10.31381/iusinkarri.v11n12.5244
Artículos de investigación
Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Río Bravo, México
Contacto: amorin@uat.edu.mx
https://orcid.org/0000-0002-2085-0040
Resumen
Del análisis de la literatura especializada se identifica un vínculo estrecho entre la literatura, la historia y el poder en América Latina, circunstancia que expresa la realidad política e histórica del continente. La presente investigación indaga la concepción del poder en Tongolele no sabía bailar (2021), del escritor Sergio Ramírez. Para tal fin, se contextualiza la novela dentro de la tradición latinoamericana sobre la literatura política, se estudia la vida y obra del autor y la censura que dentro de Nicaragua posee el libro. Derivado del análisis hermenéutico se advierte la descripción de un poder primario basado en la violencia, la coerción y la fuerza. La obra resalta el difícil camino de las democracias en el continente frente a los hombres aferrados al poder y las formas autoritarias de mando.
Palabras clave: literatura; poder; censura; Sergio Ramírez.
Términos de indización: literatura; censura; poder político; América Latina (Fuente: Tesauro Unesco).
Abstract
From the analysis of specialized literature, a close link between literature, history and power in Latin America can be identified. This circumstance expresses the political and historical reality of the continent. This research examines the conception of power in Tongolele no sabía bailar (2021), by the writer Sergio Ramírez. To this end, the novel is contextualized within the Latin American tradition of political literature. The life and work of the author is studied, as well as the censorship of the book in Nicaragua. Derived from the hermeneutic analysis, the description of a primary power based on violence, coercion and force is noticed. The work highlights the difficult path of democracies in the continent in the face of men clinging to power and authoritarian forms of command.
Key words: literature; power; censorship; Sergio Ramírez.
Indexing terms: literature; censorship; political power; Latin America (Source: Unesco Thesaurus).
1. Introducción
La literatura en América Latina, especialmente durante el siglo XX, se ha caracterizado por la relación con la historia y la política de la región. Algunos de los escritores más importantes como Carpentier, Cortázar, Fuentes, Galeano, Roa Bastos o Scorza muestran en sus obras una preocupación histórico-política recurrente.
El escritor latinoamericano se convirtió tanto en historiador como en político que narra una historia acallada por las voces hegemónicas. El compromiso político de los escritores, su lucha contra el poder autoritario, su apoyo a las ideas revolucionarias, su combate a la injusticia, a la marginación y a las desigualdades se ha plasmado en sus obras.
En la literatura contemporánea latinoamericana el abordaje de las temáticas referidas con anterioridad continúa presente, la narración de hechos acontecidos en diversas latitudes junto a las luchas contra los poderes no democráticos se advierte en algunas novelas, tal es el caso de Tongolele no sabía bailar (2021), escrita por Sergio Ramírez, la cual narra la represión brutal en contra de las manifestaciones ocurridas en Nicaragua en 2018.
El objetivo de la presente investigación constituye la conceptualización del poder en la novela. Se contextualiza el locus de enunciación del autor a partir de sus datos biográficos y del impacto que tuvo en su obra la participación política como vicepresidente de la república de 1985 a 1990 en el mandato de Daniel Ortega y su candidatura a la presidencia en 1996 por el partido Movimiento Renovador Sandinista.
Los ataques y las acusaciones que ha sufrido Ramírez, así como la censura que hasta el momento tiene Tongolele no sabía bailar (2021) en el país centroamericano forman parte de los mecanismos de coerción que los poderes autoritarios y dictatoriales en el continente han empleado en contra de las libertades fundamentales, como la libertad de expresión y difusión de las ideas.
El ejercicio del poder sin límites, así como las violaciones a los derechos humanos de los manifestantes narrados en la novela destacan la recurrencia histórica de las figuras dictatoriales y los hombres aferrados al poder, todo ello muestra el difícil camino de las democracias en la región.
2. La literatura latinoamericana como vínculo entre la historia y el poder
La literatura en América Latina es una de las manifestaciones artísticas más importantes en el continente, pues esta se ha caracterizado por retratar gran parte de las problemáticas comunes a la región latinoamericana, como la miseria, la marginación, la injusticia o la lucha por el poder, dichos temas se encuentran narrados en gran parte del corpus de la narrativa continental.
Si bien para autores como Harold Bloom (2009) el arte no debe tener una pretensión de realizar la justicia social, pues con ello se desvirtúa su plenitud y su pureza (p. 45); de acuerdo con escritores como Vargas Llosa (2014), en sociedades injustas, desiguales con desequilibrios sociales, víctimas de las dictaduras, la literatura constituye un espacio de lucha.
En esta tesitura, para Castro y Miranda (2006) la producción literaria en América Latina desde finales del siglo XIX hasta la actualidad articula formas de entender la realidad que retratan momentos históricos determinados cuya significación sobrepasa el ámbito meramente literario manifestando la realidad histórica y cultural de los escritores. Así, se hallan períodos históricos manifiestos en la novela indígena, la novela rural, el neoindigenismo, los textos urbanos, el boom latinoamericano hasta la actualidad.
Y es que de acuerdo con Carlos Fuentes (1972), en sociedades cuya constante ha sido la explotación, oscilantes entre las dictaduras y las anarquías, carentes de las libertades fundamentales como las de expresión y de canales democráticos, el escritor se ha visto compelido «a ser simultáneamente legislador y reportero, revolucionista y pensador» (p. 12).
En este sentido, algunos de los escritores más sobresalientes en el continente como Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Eduardo Galeano o Manuel Scorza han retratado en sus narraciones, sus ensayos y sus obras parte de la historia político-social de América Latina. Así, la literatura de la región ha narrado algunas de las problemáticas y los hechos comunes cuya singularidad es objeto de estudio de un cuantioso número de análisis.
De la revisión de literatura acerca de la narrativa latinoamericana y sus particularidades sobresale el reciente texto de Michi Strausfeld (2021), Mariposas amarillas y los señores dictadores. América Latina narra su historia, en donde la autora a través de un largo estudio literario de cinco siglos aborda la tradición narrativa de la región con el objetivo de develar las singularidades de las voces del continente.
Strausfeld (2021) advierte cómo la literatura del continente encuentra una relación directa con la historia, pues en el amplio corpus de novelas, cuentos y ensayos que analiza halla la influencia que los sucesos histórico-políticos han tenido en el devenir de la narrativa continental, pues en ella se presentan personajes históricos, movimientos revolucionarios, la búsqueda de la identidad y las luchas por el poder frente a las arbitrariedades e injusticias.
El impacto que los sucesos histórico-políticos generaron sobre los escritores fue mayúsculo, al grado que durante algunas décadas la posición crítica social del escritor fue muy evidente, pues
La relevancia del trasfondo histórico-social para la producción artística en el continente ha impactado además en la creación de algunos subgéneros literarios, como la denominada novela del dictador, la cual aborda en un relevante corpus de novelas, de forma explícita o implícita, figuras y ambientes dictatoriales. Basta recordar El señor Presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias, El recurso del método (1974) de Alejo Carpentier o Yo el Supremo (1975) de Augusto Roa Bastos.
Y es que el poder constituye una de las preocupaciones centrales de gran parte de la novela latinoamericana, en El olor a Guayaba (Mendoza, 2015), García Márquez admite que su obra posee una recurrencia al tema del poder, para el colombiano dicha temática representó una preocupación reiterada (p. 74). En el mismo sentido, Roa Bastos señaló que el poder, esa «pesadilla de la especie humana» fue una constante dentro de su obra literaria (Friera, 2005).
De manera que las peculiaridades sociales e históricas a partir de las cuales el escritor en América Latina genera sus obras se evidencian en la producción literaria del continente, pues de acuerdo con Eduardo Galeano (1981) la obra literaria no puede escindirse de su carácter social y político, ya que se genera dentro de una sociedad e implica una participación de carácter político (p. 78).
En la literatura contemporánea latinoamericana se ven reflejadas las temáticas vivenciadas en gran parte de la región continental, pues resulta ser una preocupación central en la narrativa de los escritores la marginación, la corrupción, la injusticia, la violencia o el narcotráfico, problemas asiduos en la realidad latinoamericana vistos como «los cuatro jinetes del Apocalipsis: la corrupción y la falta de un Estado de derecho, las drogas y la inseguridad asociada a ellas, la desigualdad y la pobreza endémica» (Strausfeld, 2021, p. 415).
Junto a estas nuevas temáticas que aluden a problemáticas recientes también se continúa abordando el tema del poder a través de diversos subgéneros literarios, pues quizás como señala Manuel Scorza (Gómez, 2006), en América Latina solo a través de la palabra se pueden corroer las estructuras del poder.
Dentro de esta categoría de novelas se encuentra Tongolele no sabía bailar (2021), del escritor Sergio Ramírez, relevante para nuestro análisis porque a partir de la novela policiaca el nicaragüense aborda temáticas sociales e históricas relevantes como el abuso del poder, la violencia y la censura, inspirado en las manifestaciones surgidas en 2018 en Nicaragua.
Para el análisis de la obra se aborda el registro literario conformado por la contextualización de la novela en la producción literaria del autor junto a la biografía política del novelista.
3. Sergio Ramírez: entre la palabra, la lucha y la censura
Sergio Ramírez Mercado (1942) es uno de los escritores contemporáneos más importantes en América Latina, la relevancia de su producción literaria lo ha hecho acreedor a diversos reconocimientos, entre los que destaca el Premio Cervantes en el año 2017, distinción más importante que un escritor en lengua castellana puede obtener.
Su prolífica obra incluye diversos géneros, como el cuento, la novela policiaca y testimonial, el ensayo, la nota periodística, las narrativas no ficcionales, entre otros. De entre su vasta producción resaltan títulos como Un baile de máscaras (1995), Margarita, está linda la mar (1998), Adiós muchachos (1999), Mil y una muertes (2004), El cielo llora por mí (2008), Flores oscuras (2012), Ya nadie llora por mí (2017), La fugitiva (2007) o Tongolele no sabía bailar (2021).
La vida pública del nicaragüense se ha desarrollado entre la escritura y la política. Desde sus primeros años de juventud, en la carrera de Derecho, participó en la lucha por la autonomía universitaria y contra la dictadura impuesta por la familia Somoza. La matanza del 23 de julio de 1959 llevada a cabo en contra de la manifestación de estudiantes de la Universidad Autónoma de Nicaragua constituye el parteaguas en la pugna contra los poderes dictatoriales.
A partir de dichos acontecimientos y tomando en cuenta el contexto político del continente donde el triunfo de la Revolución cubana constituyó un antecedente en la lucha por la justicia social, Ramírez se une a los iniciales movimientos revolucionarios de su país formando el Grupo Ventana en 1960, del cual surge la Revista Ventana, dirigida por él y por Fernando Gordillo. Los diecinueve números con los que contó constituyeron el encuentro de poetas y escritores cuyo eje común establece la lucha por la idea de la libertad y de la autodeterminación en el contexto de la dictadura somocista (Moro, 2019, p. 44).
Durante aquellos años salen a la luz su primer cuento El estudiante (1960), su colección de relatos Cuentos (1963) y Nuevos cuentos (1969), además de su primera novela titulada Tiempo de fulgor (1970). Posteriormente, aparece ¿Te dio miedo la sangre? (1977). Al mismo tiempo, continúa con su lucha política al encabezar en 1977 el grupo de los Doce apoyando al Frente Sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza.
Su participación política se intensificó al formar parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979-1984), donde conoce las necesidades y las demandas sociales del pueblo a nivel educativo, de salud y marginación por el recorrido que hace del país. Por aquellos años publica El alba de oro. La historia viva de Nicaragua (1983). Para 1984 resulta victorioso en las urnas el FSLN y es designado como vicepresidente de la república, cargo que desempeña de 1985 a 1990, bajo el mandato de Daniel Ortega.
En el período en el cual ocupa la vicepresidencia salen al mercado editorial las obras Las armas del futuro (1987), Castigo divino (1988) novela policiaca que en 1990 recibe el premio Hammet por ser la mejor de su género en lengua castellana y La marca del zorro (1989). En los comicios de 1990 el FSLN pierde las elecciones frente al Partido Unión Nacional Opositora; sin embargo, permanece en la Asamblea de Diputados al frente de la facción sandinista.
Para 1994 sale del FSLN y al frente del Movimiento Renovador Sandinista contiende a las elecciones presidenciales llevadas a cabo en 1996, en las cuales resulta perdedor, pues sus propuestas políticas no son favorecidas con la mayoría y en cambio el pueblo elige a Arnoldo Alemán como presidente. Con su derrota en los comicios, Sergio Ramírez se retira de la vida política.
Como se advierte, derivado del breve recorrido biográfico del autor, la vida pública de Sergio Ramírez ha transcurrido entre la faceta de escritor y la de político. Ambas unidas de forma inexorable, pues los acontecimientos sociales e históricos que le tocaron vivenciar se reflejan en gran parte de su narrativa. Así, para el autor, la labor política y la escritura en América Latina van de la mano, al respecto señala: «En América Latina muchas veces se plantea la contradicción entre el político y el escritor o entre la política y la creación literaria. Realmente esa contradicción nunca ha existido para mí» (Corral y Rufinelli, 1991, p. 3).
De manera que su lucha contra las dictaduras y los poderes autoritarios, el testimonio político y la búsqueda de mejores condiciones sociales para América Latina se conjugan en su obra, con ello forma parte del cúmulo de escritores latinoamericanos cuyo compromiso político se evidencia en sus escritos. Al respecto, Pezzè (2016) sostiene que el ensayo, la novela policial o de espionaje han sido los canales del autor que evidencian su pensamiento político, rasgo compartido con diversos escritores en América Latina (p. 111).
Debido al compromiso político que el nicaragüense ha sostenido desde su inicial formación y la lucha que a partir de la política y la escritura lleva a cabo en su búsqueda de alcanzar ideales como la justicia, para diversos autores constituye un ejemplo de libertad creadora en la que además de revolucionar las estructuras del lenguaje, continúa luchando «por sus utopías: la justicia, la solidaridad, la equidad: auténticos asideros de su vida» (Vargas, 2002, p. 232).
Gracias a sus convicciones y a la pugna que ha emprendido por la justicia, la libertad y en contra de los autoritarismos ha sido blanco de diversas acusaciones. Ejemplo de ello es la orden de arresto emitida por la Fiscalía General de la República en Nicaragua en septiembre de 2021 por los delitos de lavado de dinero, bienes y activos, así como por conspiración e incitar al odio.
Tanto su persona como su obra han estado sujetas a diversos ataques, su más reciente novela Tongogele no sabía bailar (2021) se encuentra retenida en las aduanas de su país natal, constituyendo así un ataque a la libertad de expresión del escritor y una búsqueda por silenciar, acallar y censurar la voz de sus ficciones literarias.
Dichos acontecimientos recuerdan que gran parte de las dictaduras en el continente ejercieron actos de censura en contra de libros, panfletos, novelas y películas. Los sistemas políticos autoritarios, y no solo estos, ejercen actos de coerción y control social que en regímenes dictatoriales se hacen evidentes por el objetivo de evitar la opinión pública y la subversión.
Estas formas de restricción y prohibición a la obra de Ramírez por parte del gobierno nicaragüense recuerdan los actos de censura a los que han sido sujetos un gran número de novelas a lo largo del tiempo, basta recordar Operación masacre de Rodolfo Walsh, Una herida abierta de Patricia Verdugo o El pueblo que no quería ser gris de Beatriz Doumerc.
La censura, como señala De Lima Grecco (2016), es una forma de supresión de una obra cuya finalidad radica en la
En este sentido, los ataques a la libertad de circulación de la novela de Ramírez derivan de la relación que posee su obra con la historia, pues de acuerdo con Mackenbach (2005), el nicaragüense escribe «desde una literatura comprometida con la historia y la política hasta la historia como pretexto/pre-texto de una literatura que no ha renunciado a su afán de "contar lo no contado"» (p. 149).
Es precisamente el «contar lo no contado» lo que articula la ficción de Tongolele no sabía bailar (2021), al narrar la brutal represión ocurrida durante las protestas que en 2018 se llevaron a cabo en Nicaragua contra las reformas impulsadas por el actual presidente Daniel Ortega.
En el siguiente apartado se analiza la concepción del poder en la obra Tongolele no sabía bailar (2021).
4. Tongolele no sabía bailar: el poder represivo de una dictadura
Tongolele no sabía bailar (2021) constituye la tercera parte de la trilogía de obras cuyo protagonista es el inspector Dolores Morales, El cielo llora por mí (2008) y Ya nadie llora por mí (2017) son sus antecesoras. En esta tercera entrega, la obra comienza situada en la frontera entre Nicaragua y Honduras. El inspector Morales junto a Rambo, su acompañante, deciden retornar de forma clandestina a Nicaragua, pues el inspector ha recibido malas noticias sobre la enfermedad de Fanny Toruño, telefonista enferma de cáncer con quien Morales tiene una relación.
La obra es una ficción, como señala su propio autor, que se encuentra ubicada en el año 2018 durante las manifestaciones y los levantamientos de jóvenes y la población en general en Nicaragua, ante las cuales el gobierno encabezado por Ortega reprime brutalmente tanto por grupos paramilitares como por la Policía Nacional. Resultado de tales hechos se contabilizan más de cuatrocientos muertos, cientos de prisioneros, heridos y miles de ciudadanos exiliados.
En este entorno, la novela policial del nicaragüense se desenvuelve entre el entramado de conspiraciones, el ejercicio del poder sin límites, la censura, la represión, el asesinato y la violencia a cargo de la maquinaria de la dictadura de Daniel Ortega y sus ejecutores, entre quienes destaca Anastasio Prado, conocido como Tongolele, por el mechón blanco de su cabello, «jefe de los servicios secretos y un personaje ubicuo que prefería mantenerse en el anonimato; una biela maestra, pero silenciosa, de la máquina del poder» (Ramírez, 2021, p. III).
El cúmulo de temáticas presentes en la obra en cuestión es vasto, se pueden generar análisis diversos tomando en cuenta estudios previos como el propuesto por Mackenbach (2005) sobre la relación entre la historia y la ficción en la narrativa de Ramírez. Sin embargo, para el objeto del presente análisis sobresale el tópico del poder concebido en la novela desde sus aspectos más visibles y primarios basados en la represión y la violencia, rasgos esenciales que como recurso han empleado gran parte de las dictaduras en el continente1.
De acuerdo con Ramírez (2021), la realidad continental desde el logro de las independencias ha sido violenta, debido a ello, el interés por el tratamiento del poder constituye al día de hoy una temática presente en la literatura latinoamericana. El mal del autoritarismo es un tema no resuelto aún en nuestro siglo, situación que lo convierte en un recurso literario inevitable en la producción novelística de la región porque la novela tiene necesidades y la realidad política forma parte de ellas; por ello, en América Latina es difícil encontrar un relato donde el tema central no sea el poder, sus vicios y sus ambiciones.
En este sentido, Tongolele no sabía bailar no escapa a dicha temática, pues de forma clara expone el poder y sus juegos. En diferentes pasajes, el autor refiere a las diversas formas de manifestación en las que el poder se hace evidente, es decir, a través de la represión, la censura y el castigo. Así, desde las primeras páginas de la novela se evidencian los mecanismos del régimen para coartar las libertades fundamentales.
En el contexto político de la novela Nicaragua se encuentra bajo el mando del presidente Daniel Ortega, quien asciende al poder por tercera vez en 2016. Este no se ha separado del cargo desde 2006 cuando volvió (después de ejercer como mandatario en los años ochenta) a través de un pacto político con su contrincante. La obra refiere además a Rosario Murillo, esposa de Ortega, quien funge como vicepresidenta y acumula el poder en la familia.
Ahora bien, tomando en cuenta el contexto político en el que se sitúa la novela y los diversos pasajes que la constituyen, el autor concibe al poder a partir de la coacción y la limitación. En este sentido, se advierte un poder coercitivo y sancionador ante la manifestación de las ideas, así como la creación de centros de tortura: «El que se atreve a hablar, después que lo llevan a dar un tour para que conozca las celdas subterráneas de El Chipote, se queda mudo para siempre» (Ramírez, 2021, p. 76). O «Como a los presos se los llevaron para Managua, a lo mejor ese mismo Tongolele los va a estar esperando en El Chipote para dirigir la tortura» (Ramírez, 2021, p. 82).
Además, el autor narra las violaciones a la libertad de expresión como las realizadas a monseñor:
Por otra parte, en la concepción del poder al interior de la narración desempeñan un papel predominante la serie de atrocidades, matanzas y desapariciones cometidas por los grupos paramilitares fieles a Ortega integrados por excombatientes de la revolución como el comandante Silverio Pérez, apodado Leónidas.
En la obra dichos grupos paramilitares se reunieron en aquellos días con colores de camisetas diversos para cubrir los múltiples cuadrantes de la ciudad y reprimir las protestas iniciadas por los jóvenes universitarios debido al rechazo en el establecimiento de los árboles de la vida colocados en diversas partes de la ciudad.
Las protestas se expandieron en ciudades como León, Jinotega, Masaya, Diriamba, Jinitepeque o Nandaime y con posterioridad fueron apoyadas por «transeúntes, empleados de oficinas, cajeros de bancos, dependientes de comercio, vendedores callejeros, motociclistas, taxistas, conductores de caponeras, gente que acudía de los barrios» (Ramírez, 2021, p. 83).
El poder manifiesto mediante mecanismos represivos sobre los protestantes incluyó no solo asesinatos y levantamientos, sino violaciones a mujeres estudiantes, por ejemplo, la violación masiva efectuada contra la estudiante de la UNAN: «Cara de Culo hizo que la llevaran en un montarascal debajo de un puente, allá por el camino de San Isidro de Bolas, la violó él de primero, y luego se la dejó a los demás» (Ramírez, 2021, p. 211).
Esta forma de manifestación del poder a partir de la tortura, el castigo y la sanción, es decir, ejercido de manera vertical, para autores como Steven Lukes (2007) forma un subgénero del poder, pues de manera genérica el británico sostiene que el poder refiere a las capacidades de los individuos en un sentido doble «aptitudes activadas por agentes que deciden activarlas […] así como poderes pasivos (capacidades) que los agentes pueden poseer con independencia de su voluntad» (p. 79).
Sin embargo, para el autor hay una distinción entre el poder como potentia y como potestas; el primero entendido en su forma natural; el segundo, como poder subyugado. En la novela se advierte al poder como potestas, es decir, como «la capacidad de tener a otro u otros en poder de uno, limitando sus posibilidades de decisión, con lo que se asegura la obediencia» (Lukes, 2007, p. 83). Esta última puede ser coercitiva o voluntaria, en la obra aparece la primera.
En esta tesitura, el poder en la novela se describe desde sus expresiones más coercitivas y restrictivas. Ramírez alude a diversas manifestaciones de un poder sin freno expresado en censura, amenaza y tortura, es decir, advierte sus efectos más palpables al detallar en algunos pasajes de forma pormenorizada el uso de la violencia en todas sus representaciones que Tongolele y los ayudantes de Ortega efectuaron durante las manifestaciones en 2018.
Las formas de manifestación de ese poder incluyeron la violencia sexual (estudiante de la UNAN), la violencia física en centros de tortura como en El Chipote (donde Rambo se encontró por un tiempo), así como los asesinatos a los manifestantes: «fue en la cabecera de la manifestación donde más muertos hubo, la cuenta ya va por veinte, muchachos y adolescentes en su gran mayoría: los francotiradores los cazaban desde las alturas del techo del estadio nacional» (Ramírez, 2021, p. 214).
Así, el escritor subraya la parte más evidente del poder, es decir, desde su concepción primaria basada en la sanción, la tortura, la represión y la limitación de la conducta por medio de la violencia usada por gran parte de los regímenes dictatoriales en América Latina.
Para finalizar, es preciso señalar que la concepción y la descripción del poder que efectúa Ramírez abre nuevas posibilidades de investigación en torno a la figura del dictador. El surgimiento de hombres aferrados al poder cuyos mandatos comenzaron como forma de revolucionar las conductas autoritarias y terminaron por imponer mecanismos de tortura, asesinatos y violación a las libertades fundamentales se encuentran presentes en Tongolele no sabía bailar, obra que evidencia la dificultad de consolidar sistemas democráticos en América Latina.
5. Conclusiones
Literatura, historia y política en América Latina forman una tríada inseparable. El escritor en esta latitud del planeta ha enunciado su obra desde una contextualización propia donde la pobreza, la marginación, la injusticia y los abusos del poder se presentan como recurrencia histórica. El literato entonces se ha convertido en una voz comprometida social y políticamente.
Dentro del cúmulo de autores cuyo compromiso político se vislumbra al interior de sus narraciones destaca Sergio Ramírez, quien se desempeñó como político además de literato. Su obra refleja la búsqueda por la justicia y el logro de sus utopías de un mundo mejor, para ello denuncia, en algunos relatos, los abusos del poder en Nicaragua, su país natal.
En esta tesitura Tongolele no sabía bailar (2021), a partir de la ficción, narra la brutal represión cometida a las protestas, las marchas y las manifestaciones efectuadas por la ciudadanía en diversas ciudades nicaragüenses en 2018, ejecutadas por cuerpos paramilitares y miembros de la seguridad nacional bajo el mandato del actual presidente Daniel Ortega.
Entre el sarcasmo, la burla y el humor el autor aborda el tema del poder al describirlo desde sus manifestaciones primarias y represivas de la voluntad. Así, describe centros de tortura, desapariciones forzadas, asesinatos y violaciones que retratan un país centroamericano bajo un régimen autoritario en donde las libertades fundamentales como la libertad de expresión o la difusión de ideas son inexistentes.
De este modo, la obra, como una ventana a partir de la cual se puede vislumbrar el poder, permite identificar la recurrencia histórica de las figuras dictatoriales y los recursos violentos y represivos que los hombres obstinados por el poder utilizan para mantenerse en él. La censura impuesta, desde el año pasado, a la novela por parte del gobierno de Daniel Ortega es un ejemplo de ello.
Con la obra, las novelas en América Latina nuevamente descubren la dificultad del continente por el logro de instituciones democráticas sólidas, las luchas por el poder y el personaje dictatorial como parte de la vida política de las naciones latinoamericanas.
Referencias
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Notas
Al respecto, durante la recurrente aparición de las dictaduras de mediados del siglo XX en América Latina se ha estimado que el número de víctimas de desapariciones forzadas en Argentina asciende a 8961 durante la década de los años setenta (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, 1984). En tanto que entre 1974 y 1983 el total de muertos se calcula entre 46 000. En otros países, como Chile, entre 1973 y 1989 se contabilizan más de 3065 entre víctimas y desaparecidos, en Nicaragua ascienden a 70 000, y en Haití durante la era de Duvalier los números alcanzan los 45 000 (Roitman, 2019, p. 118).
Recibido: 16/10/2022 Revisado: 05/11/2022
Aceptado: 22/11/2022 Publicado en línea: 22/11/2022
Financiamiento: Autofinanciado.
Manuel de J. Jiménez Moreno (Universidad Nacional Autónoma de México, México) mjimenezm2@derecho.unam.mx
https://orcid.org/0000-0003-2061-6905
Dante Martin Paiva Goyburu (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú) dante.paiva@unmsm.edu.pe