Larvicidal active principles on immature stages of Luztomyia
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PAIDEIA XXI
INTRODUCCIÓN
La leishmaniosis es una enfermedad
causada por un complejo grupo de
protozoos del género Leishmania,
transmitida por la picadura de insectos
Phlebotominae (Salomón et al., 2012a;
Sánchez-Romero et al., 2020; Molina-
Avila et al., 2020).
En América, las leishmaniosis
presentan un amplio rango de síntomas
clínicos que dan lugar en humanos
a dos expresiones principales:
leishmaniosis tegumentaria americana
(LTA) y leishmaniosis visceral (LV).
En la Argentina, la LTA es endémica,
mientras que la LV es urbana. Esta
última es más severa porque puede
afectar órganos internos con alta
letalidad (Salomón et al., 2012b;
Blanco et al., 2014; Casas, 2017).
La LV tiene como agente etiológico
a Leishmania infantum Nicolle, 1908
(syn. L. chagasi) (WHO, 2003, 2015). El
perro Canis lupus familiaris Linnaeus,
1758 es su reservorio urbano (Acardi
et al., 2010), y el ebótomo Lutzomyia
longipalpis (Lutz & Neiva, 1912)
(Diptera: Psychodidae: Phlebotominae)
como el vector más común (Lainson &
Rangel, 2005; Salomón et al., 2012b;
Rodríguez & Isaza, 2018).
El primer caso autóctono de LV
registrado en Argentina, ocurrió en
el año 2006 (Salomon et al., 2008)
en la ciudad de Posadas, Misiones
con presencia de Lu. longipalpis y
LV canina, y la mayoría de los casos
reportados desde entonces han
ocurrido en la provincia de Misiones,
con solo unos pocos reportados en
las provincias de Corrientes, Santiago
del Estero y Salta (Salomón et al.,
2012a); a partir de allí es un fenómeno
emergente de mayor importancia como
problema de salud pública.
Los ebótomos son insectos
con metamorfosis completa (cuatro
estados del desarrollo: huevo, larva
(cuatro estadios), pupa y adulto). Las
hembras adultas oviponen entre 15 y
80 huevos en hábitats ricos en materia
orgánica, que proveen la protección,
nutrición y humedad necesarias para
las larvas emergentes. La eclosión es
muy dependiente de la temperatura,
y el desarrollo larval subsiguiente
generalmente es lento (Volf & Volfova,
2011). Las larvas tienen forma de
oruga, y se desplazan poco a partir
del sitio de oviposición. Las pupas se
asemejan a pequeñas crisálidas en
las que la muda del cuarto estadio
larval está adherida a un sustrato
sólido desde uno de los extremos.
Los adultos son pequeños y rara vez
sobrepasan los 3,5 mm de longitud
(Molyneux & Ashford, 1983; Galati,
2014; Rodríguez & Isaza, 2018).
Tanto los machos como las
hembras se alimentan del azúcar de
las plantas, o de la melaza producida
por ádos homópteros (Hemiptera:
Aphidoidea). Las hembras presentan
una estructura bucal que les permite
alimentarse de sangre, y necesitan
hacerlo al menos una vez para
completar el desarrollo de los huevos
(Cameron et al., 1995; Sharma &
Singh, 2008). Las hembras pueden
ingerir sangre tanto de animales
domésticos y salvajes (gatos, perros,
diversos roedores, ganado, aves y
lagartos), como de humanos (Morrison
et al., 1995; Sharma & Singh, 2008).