El ensayo es una invitación a reexionar sobre la historia y los avances del
feminismo o de los feminismos en la época actual. Buscar la conexión entre
diversos temas que han surgido de su propio desarrollo. Las teorías sobre el
género son parte de la evolución de estos feminismos. Pero la coyuntura actual
demanda respuestas más efectivas para detener la violencia contra las mujeres
y el feminicidio. Apuntando a retomar la unidad hacia fuera del movimiento
feminista y dejar hacia dentro los debates pendientes, que son necesarios, pero
que no pueden ser más importantes que la defensa de la vida de las mujeres que
más lo necesitan.
Palabras clave: Feminismo; género; Feminicidio; violencia contra la mujer.
This article is an invitation to reect on the history and progress of feminism
or feminisms in the current era. To seek the connection between various issues
that have arisen from their own development. Theories about gender are part
of the evolution of these feminisms, but the current situation demands more
effective responses to stop violence against women and femicide. It also aims to
take the unit back from the feminist movement and leave the pending debates
in, which are necessary, but which can not be more important than defending
the lives of women who need it most.
Key words: Feminism; gender; femicide; violence against women.
PAIDEIA XXI
Vol. 6, Nº 7, Lima, enero 2018, pp. 191-206
Resumen
Abstract
ENSAYO SOBRE FEMINISMOS, TEORÍA DE
GÉNERO Y FEMINICIDIO
ESSAY ON FEMINISMS, THEORY OF GENDER
AND FEMINICIDE
Débora Zambrano Gonzales
192
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
INTRODUCCIÓN
La reexión teórica en torno a
la mujer en los últimos tiempos en
apariencia parece haber disminuido.
Mientras, las víctimas de feminicidio
y de violencia suman cada día mayo-
res cifras, en el Perú como en otras
latitudes del mundo. Se difunde la
sensación de que no bastan las leyes
que penalicen y castiguen los críme-
nes de esta naturaleza, para detener
este problema. Dice la española Cobo
(2012), recuperando a Immanuel Kant
en su libro “Filosofía de la Historia”,
que cuando los grupos sometidos a
subordinación cuestionan las reglas
del consenso, el Estado y la sociedad
sacan de sus profundidades, el prin-
cipio de excepción que es la violencia,
para volver al estado de cosas ante-
riores. Es obvio dice ella, que Kant no
señaló esto pensando en las mujeres,
pero que es válido para el ejemplo,
considerando que el carácter de la vio-
lencia contra la mujer, es histórico.
Y añade, que la muerte de las muje-
res hoy expresa un cuestionamiento
a ese carácter histórico, enfatizando
que existe un imaginario colectivo y
profundamente arraigado, en el que
las mujeres siguen siendo considera-
das todavía como seres inferiores, aun
cuando estos vínculos jerárquicos se
estén debilitando.
Esta realidad preocupante no nie-
ga el hecho de que se han producido
avances positivos en la vida de las
mujeres, durante el siglo XX y el ac-
tual, en materia de independencia y
autonomía, aunque lamentablemente
todavía atañe a un reducido número
de ellas. El matrimonio en occidente
es hoy una posibilidad y no un camino
obligatorio, la existencia del divorcio le
pone n a relaciones de sometimiento
y subordinación eternas y muy por el
contrario fomenta matrimonios donde
el respeto es una condición necesaria
para que sobreviva; el uso de anti-
conceptivos y la posibilidad de decidir
cuantos hijos tener y cuando tenerlos
o simplemente no tener hijos, determi-
na el control del cuerpo de las mujeres
por ellas mismas. Las mujeres avan-
zan y a su paso están cuestionando en
la práctica viejos moldes de familia y
de ser mujer. Todo ello les permite vi-
vir la vida que quieren. Sin embargo,
no todo es tan perfecto, porque las li-
bertades conquistadas no la libran de
la doble jornada de trabajo, el remu-
nerativo y el no remunerativo.
FEMINISMOS: LOS PRIMEROS PA-
SOS
Señala Bernárdez (2015), Directora
del Instituto de Investigaciones Femi-
nistas de la Universidad Compluten-
se de Madrid (UCM), que la palabra
francesa “fèminisme” tiene su punto
de partida en 1837, para hablar de la
doctrina que exigía los derechos civi-
les y políticos de las mujeres, dando
origen a la reivindicación de su papel
en la sociedad, en busca de lograr una
igualdad con los varones ante las le-
yes.
Pero existen múltiples evidencias
de que el feminismo llegó en los albo-
res de la ilustración y antes, que se
193
PAIDEIA XXI
Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
expresa por ejemplo en el libro de Pi-
zan (2001) “La ciudad de las damas”
escrito en Francia, en1405. La autora
cuestiona la situación de subordina-
ción de las mujeres, un tema novedo-
so para la época. Es contemporánea
de Juana de Arco y escribe para ella
“Canción en honor de Juana de Arco”.
Se la señala como precursora del femi-
nismo occidental y primera escritora
profesional de la historia.
Otros varones ilustrados que de-
fendieron a las mujeres fueron Denis
Diderot y Nicolas de Condorcet, como
se señala en el libro “La ilustración ol-
vidada: La polémica de los sexos en el
siglo XVIII. Este texto recoge a varios
autores, que así como argumentaban
las ideas y conocimientos más moder-
nos del momento, también sostenían
la idea de la igualdad y de darles el
voto a las mujeres. “Para Condorcet,
una constitución no puede llamarse
republicana si excluye a las mujeres
del derecho de ciudadanía. El derecho
natural y los principios de una repú-
blica exigen la participación de todos
los individuos” (Puleo, 1993).
Así también gura Poullain de la
Barre (2007) quien sustentó y escribió
“De la igualdad de los dos sexos” en
1,673. Aunque hay que señalar que
su concepto de igualdad era universal,
incluía a todos los seres humanos. Se-
ñala León (2010) sobre él, su padre lo
destino a la carrera eclesiástica desde
los 9 años y alcanzo el grado de maes-
tría a los 16. Fue un sacerdote católico
poco corriente, a muy temprana edad
aborreció la autoridad y la intoleran-
cia. Sus críticas lo llevaron a ser des-
terrado de Paris y trabajar en lugares
pobres, con el tiempo se convierte al
calvinismo, lo que sumo más odio a
su conducta. Un rebelde de las causas
justas.
Otra mujer revolucionaria fue la
francesa De Gouges (2009), quien mu-
rió en la guillotina por exigir en su ma-
niesto de 1789, que los derechos de
ciudadanía de los hombres también lo
sean para las mujeres, en su “Decla-
ración de los derechos de la Mujer y
de la ciudadanía”. Su verdadero nom-
bre fue Marie Gouze y no solo se inte-
resó en los derechos de las mujeres,
escribió varios textos en contra de la
esclavitud de los negros, el primero,
una obra teatral “La esclavitud de los
negros” en 1,792. A estos intelectuales
se les considera parte del feminismo
ilustrado.
Del siglo XVIII también es la lósofa
inglesa Wollstonecraft (2005), quien se
hiciera famosa por escribir “Vindica-
ción de los derechos de las mujeres”,
publicado en 1792, en el que sustenta
que la condición de inferioridad de las
mujeres reside en un trato diferente,
porque no acceden a la misma educa-
ción que los varones y que deberían
ser tratadas como seres que razonan.
Defendía una educación igualitaria
para ambos sexos. Se la señala, como
una de las pioneras del feminismo mo-
derno.
La idea de subordinación e inferio-
ridad de las mujeres no pudo ser des-
terrada con la revolución francesa, ni
con el movimiento intelectual más mo-
derno desatado en la historia de Eu-
ropa y occidente. Fueron postergadas
194
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
aunque apoyaron los ideales de: igual-
dad, fraternidad, libertad y la existen-
cia de derechos universales.
El feminismo se sobrepone a la ilus-
tración y persevera en una larga his-
toria de malestar, opresión, disconfor-
midad y desigualdad de las mujeres.
Pero, después de todo, este movimien-
to intelectual legó a las mujeres un ar-
gumento que las liberaría, el principio
ético-político de la igualdad. El lósofo
Rousseau (2012) será el artíce de la
argumentación de este concepto de la
igualdad y en 1752 publicará “Discur-
so sobre el Origen y fundamento de la
desigualdad entre los hombres” en el
que señalará que la desigualdad no es
parte de ningún orden natural de las
cosas, ni tiene que ver con Dios. Este
concepto es una construcción huma-
na, cultural e histórica. Por lo tanto, lo
que es construido a lo largo del tiempo
y la historia se puede cambiar.
Rousseau (2011) fue el ideólogo de
la modernidad y de la educación del
siglo XVIII señalando el “cómo” de la
educación de los hombres y de las mu-
jeres en su libro “Emilio o de la Educa-
ción”. Este autor habló de cada sexo,
justicando la complementariedad del
hombre y la mujer. Dos naturalezas
completamente diferentes, terminan
en espacios de la vida diferentes. El
espacio privado doméstico para las
mujeres y el espacio político y público
para los hombres. Eso justica tam-
bién recibir una enseñanza diferente.
Y, es de este concepto de la igual-
dad que se apropia el feminismo, por-
que Rousseau no pensó en las muje-
res al sustentar la igualdad entre los
hombres. El armó, que la clase social
es una estructura de poder, que sitúa
a unos pocos en el poder y a la gran
mayoría en condición de subordina-
ción. El feminismo reconoce en esta
misma interpretación, que el género
también es una estructura de poder.
No tiene que ver ni con Dios ni con el
orden natural de las cosas. Lo que se
entiende por conductas femeninas y
masculinas corresponde a una cons-
trucción social. El género no es expre-
sión de un destino biológico, sino más
bien social. Por lo tanto, la estructura
jerárquica entre hombres y mujeres
también puede deshacerse.
El feminismo tiene más de tres si-
glos y ha convocado a múltiples in-
vestigadoras y académicas en todo el
mundo y en todas las ramas del saber
para analizar cómo se produce y re-
produce la diferencia de poder entre
un género y otro, así como para seña-
lar soluciones y cambios.
El feminismo del siglo XIX recla-
mó el derecho al voto y también a la
educación y contó con el apoyo inter-
clasista de todas las mujeres, ya que
ninguna podía votar, logrando unirse
por intereses comunes. A mediados
del siglo XX, la mayoría de países del
mundo había reconocido el voto a las
mujeres, con pocas excepciones.
Señala Bernàrdez (2015) que con-
forme las mujeres accedieron al voto y
a la representación política, hubo un
reblandecimiento del movimiento, ge-
nerándose una sensación de que todo
estaba ya logrado.
Estaba claro, que solo el voto, no li-
beraría a las mujeres de una sociedad
195
PAIDEIA XXI
Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
que no estaba preparada para verlas
de otra forma. Y la ley no es suciente
para transformar la realidad que habi-
ta en la subjetividad de cada persona
y que en última instancia es la que de-
termina nuestra actuación.
Perseverando en esta disconformi-
dad de la experiencia de ser mujer,
Simone de Beauvoir (2005) publica a
mediados del siglo XX, “El segundo
sexo”, evidenciando que la vida de las
mujeres, no era ni tan feliz ni tan igua-
litaria como se esperaba.
Dos décadas después, el libro de
De Beauvoir, hecho raíz en nuevos
feminismos, muy importantes, que
implementan leyes contra la violen-
cia de género, sobre las políticas de la
igualdad entre los sexos. Se politizó lo
que ocurría en los hogares, a puerta
cerrada, diciendo, que allí, donde se
les debería prodigar amor y cuidados a
las mujeres, también encuentran vio-
lencia sexual, subordinación y hasta
explotación.
Pero paralelo a estos cambios y de-
bates positivos para las mujeres, otros
malestares sociales y geopolíticos se
anunciaban. El mundo asistiría a la
caída de grandes ideologías, el comu-
nismo y sobrevive a un mundo mane-
jado por el consumo y el hedonismo
(Bernárdez, 2015). Los valores socia-
les como la solidaridad que podían ser
la columna vertebral de la unión de
miles y millones de mujeres, dejaban
de tener importancia. El avance de las
mujeres más discriminadas del plane-
ta, pisaría freno. Las pobres del mun-
do, no tendrían soporte ideológico, en
un mundo que se dejaba seducir por
el individualismo. La unión de las mu-
jeres sería debilitada, por reexiones
donde el yo cobraría un sentido exis-
tencial. Las mujeres que pudieran so-
brevivir como en la teoría de Darwin,
al sálvense quien pueda, serían las
afortunadas y con esta misma lógica
estarían descalicadas aquellas que
no tuvieran las condiciones superdo-
tadas para enfrentarse a una econo-
mía de mercado o la ley de la selva.
Una vez alcanzados los derechos ele-
mentales, las mujeres experimentan
una división importante con la pre-
sencia del feminismo de la diferencia.
A mediados de la década del 80 se
produce un choque de paradigmas,
entre el feminismo de la igualdad y el
de la diferencia, dando paso a la teo-
ría Queer, otros feminismos y nuevos
conceptos. En esta misma coyuntura,
una mujer es elegida como primera
ministra británica, Margaret Thatcher
en el periodo 1979-1990, representan-
do los intereses de las políticas con-
servadoras.
A estas alturas del partido, el fe-
minismo de la diferencia no solo ha
representado una posición teórica en
debate, se ha producido la fragmen-
tación del feminismo, en lo mejor de
esta situación, dando libertad a mu-
chos feminismos y en lo complicado de
esta experiencia, no encontrar puntos
en común, generándose silencios aun
no resueltos, pendientes del balance
del feminismo de la igualdad. Hay ne-
cesidad de tender puentes y ser dos
brazos de un mismo cuerpo político.
Y no se está hablando de un problema
aislado, sucede en todos lados.
196
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
A los feminismos actuales, les asis-
te problemas por resolver. Como ar-
ma la feminista Cobo (2016) hay que
poner en su sitio los debates intra fe-
ministas, enfatizando que no pueden
ser su actividad central. Coloca como
ejemplo la izquierda que se enloda en
rupturas y debates internos y pierden
de vista al capitalismo que es el mayor
frente de desigualdad para las muje-
res. Sostiene también que el principal
objetivo político del feminismo no es
la crítica a la política neoliberal sino
identicar las dimensiones patriarca-
les del capitalismo. Pues cuando la iz-
quierda analiza la perversidad del ca-
pitalismo nunca lo hace pensando en
los efectos sobre las mujeres. Todo ello
apunta a que tenemos que trabajar
por puntos en común. Que el feminis-
mo de la diferencia y la igualdad, no
nos coloque en posiciones contrarias o
que nos divida.
Las posturas antiesencilistas no
solo del género, sino del sexo, han
acabado con las mujeres en teoría. Si
las mujeres no existen; ¿Quién deen-
de a las mujeres de carne y hueso que
mueren todos los días en cualquier
punto del planeta? Touraine (2007)
señala al respecto “si doy prioridad a
la crítica radical de la noción de gé-
nero es porque la convicción en la e-
cacia de las reformas ha retrocedido”.
(P. 24).
El movimiento feminista ha estado
marcado por avances y en los últimos
tiempos se ha detenido, sin claridad
en el horizonte. Un reducido pero in-
teligente grupo de mujeres ha escrito
una historia diferente con su propia
vida, pero no ha sido suciente para
favorecer al grueso número de muje-
res que todavía vive en las tinieblas de
sus derechos, vulneradas hasta alcan-
zar la muerte en contextos de pobreza,
sin acceso a la educación que les per-
mita tomar sus decisiones y que pade-
cen de la inercia cultural de un Esta-
do, sociedad y justicia que conociendo
la ley se resisten a cumplirla. Hay un
asolapado conicto de intereses, don-
de quienes teniendo el deber de prote-
gerlas, se reconocen con el victimario o
juzgan a la víctima por provocar la vio-
lencia. Esta subjetividad que está pre-
sente silenciosamente en el contexto
de violencia, neutraliza los esfuerzos
que se colocan en el papel, haciendo
de la ley, letra muerta, logrando impo-
nerse en la práctica, una cultura que
perenniza las desigualdades de géne-
ro. En esta sociedad moderna, donde
muchos paradigmas sociales están en
crisis, el patriarcado y el machismo
sobreviven. A todos en algún momen-
to nos toca ser víctimas, victimarios o
cómplices, jueces y parte del círculo
vicioso de la violencia contra la mujer.
EL PERÚ GLOBAL: LA COMPLEJA
REALIDAD DE LA VIOLENCIA CON-
TRA LA MUJER Y EL FEMINICIDIO
En la mayoría de los casos la vio-
lencia contra la mujer y el feminicidio
están unidas a contextos de discrimi-
nación múltiple: pobreza, color de su
piel, lengua propia hablada. En estos
casos, concita la atención del Estado,
cuando el morbo periodístico lo con-
vierte en noticia y escándalo público.
197
PAIDEIA XXI
Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
Muchas mujeres aceptan la violencia
de género, porque no puede controlar-
la y ha permanecido oculta y natura-
lizada.
Señalan Muggah y Alvarado (2016),
América Latina (AL) es una de las re-
giones donde más asesinatos se pro-
ducen en el mundo. Los factores
principales son la inequidad social y
económica. Pero también mencionan
qué detrás de esta excesiva violencia,
están entre otros factores, las normas
sociales que aprueban el machismo
y la desigualdad de las relaciones de
género. Por lo tanto, estas formas cul-
turales que fomentan las jerarquías
de género, no solo están detrás del fe-
minicidio, sino también de cualquier
asesinato, demostrando lo nocivo que
es su presencia, convirtiéndose en una
condición que fortalece la violencia.
Sobre los factores que acompañan
la violencia contra la mujer, el soció-
logo Touraine (2016) sostiene que la
sociedad actual ha dejado de lado los
lazos entre instituciones para ser un
espacio de ruptura y conicto entre el
mundo de los intereses y de las ganan-
cias y el mundo de los principios éti-
cos. Tal situación complica la erradi-
cación de la violencia contra la mujer,
pues requiere de la presencia de insti-
tuciones públicas y privadas interco-
nectadas y trabajando por un objetivo
común. Las instituciones que deben
amparar las denuncias e impartir jus-
ticia, están distantes de quienes es-
tán en la obligación proteger. Hay una
conducta de incompatibilidad entre
las instituciones convocadas a actuar
sobre el problema y su relación con las
víctimas. La mayoría de feminicidios
en el Perú, más del 50% es efectuado
por una pareja o expareja y en el ho-
gar de la víctima o de la expareja. La
familia, organización fundamental de
la sociedad actual, se ha convertido en
un vector de violencia, donde se puede
operar con impunidad.
Según el INEI (2017), las cifras de
feminicidio en el Perú durante el pe-
riodo 2011-2015 sumaron 556. Du-
rante el 2014, un estudio de 15 países
en AL, el Perú señalaba 100 víctimas
y ocupaba el sexto puesto con más
cifras. En la mayoría de los casos los
crímenes son cometidos por la pareja
o expareja; mueren acuchilladas, as-
xiadas o estranguladas; y el lugar, la
casa de ambos, de la víctima o victi-
mario.
Al parecer no existe relación entre
el departamento con mayor número
de feminicidios y el que señala ma-
yor porcentaje de violencia contra la
mujer. Para el 2015 la mayor cifra de
feminicidio se registró en el departa-
mento de Ucayali y Tacna con 2 y 1
víctima de feminicidio por cada 100
mil mujeres respectivamente. Es pre-
ciso indicar que los departamentos
de Apurímac, Lambayeque, Loreto y
Tumbes no presentaron víctimas de
feminicidio en dicho año (INEI, 2015).
También durante el periodo enero-
set 2016, Tumbes tuvo la mayor tasa
de feminicidios 3 víctimas, seguido
de Tacna, 1 víctima por cada 100 mil
mujeres (INEI, 2017). Pero si observa-
mos las estadísticas de violencia con-
tra la mujer en el periodo 2013-2016,
son Apurímac (79,1%), Huancaveli-
198
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
ca (74%) y Cusco (75,4%) los depar-
tamentos que tienen los porcentajes
más altos en dicho periodo. (ENDES,
2013, 2014,2015 y 2016). A simple
vista, no parece haber relación entre
los departamento con estadísticas
más altas de violencia contra la mujer
y los que tienen las cifras de feminici-
dio más altas.
Tal parece, el feminicidio se produ-
ce en los departamentos sin capaci-
dad de predecirlo. Situaciones que se
pueden salirse de control en cualquier
momento, sin vigilancia o control de
ninguna autoridad y que germinan en
cualquier parte. Nadie puede suponer
que en el lugar más seguro para la
mujer, encuentre la muerte en cual-
quier momento.
Pero tampoco se trata de un pro-
blema local, ni mucho menos propio
de Perú. Según la agencia EFE (2016)
la violencia contra la mujer en Fran-
cia ocasionó el deceso de 126 y 122
mujeres durante los años 2014 y 2015
respectivamente y el Perú tuvo 100
víctimas, ambos años. No se está ha-
blando de un problema aislado. Este
atraviesa el mundo en menor o mayor
proporción. La tipicación de estos
homicidios como feminicidios es un
avance en materia de leyes, pero no,
en el ámbito del cumplimiento de la
justicia. Estos crímenes tienen varios
culpables, entre los más visibles, el
feminicida y la sociedad que fomenta
con naturalidad una educación que
desvaloriza a las mujeres y los roles
que socialmente se les ha asignado.
Las organizaciones sociales, todas y
cada una que gozan de buena repu-
tación, reproducen formas culturales
donde las mujeres son subordinados
de los hombres. La familia, la iglesia,
la escuela, las relaciones sociales en-
tre hombres y mujeres y del mismo
sexo están formadas con un lengua-
je y experiencias que inferiorizan la
imagen femenina. Hay una gran re-
sistencia a los cambios culturales y de
mentalidad. En especial, porque esos
cambios culturales, reestructuran las
relaciones de poder en la sociedad.
TEORÍA DE GÉNERO: LLAMADA
POR SUS OPOSITORES “IDEOLO-
GÍA DE GÉNERO”
Estamos en el siglo XXI, y aún es-
casas mujeres entienden el intenso
debate académico abierto en las uni-
versidades con la Cátedra de Género.
No saben que signica el género y mu-
cho menos han tenido el tiempo su-
ciente para comprenderlo. Pero, peor
aún, es saber que se han opuesto, sin
saber de qué se trata.
El debate en el Perú que se pro-
duce a comienzos del año 2017, aún
persiste por la ejecución de un nuevo
plan curricular escolar que cuestiona
los estereotipos sexuales que afectan
a hombres y mujeres y que propone
el respeto por todas las personas por
igual. Este plan tiene el propósito de
evitar la violencia y bulling contra ni-
ños y niñas que no actúan bajo man-
dato del modelo cultural dominante,
más claro, heterosexual y que en la
vida cotidiana estas conductas con-
traculturales son rechazadas con odio
y violencia. Esta violencia con la que
199
PAIDEIA XXI
Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
actúa la mayoría expresa una norma-
tividad impositiva, autoritaria y jerár-
quica.
Tal iniciativa democrática por par-
te del actual gobierno, ha movilizado
a sectores sociales en su contra, una
campaña denominada “con mis hijos
no te metas”, ha cautivado a familias
enteras en contra del enfoque de gé-
nero al cual ellos llaman “ideología de
género”. Bajo argumentos insosteni-
bles como homosexualizar a sus hijos,
fomentar el sexo en los niños y peor
aún, considerar es, obra de “anti ma-
rías” o del demonio por sectores con-
servadores de la iglesia. Esta campaña
se sostiene rmemente bajo el velo de
miedos aprendidos, la ignorancia so-
bre el tema y la actitud controladora y
vigilante de la iglesia sobre la familia
por considerar dicha información peli-
grosa para sus hijos.
Lo cierto es que combatir los miedos
sobre lo que muchos llaman “ideología
de género” no es nada fácil. El rechazo
a poner en práctica estos conocimien-
tos, no solo anula la racionalidad de
padres con precaria información sobre
el tema, sino que también estos mie-
dos sorprenden la mente de personas
instruidas, que temen que esa educa-
ción confunda la orientación sexual de
sus hijos. No tienen la certeza de que
esa información sea inofensiva y por el
contrario traiga consecuencias negati-
vas sobre la conducta normal de sus
hijos a futuro.
Pero estos miedos aprendidos tie-
nen su propia historia que contar.
Foucault (1998) señalaba en su libro
Historia de la sexualidad, qué, a co-
mienzos del siglo XVII se era tolerante
con lo obsceno, grosero e indecente si
se lo compara con los códigos del siglo
XIX. Habían transgresiones visibles,
anatomías que se exhibían, y que a
esta desinhibida época habría seguido
las noches monótonas de la burguesía
victoriana. La sexualidad se había re-
ducido a la función reproductiva en el
dormitorio de los padres. Tal situación
propicia la hipocresía de nuestras so-
ciedades burguesas. Es probable que
Sigmund Freud no hubiera tenido
tanto éxito con el psicoanálisis si su
interés no hubiera puesto el ojo en la
importancia del sexo, en una sociedad
cohibida de hablarlo y tildar de enfer-
mo a cualquiera que manieste algún
malestar en relación al tema. La se-
xualidad recreativa era tratada como
enfermedad o histeria.
La sexualidad se convierte en un
tema ilegítimo y silenciado, cobrando
su lugar propio en prostíbulos y mani-
comios. La ciencia también se vuelve
cómplice de estos discursos. Por ello,
es tan difícil de desmontar una cul-
tura de la represión. El ejercicio de la
sexualidad es una manifestación del
control del cuerpo por el sujeto. Por lo
tanto el control del propio cuerpo des-
estabiliza las relaciones de poder que
median entre la sociedad y la iglesia.
Pero estos no son pasajes únicos en
la historia de la controladora iglesia. El
investigador y novelista Humberto Eco
(1980), en su famosa novela “el nom-
bre de la Rosa” describe los dramas de
la época que se ambienta a nes de la
Edad Media, para algunos, etapa os-
curantista dónde el poder de la Iglesia
200
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
y su control sobre el conocimiento em-
pezaba a ponerse en cuestionamiento.
La novela trata varios temas, entre
ellos, varios asesinatos que ocurrían
en una Abadía. Su biblioteca contaba
con un libro sobre la Comedia y quien
lo leyera no viviría para contarlo. Sus
páginas estaban untadas con veneno.
Sumo esta experiencia, para señalar
que así como el sexo fue controlado y
regulado por la iglesia, también lo fue
la inofensiva – risa- por su poder libe-
rador y catártico. No es extraño pensar
que quien sonríe mucho, es de dudosa
reputación, más si es mujer. Todas las
funciones humanas que proporcionan
libertad y placer han sido de especial
interés por la iglesia.
Así que la idea de tocar temas cen-
trados en la sexualidad y la libertad
sexual de las personas ha estado his-
tóricamente custodiado por la iglesia.
Cualquier universidad de naturaleza
comercial, al ostentar un nombre re-
ligioso cuenta con mayor aceptación
que si se hubiera adjudicado cual-
quier nombre laico. La iglesia detenta
un fuerte control sobre la subjetividad
de las personas y sobre sus cuerpos,
normas y costumbres. El poder sim-
bólico de las palabras, son sucientes
para alcanzar credibilidad y respetabi-
lidad sin pruebas.
En este contexto, de sexualidades
reprimidas, la homosexualidad ha
sido considerada por mucho tiempo
una enfermedad y ha sido consisten-
te en la creencia de las personas. Las
ciencias médicas como la psiquiatría
hasta antes de 1973 habían señalado
a la homosexualidad como una enfer-
medad psiquiátrica, considerada en el
Manual Diagnóstico de Enfermedades
Psiquiátricas (DSM). Otro concepto
que también ha denido a estas per-
sonas es que no son normales. Sobre
la genealogía del concepto normal ha-
bría que señalar que parte de su ori-
gen es estadístico, parte de un criterio
cuantitativo, numérico y hace alusión
al promedio aceptable. Por lo tanto, el
concepto de normal, está inuido por
el paradigma cultural de turno. Lo
normal, es lo que la mayoría hace. Y lo
que la mayoría hace está sujeto a un
patrón cultural social impuesto por
grupos dominantes.
Volviendo a la campaña y movi-
lización “con mis hijos no te metas”
se da además en momentos en que
las victimas de feminicidios ocupan
la primera plana de diarios naciona-
les y locales. Familias enteras salen a
las calles a evitar que sus hijos sean
educados para respetar a hombres y
mujeres por igual. Pero no marchan
por motivos reales, como son los ase-
sinatos de mujeres, que bien podría
ser cualquier madre de familia. Estas
familias no protestan porque sus hijas
vivan libres de violencia, porque asu-
men que las mujeres deben vivir bajo
el amparo de la familia, los hijos, el es-
poso o pareja. Por ellas mismas no son
valoradas como sujetos que alcanzan
su independencia. Las mujeres sin
profesión, peor aún, no alcanzan un
estatus social respetables.
Los otros factores que abonan la
violencia de género, son una econo-
mía de mercado, la que tras mejorar,
parece debilitar la democracia, el res-
201
PAIDEIA XXI
Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
peto por los derechos de las personas
y aún más fomenta las desigualdades
entre las personas, la discriminación y
la violencia estructural. El Perú crece
y la educación aún sigue siendo pre-
caria.
Esta campaña “con mis hijos no te
metas” cuenta con colaboradores e-
caces, como la iglesia ocial católica,
unida a sectores conservadores evan-
gélicos y apoyados por la principal
fuerza política actual en el congreso.
Tal situación maniesta la distancia y
el desencuentro, entre el o los debates
feministas y la realidad de violencia
que envuelve al sector más grueso de
mujeres a nivel nacional. Las mujeres
pobres saben que la violencia las ace-
cha desde niñas. Al huir de su hogar,
vuelve a la violencia, de la mano de su
pareja, quien al recibir una educación
machista, no puede ofrecer otro tra-
to. Las mujeres intuyen, que no van
a poder librarse de la violencia aun si
conocieran sus derechos. El Estado
está a miles de kilómetros de atender
sus demandas al igual que su propia
familia.
Una de las lecciones aprendidas de
esta campaña “con mis hijos no te me-
tas” es que se hace necesario politizar
estos temas de aquí al futuro en los
partidos políticos y sobretodo sensibi-
lizar justamente a las mujeres de los
sectores que entienden menos, pero
que están más expuestas a la violencia
de género. Sin embargo, la ausencia
feminista en los partidos, es de larga
data. Los aportes feministas han sido
ofrecidos desde fuera de las estruc-
turas partidarias pues, el machismo
dentro, es normal. Las mujeres pro-
fesionales, que trabajan y con ideas
propias, no tienen necesidad de acep-
tar ser relegadas a planos menores.
Con esta situación, las más afectadas
han sido las mujeres pobres, que par-
ticipan de la militancia, sometidas al
yugo masculino y que reproducen al
interior los roles domésticos.
La lucha por el poder en los parti-
dos políticos ha subordinado el debate
interno del género a planos inexisten-
tes, como si esos problemas no atrave-
saran la organización política. El de-
bate sobre el poder, se sobreentiende
que pertenece solo a la agenda mascu-
lina. Las dirigentes mujeres ya tienen
su lugar, ocupándose de las organiza-
ciones de mujeres, sean los Club de
Madres (APRA), Vaso de leche (IU), Co-
medores Populares (AP), cada gobier-
no y partido político ha bautizado una
de estas organizaciones, que se funda-
mentan sobre la división social y se-
xual del trabajo y donde los hombres
están ausentes. También estas orga-
nizaciones cuentan con una secretaría
de mujeres, las que atienden asuntos-
valga la redundancia- “femeninos”.
No existe una sola organización social
que esté libre de esta división social y
sexual del trabajo.
La participación política en tiem-
pos de decadencia de los partidos y
de los hombres en la política, le han
permitido a las mujeres oxigenar, re-
novar viejos y desgastados rostros en
la lucha por el poder. No es que se lo
han ganado ellas en la lucha por el po-
der político. Es parte de una iniciativa
legal por democratizar la participación
202
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
de las mujeres en la política. Sin em-
bargo, esta participación política no
se legitima, porque desde dentro de
la propia organización política estos
temas no son considerados importan-
tes dentro de la agenda partidaria. Por
otro lado, las políticas públicas repro-
ducen modelos de participación feme-
nina que reproducen un rol tradicio-
nal de las mujeres. De esta manera,
esta situación se vuelve de fácil ma-
nejo para los hombres, donde las mu-
jeres son vistas como un aliado fácil y
manipulable. Además, acorde con los
tiempos actuales, es casi un mandato
mundial, que ellas sean incluidas en
las listas de procesos electorales, bajo
diversos mecanismos. En el Perú en
el año 1997 se modicó la legislación
electoral para introducir la cuota de
género, con el n de que se garantice
el derecho de las mujeres a ser elegi-
das en igualdad de condiciones que
los hombres. (ONPE, 1997).
De esta forma, las organizaciones
políticas cumplen con la formalidad,
de incluirlas en sus listas electorales,
pero esperando no salgan elegidas, ya
que al interior de la organización son
poco promovidas o si salieran elegidas,
esperan que sean dóciles al manda-
to masculino. Juega a favor también,
que todavía son muy pocas las que se
interesan en la lucha por el poder po-
lítico como un espacio de desarrollo.
En relación a otra dimensión de
la vida de las mujeres, sus inquietu-
des profesionales, están todavía muy
marcadas por los espacios que siem-
pre se han dominado. Señala Touraine
(2016) “se habla de igualdad de acceso
a todas las profesiones, pero la mayo-
ría de las mujeres ejercen las profesio-
nes menos remuneradas, en el cam-
po social o cultural, la enseñanza, los
cuidados médicos o la justicia, en todo
lo que “no produce dinero “y de que se
mofan los que pertenecen al 1%supe-
rior en la jerarquía de los ingresos” (p.
190). Y Enfatiza que es en el plano pri-
vado y en la experiencia de la violen-
cia donde las mujeres experimentan la
mayor vulneración de sus derechos.
En razón de los temas expuestos,
se sugiere que los feminismos están
llamados a manifestarse bajo el im-
pulso de una fuerza política. Aunque
el primer problema a esta armación
será la débil aceptación de los partidos
en el presente y aún más difícil es pen-
sar en una izquierda que represente
estos intereses. Sendero luminoso ha
empedrado el camino de la izquierda
política por un buen tiempo y es nece-
sario además un discurso más moder-
no. La derecha, experimenta menos
problemas, porque las mujeres que
tienen dinero, pueden exigir que la ley
se cumpla o pueden educar a sus hi-
jas en colegios privados donde serán
respetadas por su dinero o porque al
pertenecer a una clase media profesio-
nal, estos discursos forman una ba-
rrera para confrontar la violencia. En
la economía de mercado en que vivi-
mos las mujeres se pueden blanquear
con dinero y ser más respetables por
ese mismo motivo.
La teoría de género, aunque no es
un debate que nace en los claustros
universitarios del Perú, hoy se desa-
rrolla en varias universidades de res-
203
PAIDEIA XXI
Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
petable reputación académica dentro
y fuera del país, con casi dos décadas
en la implementación de diplomados
y maestrías en estudios de género. El
frente teórico del feminismo se abre
paso con otros grupos minoritarios
denominados LGBT.
La violencia de género, todavía es
el hilo conductor que une sociedades
modernas y no modernas. Se experi-
menta en el país de la ilustración cul-
tural y del siglo de las luces, como en
el Perú. Las complejas disquisiciones
teóricas del feminismo, son parecidas
en todas partes.
Hay varios feminismos y se necesi-
ta uno que se encargue de desmontar
la violencia de género en especial de
las mujeres pobres. La ley, la cárcel,
la cadena perpetua o el suicidio del fe-
minicida, no curan la enfermedad so-
cial. El saldo de mujeres asesinadas,
de padres que cumplen pena de cárcel
por feminicidio, convierten el mal, en
una enfermedad crónica. La justicia
en estos casos no es suciente con pa-
gar la pena, no tiene que ver con la ley,
tiene que ver con la posibilidad de que
la muerte de estas mujeres, no cobre
más víctimas en el futuro. No se trata
de males germinados en la mente mal-
vada y aislada de alguien, se trata de
males que germinan en cualquier par-
te y en mujeres y hombres por igual.
El feminicidio, bajo el modelo de con-
vivencia patriarcal-machista, germina
violencia todos los días. Se forman hi-
jas, para tolerar la violencia y se for-
ma hijos para usar la violencia como
mecanismo de control. El feminicidio
es la etapa nal de una pirámide de
ancha base que tiene a sus pies, las
potenciales víctimas. Llegar a la cima
de la violencia depende del deseo de
libertad que libre cada mujer por recu-
perar su destino, el que ella elija y es
cosa de suerte salir viva o muerta en
ese intento.
Mientras la violencia simbólica pa-
triarcal ote en la mente de hombres y
mujeres por que no se ha destruido el
patrón cultural que la sostiene, la vio-
lencia de género seguirá manifestán-
dose en un desenlace fatal e incontro-
lable en cualquier momento. Se trata
de una enfermedad mental, provocada
por un modelo cultural. Según Fou-
cault (2009), la psicología occidental
es como cualquier otra forma de cul-
tura, organiza un saber, se institucio-
naliza, desarrolla un lenguaje propio
y alcanza una forma cientíca. De ser
así, lo que consideramos normal, no es
más que un patrón cultural construi-
do. El machismo es un sistema cultu-
ral construido y que ha naturalizado
la jerarquía y superioridad del hombre
sobre la mujer. La transgresión a este
orden cultural es lo que provoca la vio-
lencia de género. Descargar el machis-
mo impregnado en el discurso cotidia-
no, es repensar casi todas las normas,
incluso las más inofensivas cargadas
de amor lial.
POR ENCIMA DEL DEBATE FEMI-
NISTA INTERNO, LAS ALIANZA SON
NECESARIAS
El movimiento feminista que dio
origen a la protesta social y a la visi-
bilidad de las mujeres y que alcanzó
204
PAIDEIA XXI
Débora Zambrano Gonzales
un carácter universal y global, hoy ex-
presa como todos los movimientos so-
ciales debilidad y ausencia. Las muje-
res están divididas entre intelectuales
teóricas que debaten sobre el género,
las victimas de feminicidio y las que
marchan para que se acabe la violen-
cia contra la mujer. Desconectadas,
fragmentadas e hipnotizadas, por una
perversa lógica individualista y hedo-
nista de estos tiempos. El feminismo
está disperso y en crisis de paradig-
mas. Se está como los partidos polí-
ticos, feminismo sin militancia. Hoy
también en crisis global.
Se ha dejado de creer qué el 50%
de mujeres perseguía las mismas li-
bertades y derechos que los hombres.
Ya no somos la mitad de la población
que quiere vivir en iguales condiciones
que los hombres. La mirada sobre la
situación de las mujeres ha cambiado.
La unidad ya no existe. Las cons-
trucciones y categorías de género, son
parte del debate académico actual y
también parte de la división. El reco-
nocimiento de las minorías sexuales
y comprendidas dentro de estas mi-
norías las mujeres no heterosexuales,
son precisamente estos grupos los que
lideran el movimiento feminista, por
una razón entendible, la búsqueda del
reconocimiento de sus derechos en la
sociedad. Estos grupos además cuen-
tan con una militancia más activa.
Estamos presenciando el agotamiento
del feminismo de la heterosexualidad
y de la igualdad. No se está plantean-
do el desconocimiento de los feminis-
mos de la diferencia u otros, se está
planteando la defensa de un feminis-
mo que haga alianzas con otros femi-
nismos.
Mientras este panorama no ten-
ga más claridad y esté ausente de un
carácter vinculante entre la teoría de
género, la violencia contra la mujer y
el activismo político en las calles, las
cifras de feminicidio serán evidencia
de cada día. Las marchas de NI UNA
MENOS tendrán el eco del día y de la
fecha, las redes sociales podrán sa-
turarse de mensajes en contra de la
violencia, pero no podrán detenerlo.
El cambio real, no es virtual. Se re-
quiere de trabajo y de tiempo real para
transformar la sociedad. La violencia
contra la mujer es el síntoma de una
enfermedad que nos anuncia que el
patriarcado y el machismo gozan de
buena salud todavía. Hay feminismo
para rato, hasta que las mujeres al-
cancen a vivir libres de violencia, de
una vez y para siempre.
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Ensayo sobre feminismos, teoría de género y feminicidio
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