Biotempo 2006, Volumen 6,
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polinsaturados tienen menor punto de fusión
y son más líquidos.
La soya resistente al herbicida glifosato,
conocida con el nombre de «Roundup
Ready» y producida por la empresa
Monsanto contiene un gen bacteriano que
codifica la enzima 5-enolpiruvil-shikimato-
3-fosfato sintetasa. Esta enzima participa
en la síntesis de los aminoácidos aromáticos,
por lo que la soya trasngenica tiene
tolerancia al glifosato.
El maíz resistente al ataque de insectos
contienen un gen que codifica una proteína
da Bacillus thuringiensis, que tiene acción
insecticida al ser capaz de unirse a
receptores específicos en el tubo digestivo
de determinados insectos, interfiriendo con
su proceso de alimentación y causando su
muerte. La toxina no tienen ningún efecto
sobre las personas ni sobre otros animales.
La utilización de plantas con genes de
resistencia a insectos y herbicidas permite
reducir la utilización de plaguicidas y
conseguir un mayor rendimiento. También
se ha obtenido una colza con un aceite de
elevado contenido en ácido laúrico,
mediante la inserción del gen que codifica
una tioesterasa de cierta especie de laurel.
Los vegetales resistentes a virus se
consiguen haciendo que sintetizen una
proteína vírica que interfiere con la
propagación normal del agente infeccioso.
Estos vegetales contienen proteína vírica,
pero menos de la que contienen los normales
cuando están severamente infectados.
Los vegetales transgénicos mas importantes
para la industria alimentaria son, por el
momento, la soya resistente al herbicida
glifosfato y el maíz resistente al «taladro»,
un insecto. Aunque se utilice en algunos
casos la harina, la utilización fundamental
del maíz en relación con la alimentación
humana es la obtención del almidón, y a
partir de este de glucosa y de fructosa. La
soya está destinada a la producción de
aceite, lecitina y proteína.
Puesto que la harina de maíz, la proteína
de soja y los productos elaborados con ellas
contienen ADN y proteínas diferentes a la
de las otras variedades de maíz, en la Unión
Europea existe la obligación de mencionar
su presencia en el etiquetado de los
alimentos. Aunque no se ha detectado
ningún caso, sería concebible la existencia
de personas alérgicas a las nuevas
proteínas. No obstante, en el caso de la
proteína de B. thuringiensis, su amplio uso
como plaguicida en agricultura ecológica
permite asegurar su falta de alergenicidad.
El aceite de soya transgénica y la glucosa
y la fructosa obtenidas del almidón de maíz
transgénico no contienen ningún material
distinto a los que contienen cuando se
obtienen a partir de los vegetales
convencionales.
En el caso de los alimentos completos, o de
partes que incluyan la proteína extraña,
como podría ser la proteína de soya o la
harina de maíz, hay que considerar el riesgo
de la aparición de alergias a la nueva
proteína. Este es el caso de la soya a la
que se le había introducido el gen de una
proteína de la nuez del Brazil para aumentar
el contenido de aminoácidos azufrados de
sus proteínas y por ende su valor nutricional.
La nueva proteína resulto ser alergénica, y
esta soya no ha llegado a salir al mercado.
Sin embargo, esto es absolutamente
excepcional, y no existe ninguna evidencia
de que las proteínas introducidas por medio
de la ingeniería genética sean mas
alergénicas que las naturales.
En el caso de la utilización de materiales
procesados exentos de proteínas, como el
aceite de soya o la glucosa obtenida a partir
del almidón del maíz, no existe ningún
material que no se encuentre en el producto
convencional, y consecuentemente no
existe ningún riesgo, ni siquiera hipotético,
atribuible a la manipulación genética.
Incluso en los casos en que existe alergia a
una proteína de la semilla oleaginosa
(convencional o transgénica), un aceite
procesado no produce respuesta.
La ingeniería genética permite ahora llevar
a cabo, en pocos años y de forma
controlada, lo que antes podía costar
décadas o siglos, o conseguir efectos que
sólo estaban en los sueños de los
agricultores, pero que eran imposibles con
las viejas técnicas de cruce y selección.
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