10.31381/iusinkarri.v11n12.5245
Artículos de investigación
Universidad Ricardo Palma, Lima, Perú
Contacto: francisco.miroquesada@urp.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-9464-790X
Resumen
El tema central de este artículo es explicar que el dataísmo es una ideología que puede imponerse en la humanidad a muy corto plazo. Esta situación afectaría a la democracia no solo como forma de gobierno, sino de vida, e igualmente al humanismo como concepción del mundo, valor moral y cultural. Ello porque los dataístas consideran que los seres humanos somos algoritmos bioquímicos sofisticados, pero también porque las empresas oligopólicas y unas élites plutocráticas, que controlan los datos por la red, van a acumular y concentrar una gran cantidad de poder como nunca lo ha habido a lo largo de la historia, y como se sabe, lo que más afecta la vida democrática y la libertad del ser humano es la concentración del poder en unas minorías elitistas.
Como decimos en este trabajo, las élites dominantes siempre han utilizado los datos como medios para poder dominar, imponer su ideología y las estructuras creadas para tal fin. A través de la ciencia política de la liberación, planteamos que debemos liberarnos del «agarro estructural» del dataísmo que quiere implantar una cultura datocéntrica, defendiendo y profundizando la democracia, para que los ciudadanos tengamos un libre y pleno acceso a la información, así como el derecho de proteger la privacidad de los datos que utilizamos en la red.
Consideramos que al dataísmo debemos responderle no solo con la profundización de la democracia, sino a través de un discurso humanista, promoviendo una cultura antropocéntrica, pues de no lograrse ello, una minoría de expertos y especialistas en tecnologías de la información (TIC) y los plutócratas oligopólicos cibernéticos dominarán el mundo a través de sus gigantescas empresas tecnológicas, que penetrarán nuestras vidas como si fueran estados totalitarios. Entonces quedaremos alienados del dataísmo, como a lo largo de la historia el ser humano ha quedado alienado de sus creaciones, solo que en este caso el alienador será más poderoso que cualquier otro, será la robótica.
Cabe explicar, finalmente, que no nos oponemos al uso de datos para informarnos y tampoco a la robótica en sí misma, lo que cuestionamos es que se conviertan en instrumentos de dominación. Los datos sirven también para liberar e igualmente se pueden programar robots al servicio de todos los seres humanos.
Palabras clave: dato; dataísmo; dominación; liberación; democracia; humanismo; oligopolio; plutocracia; red; algoritmo; agarro estructural.
Términos de indización: recopilación de datos; ideología; democracia; algoritmo (Fuente: Tesauro Unesco).
Abstract
The central theme of this article is to explain that dataism is an ideology that can be imposed on humanity in the very short term. This situation would affect democracy not only as a form of government, but also as a way of life, and humanism as a worldview, moral and cultural value. This is because data scientists believe that human beings are sophisticated biochemical algorithms, but also because oligopolistic companies and plutocratic elites, who control data through the network, will accumulate and concentrate a great deal of power as never before in history, and as we know, what most affects democratic life and the freedom of human beings is the concentration of power in a few elite minorities.
As we say in this work, the dominant elites have always used data as a means to dominate, to impose their ideology and the structures created for that purpose. Through the political science of liberation, we propose that we must free ourselves from the «structural grip» of dataism that wants to implement a datocentric culture, defending and deepening democracy so that citizens have free and full access to information, as well as the right to protect the privacy of the data we use on the network.
It is our belief that we must respond to dataism not only by deepening democracy, but also through a humanist discourse, promoting an anthropocentric culture. Then, if this is not achieved, a minority of experts and specialists in information and communication technologies (ICT) and cybernetic oligopolistic plutocrats will dominate the world through their gigantic technological companies, which will penetrate our lives as if they were totalitarian states. Then we will be alienated from dataism, as throughout history human beings have been alienated from their creations, only in this case the alienator will be more powerful than any other, it will be robotics.
Finally, it should be explained that we are not opposed to the use of data to inform us, nor to robotics in itself; what we question is that they become instruments of domination. Data can also be used to liberate, and robots can be programmed to serve all human beings.
Key words: data; dataism; domination; liberation; democracy; humanism; oligopoly; plutocracy; network; algorithmic; structural grab.
Indexing terms: data collection; ideologies; democracy; algorithms (Source: Unesco Thesaurus).
1. Introducción
En la serie de ciencia ficción Star Trek The Next Generation, cuyo personaje principal es el capitán Jean-Luc Picard, interpretado por el famoso actor Patrick Stewart, el segundo de a bordo se llama Data. Él es un robot casi perfecto y en algunos de los episodios advertimos que tiene sentimientos humanos. Un robot como Data es, pues, un algoritmo cibernético, pero los dataístas hablan de algoritmo biológico, porque creen que existe uno superior al robótico: el ser humano.
Este tiene una gran capacidad para acumular y almacenar una amplia y variada información, sus datos; su inteligencia es perfecta, no puede haber una máquina mejor lograda «hecha a la imagen de Dios», como dice la Biblia de los hebreos, cristianos y musulmanes, salvo que él mismo pueda crear una mejor que él o ella, con tal cantidad de combinaciones de datos y haciéndola superior a la especie humana, la que finalmente quede sometida a los designios de su poder. Este breve relato que parece de ciencia ficción, puede ser real dentro de unos años debido a los grandes avances de la robótica, en donde los robots tengan tanto poder que los seres humanos quedemos sometidos a su voluntad y no porque imponen su poder a la fuerza, sino que los asumimos como parte necesaria e indisoluble de nuestras vidas, como seres fundamentales para prolongar nuestra existencia, nuestra cultura, nuestra civilización, que en la época robótica será totalmente distinta a la que conocemos ahora, será probablemente una sociedad transcapitalista (Dussel) o poscapitalista (Mason).
Una sociedad en donde los seres humanos quedemos sometidos a sus designios y alienados de ellos, como ha pasado en diversas etapas de la historia. Será el objeto más poderoso creado en la historia de la humanidad, pues va a ser como nosotros y nosotras, pero a la vez serán ellos mismos independientes de nuestro control, de nuestro poder, a menos que los programemos para que solo cumplan nuestras órdenes como si fueran esclavos en la época de los romanos.
Pero ¿qué pasaría si algún día a un ingeniero de sistemas se le ocurriera crear un robot programado para ser siempre libre y que no dependa de su amo? Ya no sería Jean-Luc Picard, el conductor del Enterprise, el mandamás de esta gran y veloz nave intergaláctica, sino Data aquel que controla a todos con su fáser y que además conoce de memoria cómo funciona el platillo volador.
2. La importancia de los datos
A lo largo de la historia, los seres humanos necesitamos datos para saber actuar y tomar decisiones, estar bien informados. Generalmente, los datos han sido y son manejados por unas minorías que llamamos élites y por esta razón, entre otras, tienen poder. Los datos han servido como un medio para acrecentar poder, para dominar, pero también pueden ser un medio para liberar si son utilizados democráticamente, es decir, si están al alcance de todos y todas sin exclusión o marginación de ninguna clase.
El Diccionario de la lengua española, de la Real Academia, dice que el dato viene del latín datum ‘lo que se da’. En el fondo lo que se da es el hecho, el phainomenon, vale decir, aquello que aparece, que está ocurriendo. Dato es también «información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho». Afirma, asimismo, que es «información dispuesta de manera adecuada para su tratamiento por una computadora».
En el primer tomo del Traité de science politique una colección francesa de ciencia política dirigida por los politólogos galos Madeleine Grawitz y Jean Lecca (1985), Bernard Denni, del Instituto de Estudios Políticos de Grenoble (Banco de Datos Socio-políticos), explica que los sistemas públicos de recolección de datos tienen un origen muy antiguo y que los primeros esfuerzos por conocer el estado de una población y de sus riquezas, se remontan a los grandes imperios. Estos datos no solo sirvieron para conocer la realidad, tampoco fueron solamente procedimientos contables, sino que estaban cargados de significaciones políticas e ideológicas profundas y ambiguas.
El politólogo norteamericano Oliver Benson (1974), en El laboratorio de ciencia política, explica que la ciencia política se apoya en datos empíricos para ayudarnos a comprender las relaciones políticas (p. 13) y agrega «la palabra "datos" representa la información que percibimos acerca del mundo circundante, la naturaleza» (p. 13).
Parte de esta información, explica Benson, puede contarse, clasificarse, medirse, pesarse, localizarse físicamente según magnitudes o reducirse a determinada escala, dándole un valor índice. En el Perú, el abogado, sociólogo y metodólogo Dennis Chávez de Paz (2019), profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, sostiene que
Como se puede apreciar, el dato es un medio, un instrumento para obtener información sobre uno o varios hechos y a partir de ellos conocer la realidad, el fenómeno que se está estudiando y luego elaborar teorías científicas para entender los fenómenos de la naturaleza y la acción social, con la finalidad de describirlos, explicarlos, y de ser posible hacer predicciones, encontrar leyes universales. También para entender, criticar y transformar la vida cuando las circunstancias, las evidencias científicas y los valores nos demuestran que debemos obrar en esa dirección. El dato es referencial, no determinante, nos marca el camino, pero no es el camino en sí mismo y menos su meta. El dato es el inicio del método, que es un procedimiento para adquirir conocimientos racionalmente fundados y se vale de las técnicas, que son los instrumentos del método para acceder al conocimiento de la realidad.
3. El dataísmo: la nueva ideología
¿Qué sucede cuando le otorgamos a los datos un valor mayor del que realmente tienen? Esta actitud se llama factualismo y en casos extremos hiperfactualismo. Se trata de un empirismo determinista. Lo único que importa son los hechos, entonces la ciencia política se convierte en una narrativa determinada de hechos, queda supeditada solo a estos, a lo meramente descriptivo. Caemos así en un reduccionismo factualista, en donde los hechos son los hechos, entonces al ser así la realidad no cabe explicación o interpretación alguna.
Contra esta corriente filosófico-científica es que reacciona la ciencia política de la liberación, que no niega la existencia de los hechos y tampoco de la ciencia empírica, pero considera que el estudio de la política no se reduce solo a ellos, en cualquiera de sus alcances. Argumenta que además de los hechos que se expresan en los datos, es necesario estudiar la historia del fenómeno político que se investiga, los valores que influyen en la acción y el comportamiento político, así como el sistema de creencias, vale decir la ideología, que se manifiesta en un sistema político e influye en el comportamiento político de los individuos. Reducir el estudio de la política solo a los hechos políticos es condenar a la ciencia política a ser un epifenómeno de una parte del estudio de la política y negar que esta es una realidad más amplia que lo fáctico, que necesita de una teoría explicativa y crítica de los hechos políticos materia de estudio. Es negar o no considerar que las personas actúan en política porque tienen un pasado histórico, pero sobre todo intereses, valores y creencias que influyen en el comportamiento político.
No es posible elaborar una teoría política integral únicamente a partir del estudio de los hechos políticos. De ahí que debe darse una verdadera dimensión científica a los hechos y a los datos que, como bien explica Benson (1974), es la información que recibimos del mundo circundante. Pero ir más allá y sublimar los datos es caer en el dataísmo. Precisamente en lo que va del siglo XXI ha aparecido una nueva corriente ideológica conocida como dataísmo. «El dataísmo sostiene que el universo consiste en flujos de datos y que el valor de cualquier fenómeno o entidad está determinado por su contribución al proceso de datos», dice Harari (2015, p. 400).
Explica este autor que el dataísmo nació de una confluencia explosiva de dos grandes olas científicas. Primero en un proceso de ciento cincuenta años desde Charles Darwin, con su origen de las especies, las ciencias de la vida han acabado por ver a los organismos como algoritmos bioquímicos. Paralelamente a esta tendencia, en las ochenta décadas transcurridas desde que Alan Turing formuló el concepto de la llamada «máquina de Turing», los científicos informáticos han aprendido a producir algoritmos electrónicos que son cada vez más sofisticados.
Harari (2015) explica que el dataísmo une a los algoritmos bioquímicos con los algoritmos electrónicos y de esta manera «hace que la barrera entre animales y máquinas se desplome, y espera que los algoritmos electrónicos acaben por descifrar los algoritmos bioquímicos y los superen» (p. 400).
Para el dataísmo los seres humanos somos algoritmos bioquímicos y esta visión puede devenir en una ideología en el futuro. El término algoritmo viene del latín tardío algorismus, que deriva del árabe clásico ḥisābu lḡubār ‘cálculo mediante cifras arábigas’. El algoritmo es pues un «conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema» (Real Academia de la Lengua Española, 2022b).
Entonces de acuerdo con los dataístas, los seres humanos seríamos algoritmos, pero supersofisticados. De imponerse esta creencia, porque no hay prueba científica de ello, hasta el momento, ¿se vería afectada la libertad del ser humano?, ¿se vería afectada la democracia, si por ejemplo todos los datos estuvieran concentrados en un Big Brother, en una Big Data, o en una aristocracia tecnológica, unos reyes filósofos tecnológicos que tengan el control de los ordenadores, como las aristocracias del pasado tenían el control del poder?, porque a mayor poder mayor información y, viceversa, a mayor control de la información y de los datos mayor poder político.
Según la matemática Cathy O’ Neil, a partir del 2010 el uso excesivo de la matemática se empezó a imponer en las relaciones humanas y ello fue bien acogido por las mayorías, al fin y al cabo, la matemática es muy importante para el razonamiento humano y su uso a veces ha contribuido al progreso de la humanidad. Pero ¿qué pasaría si esta fuera utilizada para destruir al prójimo, si por ejemplo se convirtiera en arma de destrucción al servicio de los más poderosos, en «arma de destrucción matemática», como la llama ella en su obra que lleva esta frase como título? Al respecto afirma:
También, como sostiene David Runciman (2019) en su libro Así termina la democracia:
Entonces, para salir de esta situación, si esta visión del mundo se impusiera en la vida de los seres humanos, desde la ciencia política de la liberación, se debe proponer un discurso alternativo humanista y democrático que nos conduzca hacia una sociedad justa, pues la única manera de lograr que se impongan los efectos negativos del dataísmo, sobre todo en relación con el control del poder, es que la información que emana de la electronalidad, de las computadoras en sus diversas formas, sea totalmente democratizada y deje de ser oligopólica como lo es hasta ahora.
4. Dataísmo: poder oligopólico y plutocrático
Como hemos visto, tiene poder quien o quienes controlan los datos porque adquieren una gran información para la toma de decisiones. En la actualidad el poder electronal está concentrado en un grupo de propietarios de empresas oligopólicas. Por ejemplo, como informa Johathan Tepper (2020), Google domina por completo la búsqueda de internet con casi el 90 % de participación en el mercado. Facebook ocupa casi el 80 % de las redes sociales. Ambas practican un duopolio en publicidad sin competencia ni regulación creíble. Amazon está aplastando a las minorías y afronta conflictos de interés como vendedor dominante en el comercio electrónico y en la plataforma de contenedores a terceros. Puede determinar qué producto vender o no en su plataforma y compite sistemáticamente con cualquier cliente que triunfe. El iPhone y el Android de Google controlan completamente el mercado de las aplicaciones de móvil en un duopolio y deciden si los negocios pueden llegar a sus clientes y en qué condiciones. Según Tepper, las leyes vigentes para regular estos oligopolios se redactaron sin tener en cuenta las plataformas digitales.
Hasta la fecha, «estas parecen ser dictaduras benignas, pero son dictaduras al fin y al cabo», señala el creador de Demotix, sitio web de periodismo ciudadano (Tepper, 2020, p. 21). Si las redes están concentradas en las compañías antes mencionadas, específicamente en quienes las gobiernan, sus dueños y altos ejecutivos al servicio de estos, como si fueran príncipes, duques, marqueses y condes que en la Edad Media controlaban territorios físicos, estos nuevos «señores feudales», a diferencia de los anteriores, controlan territorios virtuales y desde luego a los súbditos que navegan, que transitan por estos territorios que son plataformas. Ello afecta la democracia porque, como ya viene sucediendo, estamos pasando del ágora ateniense al ágora electrónica; la democracia, para ser tal y plenamente, debe liberarse de los oligopolios electrónicos y de las plutocracias electrónicas. Este control manipulatorio de las redes a favor de grupos de poder e interés tanto económicos como políticos ya se está produciendo y el ejemplo más saltante es el rol que jugó Cambridge Analytica en las elecciones de Donald Trump y en el referéndum sobre la salida de Inglaterra de la Unión Europea.
Un hecho que fue denunciado como manipulación de información privada en la red, que esa empresa utilizó para beneficiar a Trump y a Johnson. Es un ejemplo histórico de «la dictadura de los datos», como denuncia Brittany Kaiser, en su libro de dicho nombre, fundadora de la compañía # Own Your Data y cofundadora de DATA, un lobby sin ánimo de lucro. Esta autora propone una serie de medidas legislativas y reformas políticas para proteger los derechos individuales y controlar nuestros propios datos. Ella afirma que
En tal sentido, para proteger la democracia en las redes Kaiser plantea, como se ha indicado, una serie de acciones como tener una adecuada cultura digital, actuar sobre las legislaturas para que den normas que protejan nuestros datos, ayudar a las empresas a tomar decisiones éticas, pedir a los reguladores que exijan responsabilidades por los abusos de poder, tomar decisiones éticas en nuestra propia vida digital.
Si la información continúa concentrada en pequeños grupos de poder, podrían producirse revoluciones de usuarios, tanto en la red como fuera de ella, para que la información fluya libre y transparentemente, sin ningún tipo de control que no sea aquel que en acto libre y democrático los usuarios de la red y los no usuarios decidan.
Para que la red sea totalmente democrática, los ingenieros productores de los programas deben estar controlados libremente por los ciudadanos y deben rendir cuentas de sus decisiones, pues ellas afectan a toda la humanidad. En la democracia virtual debe haber transparencia, como la que debe existir en la presencial.
5. Democracia, humanismo y dataísmo
Pero el dataísmo es algo más que concentración oligopólica y plutocrática del poder, es una concepción del mundo. Habría que ver cuáles son sus implicancias para el humanismo y para la democracia como forma de vida. Al fin y al cabo, la democracia seguirá evolucionando, como ha sucedido a lo largo de su historia, pero para que evolucione manteniendo sus principios esenciales de libertad, igualdad, dignidad y autogobierno, debe tener el espacio y el terreno allanado que le permita evolucionar dentro de un contexto tecnológico distinto, mucho más dinámico y potente que el actual. Lo mismo debe suceder con el humanismo como concepción del mundo, en que el ser humano parafraseando a Kant debe ser un fin en sí mismo y no un medio o instrumento al servicio de otros seres humanos. Hay que mantener y reforzar una cultura antropocéntrica que prevalezca sobre la cultura mercadocéntrica y datacéntrica.
Algunos politólogos estudian y analizan la realidad política y sus estructuras como un sistema de procesamiento de datos y de comunicación-información. Ahí están, por ejemplo, la teoría de los sistemas aplicados a comprender la dinámica política de David Easton, o el modelo cibernético de Karl Deutsch.
Hariri explica que las dictaduras utilizan métodos de procesamiento de datos centralizados, en cambio la democracia prefiere el procesamiento distribuido. Al final, la democracia se ha impuesto a la dictadura, aunque todavía quedan algunos Estados totalitarios y algunos presidentes elegidos democráticamente recurren a una serie de artimañas para permanecer en el poder, desvirtuando la libre competencia por el poder y subvirtiendo los límites que las leyes establecen. La democracia no está libre de tal amenaza, todavía pueden seguir surgiendo estructuras políticas de centralización del poder con una ideología que las justifique, esta ideología puede ser el dataísmo. Harari (2015) es consciente de dicha posibilidad cuando afirma que si
Ahora resulta que la tecnología va más rápido que la política y en consecuencia esta no la puede controlar, pilotear, gobernar. El problema que se presenta en esta situación se relaciona con el poder de quien controla internet, tal como se ha indicado. Entonces habrá que democratizar el poder que se ejerce desde internet y también las formas de propiedad que la controlan, para que exista un flujo totalmente libre en la relación, por este medio, entre la autoridad con los ciudadanos y entre los ciudadanos.
Habrá, en este caso, una democracia más directa y participativa con mayor control ciudadano en la red. No es que desaparezca la democracia, sino que su ejercicio tendrá otras características, en donde la intermediación será mínima. ¿Para qué necesitamos intermediarios que gobiernen y legislen en nuestro nombre? ¿Por qué necesitamos otorgar un mandato limitado por ley para que decidan en nuestro nombre cuando gracias a la nueva tecnología podemos autogobernarnos? La tecnología muy bien puede ser encausada en esta dirección. De esta manera se cumple la definición de Rousseau respecto a que «la constituyente es el derecho que tiene el pueblo de darse su constitución». Sin embargo, podría suceder que se vaya en dirección contraria a la democracia, una tendencia que advierte Harari (2015) cuando dice:
Harari sostiene que en el futuro habrá más revoluciones tecnológicas como internet, que no puedan ser controladas por la política. De allí que la política democrática tal como está concebida pierda control sobre la tecnología y deberá adecuarse a ella, pero que exista un cambio en la política no quiere decir que se retorne a gobiernos autoritarios anacrónicos, que como los democráticos tampoco puedan controlar el flujo desenfrenado de información. No habrá centralidad del poder, puesto que los regímenes autoritarios también se encontrarán rebasados por la dinámica y la velocidad de las tecnologías de la información (TIC).
6. ¿El dataísmo dominará el mundo?
Los dataístas creen que las emociones y la inteligencia no son otra cosa que algoritmos. Harari (2015) sostiene que el dataísmo no es liberal ni humanista, pero tampoco es antihumanista, «no tiene nada en contra de las experiencias humanas. Simplemente, no cree que sean intrínsecamente valiosas» (p. 421). El dataísmo adopta un enfoque funcional. El ser humano es un algoritmo químico, nuestra imaginación es producto de algoritmos bioquímicos.
La visión del mundo dataísta, el dataísmo como ideología, pretende reemplazar la visión antropocéntrica por la data céntrica. Explica Harari (2015) que este cambio no es solo una revolución filosófica, «será una revolución práctica, porque todas las revoluciones importantes son prácticas» (p. 424). Tiene razón. Las ideas, por más valiosas que sean, si no cuajan en la realidad, si no son asumidas por los pueblos y sus élites, revolucionarias, progresistas o reformistas, según los casos y los momentos históricos de la humanidad, no podrán ser aplicadas por esa falta de aceptación. Entonces no se producen cambios.
La independencia del Perú, que el 21 de julio de 2021 cumplió doscientos años, no habría sido posible si un grupo numeroso de personas y líderes políticos no hubieran aceptado las ideas liberales predominantes en aquella época. El dataísmo le da una gran importancia a la toma de decisiones y desde luego al procesamiento de datos. Esto es de suma importancia para la ciencia política porque ella estudia el poder en sus diversas manifestaciones y quienes tienen poder político están casi permanentemente tomando decisiones para intentar resolver o gestar demandas que emanan de la sociedad civil. Estas decisiones las toma tanto un dictador que impone su voluntad con el uso de la fuerza no legitimada, como el pueblo que elige de forma libre a sus autoridades e igualmente las autoridades ungidas por la voluntad popular.
La política es una red compleja de toma de decisiones. Pero, según los dataístas, llegará algún momento en que máquinas más sofisticadas que las actuales decidan en lugar de nosotros y sobre nosotros, de tal forma que quedemos alienados de ellas, como a lo largo de la historia los humanos quedamos alienados de fetiches e ídolos que hemos creado para satisfacer nuestras necesidades y los adoramos. La alienación es la máxima expresión de la dominación, es como un fantasma maligno que nos acecha sin darnos cuenta, es pues el «agarro estructural», total y definitivo. El dios divino que guía nuestra vida, nuestra razón de ser. Esta es una posibilidad no muy remota, ya se encuentra en camino y está triunfando. Contra esta nefasta tendencia tenemos que liberarnos antes de que sea tarde. Las máquinas hechas por unas minorías no nos deben dominar, el poder que deriva de ellas tenemos que ponerlo a nuestro servicio.
Entonces, siguiendo a Harari, para evitar este condicionamiento de los humanos a la máquina que maneja miles de datos y en consecuencia toma decisiones por nosotros, debemos «aflojar su agarre». Puesto que, como decíamos en nuestro libro Ciencia política de la liberación, la dominación es «agarro estructural». Si se impone el dataísmo como concepción del mundo y desplaza al humanismo, este «agarro estructural» será aún mayor (Miró Quesada, 2019). Para evitar esta nueva forma de dominación, los seres humanos debemos diseñar máquinas con valores humanistas y democráticos para que podamos relacionarnos en dichos términos, vale decir, en el contexto de esos valores, y lo primero que se debe garantizar es la plena y absoluta libertad para tomar nuestras decisiones dentro del contexto «libertario» de esos robots y fuera de ellos.
Este ejemplo que da Harari (2015) puede servir para ilustrar lo que decimos:
Desde esta perspectiva, sostiene el autor de Homo Deus, que «es peligroso confiar nuestro futuro a las fuerzas del mercado, porque esas fuerzas hacen lo que es bueno para el mercado y no lo que es bueno para la humanidad o para el mundo» (Harari, 2015, p. 410).
El filósofo coreano-germano Byung-Chul Han sostiene que el dataísmo anula el pensamiento, porque no existe el pensamiento en datos y que lo único que se basa en datos es el cálculo (Rendueles, 2020). No podemos construir una sociedad justa y construir un mundo mejor, que armonice al ser humano con la naturaleza, mejore nuestra condición humana, solo por los datos que obtenemos de la realidad, por más significativos que estos sean y obviamente no hay prueba científica definitiva de que los seres humanos seamos algoritmos químicos. Hay, pues, en nuestras vidas un momento en que la humanidad crea, inventa y produce con plena libertad, incluso rebelándose contra nuestra propia esencia más allá del dato recibido, más allá de la información recibida. Entonces no podemos entender e interpretar la vida y la política como un cúmulo de datos obtenidos. En el mundo antiguo los dateros eran los ancianos, había por ello una gerontocracia. Pero la memoria humana es frágil y sobre todo en los ancianos.
Ahora pretendemos tener una datocracia gracias a la información que acumulamos en las computadoras. Su memoria es más poderosa que la de los ancianos, sin duda; no obstante, tienen un límite también y ese límite es que no pueden gobernar toda la vida humana, el peligro es que hagamos objetos más sofisticados que los actuales que logren cumplir este objetivo.
Por eso decimos que hay que democratizar la producción de los datos, precisamente porque la democracia se creó a partir de una serie de experiencias, pero fundamentalmente se creó porque el ser humano quiso liberarse de cualquier forma de dominación.
Si fuéramos algoritmos químicos, quedaríamos sometidos a un sistema y flujo de información, no podríamos romper con su estructura, estaríamos agarrados por ella, no habría «inercia estructural», en donde los dominados rompan la resistencia de los dominadores para mantener su estructura e ideología que justifica esa dominación. No podría haber incluso resistencia al cambio, que es un comportamiento conservador. A futuro la liberación del ser humano será contra el dataísmo y la biocibernética, si esta visión del mundo se impone. Ello sucederá, pues cuando hacemos un análisis de la historia humana muchas formas de dominación han desaparecido.
Pero la democracia y el humanismo tienen una amenaza tanto o más grave que el dataísmo, el elitismo, la plutocracia y la meritocracia: la desigualdad. Y para terminar con ella necesitamos datos, que no son precisamente dataísmo. Nos sirven para dar el primer paso en la investigación científica al servicio de la liberación. Podemos evitar que el dataísmo empiece a dominar la vida humana, desparramando el humanismo y la democracia por el mundo. Parafraseando a Runciman, algún día los pueblos en nombre de la libertad y de la igualdad, los dos grandes pilares de la democracia, arrebatarán el poder a los dueños de las redes sociales y quedarán definitivamente empoderados.
Referencias
Benson, O. (1974). El laboratorio de ciencia política. Amorrortu.
Chávez de Paz, D. (2020). Teoría y práctica de la investigación social. A&C Ediciones Jurídicas.
Dussel, E. (2009). Política de la liberación. Trotta.
Grawitz, M. y Lecca, J. (1985). Traité de science politique. Presses Universitaires de France.
Harari Yuval, N. (2017). Homo Deus. Debate.
Harari Yuval, N. (2018). 21 lecciones para el siglo XXI. Debate. Kaiser, B. (2019). La dictadura de los datos. Harper Collins.
Miró Quesada, F. (2019). Ciencia política de la liberación. Editorial Universitaria.
O’Neil, C. (2017). Armas de destrucción matemática. Capitán Swing; Phillips Peter.
Tepper, J. (2020). El mito del capitalismo. Roca Editorial.
Real Academia de la Lengua Española (2022a). Dato. En Diccionario de la lengua española. https://dle.rae.es/dato?m=form
Real Academia de la Lengua Española (2022b). Algoritmo. En Diccionario de la lengua española. https://dle.rae.es/algoritmo
Rendueles, C. (2020, 16 de mayo). Byung-Chul Han: «El dataísmo es una forma pornográfica de conocimiento que anula el pensamiento». El País. https://elpais.com/cultura/2020/05/15/babelia/1589532672_574169.html?outputType=amp
Runciman, D. (2019). Así termina la democracia. Paidós.
Recibido: 25/05/2022 Revisado: 12/11/2022
Aceptado: 12/11/2022 Publicado en línea: 22/11/2022
Financiamiento: Autofinanciado.
José Felix Palomino Manchego (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú) jpalominom@unmsm.edu.pe
https://orcid.org/0000-0003-1082-193X
Dante Martin Paiva Goyburu (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú) dante.paiva@unmsm.edu.pe