El papel de la Educación Superior
en la naturalización del racismo: perspectivas y luchas por la inclusión de
mujeres racializadas en la Universidad de Buenos Aires
The Role of Higher Education in the naturalization of racism: perspectives
and struggles for the inclusion of racialized women at the University of Buenos
Aires
Priscila Ailén BARBERO[1]
Recibido Aprobado |
: : |
05.03.2024 10.06.2024 |
Publicado |
: |
30.06.2024 |
RESUMEN: El artículo
aborda, a través de un estudio de caso, la exclusión étnico-cultural racial y
de género que reciben las mujeres racializadas en la Universidad de Buenos
Aires. A través de técnicas de reconstrucción biográfica, en el marco de la
investigación cualitativa, se revela cómo la Academia reproduce el racismo y el
pensamiento colonial, evidenciando una escasa representación de mujeres
racializadas en los espacios de toma de decisiones en la Educación Superior
Argentina. La falta de inclusión de saberes no-blancos en la enseñanza
universitaria emerge como un desafío significativo. Estos hallazgos subrayan la
urgencia de adoptar enfoques antirracistas, decoloniales y antipatriarcales
en la Educación Superior, así como también, de implementar medidas para
garantizar un acceso equitativo a la educación y a posiciones de poder. Desde
una perspectiva teórica, el estudio amplía la comprensión de las dinámicas de
exclusión en la Academia y sus repercusiones en la construcción de identidades
y en el ejercicio de derechos. Se sugiere explorar estas temáticas en
investigaciones futuras, profundizando en las relaciones de poder en la
universidad y en las estrategias para promover una educación inclusiva y
equitativa. Asimismo, el estudio proporciona una visión crítica y reflexiva de
la exclusión en la Educación Superior, enfatizando la necesidad de adoptar
enfoques interseccionales y decoloniales para transformar las estructuras y
prácticas racistas.
PALABRAS
CLAVE: Educación Superior, Argentina, Racismo estructural, Mujeres
racializadas, Interseccionalidad.
ABSTRACT: The article addresses, through
a case study, the ethnic-cultural, racial, and gender exclusion experienced by
racialized women at the University of Buenos Aires. Using biographical
reconstruction techniques within the qualitative research framework, it reveals
how the Academy reproduces racism and colonial thinking, highlighting the scant
representation of ethnicized women in decision-making
spaces in Argentine Higher Education. The lack of inclusion of non-white
knowledge in university teaching emerges as a significant challenge. These
findings underscore the urgency of adopting anti-racist, decolonial, and
anti-patriarchal approaches in Higher Education, as well as implementing
measures to ensure equitable access to education and positions of power. From a
theoretical perspective, the study expands understanding of exclusion dynamics
in the Academy and its implications for identity construction and the exercise
of rights. Exploring these themes in future research, particularly delving into
power relations in the university and strategies for promoting inclusive and
equitable education, is suggested. Additionally, the study provides a critical
and reflective view of exclusion in Higher Education, emphasizing the need to
adopt intersectional and decolonial approaches to transform racist structures
and practices.
KEYWORDS: Higher Education, Argentina, Structural Racism, Racialized Women,
Intersectionality.
COMO CITAR:
HOW TO CITE:
Barbero,
P. A. (2024). El papel de la
Educación Superior en la naturalización del racismo: perspectivas y luchas por
la inclusión de mujeres racializadas en la Universidad de Buenos Aires.
Mujer y Políticas Públicas, 3(1), 170-190. https://doi.org/10.31381/mpp.v3i1.6667
INTRODUCCIÓN
La racionalidad occidental sigue negando la
posibilidad de un nosotras, del ellas y de los otras. Con todo
lo que no se encuentre en ese orden discursivo de las condiciones hegemónicas
legitimadas queda fuera de discusión. Las formas de dominación en América
Latina se siguen desarrollando, como en la época colonial, bajo un orden pigmentocrático, eurocentrista-occidental
y patriarcal. No se puede olvidar que la conquista de lo que hoy se conoce como
América se gestó bajo el modelo de hombre heterosexual católico, blanco-europeo
(Lugones, 2008) y estas lógicas de formas de pensamiento impuestas por el
sistema colonial siguen operando mediante dispositivos y discursos que
estructuran y subordinan a las mujeres no-blancas.
En el contexto argentino actual las formas de
“reconocimiento” estatal sobre los derechos de las mujeres de pueblos
originarios, marronas[2]
y afrodescendientes siguen estando impregnadas de violencia institucional y
violencia epistémica. No solo existe una imposición de conceptualizaciones,
términos y acciones, sino que también, existe una apropiación de saberes. Las
ideas, perspectivas y conocimientos de las mujeres racializadas siguen estando
sistemáticamente marginadas, ignoradas, desestimadas y expropiadas por el
sistema de poder dominante desde una dinámica silenciosa (Mato, 2020). Ello se
percibe en la falta de reconocimiento por parte del Estado de que, tanto las
políticas como las acciones que llevaron a la formación y consolidación de la
nación argentina durante los siglos XIX y XX, se desarrollaron en el marco de
un genocidio indígena (Segato, 2016) y tráfico de
esclavos (Cortés y Hruby, 2024).
La falta de reconocimiento de perpetración de
crímenes de lesa humanidad como parte integral del proceso de fundación del
Estado-Nación argentino (1862-1880), no solo que puede perpetuar un ciclo
infinito de negación y marginación de las mujeres racializadas, sino que
también, sigue alimentando el mito de una Argentina blanco-europea y
perpetuando la argentinidad como una ficción identitaria para cubrir el modelo
de colonialismo interno y desigualdad racial sobre el que se construye el
Estado-Nación (Villegas, 2023).
Si bien es cierto que, en los últimos años ha
habido un aumento del cuestionamiento de este mito mediante el reconocimiento
creciente de la necesidad de incluir todas las voces y perspectivas en la
construcción de la identidad nacional, las personas indígenas, marronas y afrodescendientes siguen sin ocupar los mismos
espacios de poder que las personas blancas en todo el territorio
nacional. En el ámbito académico las mujeres racializadas, por su
parte, se enfrentan en este contexto a una doble discriminación debido a la
intersección de su origen étnico y la desigualdad de género de la sociedad
patriarcal Argentina. La asimetría de las relaciones de poder
institucionalizadas (Amigot, 2022) hace que las mujeres racializadas no solo se
enfrentan a la no ocupación de espacios de toma de decisiones por no ser blancas,
sino que, además, se enfrentan a estereotipos y prejuicios raciales que limitan
sus oportunidades y les impiden participar plenamente en la vida profesional.
En las instituciones públicas de Educación
Superior del Estado argentino, según las cifras publicadas por el Ministerio de
Educación Argentina (2022), existe una presencia decreciente de mujeres en
puestos académicos jerárquicos. Esta subrepresentación de mujeres en los
espacios de poder académicos no solo refleja una tendencia preocupante en
términos de igualdad de género, sino que también visibiliza la ausencia de
diversidad étnica. Puesto que, las mujeres racializadas se enfrentan a una
limitación de oportunidades en sus carreras académicas y no solo por al escaso
nombramiento de mujeres en puestos de liderazgo, sino también por la
persistencia de barreras sistémicas que obstaculizan su acceso y avance en el
ámbito académico. Estas barreras incluyen la falta de reconocimiento de sus
contribuciones académicas, la discriminación institucionalizada y la ausencia
de redes de apoyo, lo que lleva a la perpetuación de estereotipos y prejuicios
basados en la raza y el género (Curiel, 2017).
Si bien en los últimos años algunas
universidades argentinas públicas han comenzado a desafiar las estructuras de
poder promoviendo la interculturalidad e incluyendo la diversidad étnica en sus
programas, sigue existiendo una falta de representación de mujeres no-blancas
en los espacios de toma decisiones académicos. Un ejemplo de ello es que recién
en el año 2021, Nilda Verónica Moreno se convirtió
en la primera rectora marrona en la historia
del país. Este hecho subraya la necesidad urgente de abordar la exclusión sistémica
que enfrentan las mujeres racializadas en las instituciones de Educación
Superior. La representación no equitativa en los niveles de liderazgo académico
no solo limita las oportunidades de las mujeres indígenas, marronas
y afrodescendientes para influir en las políticas y prácticas institucionales,
sino que también perpetúa la marginalización y el sesgo en la toma de
decisiones.
La integración de diversidades culturales en
algunos programas educativos universitarios parece brindar oportunidades que
automáticamente consagran a los individuos como sujetos de derechos. Sin
embargo, esta consagración puede ser ilusoria si se basa en el reconocimiento
de indígenas, personas de piel marrón y afrodescendientes como “minorías”. Es
importante recordar que el reconocimiento de identidades como
"minorías" puede ser un intento de controlar o neutralizar el
potencial de resistencia o desafío que estas representan, ya que puede
utilizarse para mantener ciertas normas y estructuras sociales dominantes. En
otras palabras, este tipo de reconocimiento también puede funcionar como un
mecanismo para silenciar y excluir a indígenas y personas de piel marrón de las
decisiones que les afectan, y resulta útil para neutralizar su potencial
insubordinado y ajeno a las normas del denominado “orden social”, como señalan
Dantas-Whitney et al. (2017).
Para las mujeres indígenas, marronas y afrodescendientes, el reconocimiento adecuado va
más allá de ser considerados simplemente "minorías". Se trata de
garantizar sus derechos, sus tierras y recursos, sus saberes, cosmovisiones y
su participación-activa en niveles jerárquicos de toma de decisiones. Esto
implica un empoderamiento real y la eliminación de las barreras que han tenido
a lo largo de la historia. En lugar de limitarse a considerar a estas mujeres
como "minorías", se considera crucial reconocer y respetar sus
identidades, derechos y aspiraciones. Esto implica un enfoque más profundo en
la justicia social, la igualdad y la participación-activa en la toma de decisiones
que afectan sus vidas. Por tanto, el enfoque intercultural debería centrarse en
la equidad y el respeto mutuo, en lugar de perpetuar dinámicas de desigualdad y
silenciamiento. Pero ¿Cuál es la estrategia más efectiva para confrontar la
interseccionalidad de la discriminación y cuestionar las estructuras de poder
desde la Academia, siendo conscientes de que esta institución contribuye a la
perpetuación de la subordinación de mujeres racializadas? ¿Se puede desafiar
efectivamente el mito de una Argentina blanco-europea si las mujeres
racializadas están notablemente ausentes de los roles de liderazgo académico?
¿Cuál es el impacto de la falta de representación de mujeres racializadas en
puestos jerárquicos en la toma de decisiones académicas en alumnas fenotípicamente
no-blancas?
Con estos interrogantes, se pretende destacar
la importancia de establecer una base sólida para posteriormente abordar
aspectos más complejos, enmarcando estas preguntas en un contexto local
específico. Este enfoque no solo permite mantener discusiones de carácter
general, sino también explorar estas cuestiones arraigadas en una situación
particular. En este trabajo se pretende, mediante un estudio de caso
etnográfico, conocer cuáles son los vínculos entre Educación Superior, la reproducción
del racismo y la desigualdad de género. El problema de investigación lo
constituye la exclusión étnico-cultural y racial que
reciben las mujeres racializadas en el ámbito académico. Con esta investigación,
se pretende no solo visibilizar la poca representación en la Academia de
mujeres no-blancas, sino también, reflexionar sobre cuál es la relación
entre la falta de esta representatividad y la perpetuación del pensamiento
colonial. Asimismo, se muestra el objetivo general, el cual es: indagar en las
dinámicas de exclusión étnico-cultural, racial y de género que afectan a las
mujeres racializadas en el ámbito académico de la Educación Superior de la
Universidad de Buenos Aires, con el fin de visibilizar su baja representación
en puesto de liderazgo y reflexionar sobre su relación con la perpetuación del
pensamiento colonial. Por su parte, los objetivos específicos son: 1) Analizar
las barreras sistémicas que impiden el acceso y avance de las mujeres
racializadas en la Universidad de Buenos Aires, identificando los factores que
contribuyen a su subrepresentación en puestos jerárquicos en un entorno
académico predominantemente masculinazo y blanco. 2) Explorar las experiencias y
perspectivas de las mujeres indígenas, marronas y
afrodescendientes en el ámbito académico, mediante entrevistas y registros de
observación participante que propicien instancias de diálogo y reflexión. 3) Evaluar
el impacto de la baja representación de mujeres racializadas en los espacios de
toma de decisiones académicas en la perpetuación de estereotipos y prejuicios
raciales y de género, proponiendo estrategias para fomentar una mayor inclusión
y equidad en la Academia.
MARCO TEÓRICO Y/O ANTECEDENTES
El sistema educativo debe proporcionar
técnicas para fomentar el autorreconocimiento, la aceptación y el respeto hacia
la diversidad en todas las etapas educativas, alejándose de discursos eurocentristas, homogeneizadores y excluyentes heredados de
siglos pasados. No obstante, es en la Educación Superior donde se debe trabajar
especialmente en la construcción de identidades, los sentimientos de
pertenencia y la tolerancia hacia la diferencia. Esto se debe a que en esta
etapa se forman los profesionales que pasarán a ocupar de manera inmediata
posiciones de toma de decisión en diversos ámbitos sociales (Mato, 2020).
Ratificar el imaginario social instalado, y
poco discutido, que sustenta la exclusión de mujeres racializadas es seguir
perpetuando mecanismos opresivos. La Educación Superior no puede y no debe
seguir reproduciendo narrativas coloniales que sustentan la racialización. La Academia como fuente de creación de
conocimiento debe desarrollar contranarrativas que problematicen la desigualdad
social derivada del racismo estructural. Este imperativo se extiende a la
revisión integral de sus contenidos curriculares, la terminología utilizada y
el material bibliográfico empleado con el propósito de analizar el impacto del
colonialismo interno y las estructuras asimétricas derivadas de marcadores
hegemónicos pigmentocráticos (Villegas, 2023).
Actualmente en Argentina, numerosas
publicaciones demuestran que las personas indígenas, marrones y
afrodescendientes son víctimas de racismo sistémico (Abeledo et. al, 2020;
Diáspora Africana de la Argentina - DIAFAR y Consejo
Nacional de Organizaciones Afro - CONAFRO, 2019; Equipo
Nacional de Pastoral Aborigen - ENDEPA, 2018; Geler et al., 2018; Instituto
Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo - INADI, 2021). Sin embargo, como señala Mato (2020), estas
desigualdades están “tan naturalizadas” en la sociedad argentina que rara vez
se cuestionan. Una de las formas más evidentes de este racismo es el escaso
acceso y permanencia de mujeres indígenas, marrones y afrodescendientes en la
Educación Superior, lo que limita significativamente su llegada a puestos
jerárquicos.
En el contexto de la ciudad de Buenos Aires,
las mujeres racializadas no solo se enfrentan a diversos obstáculos
socioeconómicos y culturales de acceso y permanencia a la Educación Superior,
sino que también lidian con barreras derivadas de la intersección entre origen
racial y género. En otras palabras,
las mujeres indígenas, marrones y afrodescendientes se enfrentan adicionalmente
a dos desafíos. Por un lado, deben superar la persistente narrativa
justificadora de los ideales positivistas de la generación de los 80´ de que
habitan una ciudad calificada como el “París
sudamericano emblanquecido” (Cortés y Hruby, 2024) y
por el otro, deben de enfrentarse al sistema género moderno/colonial que ha convertido históricamente a las
mujeres no-blancas en animales y a las mujeres blancas en
reproductoras de la blanquitud y de la burguesía (Lugones, 2008).
La metáfora que funcionó en Buenos Aires, y en
el resto del país, es la del crisol de las razas (Rodríguez, 2016). Se trata de un modelo “ideal” de identidad
argentina de herencia colonial que viene a homogeneizar a la población
silenciando, omitiendo y tergiversando la diversidad. Así, “se funden los
elementos primarios de la nación formando otro neutro” (Sciortino,
2008). Con lo que, habría que forzar a la población no-blanca a dejar a
un lado cualquier marca corporal que ponga en cuestionamiento la blanquitud
de la Estado-nación. Asimismo, las corporalidades no-blancas debían
pasar por un proceso de blanqueamiento a través de la adquisición de
comportamientos blanco-europeos y el mestizaje controlado por las élites
blancas (Cruz, 2017).
Del binomio no-blanco (salvaje e
inferior) /blanco (civilizado/superior), el “nosotras nacional” encarnaría
únicamente a la mujer blanco-europea, extranjera, civilizada, moderna,
pasiva sexualmente, frágil y pura. Asimismo, las mujeres otras (nativas,
marrones y afrodescendientes) vendrían a representar lo no-civilizado, lo
salvaje, lo inferior, lo activo sexualmente, lo fuerte y lo impuro. Por lo que,
las mujeres otras eran capaces de realizar cualquier tipo de trabajo,
incluso de recibir agresiones sexuales (Lugones, 2008).
El sistema género moderno/colonial tiene un
lado visible/claro y uno oculto/oscuro. El primero construye hegemónicamente al
género y las relaciones de género. Pero solamente organiza la vida de hombres y
mujeres blanco-europeos burgueses y constituye el significado mismo de
mujer y hombre en el sentido moderno colonial. Así, la pasividad sexual y la
pureza con características específicas de las mujeres blancas burguesas.
Unas mujeres que reproducen la posición racial y colonial de los hombres blancos
burgueses. La supuesta inferioridad de sus mentes y cuerpos cumple un papel
primordial en la función reproductora de la raza y la propiedad. El
sistema de género, también, es heterosexualista.
Puesto que, ésta permea en el control racializado sobre la producción de
conocimiento y sobre la autoridad colectiva. No solo se provoca una violación
significativa de los poderes y derechos de las mujeres burguesas, sino que,
ello sirve para reproducir el control sobre la producción de conocimiento
(Lugones, 2008).
Por su parte, el lado oculto/oscuro fue
extremadamente violento. Las mujeres racializadas fueron reducidas a la
animalidad, al sexo forzado y a la explotación laboral profunda. En el contexto
de la ciudad de Buenos Aires, las mujeres no-blancas, fueron y siguen
siendo en la actualidad víctimas de formas entrecruzadas de violencia,
discriminación, marginación y odio racial (Bauger,
2021). Para evidenciar este racismo basta con desplazarse a los barrios
desfavorecidos de la ciudad y basta con analizar los adjetivos con el que se
refieren las élites blancas para denominar a las mujeres racializadas (negras,
villeras, cabecitas negras…). Incluso siendo no extranjeras se las
extranjerizan con término como (bolita, paragua, peruca…). Lo negro,
es asociado a lo periférico, a lo pobre y a lo “no argentino”, es decir, a lo
extranjero. Pero, además, se asocia con lo popular diluyéndose la raza
dentro de la clase (Zurita, 2023).
En el contexto de la Educación Superior el
racismo se evidencia claramente en los datos estadísticos recogidos por el Instituto
Nacional de Estadística y Censos (INDEC, 2022). En el contexto de la ciudad autónoma
de Buenos Aires, las mujeres afrodescendientes que completaron estudios universitarios
de Grado fueron 3.364, mientras que de posgrado fueron 637 mujeres. En el caso
de mujeres indígenas y marrones, las mujeres que completaron estudios de Grado
fueron 607 y únicamente 36 en estudios Posgrado. A raíz de los datos expuestos,
se puede evidenciar que dentro del total de mujeres que completaron sus
estudios universitarios de Grado (240.225) y de posgrado (81.840) en la ciudad
de Buenos Aires en el año 2022, solamente el 1,52% (Grado) y 0,82% (Posgrado)
fueron mujeres afrodescendientes, marrones e indígenas.
Actualmente en Argentina no existen registros
formales que permitan cuantificar la ocupación de cargos jerárquicos dentro de
la Educación Superior pública de mujeres racializadas. Sin embargo, dentro de
la distribución porcentual de cargos de autoridades superior según categoría y
género del año 2022 en todo el territorio nacional (Secretaría de Políticas
Universitarias, 2022) las mujeres ocupan únicamente 16% de cargo de rectoras,
el 42% de vicerrectoras, el 39% de secretarias de universidad, el 39% de decanas
y 54% de vicedecanas. Mientras que de docentes el 46% exclusivo y
semiexclusivo, 51% simple y 45% otros. Ello evidencia que los cargos
jerárquicos universitarios se encuentran profundamente masculinizados, aunque
actualmente ingresen (61,2%) y se gradúen más mujeres que hombres (63,5%).
Comparando los datos entre mujeres
racializadas con estudios superiores en la ciudad Autónoma de Buenos Aires y la
baja participación de mujeres en cargos jerárquicos en todo el territorio
nacional, se puede evidenciar que las mujeres racializadas se enfrentan una
Academia mayoritariamente masculinizada y blanca. Asimismo, el racismo
sistémico se interseca con el sexismo para crear un entorno particularmente
hostil para las mujeres racializadas. Estas mujeres no solo deben enfrentar los
estereotipos de género que limitan su avance profesional, sino también las
discriminaciones raciales que cuestionan su capacidad y pertenencia en el
ámbito académico. La estructura organizacional de las universidades, que Verardo (2018) describe como patriarcal, refuerza estas
desigualdades al mantener prácticas y valores que favorecen a los hombres
blancos. Esto se traduce en una menor representación de mujeres
racializadas en puestos jerárquicos y en roles de liderazgo académico.
Además, la conciliación entre el ámbito
familiar y profesional es particularmente difícil para las mujeres
racializadas, quienes a menudo asumen una mayor carga de responsabilidades
domésticas. Según Vizcarra y Vélez (2007), los hombres en Argentina disponen de
más tiempo para dedicarse a estudios avanzados como el doctorado, un requisito
esencial para alcanzar posiciones de liderazgo en las universidades. Este
desequilibrio se agrava por el hecho de que el ciclo vital femenino, incluyendo
la edad fértil, coincide con el periodo de mayor demanda académica para obtener
un doctorado. Verardo (2018) señala que los criterios
de evaluación en la carrera universitaria están diseñados para ajustarse al
ciclo vital masculino, lo que desventaja aún más a las mujeres.
En este contexto, el racismo sistémico se
manifiesta no solo en la subrepresentación numérica de mujeres racializadas
(INDEC, 2022), sino también en las barreras estructurales que limitan su
participación y avance en la Educación Superior. Estas barreras incluyen
prácticas de contratación y promoción que favorecen a los hombres blancos,
la falta de políticas de apoyo que reconozcan las cargas domésticas desiguales,
y la perpetuación de estereotipos raciales y de género que socavan la confianza
y las oportunidades de las mujeres racializadas.
La desigualdad de género de las mujeres
racializadas por su color de piel y su clase social, no ha sido abordada de
manera adecuada en las agendas políticas y sociales en Argentina (Gómez, 2022).
En el contexto de la ciudad de Buenos Aires se han desarrollado debates
feministas postcoloniales y decoloniales. Sin embargo “no entraron en diálogo
con las investigaciones realizadas en las comunidades periféricas donde viven
las mujeres indígenas realmente existentes” (Gómez, 2022, p. 68). Ello
evidencia que los imaginarios feministas sobre las mujeres indígenas y
racializadas se encuentran “blanqueados” lo que oculta sus propias formas
particulares de agencia feminista y empoderamiento.
Las desigualdades de la mujer normativa
argentina (blanca de clase media), no corresponden con las de las mujeres
racializadas. Asimismo, la posibilidad de incorporar las perspectivas de las
mujeres en el derecho se confronta con las experiencias de mujeres otras mediante
la pretendida universalidad de la mujer en la letra de la ley (Bauger, 2021). En el discurso jurídico sobre la mujer se
excluye a mujeres que no concuerdan con la figura de mujer normativa, y, esto
sucede, exclusivamente por cuestiones pigementocráticas.
Ello conduce, a la perpetuación de un ciclo infinito de negación y marginación
de las mujeres indígenas, marrones y afrodescendientes, así como también, a la
alimentación del mito de un país blanco-europeo (Villegas, 2023).
METODOLOGÍA
Este trabajo forma
parte de un proyecto de investigación mayor de tipo cualitativo realizado en un
período de seis meses en 2022. La información obtenida proviene de la revisión
de normativas relacionadas con el tema estudiado, estadísticas oficiales,
revisión de otras iniciativas similares en Argentina, entrevistas
semiestructuradas y registros de observación participante. Estas instancias
promovieron el diálogo y la reflexión con mujeres racializadas que buscan
iniciarse en la investigación dentro de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La motivación para
realizar esta investigación surge de la experiencia personal de la autora como
mujer migrante que ha enfrentado el racismo sistémico fuera de Argentina. Su
trayectoria personal y profesional se ha caracterizado por los desafíos y las barreras
que enfrentan las mujeres racializadas en contextos académicos y laborales.
Esta vivencia ha sensibilizado profundamente a la autora sobre la necesidad de
abordar y combatir las estructuras de opresión que perpetúan la exclusión y la
discriminación.
Su objetivo al
emprender esta investigación fue buscar visibilizar las experiencias de mujeres
racializadas en la Educación Superior, destacando las intersecciones de racismo
y desigualdad de género que afectan sus trayectorias académicas y profesionales.
Al situarse como investigadora, también se posiciona como una voz comprometida
con la transformación social y la lucha por la igualdad de derechos. La
investigación cualitativa que lleva a cabo no solo es un esfuerzo académico,
sino también un acto de resistencia y empoderamiento. A través de este trabajo,
espera contribuir a la construcción de una universidad más diversa, inclusiva y
equitativa, donde todas las personas, independientemente de sus rasgos
corporales, género o clase, tengan la oportunidad de alcanzar su pleno
potencial.
Unidad de
análisis
El método empleado
en esta investigación se llevó a cabo tras un análisis descriptivo,
interpretativo, sistemático y crítico de documentos de vida de cinco mujeres
racializadas estudiantes de grado y posgrado del ámbito de las Ciencias
Sociales y Jurídicas de la Universidad de Buenos Aires, que pretenden
adentrarse en el mundo de la investigación. A continuación, se presenta un
perfil detallado de cada una de las informantes, destacando sus antecedentes,
experiencias y perspectivas.
La
primer informante es una mujer afrodescendiente de 28 años, originaria de Quilmes,
Buenos Aires. Actualmente, está cursando un posgrado. Ha enfrentado
discriminación tanto por parte del profesorado como de compañeros y compañeras
a lo largo de su trayectoria académica, donde ha sentido cuestionamiento en
torno a sus capacidades académicas por su origen étnico. Su objetivo es
visibilizar las contribuciones de los académicos afrodescendientes y aspira a
ocupar un puesto de liderazgo en la Academia para promover la inclusión y la
equidad racial.
La segunda informante es una mujer marrona
de 24 años, oriunda de la provincia de Salta, Argentina. Es estudiante de grado
y ha superado barreras significativas para acceder a la Educación Superior,
incluyendo limitaciones económicas y barreras culturales. Aspira a trabajar en
el campo de los derechos humanos y utilizar su formación para luchar contra la
discriminación y la exclusión.
La tercera
informante es una mujer marrón de 30 años, nacida en Usuahia
de padres migrantes bolivianos. Actualmente, está cursando un posgrado y ha
enfrentado múltiples formas de exclusión social y académica debido a estereotipos
sobre su origen étnico y socioeconómico. Ha experimentado exclusión tanto en su
entorno académico como social, lo que ha afectado su trayectoria educativa y su
bienestar emocional. Busca fomentar políticas inclusivas en la Educación Superior
y aspira a desempeñar un papel activo en la formulación de políticas públicas
que promuevan la equidad y la justicia social.
La cuarta
informante es una mujer marrona de 26 años,
proveniente de la ciudad de Santa Fe Argentina. Es estudiante de grado y ha
mostrado un notable rendimiento académico pese a enfrentarse a obstáculos
relacionados con su identidad. Ha sido objeto de microagresiones y estereotipos
negativos en el ámbito universitario, lo que ha afectado su autoimagen y
confianza. Aspira a convertirse en una académica de renombre en el campo y a
utilizar su posición para apoyar a otros estudiantes marrones en su camino académico.
La quinta
informante es una mujer indígena de 29 años, oriunda de la provincia de Jujuy,
Argentina. Actualmente, está cursando un posgrado. Ha realizado investigaciones
significativas sobre la cultura y los derechos de los pueblos indígenas,
enfrentando retos económicos y de discriminación. Ha enfrentado exclusión
académica y social debido a su identidad indígena, y ha luchado por el
reconocimiento y respeto de su trabajo académico. Pretende utilizar su
formación para abogar por los derechos de los pueblos indígenas y para influir
en las políticas públicas que afectan a su comunidad.
Técnicas de
recolección
Las técnicas de
recolección de datos utilizadas en este estudio son diversas y se enmarcan
dentro de la metodología cualitativa. Estas técnicas permiten obtener una
comprensión profunda y detallada de las experiencias de las mujeres
racializadas en la Educación Superior. A continuación, se describen las
principales técnicas empleadas:
Entrevistas
semi-estructuradas
Las entrevistas
semi-estructuradas fueron fundamentales en este estudio. Esta técnica
proporcionó flexibilidad a la investigadora para explorar temas emergentes
durante la conversación. Las entrevistas se diseñaron con una guía de preguntas
abiertas que permitían a las informantes compartir sus experiencias y
perspectivas de manera libre y detallada.
Cada entrevista se
realizó en varias sesiones para asegurar una cobertura completa de los temas
relevantes y se llevó a cabo en un entorno cómodo y seguro para las informantes
en un formato virtual. Las entrevistas se grabaron con el consentimiento de las
participantes y luego se transcribieron textualmente para su análisis.
Observación
participante
La observación
participante es una técnica clave en la investigación etnográfica y se utilizó
para familiarizar a la investigadora con el campo de estudio. Este método le permitió
integrarse en el entorno académico de las informantes, observando de cerca sus
interacciones, comportamientos y desafíos diarios.
La observación se
realizó en contextos virtuales. La investigadora participó en seminarios y
eventos académicos, además de interactuar con las informantes en sus
actividades cotidianas. Esta técnica ayudó a construir una relación de
confianza con las informantes y a obtener una visión más completa de sus
experiencias en la universidad.
Documentación
personal y autobiográfica
Se recopilaron y
analizaron documentos personales y autobiográficos de las informantes, tales
como cartas, diarios, fotos, videos y objetos personales. Estos documentos
proporcionaron una visión introspectiva y detallada de las vidas y experiencias
de las informantes, complementando la información obtenida a través de
entrevistas y observación participante.
El análisis de
estos documentos permitió captar los mecanismos que las mujeres racializadas
utilizan para dar sentido a sus vidas y a sus trayectorias académicas. La
combinación de fuentes orales y documentales personales enriqueció la
comprensión de las narrativas individuales y colectivas.
Técnicas de
conversación y narración
Las técnicas de
conversación y narración se utilizaron para facilitar la expresión libre y
espontánea de las informantes. A través de conversaciones informales y
narraciones personales, las informantes pudieron compartir sus historias de
vida, desafíos y aspiraciones de manera más relajada y natural.
Estas técnicas
permitieron captar las emociones, sentimientos y perspectivas de las
informantes de una manera más auténtica y personal. Las narraciones se analizaron
para identificar temas recurrentes y patrones en las experiencias de las
informantes.
En este estudio se
ha empleado una variedad de técnicas de recolección de datos cualitativos para
obtener una comprensión rica y matizada de las experiencias de las mujeres etnicizadas en la Educación Superior. Las entrevistas
semi-estructuradas, la observación participante, la documentación personal y
las técnicas de conversación y narración han proporcionado una base sólida para
analizar los desafíos y las estrategias de estas mujeres en su camino
académico. El análisis continuo y el uso de herramientas de software como NVIVO
han permitido organizar y profundizar en los datos, aportando una visión
integral y crítica sobre la exclusión étnico-cultural y la desigualdad de
género en el ámbito universitario.
RESULTADOS
En las
universidades se establecen normas y modos de interpretar la realidad que el
estudiantado asume como incuestionables. La Universidad es un espacio donde se
manifiesta un poder/saber que convierte al alumnado en repetidores de
discursos. Por lo tanto, se considera que si el proceso de
enseñanza-aprendizaje en la Educación Superior se realiza sin una perspectiva
antirracista, decolonial y antipatriarcal, se
contribuye a la naturalización del racismo, a la reproducción del pensamiento
colonial y a la desigualdad de género.
La Universidad es
un dispositivo de poder que reproduce las diferencias entre sujetos manifestándolas
por medio de prácticas de interiorización y desigualdad social con su
pedagogía, equipo docente mayoritariamente blanco, currículo y didáctica.
En la Universidad Autónoma de Buenos Aires, hemos podido observar mediante los
discursos analizados, que la falta de representación y visibilidad de mujeres racializadas
en roles académicos de poder y la prevalencia de un currículo centrado en
autores blancos reproducen las estructuras de exclusión y limitan las
aspiraciones de las estudiantes marrones, indígenas y afrodescendientes:
"[...] En
la universidad, casi todos los docentes y personas con cargos son blancos y la
mayoría son hombres. Estudié comunicación y la mayoría de la bibliografía era
de hombres blancos. Alguna vez tuvimos una cátedra de pensamiento
latinoamericano y ahí sí vi alguna persona marrón. Si había una persona marrón
en la universidad, era alguien que venía a dar una charla. Es decir,
extranjero. Eso refuerza la idea de que el extranjero puede ser marrón, pero el
argentino no. Eso definitivamente influye en lo que uno puede llegar a ser. Lo
mismo con los compañeros, quizás sin intención, pero si no ven personas
marrones, no te consideran" (Informante 1).
"[...] Me
capacité con mucha exigencia. ¿Por qué? Hay una exigencia doble o triple.
Honestamente, busco representación en otros países. Mis referentes están fuera.
Necesito verlo en otro lado" (Informante 3).
La escasez de
referentes marrones, indígenas y afrodescendientes en puestos jerárquicos
perpetúan la invisibilidad de las mujeres racializadas y refuerzan la idea de
que el éxito académico y profesional está reservado mayoritariamente para
hombres blancos “Asumo que como mujer no-blanquita mi carrera
académica será difícil y me costará el doble o el triple” (Informante 4). Esta
invisibilidad no solo afecta la percepción de las estudiantes sobre quiénes
pueden ocupar roles de liderazgo académico, sino que también influye en sus
propias aspiraciones y autopercepción “[…] Me cuesta ponerme en
el lugar de creadora porque hay falta de modelos” (Informante 2).
Por otro lado, en
los discursos y narrativas de mujeres racializadas analizados se hace evidente
una escasa o nula incorporación de otros saberes que no sean los masculinos blanco-europeos
“no solo hay falta de modelos femeninos, sino que, no hay ninguna persona
que no sea blanca en el currículo” (Informante 5). Iniciar la configuración
de nuevos caminos epistémicos permitiría a cada ciudadano desarrollar un
pensamiento crítico sobre las desigualdades sociales, algo muy necesario en el
contexto argentino. Para desafiar la geopolítica del conocimiento actual, es
esencial pluralizar las epistemes impuestas por el sistema moderno/colonial,
incorporando otros saberes, sentires, haceres y vivires (Ortiz et al., 2018).
Asimismo, se pondría en valor a otros actores y actrices, lo que permitiría
configurar una ciudadanía capaz de valorar y convivir en armonía con la
diversidad.
“Nuestros saberes son excluidos. La
Academia es blanca y no solo lo vemos en las universidades, lo vemos en todos
los lugares educativos. Vos recorrés un museo en
Baires y te das cuenta, que siguen reproduciendo estereotipos. Nos borran. No
existimos. Se contribuye totalmente desde estos lugares a la construcción del
mito de la argentina blanca. Porque se narra la historia desde una mirada” (Informante
1).
El acceso y la
falta de acceso a la Educación Superior para mujeres racializadas se deben a
múltiples razones y causas. No obstante, la brecha en el acceso a la educación
está influenciada, entre otros factores, por la variable étnica y la
desigualdad de género. La ausencia de mujeres racializadas en las universidades
es notable. Sin acceso a estudios superiores, se perpetúan situaciones de
desigualdad, ya que no se pueden construir, transformar ni ampliar los
horizontes de posibilidades y acceso a derechos para personas que continúan en
los márgenes de la sociedad. Como menciona Erdozová
(2013), la baja representación de marrones, afrodescendientes e indígenas en
las universidades argentinas suele ser vista como un síntoma más de la
desigualdad social, pero se pasa por alto el efecto de la educación en la
pérdida de la identidad cultural y el arraigo a las comunidades de origen de
los graduados. En el caso de mujeres racializadas se enfrentan, además, con la
variable género.
[…]Mi capacidad
como persona se mide por mi color de piel. Da igual los títulos universitarios
que tenga. Las mujeres indígenas y marrones en Argentina somos personas dignas
del gatillo fácil y de vivir en las villas. […] Ni hablar de que a un cuerpo le
atraviese la interseccionalidad” (Informante 5).
Las identidades y
diferencias son categorías socialmente construidas. La exclusión social de
ciertos individuos y la creación de ventajas para otros se llevan a cabo
intencionalmente mediante dispositivos de poder (Foucault, 2000), ya que se
producen sujetos que quedan sujetos a ciertos efectos de saber/poder. Así, el
discurso que excluye a mujeres racializadas es asignado por un dispositivo de
poder para garantizar su veracidad, prestigio y autoridad, invistiéndolo de
ciertos derechos. Que algunas mujeres no lleguen a espacios de toma de
decisiones, aun teniendo la formación necesaria, se debe a que diferentes
ámbitos institucionales aseguran que no lo hagan.
Un dispositivo de
poder, como menciona Deleuze (1990), es una máquina que funciona para hacer ver
y hablar, acoplada a ciertos regímenes históricos de enunciación y visibilidad.
Estos regímenes distribuyen lo visible y lo invisible, así como lo enunciable y
lo no enunciable, haciendo desaparecer lo que no existe fuera de ellos. Por
tanto, el poder no es una propiedad, sino una estrategia. Sus efectos no son
atribuibles a una proporción, sino a ciertos dispositivos que le permiten
funcionar: “en todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce. Nadie es su
dueño o poseedor, sin embargo, sabemos que se ejerce en determinada dirección;
no sabemos quién lo tiene, pero sí sabemos quién no lo tiene” (Foucault, 2000,
p. 31). Son las mujeres racializadas quienes no tienen el poder, y esto está
estratégicamente diseñado por las instituciones argentinas.
CONCLUSIONES
En este estudio, se han abordado los objetivos
de investigar las experiencias de exclusión étnico-cultural racial y de género
hacia mujeres racializadas en la Educación Superior, así como también, de
explorar las implicaciones de estas experiencias en la construcción de
identidades y en el acceso a oportunidades educativas y profesionales. A través
de un enfoque cualitativo y utilizando técnicas de reconstrucción biográfica,
se analizó la realidad de cinco mujeres racializadas estudiantes de grado y
posgrado en el ámbito de las Ciencias Sociales y jurídicas de la Universidad de
Buenos Aires con intención de iniciarse en la investigación.
Los principales hallazgos revelan la
persistencia de prácticas de exclusión en la Educación Superior, donde
predominan discursos y prácticas que refuerzan el racismo, el pensamiento
colonial y la desigualdad de género. Se evidencia la escasa representatividad
de mujeres racializadas como docentes y en puestos académicos jerárquicos, así
como también, existe una falta de incorporación de otros saberes que no sean
los masculinos blanco-europeos.
Estos resultados tienen importantes
implicaciones prácticas y teóricas. Desde un punto de vista práctico, subrayan
la necesidad de replantear los enfoques y prácticas en la Educación Superior
para promover una perspectiva antirracista, decolonial y antipatriarcal, que
reconozca y valore la diversidad étnico-cultural y de género. Además, ponen de
manifiesto la urgencia de implementar medidas concretas para garantizar el
acceso equitativo de todas las personas a la educación y a espacios de poder y
decisión.
Desde un punto de vista teórico, estos
hallazgos contribuyen a ampliar el entendimiento sobre las dinámicas de
exclusión en el ámbito académico y sus impactos en la construcción de
identidades y en el ejercicio de derechos. Asimismo, sugieren la necesidad de
seguir explorando estas temáticas en futuras investigaciones, profundizando en
aspectos como las relaciones de poder en la Universidad, los procesos de
resistencia y empoderamiento de mujeres racializadas, y las estrategias para
promover una educación inclusiva y equitativa. Este estudio ofrece una mirada
crítica y reflexiva sobre las experiencias de exclusión en la Educación
Superior, destacando la importancia de adoptar enfoques interseccionales y
decoloniales para transformar las estructuras y prácticas que perpetúan la
desigualdad y la discriminación.
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[1] Doctoranda, Universidad de León, Oviedo,
pbarbe00@estudiantes.unileon.es.
[2] Se hace referencia con este término a la identidad colectiva con la que se han identificado miembras del colectivo Identidad Marrón en Buenos Aires y Tucumán. Las marronas y marrones se definen así́ mismos como hijos e hijas de campesinos, campesinas, migrantes e indígenas que poseen un fenotipo común y que habitan en las ciudades.