¡Conjuntos de vivienda social que cuiden!
Repercusiones de las políticas públicas de vivienda
social en la vida de las mujeres: el caso de Ciudad Satélite, San Luis Potosí,
México.
Care Providing Social Housing
Units!
The effects of public
housing policy on women’s lives: the case of Ciudad Satelite,
San Luis Potosi, Mexico
Lourdes Marcela LÓPEZ MARES[1]
Miguel Adolfo ORTIZ BRIZUELA[2]
María Elena MOLINA AYALA[3]
Recibido Aprobado |
: : |
05.03.2024 23.06.2024 |
Publicado |
: |
30.06.2024 |
RESUMEN: Ciudad Satélite es un desarrollo masivo de
vivienda social construido en la década del 2000 en México como parte de la
política federal de fomento a la vivienda para la clase trabajadora. Esta
política, sin embargo, se implementó en un contexto neoliberal en el que el
estado facilitador cedió gran parte de sus responsabilidades al sector privado.
Como resultado, los desarrolladores inmobiliarios produjeron una Ciudad con
lógicas mercantiles que buscan maximizar la producción y disminuir costos y
bajo esquemas de planeación urbana patriarcales que segregan usos de suelo y
dejan de lado las necesidades de grupos en desventaja como las mujeres.
Mediante entrevistas con 16 mujeres que viven en Ciudad Satélite, observación
no participante e investigación documental, el trabajo analiza las
repercusiones de la política pública de vivienda social en la vida de estas
cuidadoras. Los hallazgos revelan diversas capas de desventaja que, añadidas a
su condición de mujeres discriminadas e invisibilizadas, enfrentan en un contexto
segregado, con poco equipamiento y oportunidades locales de trabajo, movilidad
reducida, inseguridad y limitada participación comunitaria. Estas condiciones
refuerzan las desigualdades de género y agudizan su situación de pobreza, es
por ello que las políticas públicas deben diseñarse con perspectiva de género y
bajo los principios del urbanismo feminista para que las mujeres puedan gozar y
producir ciudad en igualdad.
PALABRAS
CLAVE: Vivienda social, Cuidados, Urbanismo Feminista, Segregación.
ABSTRACT: Ciudad Satelite is a massive social housing
development built in the 2000s in Mexico, as part of the federal policy that
sought to promote housing for the working class. This policy, however, was
implemented in a neoliberal context in which the facilitating state ceded most
of its responsibilities to the private sector. As a result, housing developers
produced the city with a market logic that seeks to maximize production and
reduce costs, and under patriarchal urban planning schemes that segregate land
uses and leave aside the needs of disadvantaged groups such as women. Through
interviews with 16 women who live in Ciudad Satelite,
non-participant observation and documentary research, the work analyzes the
repercussions of public policy on the lives of these caregivers. The findings
reveal various layers of disadvantage that women face in addition to
discrimination and invisibility, in a segregated context with a reduced public
facility and mobility offer, insecurity and limited community participation.
These conditions reinforce gender inequalities and exacerbate women’s poverty.
Therefore, public policy should be designed with a gender perspective and under
feminist urbanism principles so that women can enjoy and produce the city in
equality.
KEYWORDS: Social housing, Care, Feminist urbanism, Segregation.
COMO CITAR:
HOW TO CITE:
López Mares, L. M., Ortiz Brizuela, M. A. y
Molina Ayala, M. E. (2024). ¡Conjuntos de vivienda social que cuiden!
Repercusiones de las
políticas públicas de vivienda social en la vida de las mujeres: el caso de
Ciudad Satélite, San Luis Potosí, México. Mujer y Políticas Públicas, 3(1),
290-328. https://doi.org/10.31381/mpp.v3i1.6671
INTRODUCCIÓN
Si “…la ciudad, como representación
territorial del cuerpo social, es reflejo del cuidado y autocuidado que una
sociedad, un Estado y una colectividad la dan al cuerpo social…” (Paniagua,
2018), entonces las políticas públicas son la representación
político-administrativa de este cuidado. En un artículo escrito en 2018 por
Paniagua, la autora resalta, desde el título de su obra ¡Ciudades que cuiden!
la necesidad de producir espacios que territorialicen el cuidado que el cuerpo
social y reproductivo requieren. En este artículo se retoma el reclamo de la
autora para pugnar por el diseño de políticas públicas que produzcan espacios
habitables en dónde los cuidados sean tan (o más) importantes como la
producción del capital. Se basan los argumentos en el análisis de las
experiencias de vida de mujeres que habitan en un desarrollo de vivienda social
llamado Ciudad Satélite.
Este desarrollo fue planificado en el 2007
para albergar a 30,000 familias y dotarles de la infraestructura y los
equipamientos necesarios para garantizarles una adecuada calidad de vida (Instituto
de Vivienda del Estado de San Luis Potosí [INVIES], 2007). Además, debido a su
ubicación periférica, el Instituto de Vivienda del Estado (INVIES), promotor
del proyecto, gestionó una línea de transporte público de acceso a la capital
en dónde se concentran los equipamientos regionales (ver figura 1). Sin embargo,
lo inicialmente planificado dista de la realidad actual. Diecisiete años
después de iniciada su planificación, Ciudad Satélite alberga al 12% de la
población que se había proyectado al 2015. Esta goza del 6% de los
equipamientos inicialmente planeados y enfrenta segregación, falta de
oportunidades laborales e inseguridad, entre otras problemáticas (López, 2012,
2016).
Figura
1
Ubicación
de Ciudad Satélite
Nota. Elaboración propia.
Este trabajo revisa las condiciones de vida
que ofrece este conjunto habitacional masivo y periférico a 17 años de su
construcción. Dicho caso fue polémico en su tiempo por la visión tecnocrática
que guio al proyecto y es un ejemplo paradigmático del urbanismo neoliberal
para la producción de vivienda social desarrollado desde los años 1990, pero
con más auge a partir del 2000 en México.
La investigación adopta un enfoque feminista
mediante el cual contrasta las experiencias vividas recientemente por algunas
de sus habitantes, con las intenciones iniciales del proyecto, que, a grandes
rasgos, pretendía producir una ciudad ex nihilo con todos los servicios
necesarios para garantizar una buena calidad de vida y atener el déficit de
vivienda para la clase trabajadora. Este trabajo hipotetiza, sin embargo, el
proyecto fue elaborado bajo una lógica mercantil que prioriza las funciones de
producción en detrimento de las reproductivas y de cuidados. Esto afecta a los
residentes y en particular a las mujeres que asumen estas tareas en un entorno
que encona las desigualdades de género existentes.
El estudio se alinea con otros que versan
sobre vivienda social y mujeres desde la perspectiva del urbanismo feminista y
los cuidados, con el objetivo de entretejer diferentes escalas de análisis que
permitan entender los efectos de la neoliberalización
de las políticas públicas en la vida cotidiana. De esta manera, se apoyó en
métodos de investigación cualitativos para entender ¿Qué desafíos enfrentan las
mujeres en desarrollos masivos de vivienda social en periferia como Ciudad
Satélite?, ¿Cómo se insertan los cuidados y las labores reproductivas y
domésticas en contextos como el de Ciudad Satélite? para finalmente comprender
¿Cómo la política de vivienda social en México ha contribuido a incrementar las
desigualdades de género?
Para ello, se compararon las condiciones del
desarrollo desde su planeación y construcción documentadas en literatura
secundaria (López, 2016) con las actuales, mediante entrevistas, observación,
investigación documental y mapeos. A diferencia de los estudios anteriores
sobre Ciudad Satélite, este adopta un enfoque feminista.
El trabajo se estructura en cinco apartados:
el primero presenta la revisión de la literatura y el marco teórico para
entender cómo la producción neoliberal y patriarcal de ciudades y políticas
públicas infravaloriza e invisibiliza a los cuidados
y por lo tanto a las mujeres que mayoritariamente los asumen. En el segundo
apartado se presenta la metodología y en el tercero los resultados del
análisis, estructurados en cinco temáticas: seguridad, participación, equipamiento,
trabajo y movilidad. Finalmente se exponen la discusión y las conclusiones.
MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES
Revisión
de la literatura sobre mujeres y vivienda
La vivienda es un espacio social de gran
importancia por ser vivido intensamente por individuos, familias y grupos. Por
ende, se constituye como unidad socio-espacial
fundamental para el individuo y las sociedades (Bourdieu, 2000). Esta es
también una unidad productiva con valor de cambio, y a la par es propiedad
simbólica con apegos ligados a su valor de uso (Núñez, 2020). Desde el enfoque
de género, la vivienda forma parte de un entramado social complejo que responde
a la estructura de dominación patriarcal (Barriga y Sato, 2021) y que ha
contribuido a la reproducción de roles.
En la literatura, el rol que han jugado las
mujeres en la producción y mantenimiento tanto de sus viviendas como de su
contexto es central. Las mujeres son entes activos en la organización de sus
comunidades, sin embargo, su participación comúnmente se hace a nombre de otros,
por lo que no siempre implica la atención a sus necesidades particulares de
género ni el reconocimiento de su derecho a participar, por el contrario,
hacerlo suma responsabilidades a su carga de trabajo productivo y reproductivo
(Massolo, 2003; Volbeda,
1989).
Esta sección presenta un mapeo selectivo de
aportes que, lejos de ser exhaustivo, documenta las temáticas que han sido
mayormente abordadas en la literatura que estudia la relación mujer-vivienda
desde una perspectiva urbana. Para ello, la revisión identificó tres líneas
principales, la primera, avanzada por las feministas occidentales estudia a la
vivienda formal y suburbana, la segunda, que desde el cono sur documenta y
analiza las luchas de las mujeres en barrios populares autoconstruidos y la
tercera, objeto de este estudio, que se enfoca en la vivienda social.
Las feministas occidentales han criticado,
desde la posguerra, la producción androcentrista de ciudad y de vivienda. Ellas
cuestionan la división de roles productivos y reproductivos, la planificación
androcentrista que separa la vivienda del trabajo y de las infraestructuras de
los cuidados, es decir, de los equipamientos necesarios para la vida cotidiana
tales como escuelas, centros de salud, guarderías, etc. (Col-lectiu Punt 6, 2019). Esta línea
de investigación se ha centrado en el espacio residencial del norte global,
criticando modelos de desarrollo urbano como el suburbio americano y analizando
proyectos de vivienda que buscan colectivizar las infraestructuras para los
cuidados (Hayden, 1980). En línea con este trabajo, y bajo el paraguas del
urbanismo feminista, diversas autoras españolas han pugnado por incluir la
agenda feminista a la producción de vivienda (ejm.
Sánchez de Madariaga y Zucchini, 2020) y autoras como Falú (2022); Muxí Martínez et al. (2011) y Soto Villagrán (2018) han
ampliado la reflexión a Latinoamérica.
La relación mujeres-vivienda ha sido también
ampliamente explorada desde la teoría del feminismo popular en Latinoamérica,
que enfoca su estudio en las luchas que las mujeres libran para construir sus
viviendas y pugnar por el desarrollo de sus comunidades en barrios populares (Massolo, 2003; Paniagua, 2018). En esta línea, otras investigaciones
documentan las experiencias de vida de mujeres en torno a su vivienda con el
fin de entender cómo negocian los múltiples roles de cuidados, productivo,
doméstico y comunitario (Salles y López, 2004) y otras cómo ellas “hacen hogar”
al autoconstruir su vivienda y producir espacio a diversas escalas
territoriales (Ossul-Vermehren, 2018).
Finalmente, numerosos estudios han abordado
las problemáticas relacionadas a la política de vivienda social, a su proceso
de producción y financiamiento. Desde la mirada sociológica, los estudios
identifican las problemáticas sociales que derivan de vivir en esos espacios
caracterizados por la segregación y exclusión (ver por ejemplo la compilación
de Soldado et al., 2018) y desde la mirada antropológica, se ha también
analizado la experiencia de sus residentes en ellas (Moctezuma Mendoza, 2017; Ossul-Vermehren, 2018). Sin embargo, son pocos los que
abordan estas temáticas con enfoque de género.
En la literatura revisada sobre vivienda de
interés social y mujeres, vulnerabilidad, segregación y pobreza fueron los
enfoques más recurrentes. A través de casos de estudio principalmente en
Argentina, Chile y México, las autoras documentan las experiencias de mujeres
que viven en este tipo de desarrollos. En un estudio que toma como caso un
conjunto habitacional en Sonora, México, Enríquez y Bernal (2014) encontraron
que los hogares con jefatura femenina, derechohabientes de INFONAVIT
(institución que financia más del 80% de la vivienda social) son más
vulnerables debido a desigualdades laborales, bajos ingresos y exclusión
social. De Dios Sandoval (2022) analizó los ajustes socioespaciales que mujeres
de conjuntos habitacionales chilenos hicieron para adecuarse a las
restricciones de la pandemia en un entorno carente de equipamientos de ocio,
espacio público inseguro y entorno habitable restringido. Castillo et al.
(2022) emplearon el concepto de la pobreza del tiempo para entender cómo la
multiplicidad de desplazamientos relacionados a los cuidados incrementa las
desventajas de mujeres que viven en desarrollos de vivienda social segregados
en Chile. García y Cossio (2019) analizan las
percepciones y experiencias cotidianas de jóvenes y mujeres en conjuntos de
vivienda social al este de la ciudad Argentina de Santa Rosa, las relaciones
que construyen en torno a su vivienda y con el barrio, uso del espacio público
y participación en actividades comunitarias. Estas autoras pugnan porque las
políticas de vivienda reconozcan a los cuidados como centrales en su diseño, ya
que actualmente agudizan la dicotomía reproducción-producción y las brechas de
género. Este artículo es probablemente el más cercano a los objetivos del
presente trabajo por lo que se adhiere a su línea de investigación, pero se
apoya en el urbanismo feminista y sus líneas de análisis para entender la deuda
estructural que la política pública de vivienda en México tiene con las mujeres
que viven en conjuntos habitacionales masivos y periféricos como el caso de
estudio.
Ciudad Satélite como caso de estudio ha sido
documentado por diversos autores. Esta investigación se basa en otra realizada
por una de las autoras entre 2012 y 2016 (López, 2016), en la que se analiza la
intersección entre las políticas públicas de vivienda social, la dotación de
equipamiento y la organización comunitaria en tres de las colonias de Ciudad
Satélite. En esta investigación la autora analiza la forma en cómo los diferentes
actores involucrados en la producción de la ciudad insertan sus voces, agendas
e intereses mediante diferentes estrategias y tecnologías de poder y concluye
que incluso los menos empoderados ejercen poder, pero bajo condiciones de
desventaja y de manera desarticulada. También a partir de las teorías de poder
de Foucault, y desde la perspectiva de la planeación urbana la misma autora
(López, 2012) discute cómo Ciudad Satélite fue un proyecto justificado y
producido por Gobierno del Estado bajo una racionalidad desarrollista que
incluso produjo su propia realidad para justificar el desarrollo de este
megaproyecto. En otro artículo López y Alva (2021) demuestran cómo estas pugnas
de poder encontraron manifestación espacial en la dotación de equipamiento.
Con enfoque de política pública, Moreno y
López (2014) abordan dos casos de desarrollos masivos en periferia, el Rehilete
en Guanajuato y Ciudad Satélite en San Luis Potosí. En específico, evalúan los
desafíos de la Ciudad para ser elegible para un programa de certificación
voluntaria promovido por la Hipotecaria Nacional en el 2008 llamado DUIS
(Desarrollo Urbano Integral Sustentable). Los autores encuentran que entre
estos desafíos destaca el encarecimiento de los precios de la vivienda debido a
la especulación del suelo y a la escasez de subsidios para adquisición, rezago
en la provisión de servicios y construcción de equipamientos y las distancias
que se deben recorrer para llegar a ellos. En esta misma línea, Piña Hernández
(2012) argumenta que Ciudad Satélite es la mayor reserva territorial de la
capital potosina, sin embargo, su emplazamiento promueve la segregación
socioespacial, es insostenible y beneficia principalmente al sector
inmobiliario “cuyo principal objetivo es la generación de rendimiento económico
evidenciando la capacidad de la industria, de la construcción a nivel local
para influir directamente en el cambio de uso de suelo para la creación de
proyectos inmobiliarios” (p. 40).
Por otro lado, Galaviz (2020) analiza cómo la
movilidad afecta la calidad de vida de residentes que viven en megadesarrollos periféricos tomando como uno de sus casos
de estudio a Urbivillas, una de las colonias de la ciudad.
Para ello analizó mediante encuestas los tipos y frecuencia de traslados y los
modos de transporte y su relación a las características físicas de la colonia,
a la percepción de los residentes, a la disponibilidad de tiempo, seguridad y
relaciones sociales. Los hallazgos principales indican que la falta de
servicios y equipamientos en la ciudad forzaron la multiplicación de los
traslados en vehículos motorizados e incrementan gastos para las familias.
Además, las condiciones de seguridad no fomentan los traslados peatonales.
Los resultados de estos trabajos fueron
centrales para la construcción de este artículo. Los hallazgos presentados en
ellos se discuten e interpretan para entender las condiciones actuales de
Ciudad Satélite. Sin embargo, cabe destacar que ninguno de ellos adopta un
enfoque feminista ni busca entender cómo la producción de un megaproyecto así, tiene efectos diferenciales en las poblaciones más
vulnerables que viven desventajas interseccionales como las mujeres, aporte que
pretende abordar este trabajo en línea con los estudios sobre mujeres y
vivienda revisados.
Ciudad
neoliberal
El neoliberalismo es principalmente un
proyecto político originado en el ámbito intelectual; este proyecto no ha
contado con una forma estable, sino que ha sido más bien múltiple y heterogéneo
(Brenner et al., 2010). Su aplicación real, su “localización” en casi todo el
orbe, supuso todavía más heterogeneidad en sus resultados y también en sus
saldos o externalidades. Sin embargo, este conjunto de ideas y prácticas
comparten un supuesto que los hermana: en la base del neoliberalismo está la
posibilidad de ver cualquier fenómeno social con ojos de mercado (Pérez-Rincón,
2020).
El mercado es una lente, desde el
neoliberalismo, que permite observar a la familia, a la vivienda, a la
seguridad, a la educación, o, empero, a cualquier fenómeno social, como sujetos
a las leyes de la oferta y la demanda (Escalante, 2017). La hipótesis ética de
esta lente teórica sería que, al mirar todo como propenso a ser mercado, se
producirían mejores resultados en el bienestar general que pensándose desde la
noción de lo público.
Bajo esta lente, las ciudades:
Son
proyectos de reestructuración territorial impulsados bajo la falsa promesa del
desarrollo económico, cuando en realidad son parte de un modelo de acumulación
por desposesión… a través de diferentes formas de violencia: la corrupción, la
eliminación de las formas autóctonas de producción y el desplazamiento social
apoyado por la violencia estatal. Todas ellas, características centrales del
modelo neoliberal (Pérez-Rincón, 2020, p. 186)
El neoliberalismo como proyecto intelectual
está en crisis, aunque es pujante todavía en su concreción. Las desigualdades
cada vez más agudizadas y la exclusión de las mujeres en la producción de
ciudad son sus saldos más notorios (Ahmed, 2022).
Los
cuidados en la ciudad neoliberal
Los cuidados han estado en constante pugna con
el proyecto neoliberal: “...por una parte, la reproducción social es una de las
condiciones que posibilitan la acumulación sostenida del capital; por otra, la
orientación del capitalismo a la acumulación ilimitada tiende a desestabilizar
los procesos mismos de reproducción social sobre los cuales se asienta…”
(Fraser, 2016, p. 131). En otras palabras, las actividades de cuidado soportan
al sistema económico, sin embargo, su valor monetario no es reconocido y, por
lo tanto, en un contexto en el que quien acumula tiene poder, quienes realizan
las actividades de cuidado quedan subyugadas. Esto en consecuencia, ha detonado
crisis y cambios de paradigma en la búsqueda por la emancipación de las
mujeres. Esta emancipación, sin embargo, no ha buscado poner en valor a los
cuidados sino promover la inserción de las mujeres a la lógica del capital
(Fraser, 2016).
Por cuidados se hace referencia a las
actividades relacionadas con la reproducción social, que mantienen la vida y
atienden las necesidades cotidianas del cuerpo, de la vivienda, de la comunidad
y del medio ambiente (Aguirre et al., 2014). Este concepto tiene una carga
fuertemente relacional, ya que, quién cuida se compromete física, moral y
emocionalmente con otros, característica que diferencia a los cuidados del
trabajo doméstico (Batthyány, 2020). Históricamente,
estas tareas se han invisibilizado y atribuido a la esfera privada, al entorno
doméstico, mismo que la división de roles patriarcal adjudica a las mujeres.
El régimen neoliberal promovió el
desmantelamiento del estado de bienestar y la privatización y “externalización”
de los cuidados, es decir, que estos se transfieren a otras mujeres con
salarios inferiores, así como su “familiarización”, esto es, que sean
absorbidos, típicamente sin remuneración, por las familias (Fraser, 2016, p.
128).
El tema de los cuidados incluye luchas
colectivas de acceso a vivienda, servicios y equipamientos, entre otras, que
van mucho más allá de la lucha individual por compaginar trabajo y familia. Si
el centro de atención continúa siendo la inserción de las mujeres al sistema y
no en la inclusión de los cuidados al sistema, advierte Fraser (2016), estos
continuarán siendo una carga o un “residuo retrógrado” para familias con dos
proveedores (p. 128). Incluir los cuidados al sistema implica la producción de
ciudades que extiendan vínculos entre la esfera privada y la pública y cuya
planeación deje de priorizar las funciones productivas.
Urbanismo
feminista
La lógica del capital ha delineado las
directrices del crecimiento urbano en favor de la economía y la producción,
relegando a la reproducción (Campana, 2020). La producción del espacio no es
neutra, esta refleja al orden social predominante, el cual se construye a
partir de la dicotomía hombre-mujer (Campana, 2020). Las ciudades se han
planificado teniendo como referencia al hombre-sano-clase mediero, facilitando
las funciones productivas que este realiza, como si sus necesidades
representaran las de todos los grupos poblacionales (Col-lectiu
Punt 6, 2019; Sánchez de Madariaga y Zucchini, 2020).
Esto deriva en “...profundas desigualdades - en el acceso a servicios, bienes
públicos, infraestructura, equipamiento, transporte, entre otras variables…
(Campana, 2020, p. 89). El urbanismo feminista o con enfoque de género pugna
por “...poner en igualdad de condiciones las exigencias derivadas del mundo
productivo y las derivadas del mundo reproductivo… Los dos mundos tienen que
situarse en el mismo nivel de importancia en las decisiones para evitar ampliar
o mantener las diferencias” (Muxí et al., 2011, p.
107).
Las mujeres tienen necesidades específicas en
las ciudades, producto de los roles reproductivos y de cuidados que
tradicionalmente asumen (Falú, 2022); ellas requieren de espacios que conecten
usos de suelo diversos, que faciliten el transporte entre ellos y que las haga
sentir seguras. Su inclusión, por lo tanto, en decisiones de producción
espacial, es también central, así como el reconocimiento de las desventajas, invisibilización y discriminación que sufren por ser
mujeres (Muxí et al., 2011).
Estas disparidades, aunadas a la
interseccionalidad que viven mujeres en situación de pobreza y segregación como
en el caso estudiado, incrementa los desafíos que enfrentan en el cotidiano.
Paradójicamente, la política pública, la planeación urbana y la dilución del
estado de bienestar incrementan estos desafíos, más aún, en el contexto del
capitalismo neoliberal financiarizado que excluye de
su lógica a quienes más vulnerables son (Ahmed, 2022).
El enfoque feminista en la planeación se
alinea al de género, que, según De Simone (2018), permite develar no solo las
diferencias que atentan de forma directa en contra de los derechos humanos,
sino también otros modos de discriminación socio-espacial
implícitos en los procesos históricos de construcción de ciudades. Sin embargo,
a diferencia del urbanismo género-consciente que abraza la diversidad de
géneros y pugna por su inclusión en el espacio público, el urbanismo feminista
se enfoca en las mujeres y reconoce las luchas históricas que desde el
feminismo se han librado para insertar sus voces y hacerse reconocer en el
entorno urbano y en las políticas públicas (Col-lectiu
Punt 6, 2019).
Política
pública de vivienda y cuidados en México
La neoliberalización de la
economía mexicana y de las políticas públicas relacionadas a la vivienda y a
los cuidados fue detonada por el presidente La Madrid en 1982 y sostenida por
el presidente Salinas de Gortari en 1988, mediante estrategias como
descentralización, austeridad fiscal, privatización de la banca e instituciones
públicas, tecnocratización del estado y cortes
presupuestales en sector relacionados a los cuidados como educación, salud y
vivienda (Domínguez y Carrillo, 2009). Estos cambios se alineaban a lo que
Williamson (2000) más tarde llamó “el consenso de Washington”. Este consenso se
refiere a las políticas que organismos basados en Washington, como el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI),
implementaron a distancia mediante sus políticas de préstamo, siendo México uno
de los mayores prestatarios (Boils, 2004). Estas
políticas tuvieron como objetivo reducir la intervención de un estado
“proteccionista” y promover la liberación de los flujos de capital extranjero,
la privatización y la desregulación.
Como resultado, las políticas públicas relacionadas
a los cuidados en el sector salud, educación, pensiones y vivienda, entre
otros, se han transformado a la par de las políticas internacionales. Pero, al
ser implementadas localmente, sus efectos acrecentaron las desigualdades y la
separación entre dos grupos claramente definidos: “...una fracción urbana,
protegida a través de la seguridad social vinculada al empleo formal y otra con
grados diversos de desprotección o desafiliación” (Barba y Valencia, 2013, p.
6).
México se caracteriza por seguir un modelo de
bienestar híbrido, que se apoya en la familia (comúnmente no remunerada e
invisibilizada), en prácticas heredadas de la colonia (es decir en la
transferencia de los cuidados a personas indígenas, o de menores recursos) y en
iniciativas gubernamentales desarticuladas y enfocadas en el estrato asalariado
de la población. Este modelo excluye a la población que se dedica a actividades
informales y que vive en entornos rurales, ya que los equipamientos y servicios
se concentran en entornos urbanos. Además, este modelo tiene un sesgo
marcadamente patriarcal que atribuye a las mujeres las tareas de cuidado
necesarias para mantener el régimen de producción y clientelista que permite a
las administraciones en turno distribuir beneficios según sus intereses
políticos (Barba y Valencia, 2013). A la
fecha, los esfuerzos institucionales aislados característicos de las políticas
de cuidados reproducen estas desigualdades y tienden a la mercantilización de
los servicios para los más ricos, a ofertar servicios de baja calidad para los
más pobres y a delegar los riesgos y las responsabilidades de los cuidados en
las familias.
Esto mismo sucedió en el sector vivienda, que fue
desregulado entre 1989 y 1994, siguiendo los preceptos del Consenso, avanzados
mediante las políticas de préstamo del BID (Boils,
2004). La desregulación abrió paso a la intervención de desarrolladores e
instituciones financieras, facilitó la construcción de desarrollos masivos,
construidos bajo la lógica de economía de escala, en la periferia urbana en
dónde la tierra es más barata, pero se encuentra pobremente servida, carente de
oportunidades de trabajo y mal conectada (Fuentes-Arce y Rodríguez-Leiva,
2020). Esto generó costos añadidos a los y las beneficiarias, al estado que
debe de extender sus redes de servicio y al medio ambiente al consumir
territorio silvestre y multiplicar los viajes y las distancias.
Estos fallos en la política pública se reflejaron en
el abandono de vivienda, que según el plan financiero de INFONAVIT (2011-2015)
alcanzó un 25%, es decir, una de cada cuatro viviendas construidas por este
instituto entre 2000 y 2006 se encontraba en abandono y una de las principales
razones son las problemáticas relacionadas a su ubicación periférica (Torres,
2013). Esto causó el colapso del sector y su posterior re-estructuración
en línea con los preceptos de la Nueva Agenda Urbana.
Actualmente, la política pública promueve el
desarrollo de vivienda compacta ubicada en perímetros intraurbanos mediante un
sistema de incentivos al subsidio. Esto ha promovido la construcción de
vivienda en vertical en zonas mejor servidas (Valenzuela-Aguilera, 2017). Sin
embargo, la cantidad de desarrollos periféricos construidos durante el “Tren de
la Vivienda” promovido por el presidente Fox[4],
generó que muchas familias o perdieran su casa, la rentaran o vivan en
condiciones precarias. Rodríguez y Sugranyes (2004)
le llaman a esta paradoja de la política pública la pobreza de “los con techo”,
subrayando la forma en cómo la política pública, pobremente diseñada e
implementada puede reproducir la pobreza.
METODOLOGÍA
Los
cuidados articulan tanto la mirada socio-económica
(macro) de las políticas públicas, como la local (micro) a partir de las
prácticas familiares, es decir, tienen implicaciones tanto a nivel sistémico
como a nivel local (Campana, 2020, p. 89). Este lente transversal nos ayuda a
entretejer lo macro y lo micro, la política pública con la experiencia
cotidiana.
En
política pública, los cuidados abarcan sectores como la vivienda, el trabajo,
la infraestructura, salud y educación (Aguirre, 2011, p. 92). Estos componentes
del espacio urbano están directamente relacionados al rol de las mujeres en las
ciudades, por lo que, este trabajo los retoma como categorías de análisis con
base en las propuestas por Pardo (2000). Para este estudio, la clasificación
original de Pardo fue filtrada con los hallazgos en campo, de manera que solo
se analizaron las temáticas más sobresalientes para el caso de estudio (ver
tabla 1).
Tabla 1
Elementos de análisis, métodos de recolección de datos
y fuentes
No |
Temática |
Elementos de análisis |
Métodos |
Fuentes |
1 |
Políticas públicas |
Proximidad entre polos atractores (centros de trabajo y equipamientos) y
expulsores (vivienda), calidad del servicio, horarios y rutas. |
Investigación documental |
Periódico oficial del Estado, INEGI, fuentes secundarias |
2 |
Seguridad y percepción |
Eventos delictivos ocurridos en Ciudad Satélite, abandono de vivienda e
invasión, vandalismo y robo, deterioro de la imagen urbana y percepción de
inseguridad |
Entrevistas, investigación documental, observación |
Interlocutoras, fuentes secundarias, periódicos, sitio |
3 |
Participación y organización comunitaria |
Esquemas de organización persistentes, mecanismos de participación,
desafíos, beneficios |
Entrevista, investigación documental, observación, mapeo. |
Interlocutoras, fuentes secundarias, medios de comunicación digitales,
sitio |
4 |
Equipamiento |
Cantidad de equipamiento construido, necesidades de equipamiento,
servicio y mantenimiento |
Entrevistas, investigación documental, observación, mapeo |
Interlocutoras, fuentes secundarias, sitio |
5 |
Trabajo |
Transferencia de cuidados, oferta de trabajo local y sus implicaciones,
oportunidades y discriminación |
Entrevistas, investigación documental |
Interlocutoras, INEGI |
6 |
Movilidad |
Modo de transporte, caminabilidad, motivos de
viaje, líneas de deseo, polos atractores, horarios, rutas, consumo de tiempo
y costos |
Entrevistas, investigación documental, observación. |
Interlocutoras, fuentes secundarias, sitio |
Nota. Elaboración propia con base en Pardo (2000).
El
estudio compara las condiciones de la Ciudad en el 2013, año en que una de las
autoras realizó trabajo de campo en la zona (López, 2016), con las actuales. Es
por ello, que la investigación documental con base en fuentes secundarias fue
muy relevante. Además, los testimonios de 16 mujeres, mayores de edad y
residentes de diferentes colonias de Ciudad Satélite permitieron entender la
forma en que la ciudad ha cambiado y qué desafíos viven frente a las
condiciones actuales del desarrollo. Otro criterio para la selección de
nuestras interlocutoras fue que estas trabajaran en distintos sectores y que
realizaran labores de cuidado a la par de otras productivas, con el fin de
entender cómo se insertan los cuidados y las labores reproductivas y domésticas
en contextos como el de Ciudad Satélite. Las narrativas de estas mujeres y la
historia de la planeación y desarrollo de la ciudad desde la perspectiva de la
política pública y el urbanismo feminista permitieron finalmente entretejer lo
cotidiano y local con lo político-económico para entender cómo la política de
vivienda social en México contribuye a incrementar las desigualdades de género.
El
abordaje metodológico adopta los principios de las metodologías feministas que
priorizan la densidad de la narrativa mediante muestras pequeñas y entrevistas
a profundidad, sobre muestras amplias (Peake, 2017), la particularidad de la
experiencia sobre la representatividad, los métodos cualitativos sobre los
cuantitativos, y el enfoque en la subjetividad de la percepción (Mauthner, 2020). Contrario a la tradición patriarcal y
colonizadora en la producción de conocimiento, el trabajo reconoce a las mujeres
como objeto y sujeto de conocimiento.
La
tabla 1 resume los métodos de recolección de datos empleados para colectar
información y las fuentes consultadas. Las entrevistas se realizaron con base
en un instrumento dividido en siete secciones, una de datos generales, en dónde
las mujeres nos hablaron de su historia y de cómo llegaron a la Ciudad y seis
basadas en las temáticas de análisis. Estas tuvieron una duración aproximada de
una hora, y fueron realizadas en la vivienda o centro de trabajo de las
mujeres. Ellas fueron reclutadas principalmente en las tiendas de abarrotes y
solo una había sido entrevistada en el 2013. La muestra se definió una vez que
se llegó al punto de saturación (Díaz-Bravo et al., 2013), es decir, cuando la
información aportada por nuestras interlocutoras referente a las categorías de
análisis fue repetitiva. Las entrevistas fueron videograbadas y transcritas
bajo previo consentimiento o en su defecto se tomaron notas en el diario de
campo, mismo que fue empleado para llevar una bitácora de las visitas y anotar
lo observado.
Las
observaciones, al igual que las entrevistas, se realizaron entre junio del 2022
y diciembre del 2023, durante seis sesiones de aproximadamente cuatro horas
cada una y se enfocaron en los elementos de análisis de las temáticas de
seguridad, participación, equipamiento y movilidad. Lo observado se registró en
el diario de campo y mediante un levantamiento fotográfico y mapeos.
La
investigación documental se basó en literatura secundaria, particularmente
estudios previos sobre Ciudad Satélite (ver López, 2012, 2016; Moreno y López,
2014; López y Alva, 2021; Piña-Hernández, 2012; Galaviz, 2020), documentos
oficiales como el plan parcial de desarrollo urbano de Ciudad Satélite (Secretaria
General de Gobierno de San Luis Potosí [SEGOB],
2007), informes institucionales (Instituto del Fondo
Nacional de la Vivienda para los Trabajadores [INFONAVIT], 2015, 2021), fuentes
hemerográficas (En Primera San Luis, 2021; Martínez, 2021) y videográficas (INVIES,
2007). Con estas fuentes se llevó a cabo un análisis de contenido en Atlas ti,
mediante códigos basados en los elementos de análisis mostrados en la Tabla 1.
Este
estudio exploratorio, lejos de ser generalizable, permitió entender las
particularidades de un desarrollo masivo que como en muchas otras ciudades de
México fue impulsado por la política neoliberal, pero que, al ser implementado
en una realidad socio-política particular resultó en
híbridos que solo pueden ser entendidos si la realidad se contextualiza.
Se
seleccionó Ciudad Satélite como caso de estudio paradigmático en el que se
implementó un modelo neoliberal de política vivienda social cuyas fallas
repercuten en el cotidiano de las mujeres y hombres que ahí viven. Actualmente,
la Ciudad cuenta con 15, 682 habitantes que viven en 6 colonias (ver figura 2).
Figura 2
Zona industrial y habitacional con división de
macro lotes.
Nota. Elaboración propia.
RESULTADOS
Política
pública, planeación y desarrollo de un megaproyecto
Ciudad Satélite es uno de los numerosos desarrollos
construidos en México durante el “Tren de Vivienda”. Esta “Ciudad” fue
planificada en 1,000 hectáreas, 700 para vivienda y 300 destinadas a una zona
industrial aledaña (ver Fig. 3).
Figura 3
Zona industrial aledaña
Nota.
Autoras.
La zona habitacional albergaría 132,000 habitantes
en 32,000 viviendas, construidas a razón de 5,000 por año (SEGOB, 2007). Para
ello, la ciudad se diseñó teniendo como inspiración la monumentalidad de la
ciudad de Brasilia y la estructura urbana por barrios del centro histórico de
San Luis Potosí (López, 2016). Como resultado, la Ciudad se estructura por
amplias avenidas, en torno a generosas áreas de equipamiento. Esta se lotificó
en 20 macro lotes que el Instituto de Vivienda de Gobierno del Estado (INVIES)
comenzó a desarrollar mediante cuatro estrategias, primero, aseguró la
construcción con fondos públicos de obras de infraestructura; después,
subcontrató el diseño y supervisó la construcción de los primeros tres macro
lotes para así comenzar a generar especulación sobre el resto de los macro
lotes; posteriormente, donó macro lotes a desarrolladoras, a cambio de la
construcción de infraestructura y les facilitó la obtención de los permisos de
uso de suelo y construcción y, finalmente, tramitó la entrada del desarrollo a
un programa federal de la Comisión Nacional de Vivienda para asegurar 5,000
subsidios el primer año para estimular la demanda.
La construcción de Ciudad Satélite atravesó grandes
desafíos, cálculos financieros fallidos y rezago en los plazos para entregar
subsidios y comenzar a pagar el crédito bancario, atrasaron las obras,
incrementaron las deudas con los constructores y contribuyeron a que el INVIES
fuera vetado por la federación para asignación futura de fondos para subsidios.
Esto ralentizó la producción de vivienda, de manera que de las 30,000 unidades
planificadas al 2013, solo 4,217 se habían construido (López, 2016) y al 2023
el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2020)
reporta 5,632 viviendas. Además de esto, una crisis financiera nacional en 2009
afectó a las empresas constructoras y el modelo de desarrollo de vivienda en
masa se vino abajo. Las consecuencias locales de esta crisis, así como la
implementación de un modelo de construcción de vivienda fallido, afecta la vida
cotidiana de los residentes de Ciudad Satélite, pero de forma incremental e
interseccional a las mujeres que ahí viven, derivado de problemas de
inseguridad, movilidad, participación comunitaria, acceso a equipamiento y a
fuentes de trabajo.
Ciudad Satélite: una mirada híbrida y
polimórfica desde el urbanismo feminista y los cuidados
Las
necesidades de las mujeres de Ciudad Satélite no pueden ser entendidas de forma
homogénea. Es por ello que la muestra de participantes buscó reflejar su
diversidad. Primero, las participantes viven en las cinco colonias mayormente
habitadas de Ciudad Satélite: Satélite, el Manantial, Urbivillas,
Centenario y Macro 9. El rango de edades varió entre 20 y 60 años y más, sin
embargo, cerca de la mitad (43.75%) de nuestras interlocutoras tienen entre 40
y 50 años de edad. Siete de las participantes viven en
pareja, cuatro se encuentran separadas, una declaró ser madre soltera y las
últimas cuatro no especificaron. Finalmente, la situación laboral de las
participantes es reflejo de las oportunidades con las que cuentan en
proximidad: cuatro de ellas realizan actividades relacionadas al comercio
informal, otras cuatro trabajan como empleadas en negocios locales, tres tienen
un negocio propio de alimentos, otras tres se dedican exclusivamente a su hogar
y dos son obreras en la zona industrial aledaña. Cabe destacar que todas ellas,
además de actividades productivas, realizan labores domésticas y de cuidados.
Los
hallazgos que presenta esta sección reflejan los testimonios de mujeres que,
desde esta diversidad, identifican problemáticas que les son comunes aun y
cuando estas les afectan de formas diversas. Estas problemáticas se agrupan en
cinco temáticas, en línea con las categorías de análisis: seguridad,
participación, equipamiento, trabajo y movilidad.
Seguridad y percepción: delincuencia,
abandono, invasión y uso del espacio público
La
inseguridad es un tema al que recurrentemente se refieren las mujeres, ya que
perciben que los eventos delictivos se han incrementado. Según estudios
previos, las actividades que más preocupan a las vecinas son el robo a casas,
asaltos y acoso (Galaviz, 2020). López (2016) encontró que también la violencia
doméstica y el consumo de estupefacientes en la vía pública eran frecuentes y
que los residentes relacionan la inseguridad a la vivienda abandonada, escasa
iluminación pública, falta de actividades deportivas y académicas fuera de
horas de escuela para los jóvenes, padres ausentes y poco apoyo comunitario.
Actualmente,
el robo a casas sigue siendo una de las principales preocupaciones, además de
eventos delictivos relacionados al crimen organizado suscitados en los últimos
tres años: “…A un niño de 17 años lo mataron…parece que fue un pequeño descuido
y lo mataron…o sea una bala perdida, [y] el año pasado…creo tiraron 3 mujeres
aquí por las escuelas…Y unos que dejaron encobijados ahí en el puente por ahí
también” (entrevista realizada el 7 de junio del 2022). (ver fig. 3)
El
abandono de vivienda es un problema recurrente en la Ciudad, esta fomentó el
robo y vandalismo, así como el deterioro de la imagen urbana. Este fenómeno,
sin embargo, ha disminuido: en el 2013 cuatro de cada diez viviendas estaban
deshabitadas (López, 2016) en contraste con dos de cada diez al 2020 (INEGI,
2020). La ocupación de vivienda incrementó entre 2016 y 2020 por una
organización política que entre sus funciones fomenta la ocupación ilegal y
capitaliza el stock de vivienda subutilizado en favor de sus agremiados quienes
unen sus fuerzas para evitar evicciones.
Esto
ha generado conflictos entre los compradores y los ocupantes, evidentes en el
testimonio de Gaby, una mujer joven residente de Urbivillas:
“La gente que compró o renta vivienda tiene miedo de salir: por la inseguridad
del lugar y por sus vecinos, los cuales incluso se meten a robar a las
viviendas por lo que deben de estar al pendiente” (Entrevista realizada el 10
de octubre del 2022).
Esta
situación ha resquebrajado el tejido social y alimenta prejuicios y
desconfianza entre residentes. La situación también deteriora la percepción de
seguridad de las mujeres que como Gaby dicen que: “…uno no puede salir a gusto
porque piensas que al regresar, ya me robaron o se
metieron, yo nomás de mi casa al trabajo y ya”.
Otros
factores que afectan la percepción de seguridad en Ciudad Satélite, así como el
uso del espacio público, son el vandalismo y deterioro de la imagen urbana,
grandes extensiones de terreno en breña producto del desarrollo truncado de la
Ciudad, contaminación debido a la falta de servicio de recolección de residuos,
poco mantenimiento del espacio público (ver Fig. 4) y escasa presencia
policiaca. En palabras de Sonia, residente del Manantial: “Aquí para mejoras el
alumbrado público y la vigilancia…en cuanto a la policía porque solamente hay
una patrulla y cuando se necesita pues no recurren al tiempo cuando se les hace
el llamado” (Entrevista realizada el 19 de diciembre del 2023).
Figura 4
Acumulación de basura en la vía pública afecta la
imagen urbana.
Nota. Autoras.
Participación y organización comunitaria
La
vida comunitaria se ve coartada en contextos como Ciudad Satélite en los que
existe desconfianza entre vecinos y se carece de espacios comunitarios de
encuentro. En sus inicios, las primeras colonias de la Ciudad contaban con
diferentes esquemas de organización: en Urbivillas
una asociación civil, en Satélite una junta de mejoras y en el Manantial un
comité vecinal (López, 2016, López y Alva, 2021). Las vecinas participaban en
estas organizaciones para atender necesidades domésticas y relacionadas al cuidado
tales como exigir cuentas y servicios tanto a las desarrolladoras como al
gobierno del estado, organizar actividades comunitarias para mantener y mejorar
centros de manzana y para construir equipamientos. Cabe destacar que la mayor
parte de las personas participantes eran mujeres, algunas de ellas con
experiencia previa en partidos políticos y liderazgos sociales.
Actualmente,
la organización original parece diluida. Ninguna de nuestras interlocutoras
reconoció alguna de las figuras de organización iniciales a no ser por
iniciativas aisladas en respuesta a problemáticas puntuales relacionadas
principalmente a la seguridad y al servicio de agua. Al preguntarles por alguna
figura de organización contestaron de forma negativa explicando que en la
Ciudad la gente es muy “revoltosa”, o “hay envidias” o “no tenemos comunicación
como buenos vecinos”.
Lo
contrario sucede con los miembros del Movimiento de Ocupa, quienes aprovechando
su poder político y experiencia en organización comunitaria realizan las
demandas por equipamientos y servicios. En un plantón organizado frente al
palacio de gobierno para demandar escuelas y centros de salud en Ciudad
Satélite, los asistentes gritaban: “¡Carreras [gobernador], atiende, al pueblo
que te mantiene…ni cansados, ni vencidos, hoy estamos más unidos! nosotros venimos a exigir lo que por derecho
nos corresponde…” (Movimiento Antorchista, 2021). Los beneficios que consiguen
mediante sus protestas, sin embargo, no llegan a todas las vecinas.
En
resumen, la organización comunitaria y la participación de las mujeres en
Ciudad Satélite se ve coartada por la fractura social existente, producto de
desconfianza y división. Esto tampoco se ve favorecido por la carencia de
equipamientos que brinden espacios de encuentro y cohesión.
Equipamiento: soporte de la vida cotidiana y
los cuidados
El
plan parcial de Ciudad Satélite proyectaba la construcción de 191 equipamientos
entre 2007 y 2015, 60 hectáreas para áreas verdes y 180 para equipamiento
público y privado tales como bibliotecas, centros educativos, deportivos,
comunitarios y de salud, gasolineras y comercios. Esto representaba el 30% de
la ciudad, caso atípico, ya que, según el reglamento de construcciones del
estado de SLP, las áreas de donación ocupan un 15% del área total (H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, 2023). El mapa
debajo (Fig. 5) muestra la zonificación secundaria con el área de equipamiento
al centro, centros de barrio y centros vecinales en las colonias.
Figura 5
Zonificación secundaria de Ciudad Satélite.
Nota. Elaboración propia con base a SEGOB (2007).
Sin
embargo, el equipamiento no pudo seguirle el paso al desarrollo de vivienda,
menos cuando el proyecto entró en crisis, lo que creó un sentimiento de
abandono en los residentes por parte de las autoridades y dejó huecos en la
gestión de los cuidados. Actualmente, la ciudad cuenta con 12 equipamientos
públicos. En contraste, proliferaron los pequeños comercios domésticos y se
instaló una gasolinera y un supermercado.
En
las entrevistas realizadas, nuestras interlocutoras se refirieron
recurrentemente a la necesidad de un centro de salud con horarios extendidos y
con servicio de ambulancia. Doña Meli contó con tristeza que no alcanzó a
llevar a su mamá al hospital por que la ambulancia no llegó: “…mi mamá, cuando
se me puso mala, yo quise ir a la ambulancia de Colinas y no me atendieron, no,
entonces mi mamá falleció ahí…en la calle, le hablábamos a la ambulancia y
no... nunca llegó, entonces es lo único que no está bien, que no haya un
servicio para acá…” (entrevista realizada el 23 de junio del 2022).
Las
áreas deportivas continúan siendo necesarias, ya que, el centro deportivo
comunitario que fue construido en 2021 no está en funciones y los centros de
manzana no tienen ni la infraestructura ni el mantenimiento necesarios.
En
todos los equipamientos existentes, el presupuesto de funcionamiento es muy
escaso, el centro de salud solo abre por las mañanas y no cuenta con
dispensario de medicinas, las escuelas carecen de vigilancia y mantenimiento,
por lo que, han robado en varias ocasiones (En Primera San Luis, 2021;
Martínez, 2021) y las familias deben cubrir las cuotas de limpieza y asistir a
dar mantenimiento, lo que añade responsabilidades a su carga de trabajo. En el
caso del centro comunitario de Urbi, que estuvo cerrado varios años, es ahora
mantenido por los grupos de ocupa quienes gestionan su uso, pero excluyen al
resto de los residentes.
También,
las vecinas de Urbi y el Manantial manifestaron su descontento, ya que la
mayoría de los equipamientos se concentran en Satélite y los trayectos que
deben franquear a pie las desincentivan, en palabras de Luisa, residenta de Urbi, una de las colonias de CS: “…Aquí no hay
escuela ni guardería…escuela hay aquí en Satélite y nada más, y centro de salud
también pero aquí aquí en Urbi no hay nada...”
(entrevista realizada el 19 de diciembre del 2023). Como Luisa comenta, la
falta de guarderías fue otra de las necesidades percibidas. A falta de estas,
algunas vecinas como Elsa ofrecen el servicio por un salario precario.
Trabajo
Transferir
los cuidados a personas como Elsa a cambio de salarios precarios es común en
contextos como Ciudad Satélite que no cuentan con guarderías ni actividades
extraescolares, en los que la jefatura femenina representa cerca de un tercio
de los hogares (1,463) y en dónde la población de mujeres económicamente activa
equivale al 43% (INEGI, 2020). Este alto porcentaje en relación a los hombres
no significa que las mujeres se integren al sector productivo en condiciones de
igualdad ni que esto implique una redistribución de las tareas de cuidados. En
efecto, la mayoría de las mujeres que se integran al sector productivo
remunerado continúan asumiendo las tareas domésticas y de cuidado, duplicando
su trabajo y gestionando su tiempo y traslados para poder hacerlo (Carrasco,
2003).
Al
encontrarse en la periferia, las oportunidades de trabajo accesibles para
mujeres que compaginan producción y reproducción son muy limitadas. La
planeación de la zona industrial aledaña como fuente de trabajo para los
vecinos responde a la lógica androcentrista centrada en el varón que goza del
usufructo de la ciudad a costa de las mujeres encargadas de garantizar la
reproducción. La industria ofrece horarios rígidos y rotación de turnos
difíciles de cubrir para mujeres con hijos pequeños, a menos que tengan
oportunidad de “familiarizar” el cuidado.
Además
de la industria, el comercio es una alternativa de trabajo local, por la que
comúnmente optan las mujeres (ver Fig. 6). Ya sea que, ellas abran sus negocios
en espacios adecuados para tal fin en sus viviendas, que trabajen el negocio de
alguien más a cambio de un salario o que salgan a vender a las calles, esta
alternativa ofrece a las mujeres mayor flexibilidad de horarios para realizar
labores de cuidados, cercanía al hogar y esquemas de trabajo a tiempo parcial
típicamente durante el día.
Figura 6
Mujer atendiendo su negocio propio.
Nota. Autoras.
Las
madres se muestran reticentes a dejar a sus hijos solos en casa para integrarse
a la vida productiva, sobre todo en contextos de inseguridad y embarazo
adolescente como Ciudad Satélite. Como alternativa buscan oportunidades
cercanas y, si estas no están disponibles ensamblan, como Elsa, actividades
productivas diversas como cuidar niños, lavar ropa para las vecinas, atender
una tienda de abarrotes los fines de semana y revender ropa usada cuando su
suegra se la dona (entrevista realizada el 6 de julio del 2022).
Mujeres
como Elsa, ven coartadas sus oportunidades educativas y posteriormente
laborales desde pequeñas. Estas oportunidades también se ven mermadas al tener
que asumir el rol doméstico y de cuidados cuando son madres, y al vivir en un
desarrollo segregado, inseguro y falto de oportunidades locales como Ciudad
Satélite. Añadido a esto, la discriminación que sufren por ser mujeres, ser
adultas mayores o tener una discapacidad se une a las múltiples capas
interseccionales de desventaja que viven. Las limitadas oportunidades de
trabajo locales también expulsan a mujeres que buscan integrarse a la vida
productiva, pero lo hacen a costa de asumir costos añadidos de traslado y
encarecen su tiempo, como se explica en el apartado siguiente.
Movilidad
La
distancia a la capital en dónde se concentran las oportunidades de trabajo, el
equipamiento y los servicios con los que no cuenta Ciudad Satélite, obliga a
los residentes a realizar traslados regionales. De la misma manera, la
separación de usos industriales y residenciales y la concentración de
equipamientos en una de las colonias incentiva también la movilidad local. Sin
embargo, el transporte público es ineficiente, la ciclovía no está en uso y las
calles no promueven la peatonalización del espacio (ver Fig. 7). La segregación
de usos y la monumentalidad del desarrollo incrementa las distancias que las
cuidadoras deben franquear para tener acceso a servicios. Según Galaviz (2020)
solo las escuelas de nivel medio y superior, y los comercios de abasto
cotidiano se encuentran a distancias caminables según la norma. Además de las
distancias, la percepción de inseguridad en el espacio público también
desincentiva a los peatones. A pesar de esto, los viajes en transporte público
y a pie son los más comunes por motivos de salud y educación mientras que los
traslados en vehículo privado se realizan mayoritariamente con motivos de
trabajo (Galaviz, 2020).
En
relación a los polos atractores, el sector educativo es el que atrae más viajes
locales, mientras que los viajes por trabajo se realizan mayoritariamente a la
zona industrial de la capital (ubicada a 20 kms de
Ciudad Satélite). Las líneas de deseo y los puntos de destino se extienden y
concentran a lo largo del eje carretero que recorre la ruta de transporte
público que conecta a la Ciudad con el centro de la capital. Es decir, la ruta
de transporte condiciona las opciones de destino.
Figura 7
Mujer empujando
a su pareja en la vía pública.
Nota. Autoras.
Las
residentes identificaron como los más grandes problemas relacionados al
transporte público: el tiempo de traslado, que en promedio es de una hora al
centro de la capital, los horarios irregulares, la falta de rutas y la limpieza
(Galaviz, 2020). La ruta que actualmente está en funciones tiene como destino
la Alameda, el principal centro de transferencia en la capital, sin embargo, a
falta de un sistema integrado de transporte las personas que transbordan pagan
doble tarifa.
Además
de los traslados cotidianos a escuelas y semanales para abasto, otros
eventuales para realizar trámites se tornan onerosos como comenta Elsa:
“…lamentablemente pusieron un programa en la escuela para becar a los niños y
mi hija no alcanzó porque yo no tengo la credencial actualizada, entonces saqué
cita…pues ahora sí que se complica porque yo para allá no sé, me pierdo, tengo
que tomar taxi y todo eso cuesta, de hecho hoy, hasta me da pena decirlo pero
bueno es la realidad…saqué los papeles para las vacunas porque si no tiene
vacunas no la van a inscribir a quinto, y este... no la pude llevar porque o
les daba de cenar o pagaba pasaje…” (entrevista realizada el 6 de julio del
2022).
Trasladarse
en Ciudad Satélite es costoso y consume tiempo. Galaviz (2020) encontró que, en
promedio, las personas gastan el 46% de su salario en traslados (comparado con
19% a nivel nacional).
DISCUSIÓN
En México, los cambios en las políticas de vivienda
social y de cuidados a partir del consenso de Washington, han desprotegido a
los sectores desfavorecidos que no son atendidos por el sector público y que
carecen de recursos para recurrir al sector privado. Asumir que liberar la
economía especialmente en el sector de los cuidados traería mayor bienestar
económico y social ha demostrado ser paradójico, si no es que injusto y
desigual (Fuentes-Arce y Rodríguez-Leiva, 2020). La implementación “incompleta
y polimórfica” del proyecto neoliberal (Brenner et al., 2010) en las políticas
de vivienda social y cuidados transfiere las externalidades de su
implementación a los estratos de la población más pobres y
más vulnerables, en especial a las mujeres en quienes las sociedades
patriarcales confían los cuidados, transfiriéndolos de los más ricos a los más
pobres y de miembros de la familia con actividades productivas a otras que no
reciben remuneración.
Los cambios en la política de vivienda social han
favorecido al sector empresarial quién adquiere reservas territoriales para
vivienda, dictando la dirección del crecimiento urbano, típicamente en
periferia, en dónde la tierra es más barata pero peor conectada y servida (Münzenmayer, 2018). El estado por su parte, en su afán por
promover el desarrollo, regula escasamente al sector empresarial (Hidalgo et al.,
2022), si no es que, como en Ciudad Satélite, lo incentiva mediante concesiones
de tierra, construcción de infraestructura urbana y obtención de subsidios,
entre otros.
A 17 años de su inicio, menos del 20% de la vivienda
en Ciudad Satélite se encuentra construida, siendo que según su plan de
desarrollo las 30,000 viviendas y 191 equipamientos estarían desarrollados al
2015. Además de este rezago, el alto porcentaje de viviendas en abandono y su
posterior ocupación ilegal ponen en evidencia la implementación fallida e
inconclusa del proyecto neoliberal en la política de vivienda social en México.
La creación de una ciudad satélite compuesta
exclusivamente por vivienda social en SLP permitió que la clase política
demostrara su preocupación por hacerle frente al déficit de vivienda para la
clase trabajadora y a la empresarial activar al sector de la construcción cuyo
aporte a la economía ha sido una de las prioridades de la política nacional
(Jaramillo y Schteingart, 1983). Sin embargo, su
construcción promovió un modelo de expansión urbana que reproduce las
contradicciones del "modelo social polarizado" (Falú y Marengo, 2004)
que segrega a la clase trabajadora y agudiza las problemáticas relacionadas a
la expansión cuando se trata de sectores empobrecidos y grupos en desventaja
como las mujeres: En contextos segregados, "...las mujeres son, con gran
diferencia, quienes sufren más, son más pobres, e, históricamente, tienen más
invisibilidad" (Boccia, 2020, p. 15).
Diversos autores han demostrado que, al segregar a
estratos empobrecidos de la población, se agudiza la desventaja y el estigma, y
como se encontró en Ciudad Satélite, se incrementan los gastos familiares, se
restringen las oportunidades de movilidad social y económica, así como el
acceso a equipamientos de calidad, se desgasta la vida comunitaria y la
capacidad de acción colectiva, y se promueve la violencia y la desconfianza
(Márquez y Pérez, 2008; Fuentes-Arce y Rodríguez-Leiva, 2020). Además, se
incrementan otras problemáticas sociales como drogadicción y alcoholismo,
desempleo, embarazos adolescentes y deserción escolar (Fuentes-Arce y
Rodríguez-Leiva, 2020).
Como sucedió con muchos desarrollos de vivienda
social construidos bajo el modelo de producción en masa en la periferia
(Jaramillo y Schteingart, 1983), estas problemáticas,
aunadas a la segregación espacial del desarrollo contribuyeron a que un alto
porcentaje de la vivienda en Ciudad Satélite fuera abandonada
a partir del 2009, cuando una crisis económica agudizó la diáspora de familias
que buscaban acercarse a trabajos, equipamiento y servicios. El abandono trajo
consigo la ocupación ilegal de la vivienda sumando a las ya complejas
problemáticas espaciales, sociales y políticas del desarrollo. Esto acrecentó
la percepción de inseguridad, la reproducción de eventos delictivos en la
ciudad y la fragmentación del tejido comunitario.
La seguridad es un tema central en la literatura
feminista ya que "Las mujeres son un objetivo preferente de
violencia" (Pardo, 2000, p. 5). Esta, además, desincentiva la presencia de
las mujeres en el espacio público, mermando su posibilidad de uso y disfrute,
así como su derecho a "...ejercer en la calle los mismos derechos que los
hombres..." (Borja y Muxí, 2003, p. 73). La
desconfianza entre vecinas y el resquebrajamiento de las estructuras
comunitarias observada de 2013 a la fecha, así como la falta de equipamientos
públicos que faciliten el encuentro y la cohesión vecinal, debilitan al tejido
social que es básico tanto para favorecer la seguridad como la organización
comunitaria.
La falta de equipamientos y de infraestructuras para
el cuidado, afecta de forma incremental a las mujeres y en especial a las que
cuidan. En un estudio llevado a cabo en Madrid, Sánchez de Madariaga y Zucchini
(2020), encontraron que una de las principales razones de localización
residencial para las familias es la cercanía a las actividades del cuidado. Es
por ello que, tanto el plan de desarrollo de Ciudad Satélite como la estrategia
de mercado prometían los equipamientos necesarios para un desarrollo periférico,
sin embargo, la provisión de estos por parte del Estado quedó rezagada en
relación a la rapidez con la cual el sector privado construyó la vivienda.
Incluso la industria ha crecido aceleradamente comparada con la construcción de
equipamientos.
La segregación socioeconómica que enfrentan las
mujeres por su condición de género, así como por asumir las tareas de cuidados,
se traslapan con la segregación socioespacial que merma su acceso a servicios y
equipamientos y su posibilidad de integración al sector productivo,
incrementando sus desventajas interseccionales (Campana, 2020). A esto se suma
la distribución desigual de las tareas de cuidado y su invisibilización,
así como las manifestaciones espaciales de esta desigualdad, mismas que según
Campana (2020) se encuentran al centro de las desigualdades de género.
Para poder asumir las tareas de cuidados, varias de
nuestras interlocutoras en Ciudad Satélite optan por realizar actividades
laborales diversas en el sector informal cerca de su vivienda. En estos
empleos, sin embargo, es común la explotación, ya que la paga es más baja, no
incluye ninguna prestación social o de salud y el trabajo es típicamente
considerado como secundario, por lo que es invisibilizado e infravalorado
(Bose, 1999).
Al paralelo, y en línea con la tendencia nacional,
más y más mujeres en Ciudad Satélite se están integrando al sector productivo
formal (INEGI, 2020). Esto no significa, sin embargo, que lo hagan en
condiciones de igualdad, por el contrario, lo hacen duplicando o triplicando su
carga de trabajo al compaginarlo con las tareas de cuidados y de organización
comunitaria, en un contexto carente de equipamiento básico como guarderías y
gestionando su tiempo de traslado para poder hacerlo (Carrasco, 2003).
Los hombres y las mujeres presentan patrones de
movilidad diversos, producto de los roles que cada uno ejerce. Mientras que la
movilidad de los hombres se caracteriza por desplazamientos pendulares
casa-trabajo, la de las mujeres por desplazamientos poligonales o atomizados
entre casa, trabajo y espacios relacionados al cuidado (escuela, guardería,
comercio, centro de salud, etc.). Es decir, las mujeres realizan una mayor
cantidad de viajes y recorren distancias menores entre ellos y es por eso que las
condiciones espacio-temporales como proximidad entre
vivienda y servicios, horarios y frecuencia de las corridas del transporte y
distancia a las paradas, así como las condiciones de seguridad son factores
cruciales para que las mujeres puedan realizarlos (Gutiérrez y Reyes, 2017).
Las oportunidades de movilidad en Ciudad Satélite no
hacen más que acrecentar las desigualdades de género, en un desarrollo
desconectado tanto de la ciudad como al interior de este, con un deficiente
transporte público, un entorno agreste al peatón, y una zonificación mono
funcional y androcentrista que separa el trabajo de la vivienda. Esto reduce
las oportunidades que las mujeres deberían tener para beneficiarse del
usufructo de la ciudad tanto como los hombres (Montoya, 2012).
CONCLUSIONES
Este trabajo cuestiona, desde el urbanismo feminista, la política
de vivienda social en México que a partir del año 2000 promovió la construcción
de conjuntos masivos de vivienda en periferia para la clase trabajadora. Aún y
cuando actualmente la política de vivienda ha implementado cambios para
promover la densificación intraurbana, su deuda con las familias que
adquirieron un hogar en desarrollos como Ciudad Satélite y enfrentan
problemáticas socio-espaciales debe de ser atendida,
así como también debe de ser evaluada su implementación actual a partir de los
cuidados.
A 17 años de su inicio, el proyecto de desarrollar una Ciudad
Satélite de vivienda social para 132,000 personas en la periferia de la ciudad
de San Luis Potosí, México, se encuentra aún inconcluso. Este proyecto, masivo
y ubicado en la periferia, es representativo de los construidos a lo largo y
ancho del país a partir del 2000, así como también lo son las problemáticas
comunes que presentan.
En respuesta a la primera pregunta de investigación planteada,
este trabajo identificó como principales desafíos para las mujeres que viven en
desarrollos masivos como Ciudad Satélite, la percepción de inseguridad debida a
eventos delictivos, vandalismo, ocupación ilegal de la vivienda e imagen urbana
deteriorada, entre otros. Esto merma la libertad de las mujeres de usar el
espacio público y moverse a través de él y ha divido a las colonias,
fragmentando el tejido comunitario. También, la falta de equipamientos y las
distancias que algunas deben de franquear desde sus colonias para acudir a los
que actualmente existen o a otros ubicados en la ciudad, compromete su acceso a
servicios educativos, de salud, deportivos, culturales y de abasto, que son
esenciales para la calidad de vida de las familias.
Tener acceso a oportunidades laborales bien retribuidas y con las
prestaciones de ley es otro desafío para las mujeres que cuidan en Ciudad
Satélite. La única fuente de trabajo que ofrece esta oportunidad en proximidad
es la industria aledaña. Sin embargo, los horarios de trabajo de este sector
son muchas veces incompatibles con las actividades de cuidados, más aún en un
contexto carente de equipamientos como estancias infantiles y centros
comunitarios.
Finalmente, la inseguridad, aunada a la segregación de usos dentro
de CS y a la distancia que separa a CS de la capital, coarta la posibilidad de
moverse a pie o en bicicleta y genera dependencia de transportes motorizados
para acceder a oportunidades laborales y servicios, lo que reduce la movilidad
de las mujeres.
En este contexto, y respondiendo a la segunda pregunta de
investigación, las desventajas interseccionales que enfrentan las mujeres por
su condición de género se ven acrecentadas por los desafíos tanto físicos como
sociales de su entorno urbano que no ofrece condiciones adecuadas para ejercer
los cuidados y menos aún para integrarse al sector productivo remunerado y
cuidar a la par. Según el urbanismo feminista, una ciudad que integre a los
cuidados en su planeación debe de ser compacta, diversa, mixta, bien conectada,
vital y segura (Col-lectiu Punt
6, 2019), cualidades que, según los hallazgos de este trabajo, no caracterizan
a Ciudad Satélite.
En respuesta a la tercera pregunta de investigación, las
experiencias de vida de las mujeres en Ciudad Satélite permiten entender cómo
las políticas de vivienda, enfocadas en reducir el déficit mediante la
construcción masiva de vivienda en periferia tiene consecuencias que afectan a
las familias, pero de forma diferencial a quienes asumen los cuidados. Como
Ciudad Satélite, los desarrollos de vivienda planificados bajo la lógica
androcentrista que separa espacialmente las funciones productivas de las reproductivas
y segrega a la clase trabajadora, reproducen la pobreza de género al mermar las
posibilidades que tienen las mujeres de ganar independencia económica y de
llevar a cabo tareas productivas y de cuidado a la par.
En esta línea, investigaciones futuras pueden analizar los
patrones de movilidad en CS desde la perspectiva de la pobreza del tiempo y de
las cadenas de desplazamientos para entender las implicaciones de vivir en un
desarrollo periférico para quienes cuidan y proponer estrategias para abordar
las problemáticas derivadas. También, se requieren investigaciones que analicen
la participación y permanencia de las mujeres en la oferta laboral local.
Las implicaciones en materia de política pública del trabajo
indican que la producción de vivienda no se puede desarticular de la producción
de equipamientos, de la dotación de servicios eficientes y de oportunidades
laborales diversas en proximidad. El trabajo también apunta hacia la urgencia
de incluir a los cuidados y los principios del urbanismo feminista como lentes
teóricos en el diseño y evaluación de las políticas de vivienda social, así
como a la planeación y diseño urbano de los conjuntos habitacionales y de la
vivienda.
Como representación político-administrativa encargada del cuidado
del cuerpo social (Paniagua, 2018), las políticas públicas en México enfrentan
el doble desafío de incluir a los cuidados como una categoría transversal
aplicada a todos los ámbitos, incluida la vivienda, así como de desarticular
los discursos patriarcales que invisibilizan al cuidado, normalizan su
ejercicio por parte de las mujeres y lo subyugan a la producción, minimizando
su rol central como sostén de la vida y reproductor del capital. ¡Este doble
desafío es central para producir ciudades no-sexistas (Hayden, 1980) y
desarrollos de vivienda social que cuiden!
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[2] Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México,
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[3] Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México,
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[4] En el sector inmobiliario se conoce como “tren de la vivienda” al proceso de producción de vivienda de interés social, desde su proyección hasta su venta. En el sexenio del presidente Vicente Fox (2000-2006) este tren siguió un curso acelerado, alcanzando las cifras más altas en la historia de la asignación de créditos INFONAVIT (400,000 en un año) (Torres, 2013).