Criticism of nature conservation
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Ecología Política, el Derecho ambiental y la Sociología
ambiental se empieza a (re)conocer y reflexionar sobre
las tensiones internas que existen en la conservación. El
presente artículo forma parte de esa tendencia emergente.
Como señalan Araos & Serra (2018: 112)
…Bajo la aparente calma y equilibrio de la
[Conservación] se traban incesantes relaciones
de poder que están redefiniendo el modo de
apropiación de la naturaleza y sus recursos,
orientando la conservación de la biodiversidad
hacia un eco-capitalismo dominado por agentes
estatales y privados.
Se ha podido constar que la historia de la conservación
no está aislada de la historia económica y política
de la Nación, de las corrientes de desarrollo y de las
generaciones de derechos humanos que se discuten en
América Latina y el mundo. Así por ejemplo la crisis de
la deuda de los 80 en América Latina los recortes de gasto
público debilitaron la función de fiscalización por parte
del Estado sobre áreas protegidas (Sánchez, 2019).
Pero tampoco está desligada de la historia de la lucha por
los derechos de los pueblos indígenas. Esta afirmación a
su vez pone sobre el debate muchas discusiones que se
manifiestan como conflictos latentes por la pugna de
derechos de las diversas partes (Dourojeanni, 2019a). Un
ejemplo de estas tensiones es la que refiere Dourojeanni
(2019b: 113),
Para el socioambientalismo los usos “capitalistas”
o “neoliberales” de los recursos naturales son
siempre negativos mientras que los mismos
usos, resultantes en deforestación, erosión de
suelos, quemas e incendios forestales, perdida
de diversidad biológica u cualquier otro
impacto, son tolerables y hasta deseables, si
son practicados por los pueblos originales, los
campesinos tradicionales o diferentes niveles de
pobres rurales, apoyados por alguna iglesia o por
partidos políticos de izquierda.
No se trata de llevar la discusión a polarizaciones entre
posiciones de derecha o de izquierda, en tanto ambas
corrientes ideológicas han contribuido a la crisis civilizatoria
en la que se encuentra actualmente el planeta. Se trata
de establecer amplios procesos de diálogo generativo
y transformador de carácter intercultural basado en el
diálogo de saberes. Las palabras clave que deben orientar
el diálogo son: vida (humana y no humana), justicia y
equidad, sustentabilidad genuina y profunda, solidaridad
y reciprocidad, moral ampliada, dignidad ampliada,
entre otras. Reconocidas las limitaciones del desarrollo
y del sistema económico hegemónico es importante
abrir la perspectiva hacia propuesta de posdesarrollo y
otras alternativas al desarrollo que están centradas en el
respeto a toda expresión de vida como la bioeconomía,
el biodesarrollo, el desarrollo regenerativo, el Buen Vivir,
las transiciones, entre otros (Gudynas, 2014; Maldonado,
2018).
Para abordar las tensiones entre los diferentes derechos es
necesario recordar las generaciones de derechos, primero
los derechos civiles individuales, segundo los derechos
políticos, tercero los derechos sociales, económicos y
culturales y cuarto el derecho al desarrollo, al progreso,
a la autodeterminación, a la paz, a un ambiente sano,
a la libertad informática, a la identidad (derechos de
solidaridad, derechos colectivos o de los pueblos) (Malta
et al., 2013). Para efectos de la presente discusión es
importante prestar especial atención a los derechos a un
ambiente sano que mediante la resolución 76/300 de 28
de julio de 2022, la Asamblea General de las Naciones
Unidas ha tomado la forma de derecho humano a un
medio ambiente limpio, saludable y sostenible (Naciones
Unidas, 2022). Importante como es hay que hacer
notar, sin embargo, que todavía mantiene su enfoque
antropocéntrico en tanto está planteado en términos
utilitaristas para el ser humano. Los derechos de la
naturaleza incorporan una ética biocéntrica en la que
importan los derechos de los seres vivos tanto humanos
como los no humanos (Gudynas, 2014). Esto constituye
un giro ontológico de fundamental importancia. Por
su parte ornton et al. (2020) señalan el concepto
de derechos bioculturales que hacen referencia a “la
multiplicidad dinámica y situada de seres humanos
y no-humanos, sus medios de vida y sus relaciones
constitutivas”
Los derechos humanos deben entenderse interrelacionados
e interdependientes. Pero, además, con la irrupción de
los derechos de la naturaleza y los derechos bioculturales,
deben entenderse en perspectiva socioecológica es decir
de subsistemas naturales y subsistemas sociales acoplados,
no de manera aislada y menos contrapuesta como ha
sido la discusión hasta ahora (Arce, 2023). No se trata
por tanto de naturaleza para la gente ni la gente para
la naturaleza sino conservación que pondere la relación
armónica entre la gente y la naturaleza como parte de una
realidad integrada e interdependiente. El ser humano ha
domesticado los paisajes y los paisajes han domesticado
al ser humano, es importante reconocer esta relación
dialógica y recursiva (Toledo, 2003).
Consecuentemente no se trata de privilegiar la dimensión
económica, pero tampoco negarla, sobre las dimensiones
ambientales y sociales. Una conceptualización ligera de