e consumption of the regional rock oyster
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la República de Corea, Tailandia, Francia, España, Chile
y México. En América Latina, Chile es el principal
productor seguido por México, Brasil y Perú (FAO, 2021).
Dentro de los productos de consumo marino destacados
del país, de acuerdo con el Servicio de Información
Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) (2016), datos como
el peso desembarcado y, valor de la producción. Para el
ostión el peso desembarcado corresponde a 58.1 miles de
t, con un valor de la producción de 673.8 millones de
pesos; mientras que, para la almeja, su peso desembarcado
fue de 18,0 miles t y valor de la producción de 513,8
millones de pesos. De acuerdo con Cabello et al. (2004)
el conocimiento de los componentes nutricionales de un
producto pesquero (humedad, proteína, ceniza, grasas
y carbohidratos) refuerza el conocimiento de la calidad
y frescura del alimento, ya que estos parámetros varían
mucho con la época del año, sexo, tamaño y medio
ambiente, entre otros factores. Por ejemplo, el recurso
pesquero con mayor explotación, es el ostión (Crassostrea
virginica Gmelin, 1791) en el estado de Veracruz,
México con una producción anual de 47315 t, de las
cuales contribuye con 24451 t al año es el sustento de
3500 cooperativistas que se emplean en su extracción
(Castañeda-Chávez et al., 2009; Castañeda-Chávez,
2012). Estos autores coinciden que el consumo, de este
molusco presenta una elevada demanda en mercados
locales, regional y nacional, además tiene un perl
nutricional de excelente calidad; sin embargo, su consumo
en crudo no es seguro y se considera como un alimento
de tipo infeccioso, por ser organismos que ltran grandes
cantidades de agua para alimentarse, lo anterior, aunado
al no tener buenas prácticas de manejo antes y después
de la extracción (Doré & Less, 1995), propicia que al ser
consumidos crudos causa enfermedades gastrointestinales
al consumidor (CONAPESCA, 2003; Hung et al., 2013;
Hotez et al., 2014). Los estudios sobre la pesca ribereña en
la ciudad y puerto de Mazatlán son escasos y se enfocan
principalmente en aspectos biológicos y ecológicos (Cruz-
Romero et al., 1991; Rendón-Martínez, 2016). De
acuerdo a la SAGARPA (2013) el ostión es el recurso
pesquero con promedio de captura de 48 138 t al año en
el Pacico mexicano. Las especies de ostiones de mayor
captura, venta y consumo en el Pacíco son las especies: i)
el ostión de placer Crassostrea cortizienzis (Hertlein, 1951),
ostión de piedra o roca C. iridescens y el ostión de mangle
Crasstrosea palmula (Keen, 1971) (Meléndez-Galicia et al.,
2005). En las costas de Sinaloa, hay tres especies principales
de ostión: el ostión de roca C. iridescens, el ostión de placer
C. corteziensis y el ostión de mangle C. palmula (Páez-
Osuna et al., 1995; Chávez-Villalva et al., 2005). Rendón-
Martínez (2016), menciona que la pesquería del ostión
de piedra C. iridescens representa una fuente de ingresos
para alrededor de 300 familias en costas de Mazatlán y
San Ignacio en el estado de Sinaloa. Este autor destaca la
necesidad de explotar especies nativas mediante sistemas
de cultivo apropiados, para evitar la sobreexplotación y la
disminución de tallas de captura. En la costa de Mazatlán
actualmente sus capturas se han visto mermadas por
el aumento del esfuerzo pesquero, extracción de talla
inferiores a la mínima de captura, entre otras. Los registros
de captura muestran un total de 35 t al año (Rendón-
Martínez, 2016). Sin embargo, en el puerto de Mazatlán
los pescadores del ostión de piedra que venden a pie a
playa no están regulados por una cooperativa. Los buzos
que venden su producto (extraen los ostiones frescos)
de forma manual y en buceo libre, no cuentan con una
infraestructura costosa, ellos requieren un visor, algunos
con aletas y una llanta sostenida con una red y venden sus
productos en cualquier punto de vente en cualquier playa.
“La extracción es manual, mediante buceo libre con barra
de acero de 50 centímetros de longitud terminada en una
o dos puntas, para desprenderlos de las rocas y depositarlos
en cámaras inables o costales. La captura se realiza hasta
los 10 metros de profundidad” comenta en una entrevista
a un periódico local, Don Valentín Martínez, un pescador
de ostión que empezó con esta actividad en Mazatlán, desde
el puerto hasta Dimas, Mármol, desde hace 40 años. Todos
los días llega con su triciclo a playa El Camarón, pone un
paraguas, con el que se protege del sol, mientras prepara los
ostiones recién pescados con limón y un poco de sal, a turistas
y locales (entrevista realizada por Marimar Toledo, 17 de
octubre 2020, El Sol de Mazatlán).
El turismo y su gastronomía tienen relación con el ambiente
marino.
dos Santos (2007) hace mención que “La manera
como se come, lo que se come, dónde se come
y cómo se siente quien come con relación a
la comida, son todos elementos relacionados
con la identidad cultural. Las restricciones y
prohibiciones alimenticias de los diferentes pueblos
son detalles característicos de cada cultura.” Con
ello, podemos decir que hay factores que inuyen
en la formación de los hábitos alimenticios. Los
factores de tipo cultural, social y psicológico
son los que inuyen en mayor medida en la
formación de hábitos alimenticios. Las inuencias
culturales, estas se fundan en circunstancias como
la disponibilidad del alimento a nivel regional,
consideraciones económicas o el simbolismo con
el cual los alimentos son asociados, los distintos
hábitos en los países, la familia, la religión, son
determinantes para la formación de hábitos en
las personas. Respecto al consumo en México
es sumamente diverso el tipo de alimentos y la
forma de consumo, lo determinan los factores
mencionados anteriormente siendo más fuerte
el aspecto social y demográco (regionalismos)
(Gaona-Pineda, 2018). Por otra parte, las prácticas