo
de pensamiento no solo es para los pueblos indígenas de
América sino que también lo encontramos en la historia
europea en la que los árboles eran vistos como símbolos,
como morada y como signicados (Hageneder, 2009,
p.21). El pensamiento mítico de los pueblos indígenas
no debe ser subestimado como prelógico en tanto
constituyen formas en las que las comunidades organizan
su mundo. Además es importante reconocer que la
ciencia no está libre de mitos, de metáforas y losofías
(Del Campo, 2017; Viguri, 2019).
No obstante, hay que reconocer que diversos
procesos históricos, económicos y sociopolíticos están
inuenciando en el sentido de debilitar la ontología
relacional de los pueblos indígenas y los condiciona
a adoptar en mayor o menor medida la ontología
disyuntiva (Huertas & Chanchari, 2011; Valqui et al.,
2014). En otros casos simplemente la relación estrecha
entre bosques y pueblos indígenas ha desaparecido y se
mantiene más en el discurso que en la práctica.
Para las comunidades andinas los bosques pueden ser
espacios salvajes, oscuros y tenebrosos o pueden ser
espacios para la obtención de recursos para la vida
humana (Van Dam, 1986). Cuando los andinos se
trasladan a la Amazonia en busca de tierras mantienen
esta concepción de andinización de los bosques, lo que
implica transformar los bosques en paisajes agropecuarios.
Ahora bien, estas intervenciones no solo responden a
necesidades personales o familiares sino que están sujetas
a consideras geopolíticas y económicas de carácter más
global.
En líneas generales se puede armar que aunque se
mantienen las ontologías relacionales de los pueblos
Ontological perspectives on forests
55
indígenas que ponen de maniesto la estrecha interrelación
entre los bosques y las personas, el enfoque ontológico
disyuntivo es predominante. Es más, reforzado por la
política, la tecnociencia, la educación modernizante
y las crecientes necesidades de los pueblos indígenas
se está produciendo un proceso de reemplazo de la
ontología relacional por una ontología disyuntiva. Esta
reivindicación se suele hacer desde los derechos de los
pueblos indígenas incluyendo los derechos al desarrollo
propio y la libre determinación de los pueblos, aunque en
la práctica se haga lo contrario. En tal sentido no siempre
hay coherencia entre la reivindicación política gremial
(que alude a la ontología relacional) con la reivindicación
de desarrollo productivo comunitario (que reere a la
ontología disyuntiva).
Son los intereses económicos aliados con la política
los que convenientemente mantienen una ontología
disyuntiva para garantizar un modelo de desarrollo
económico extractivista aun cuando hay importantes
avances en la dirección del manejo forestal sustentable
pero sin modicar sustancialmente el sustrato de una
visión cosicante de los bosques (Arce, 2019b). En tal
sentido las lecciones que ofrecen la ontología relacional
conducen a la necesaria incorporación de una ética forestal
de inspiración biocéntrica (Meza et al., 2015). La actual
crisis planetaria puesta de maniesta en la pandemia
ocasionada por el coronavirus pone en evidencia la
necesidad de revisar el modelo civilizatorio hegemónico
y la relación con la naturaleza fuertemente marcada a la
fecha por el antropocentrismo. Ni siquiera el llamado
desarrollo sostenible o sus versiones de economía verde
están dando las respuestas que requiere la humanidad en
tanto se mantiene en esencia los modos de producción y
de consumo. Por ello hay un movimiento emergente de
alternativas al desarrollo en los que la vida en todas sus
manifestaciones, la ética, las emociones y la losofía del
cuidado tienen lugar relevante.
CONCLUSIONES
La conuencia de la ciencia positivista, la economía
hegemónica y la política, reforzados por la educación
forestal y la comunicación, están llevando a que la
ontología disyuntiva entre el bosque y el ser humano se
constituya en el enfoque hegemónico institucionalizado.
Ni siquiera el desarrollo sostenible constituye una
propuesta certera en tanto mantiene la esencia de su
orientación economicista y su relación instrumental de
la naturaleza y de los bosques. En esta separación los
bosques son reducidos a proveedores de recursos naturales
renovables, capital natural o bienes y servicios orientados al
crecimiento económico. Aunque hay interesantes avances
en relación a propuestas de manejo forestal sostenible
todavía puede ser concebido como un proceso y no una
meta. Aunque todavía en los pueblos indígenas es posible
encontrar manifestaciones de una ontología relacional
hay preocupantes evidencias de su reemplazo por una
ontología disyuntiva. El conocimiento de la ontología
forestal invita a revisar la relación con los bosques y la
necesidad de incorporar una visión socioecosistémica
de los bosques y una estrecha interrelación con la ética
forestal en perspectiva biocéntrica.
Aspectos éticos
El autor declara que cumplió con todas las normas éticas
nacionales e internacionales.
Conicto de interés
El autor declara no tener conictos de interés.
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Received March 6, 2020.
Accepted May 20, 2020.