ARTICULO ORIGINAL
DOI 10.25176/RFMH.v18.n4.1734
1 Facultad de Medicina de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga, Ica-Perú.
2 Natural and Social Sciences Research.
3 Hospital “Augusto Hernández Mendoza” EsSalud, Ica-Perú.
a Médico.
b Licenciada en Enfermería.
c Médico Internista.
Objetivo: Determinar la relación entre la calidad de vida y la malnutrición del adulto mayor en la provincia
de Ica en el año 2015.
Métodos:Se realizó un estudio observacional, descriptivo y prospectivo, en una
población de 29 937 adultos mayores de la provincia de Ica. La muestra estuvo conformada por 138
adultos mayores (60 a más años de edad) que aceptaron participar del estudio mediante consentimiento
informado o asentimiento informado del familiar. Se usaron; la encuesta WHOQOL-OLD y el Mini Nutritional
Assessment para valorar la calidad de vida y el estado nutricional, respectivamente.
Resultados:El
puntaje total no ponderado obtenido a través del instrumento WHOQOL-OLD fue 87,0 o menos en el 50%
de los adultos mayores. Cuando los adultos mayores presentaron malnutrición el puntaje fue 68,63±3,40,
cuando hubo riesgo de malnutrición fue 82,15±1,34 y 90,08±1,32 en presencia de nutrición satisfactoria
(p=0,000).
Conclusión: La calidad de vida del adulto mayor está relacionada con el estado nutricional.
En presencia de malnutrición existe menor calidad de vida global y en sus dominios: funcionamiento del
sensorio, autonomía, actividades pasadas, presentes y futuras, participación social, intimidad.
Palabras clave: Calidad de vida; Adulto mayor; Malnutrición. (fuente: DeCS BIREME)
Objetive:
To determine the relationship between quality of life and malnutrition of the elderly in the
province of Ica in 2015.
Methods: An observational, descriptive and prospective study was conducted in a
population of 29 937 older adults from the province of Ica. The sample consisted of 138 older adults (60 years
and older) who agreed to participate in the study with informed consent or relative´s informed assent. The
WHOQOL-OLD and Mini Nutritional Assessment survey to assess the quality of life and nutritional status,
respectively, were used.
Results:The unweighted total score obtained through the instrument WHOQOLOLD
was 87.0 or less in 50% of seniors. When older adults showed malnutrition score was 68.63±3.40, it was
82.15±1.34 when there was risk of malnutrition and 90.08 ± 1.32 in the presence of satisfactory nutrition
(p=0.000).
Conclusion: The quality of life of the elderly is related to nutritional status. In the presence of
malnutrition there is less overall quality of life and in its domains: sensory functioning, autonomy, past,
present and future activities, social participation, privacy.
Key words: Quality of life; Elderly; Malnutrition. (source: MeSH NLM)
La calidad de vida representa la percepción del
bienestar, felicidad y satisfacción de un individuo
que le permiten cierta capacidad de actuación,
funcionamiento o sensación positiva de su vida1 en
relación con sus objetivos, expectativas, valores e
intereses, dentro del contexto cultural y de valores
en que vive2,3,4; además está relacionada con la
utilización de recursos en salud, institucionalización,
pérdida de autonomía y muerte2,4. Un adulto mayor
funcionalmente sano es aquel capaz de enfrentar
los cambios del entorno con un nivel adecuado de
adaptación funcional y de satisfacción personal1, es
decir, con buena calidad de vida.
A nivel mundial, la población mayor de 60 años
sobrepasa los 600 millones, aumenta 2% cada año y en
el 2050 llegará a 2000 millones5. En América Latina y El
Caribe representará el 12,8% de la población en el año
2025 y 22% para el año 2050 el 22%6. Nuestro país no
está exento de este envejecimiento progresivo debido,
principalmente, a la disminución de la natalidad y al
aumento de la longevidad2,7 y se estima que para el
año 2025, la población adulta mayor alcanzará casi
cuatro millones y medio de habitantes y para el año
2050 serán alrededor de 9 millones8,9,10.
Esta población es más vulnerable nutricionalmente
por los cambios físicos, psíquicos, sociales y
económicos que la afectan. Estudios internacionales
en adultos mayores como el de Espinosa11 han
hallado una prevalencia de malnutrición de 32,06%,
incrementándose en los mayores de 75 años de edad;
asimismo, observó que existía mayor riesgo cuando
no se usaba prótesis dental o existía dificultad para
alimentarse.
Montejano-Lozoya y col.12, reportó
que 23,3% presentaba riesgo de malnutrición,
especialmente en mujeres, con 85 años o más, viudos y
sin estudios. Mota-Sanhua y col.13, halló una prevalencia
combinada de sobrepeso y obesidad de 80,7% y de
obesidad abdominal de 48,4%. Martínez14, observó
que 53% estaba en riesgo de malnutrición y 27,7%
fueron considerados como bien nutridos, encontrando
como factores asociados a malnutrición la edad igual
o mayor a 80 años, enfermedad cerebrovascular,
insuficiencia renal crónica, dependencia funcional,
deterioro cognitivo y una autopercepción de salud de
regular a mala.
Jürschik-Jiménez y col.15 hallaron una
prevalencia de desnutrición de 22,6% y 35,4% de riesgo
de desnutrición. Abreu-Viamontes y col.16, hallaron
que la cuarta parte de los hombres y la tercera de las
mujeres estaban obesos por el índice cintura/cadera
y por el diámetro abdominal. Calderón y col.17, con el
Mini Nutritional Assessment encontraron que 29,9%
tenían malnutrición y 54,8% riesgo de malnutrición.
En el Perú, el porcentaje de malnutrición en adultos
mayores va de 23 a 62% en pacientes hospitalizados,
llega a 85% en casas de reposo y es mayor de 15%
en la comunidad18,19; poco más de la cuarta parte de
los hogares peruanos alberga al menos una persona
adulta mayor que presenta déficit calórico20; 25,7% de
los adultos mayores varones y 38,4% de las mujeres
tienen exceso de peso (sobrepeso u obesidad), 39,4%
pertenece a la zona urbana y 11,9% a la zona rural,
mientras que 37,5% de los que tienen exceso de peso
son no pobres21.
Como vemos, el estado de salud de esta población se
ve afectado debido a que las necesidades calóricas y
de nutrientes se ven condicionadas por la disminución
de los requerimientos fisiológicos a consecuencia
de los cambios en el metabolismo y la presencia de
enfermedades que alteran el gasto energético que
pueden determinar modificaciones desfavorables
en la ingesta dietética con el consecuente riesgo de
alteraciones nutricionales3,5,7,17,22 y un importante
impacto en su calidad de vida5,22,23 que genera
pérdida de autonomía, mayor aislamiento social,
institucionalización e incluso, en casos extremos,
la muerte24,25.
Dueñas-González y col.6, hallaron
predominio de percepción de baja calidad de vida
(43,3%), con tendencia a empeorar en la medida que
se incrementa la edad y disminuye la escolaridad.
Ramírez-Vélez y col.2, también han reportado un
deterioro importante de la calidad de vida de los
adultos mayores relacionados a factores de riesgo
de morbilidad, más acentuado en las escalas físicas y
levemente a las escalas mentales.
Por esta razón planteamos el presente estudio con
el objetivo determinar la relación entre la calidad de
vida y la malnutrición del adulto mayor en la provincia
de Ica, con la finalidad de proponer algunas líneas de
acción para la atención para este grupo poblacional
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y
prospectivo, en una población de 29 937 adultos
mayores de la provincia de Ica26. Ica es una provincia
ubicada en la franja costera del Perú, a 300 kilómetros
al sur de la capital del país (Lima).
La muestra se obtuvo mediante la fórmula: n =
[EDFF*Np(1-p)]/ [(d2/Z21-α/2*(N-1)+p*(1-p)], donde:
N=tamaño de la población=29937, frecuencia
hipotética de malnutrición en la población (p):
10%, límite de confianza (d)=5%, con un nivel de confianza de 95%. Esta estuvo constituida por 138
adultos mayores (60 a más años de edad) residentes
de la provincia de Ica (no menor de seis meses) que
aceptaron participar del estudio. Se excluyeron a
aquellos con morbilidad crónica en fase terminal y a
quienes decidieron no continuar en el estudio.
La recolección de datos se realizó a través de una
entrevista al adulto mayor o su familiar entre los
meses de agosto a octubre del año 2015. La duración
aproximada fue de 40 minutos. El entrevistador verificó
que todas las preguntas estén respondidas antes
de culminar la entrevista. No obstante, al finalizar la
aplicación de los instrumentos de la investigación se
realizó el control de calidad previo a la digitación a fin
de identificar posibles errores o vacíos.
Se usó una ficha de recolección de datos que registró
las variables de estudio: sexo, edad, morbilidad crónica,
riesgo socio-familiar, grado de dependencia, deterioro
cognitivo, estado civil, convivencia, instrucción, uso
de prótesis dental, dificultad para la alimentación,
actividad laboral y cobertura sanitaria.
Además, se
incluyeron las pruebas de valoración socio-familiar
(buena/aceptable situación familiar: 5 a 9 puntos;
riesgo familiar: 10 a 14 puntos; problema social: ≥15
puntos:), el índice de actividades básicas de la vida
diaria - ABVD: KATZ (independiente: ningún ítem
positivo de dependencia; dependiente parcial: de 1 a
5 ítems positivos de dependencia; dependiente total:
6 ítems positivos de dependencia) para determinar el
grado de dependencia, el cuestionario abreviado de
Pfeiffer (sin deterioro cognitivo: ≤2 errores; deterioro
cognitivo leve: 3 a 4 errores; deterioro cognitivo
moderado: 5 a 7 errores; deterioro cognitivo severo: 8
a 10 errores; a las personas con primaria incompleta
y analfabeta se restó un punto a la suma total) para
cuantificar el deterioro cognitivo27, aprobadas por
Ministerios de Salud del Perú para la atención integral
del adulto mayor.
También se aplicó la encuesta
WHOQOL-OLD (las puntuaciones se ponderaron
para generar puntuaciones en seis dominios que van
desde cero -peor calidad de vida posible- a 100 -mejor
calidad de vida-; la calidad de vida general se valoró
mediante la suma de los puntajes no ponderados de
los seis dominios)28,29 para valorar la calidad de vida.
La evaluación del estado nutricional se realizó a
través de la encuesta Mini Nutritional Asessment
(malnutrición: < 17 puntos; riesgo de malnutrición:
17 a 24 puntos; nutrición satisfactoria: >24 puntos)30.
Ésta fue diseñada en los años noventa para
determinar riesgo de desnutrición y desnutrición
en estudios epidemiológicos y es el instrumento
más utilizado y validado en diversas lenguas, que
considera parámetros antropométricos, preguntas de
autoevaluación y una encuesta nutricional17,31,32,33.
Los datos obtenidos, fueron ingresados a una base
de datos utilizando el software IBM SPSS® (Statistical
Package of the Social Science) en su versión 19.0.
Se usó la estadística descriptiva a través de: la
determinación de proporciones de las variables
categóricas, así como las medidas de tendencia
central para las variables numéricas. La normalidad se
evaluó mediante la prueba de Kolmogórov-Smirnov.
Cuando la distribución fue normal, la comparación
de los promedios se realizó mediante la prueba T de
Student para variables dicotómicas y ANOVA para
variables politómicas. La igualdad de varianzas se
determinó usando la prueba de Levene, asumiendo
varianzas desiguales cuando p< 0,05. En las variables
con distribución atípica se usaron las pruebas H de
Kruskal-Wallis y U de Mann-Whitney para comparar
los promedios de variables dicotómicas y politómicas,
respectivamente. En todas las pruebas estadísticas se
usó un nivel de significancia de 95% y p< 0,05.
En concordancia con la declaración de Helsinki y
al reporte de Belmont, la aceptación de participar
en el estudio se realizó mediante consentimiento
informado del adulto mayor; asimismo, se solicitó
el asentimiento informado del familiar cuando el
adulto mayor presentó deterioro cognitivo moderado
o severo y se mantuvo la plena confidencialidad
sobre los datos conforme a lo dispuesto en la pauta
18 del CIOMS34. Se respetó el anonimato de las y los
participantes en el estudio, otorgando un código a
cada ficha de recolección de datos y se eliminaron los
datos que permitieran su identificación.
El estudio fue
comunicado y autorizado por la Dirección Regional de
Salud de Ica, bajo sus procedimientos institucionales.
En la muestra estudiada, se evaluaron 73 (52,9%)
adultos mayores de 60 a 69 años y 65 (47,1%) de
70 a más; 75 (54,3% de sexo femenino; 61 (44,20%)
solteros(as), viudos(as) o divorciados(as), 77 (55,80%)
casados o convivientes; 71 (51,45%) vivían con su
esposo(a) o conviviente; 50 (36,23%) vivían con
algún familiar y 17 (12,32%) vivían solos; 29 (21,01%)
trabajaban como empleados y 56 (40.58%) trabajaban
en forma independiente, mientras que 39 (28,26%)
eran cesantes o jubilados(as) y 14 (10,14%) no
laboraban. En relación a la cobertura sanitaria, 60
(43,48%) pertenecían a EsSalud, 15 (10,87%) tenían
seguro privado, 10 (7,25%) estaban en MINSA/GORE
y 24 (17,39%) pertenecían a otra institución pública,
asimismo, 29 (21,01%) no tenían cobertura alguna. 72
(52,17%) tenían buena o aceptable situación familiar,
mientras que 48 (34,78%) estaban en riesgo familiar y
18 (13,04%) fueron catalogados como problema social
(Tabla 1).
Al evaluar las características del estado de salud de
estos adultos mayores, se pudo observar que 64
(46,38%) eran portadores de alguna morbilidad
crónica; 70 (50,72%) usaban prótesis dental, de los
cuales 18 (13,04%) era por reemplazo de todas las
piezas dentarias de ambos maxilares; 31 (22,46%)
con dificultad para la alimentación; 18 (13,04%)
con dependencia parcial o total; y 29 (21,01%) con
deterioro cognitivo leve a severo. En cuanto al estado
nutricional, observamos que 65 (47,10%) tenían
nutrición satisfactoria y, en igual frecuencia, en riesgo
de malnutrición, mientras que 8 (5,80%) ya estaban en
malnutrición (Tabla 2).
El puntaje total no ponderado obtenido a través del
instrumento WHOQOL-OLD fue 87,0 o menos en el
50% de los adultos mayores. Asimismo, la mediana
del puntaje ponderado en los seis dominios fue:
68,8 en el funcionamiento del sensorio, autonomía,
participación social, muerte y morir, así como la
intimidad; y 62,5 en las actividades pasadas, presentes
y futuras. El puntaje más bajo (cero) se obtuvo en el
dominio muerte y morir (Tabla 3).
Al comparar la calidad de vida en salud del adulto
mayor en relación con sus características generales,
se hallaron los siguientes puntajes promedio con
sus respectivos errores estándar: 83,94±1,62 en el
grupo etario de 70 a más años, 85,94±1,34 en los de
60 a 69 años (p=0,340); 83,71±1,32 en las mujeres
y 86,76±1,59 en los varones (p=0,138); 87,78±1,31
en los casados(as) o convivientes y 81,72±1,52 en
los(las) solteros(as), viudos(as) o divorciados(as)
(p=0,003); 87,89±1,40 en quienes viven con su
esposo(a) o conviviente, 82,16±1,58 en aquellos que
viven con un familiar y 82,12±3,23 en quienes viven
solos(as) (p=0,019); 88,48±1,53 en trabajadores
independientes, 86,74±1,67 en cesantes y jubilados,
80,79±2,32 en empleados y 75,93±3,02 en aquellos
que no tenían alguna actividad laboral; 91,53±3,49 en
aquellos con cobertura sanitaria privada, 85,58±1,28
en los atendidos por EsSalud, 88,70±4,28 en la
población que accede al MINSA/GORE, 80,67±2,47
en los atendidos en otros establecimientos de salud
públicos y 83,21±2,51 cuando no tenían cobertura
sanitaria; 90,25±1,15 cuando la situación familiar era
buena o aceptable, 79,63±1,59 en presencia de riesgo
familiar y 79,11±3,33 cuando era un problema social
(Tabla 4).
De igual forma se valoró la calidad de vida en salud
en función de las características del estado de salud
del adulto mayor, hallando: 81,13±1,55 cuando
existe morbilidad crónica y 88,54±1,23 en ausencia
de esta (p=0,000); 85,11±2,44 en quienes hacían uso
de prótesis dental en reemplazo de todas las piezas
dentarias de ambos maxilares, 82,23±4,22 cuando solo
era en uno de los maxilares, 84,74±2,09 si era reemplazo
parcial de algunas piezas y 85,85±1,37 si no usaban
prótesis dental; 77,39±2,18 en quienes tenían alguna
o dificultad total para la alimentación y 87,34±1,07
cuando no existía dificultad (p=0,000); 75,72±2,53 en
los y las dependientes parciales o totales y 86,51±1,06
(p=0,000); 71,00±3,43 cuando el deterioro cognitivo
era moderado-severo, 80,18±2,49 cuando fue leve
y 87,00±1,10 cuando no existía deterioro (p=0,000);
asimismo, cuando los adultos mayores presentaron
malnutrición el puntaje fue 68,63±3,40, cuando hubo
riesgo de malnutrición fue 82,15±1,34 y 90,08±1,32 en
presencia de nutrición satisfactoria (p=0,000) (Tabla 5).
La población adulta mayor es uno de los grupos
nutricionalmente más vulnerables, por los cambios
que la afectan35. Una alimentación inadecuada la
pone en riesgo de malnutrición ya sea por deficiencia
(desnutrición) o exceso (obesidad). Ambos son un
problema de salud pública5 pues, aunque estos cambios
sean muy sutiles, pueden tener efectos adversos sobre
su estado funcional y su calidad de vida.
En la muestra estudiada más de la mitad de los adultos
mayores aún trabajaban; uno de cada diez vivía solo
mientras que la tercera parte vivía con un familiar.
Este perfil es similar al encontrado por Guerrero-Pérez
et al.46 en una población mexicana.
Asimismo, casi la mitad se encontraba en riesgo familiar y uno de cada
diez estaba catalogado como problema social luego
de la evaluación del riesgo socio-familiar. Además, dos
de cada diez no tenían cobertura sanitaria alguna.
En cuanto al estado de salud, la mitad de
ellos presentaba alguna enfermedad crónica,
principalmente hipertensión arterial y/o diabetes
mellitus tipo II, y usaba prótesis dental.
Dos de cada
diez dependía parcial o totalmente y/o presentaba
algún grado de deterioro cognitivo. A esto se sumó
que la tercera parte de ellos manifestaba tener
alguna o total dificultad para la alimentación y más
de la mitad presentaba riesgo de malnutrición o
malnutrición establecida.
Hallazgos similares han sido reportados en los estudios realizados por Rodrigues
et al.37 con base poblacional y por Casas et al.43 en
una población consultante de un hospital nacional
en nuestro país.
En México, Calderón y col.17, con
el Mini Nutritional Assessment encontraron similar
frecuencia, tres de cada cuatro adultos mayores tenían
riesgo de malnutrición o ya estaba establecida. Estos
hallazgos evidencian la problemática nutricional
de esta población que también ha sido reportada
en población mexicana por Espinosa11, Montejano-
Lozoya y col.12, Jürschik-Jiménez y col.15, Mota-Sanhua
y col.13, Martínez14 y de Abreu-Viamontes y col.16 con
otras metodologías.
El puntaje total de calidad de vida alcanzó el 70,1%
del valor ideal (120 puntos).
Cifra por encima de lo
reportado en un estudio brasileño que reporta 61%37.
Aunque estos valores podrían no ser comparables,
debido a la idiosincrasia de las poblaciones estudiadas.
Esta percepción del adulto mayor acerca de su calidad
de vida puede estar influida por su salud mental y
capacidad funcional así como por la autoestima, la
satisfacción con la vida, la presencia de depresión y/o
enfermedades crónicas (tipo, tiempo de enfermedad y
agudización), entre otros39.
El estado civil casado o conviviente y la convivencia
con la pareja o esposa influyeron decisivamente en
la calidad de vida del adulto mayor, así la convivencia
influirá en el funcionamiento del sensorio, mientras
que estar unido –casado o conviviente- influirá en las
dimensiones intimidad así como muerte y morir. Esto
podría deberse a que los adultos mayores encuentran
en sus parejas un importante recurso de apoyo y
validación. Las personas que se encuentran sin pareja
estable – o que no conviven con ella- presentarían más
dificultades para adaptarse física y psicológicamente,
porque también presentan menor apoyo social
percibido, convirtiéndose en un importante recurso
de afrontamiento del estrés psicosocial39.
El soporte socio-familiar también es un factor
decisivo en la calidad de vida. Cuando el adulto
mayor está en abandono existirá menor calidad de
vida, afectando los dominios del funcionamiento del
sensorio, las actividades presentes, pasadas y futuras,
la participación social, la muerte y el morir, así como la
intimidad.
Cardona et al.40, observó que uno de cada
diez adultos mayores se siente maltratado por sus
familias (humillaciones, insultos, amenazas verbales,
golpes, gritos y aislamiento, entre otros); por lo que la
convivencia con un familiar no modificaría su calidad
de vida, sumiéndolos en la soledad que los lleva a
institucionalizarse.
Cuando no trabaja también existe menor calidad de
vida, afectando directamente el dominio autonomía
y la participación social. Aunque no hay estudios que
exploren esta relación, se ha demostrado que la falta
de actividad laboral es un importante factor de riesgo
para depresión41 que podría afectar la calidad de vida,
especialmente en el sexo femenino42.
El uso de prótesis dental no influyó en los puntajes
promedio de calidad de vida o sus dominios. Sin
embargo, en un estudio publicado por Rodrigues
et al.37 halló relación entre el edentulismo y la
participación social. Esta diferencia con nuestro
hallazgo, posiblemente se deba a que nuestro estudio
recoge el uso de prótesis dental y no el edentulismo.
Este último está relacionado con la dificultad para la
alimentación que, en nuestro estudio, influyó en el
puntaje total de la calidad de vida y en sus dominios
funcionamiento del sensorio, autonomía así como
muerte y morir. Un estudio realizado en Brasil demostró
que el uso de prótesis dental mejora la autoestima y
genera el retorno a las actividades sociales43.
El grado de dependencia así como el deterioro
cognitivo también determinan la calidad de vida del
adulto mayor, al igual que la presencia de morbilidad
crónica.
La última, en presencia de complicaciones,
determina el grado de las dos primeras y en conjunto
afectan el funcionamiento del sensorio, la autonomía
y la participación social. Además la morbilidad crónica
afectará las actividades pasadas, presentes y futuras,
así como la intimidad. Esta morbilidad, además está
asociada a alteraciones en la nutrición17 y -en nuestros
hallazgos- el estado nutricional está asociado a la
calidad de vida.
Los adultos mayores malnutridos
presentarán menor puntuación de calidad de vida
que aquellos que tienen nutrición satisfactoria y, de
igual forma, en todos los dominios con excepción del
dominio muerte y morir.
En ese sentido, en el plano individual, la consejería
nutricional en los adultos mayores es una intervención
clave para mejorar su calidad de vida; sin embargo,
esta debe complementarse con el diagnóstico y
tratamiento precoz de los problemas neurológicos y
odontológicos en esta población. En el plano colectivo,
son necesarias intervenciones de promoción de la
salud que promuevan el apoyo social mediante la
participación comunitaria y familiar en aquellos que
no conviven con una pareja, en quienes están en riesgo
socio-familiar o ya se encuentran en abandono y/o en
aquellos que no trabajan; asimismo, el Estado debe
diseñar estrategias para que esta población acceda
a una atención integral oportuna y de calidad que le permita atender aquellas necesidades que impactan
en su calidad de vida.
Sin embargo, deben tenerse en consideración el
pequeño tamaño de muestra y los instrumentos
utilizados para la valoración del estado nutricional y la
calidad de vida, así como de las demás variables, que
podrían limitar la interpretación y extrapolación de los
resultados obtenidos.
La adecuada nutrición del adulto mayor es esencial
para mantener una calidad de vida adecuada. Sin
embargo, la ausencia de una pareja, el abandono,
no trabajar, la dificultad para la alimentación, tener
algún grado de dependencia o deterioro cognitivo
y presentar alguna morbilidad crónica también son
condiciones que influirán en la calidad de vida del
adulto mayor.
Un hecho relevante es que la ausencia
de cobertura sanitaria, si bien no influiría en la calidad
de vida, podría afectar el funcionamiento del sensorio,
la autonomía o la dimensión muerte y morir. De esta
forma, cada institución debe explorar las características
de su población para brindar los servicios necesarios
de acuerdo a las necesidades percibidas.