Revista Biotempo: ISSN Versión Impresa: 1992-2159; ISSN Versión electrónica: 2519-5697 Díaz-Maestre et al.
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En el aspecto especíco de las relaciones humano-
animal, las miradas interdisciplinarias son posibles desde
la articulación entre las perspectivas cientícas de las
ciencias naturales y sociales, sobre todo desde los campos
de la biología, la antropología, la historia, y la arqueología,
como se registra en los estudios de la etnobiología, la
arqueozoología, la historia de los animales, o los llamados
en la cultura angloparlante “Animal Studies”. Como
apunta el antropólogo Eduardo Corona, la base de los
estudios contemporáneos llamados relaciones fauna-
humano parten de considerar que; “La fauna es un
elemento siempre presente en la vida del ser humano, y
a su vez éste no puede entenderse aislado de su contexto
natural. Esta interacción se maniesta en un sinnúmero
de relaciones con los animales, ya sea inmediatas, como
son las del uso alimentario o como materia prima para la
elaboración de herramientas, hasta la incorporación en las
diversas explicaciones que sobre el mundo han elaborado
las sociedades, asignándoles a los ejemplares de la fauna
valores religiosos o rituales” (Corona, 2019).
Esta perspectiva de estudio promueve radicalmente la
interdisciplina, así como el diálogo de saberes entre el
campo de la ciencia y el conocimiento tradicional de
los pueblos donde se sitúan las investigaciones. Así, el
especialista formado en biología o alguna de sus ramas
como la zoología debe ser consciente de la importancia
que tiene el contexto sociocultural donde se desarrolla
la fauna a investigar; o sea, la cultura de los grupos
humanos, sean comunidades, pueblos o sociedades,
con que interactúan en el pasado y el presente dicha
especie. En este sentido, el presente estudio parte de
dos miradas teórico-metodológicas que se alimentan
de esta perspectiva interdisciplinaria; “(…) la historia
de la relaciones entre los seres humanos y el resto de
los animales y (…) las distintas ideas que la gente ha
elaborado, en distintos tiempos y lugares, sobre el tipo de
seres que son los animales” (Corona, 2019).
E
n la misma toponimia que nombra a la actual ciudad-
puerto de Mazatlán, se plasma la interacción milenaria de
los habitantes de esta región del noroeste de México con
la fauna silvestre que los rodea, cobijada por los diversos
ecosistemas que van del mar al valle, y se levantan
hasta la sierra. A partir de estudios especializados en
lenguas indígenas, se sabe que Mazatlán procede de un
vocablo náhuatl compuesto de la voz mazatl (venado)
y tlán, (abundancia), que al unirse signicó para
aquellos pueblos lejanos, “lugar de venados o lugar
donde abundan los venados” (Resultados de búsqueda
Resultado web con enlaces de partes del sitio Instituto
Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal,
INAFED, 2010).
En el presente, los venados ya no abundan en la necesidad
alimentaria y la mirada cultural de los habitantes de
esta geografía, pero siguen nombrando a una sociedad
que debido a su escaso desarrollo económico y social,
depende todavía de las bondades del entorno natural
para su supervivencia. Ahora, junto a aquel mamífero
terrestre, el lobo marino se ha convertido gracias a
la actividad turística, en otro símbolo totémico de la
ciudad, y tiene su reconocimiento institucional en
un monumento instalado en un punto céntrico del
malecón, donde puede ser contemplado por cualquier
persona en su trayecto en automóvil o a pie por el paseo
costero. Los turistas se detienen a tomar fotografías
con el paisaje marino de fondo, que pronto se vuelve
parte de sus memorias familiares y personales, que
llevarán consigo a sus regiones culturales y naturales
de origen. Otro espacio icónico del lobo marino se
ubica en el malecón (Fig. 1a) y en las instalaciones del
Acuario de Mazatlán, donde se encuentran algunos
ejemplares machos y hembras en cautiverio y bajo
procesos de domesticación, para realizar actividades de
entretenimiento y educación que se ofrecen al visitante
en varios shows al día. Este tipo de interacción es de
las más solicitadas por los turistas, y denotan que la
representación que se tiene de esta especie es más de uso
para el entretenimiento.
Muchas especies de mamíferos marinos, como los
pinnípedos, han mostrado una mayor frecuencia de
interacciones operativas con el hombre, por ejemplo
durante la pesca y la captura incidental, presencia de
animales alrededor de botes, depredación, daños o
pérdida en el equipo de pesca, colisiones de botes,
agresiones (Lopes-Ramos et al., 2020). Machernis et al.
(2018) elaboraron una exhaustiva revisión de literatura
en relación de un análisis exhaustivo de la actividad
humano-interacciones con mamíferos marinos, con
el objetivo de guiar futuros proyectos de investigación
potenciales y estrategias de manejo. No cabe duda
que, los mamíferos marinos como los lobos marinos
se consideran centinelas del ecosistema (Gómez et al.,
2020). Sin embargo, la investigación en mamíferos
marinos puede ser complicada y costosa de acuerdo con
los mismos autores. Por ello, la información obtenida de
la percepción de los turistas durante sus paseos a RT, es
importante. La presencia de lobos marinos en el puerto
de Mazatlán, es una fuente invaluable de información, ya
que son un indicador de la salud del ecosistema marino, y
tienen una relevancia social relacionada con interacciones
con actividades antropogénicas como el turismo (Johnson
& Lavigne, 1999; Díaz-Maestre et al., 2019; Gómez et
al., 2020). A pesar de que hay estudios relacionados con
mamíferos marinos, muchos trabajos destacaron los