Condiciones de empleadas
domésticas[1]
Conditions of women domestic workers
Sonia Elena LÓPEZ PULGARÍN[2]
María Edith MORALES MOSQUERA[3]
Recibido Aprobado |
: : |
18.04.2024 16.09.2024 |
Publicado |
: |
30.09.2024 |
RESUMEN: El artículo aborda el crucial tema del trabajo doméstico y de cuidado
realizado por mujeres afrocolombianas en Medellín, revelando persistentes
desigualdades de género y raza. Su objetivo fue identificar y analizar las
condiciones familiares y socio-laborales de estas trabajadoras y su impacto en
las dinámicas familiares. Utilizando un enfoque metodológico mixto, que combina
una encuesta cuantitativa a 385 mujeres y un grupo focal cualitativo con 8
participantes, el estudio emplea enfoques de género y derechos humanos. Los
resultados muestran que el 37.96% de las trabajadoras viven en familias
extensas, el 21.47% en familias monoparentales, el 56.2% son solteras y la
mayoría tiene entre 18 y 37 años. Se evidencian experiencias persistentes de
discriminación, trabajo mal remunerado y dificultades para conciliar trabajo y
familia, ante lo cual las trabajadoras desarrollan estrategias como redes de
apoyo para el cuidado de sus hijos. El estudio concluye que, a pesar de los
avances legislativos, persisten desafíos en el reconocimiento y valoración del
trabajo doméstico, siendo necesario continuar visibilizando esta problemática
para generar políticas que promuevan condiciones laborales dignas y permitan
una mejor conciliación entre trabajo y familia para estas mujeres.
PALABRAS
CLAVE: Cuidado, Economía, Familia, Mujeres afrocolombianas, Trabajo doméstico.
ABSTRACT: The article addresses the crucial issue of domestic and care work
performed by Afro-Colombian women in Medellín, revealing persistent gender and
race inequalities. Its objective was to identify and analyze the family and
socio-labor conditions of these workers and their impact on family dynamics.
Using a mixed methodological approach, combining a quantitative survey of 385
women and a qualitative focus group with 8 participants, the study employs
gender and human rights approaches. The results show that 37.96% of workers
live in extended families, 21.47% in single-parent families, 56.2% are single,
and the majority are between 18 and 37 years old. Persistent experiences of
discrimination, underpaid work, and difficulties in reconciling work and family
are evident, to which workers develop strategies such as support networks for
childcare. The study concludes that, despite legislative advances, challenges
persist in the recognition and valuation of domestic work, making it necessary
to continue raising awareness of this issue to generate policies that promote
decent working conditions and allow for better reconciliation between work and
family for these women.
KEYWORDS: Care, Economy, Family, Afro-Colombian Women, Domestic Work.
COMO CITAR:
HOW TO CITE:
López Pulgarín, S. E. y Morales Mosquera, M. E. (2024). Condiciones de empleadas domésticas. Mujer y
Políticas Públicas, 3(2), 116-134. https://doi.org/0.31381/mpp.v3i2.6846
INTRODUCCIÓN
El artículo titulado "Condiciones de Trabajadoras Domésticas y de Cuidado en
Medellín" tiene como objetivo destacar las características
familiares y socio-laborales de las mujeres afrocolombianas que se dedican al
trabajo doméstico y de cuidado. El texto presenta los resultados de una
investigación detallada sobre esta temática. Este artículo resulta de gran importancia en la
actualidad, debido a que permite a la comunidad académica, avanzar en la
identificación de los factores que obstaculizan el trabajo decente en el país,
además ofrece puntos de reflexión que posibilitan anticipar alternativas para
el logro de la calidad laboral de la población colombiana desde los enfoques de
género y de derechos.
Como lo señalan López
et al. (2019) en “Colombia mediante Ley 1595 de diciembre de 2012, se aprobó el
convenio 189 de la Organización Internacional del trabajo OIT adoptado el 16 de
junio de 2011 en Ginebra. Este Convenio a grandes rasgos pretende mejorar las
condiciones de las trabajadoras en esta rama laboral, en cuanto a: Promoción y
protección de los derechos humanos; protección contra el abuso, el acoso y la
violencia; condiciones de empleo equitativas; condiciones de trabajo y de vida
decentes; información sobre las condiciones de empleo; tiempo de trabajo; el
período de descanso semanal es de al menos 24 horas consecutivas; remuneración;
seguridad y salud en el trabajo; seguridad social; protección de grupos
específicos de trabajadoras domésticas; agencias de empleo privadas y
cumplimiento y control de la aplicación” (p. 14).
Para avanzar en esta
tarea de reflexión sobre las condiciones de las mujeres que trabajan en
servicio doméstico se presentan por tanto, algunas experiencias de
discriminación y de vulneración de derechos laborales, las redes de apoyo que
las mujeres establecen entre ellas como alternativa para avanzar en la defensa
de sus derechos, testimonios de lo que implica el abandono de sus familias por
atender el trabajo, así como, algunos datos de las características
sociodemográficas de las mujeres afrocolombianas. A modo de cierre, se plantean
algunas consideraciones que incitan a seguir investigando sobre el tema.
METODOLOGÍA
Para identificar las condiciones familiares y socio laborales de las
mujeres afrocolombianas dedicadas al trabajo doméstico y al cuidado, se empleó
una metodología mixta, es decir, se vincularon las perspectivas cualitativa y
cuantitativa, considerando los enfoques de género y de derechos humanos en el
diseño de las preguntas para las dos técnicas utilizadas: una encuesta y un
grupo focal.
Desde la perspectiva cuantitativa que fue la primera fase, fue posible
determinar los principales perfiles laborales de las trabajadoras domésticas y
de cuidado en función de sus características demográficas, socioeconómicas y
laborales, se realizaron 385 encuestas, usando una fórmula estadística para
conservar el 5% de confiabilidad en el total de la población de mujeres
afrodescendientes en la ciudad, según registros del Departamento Administrativo
Nacional de Estadística (DANE).
La encuesta incluyó 6 aspectos relevantes para conocer las condiciones
socio-laborales, los cuales fueron: información personal, aspectos socio
demográficos del grupo familiar, utilización del tiempo libre y participación,
vivienda, servicios públicos y medio ambiente, condiciones económicas y
condiciones laborales; para un total de 57 preguntas.
Para la aplicación de las encuestas, se utilizó la técnica de bola de
nieve, en la cual una persona referenciaba a otra para llevar a cabo la
encuesta en distintos lugares, como barrios, parques, universidades o sitios de
reunión de grupos organizados de la ciudad. Es
importante resaltar que se tuvo en cuenta las consideraciones éticas y se
obtuvo el consentimiento informado antes de recolectar la información. Cada
encuesta tuvo una duración aproximada de veinte a treinta minutos, y para
garantizar el anonimato de los participantes, se emplearon seudónimos al citar
sus testimonios.
En la segunda fase, se adoptó un enfoque cualitativo que permitió un
análisis de los datos obtenidos. Para ello, se recurrió a un grupo focal con
ocho mujeres pertenecientes al sindicato Unión de trabajadoras domésticas afro
colombianas (UTRASD). Esta metodología facilitó la visibilidad de las
realidades que enfrentan estas mujeres y permitió comparar la información cualitativa con los datos cuantitativos recolectados anteriormente.
Con el fin de establecer las influencias de las condiciones socio-laborales en
las dinámicas familiares de las mujeres afrocolombianas dedicadas al trabajo
doméstico, el grupo focal se centró en la pregunta: ¿Quién cuida tus hijos
mientras tú cuidas otros en tu trabajo?
La investigación estuvo sustentada en categorías que permitieron de
manera permanente profundizar en el fenómeno estudiado y en el análisis de los
hallazgos, dichas categorías fueron: la noción de género, mujer afrocolombiana,
trabajo doméstico y cuidado.
Por último, y una vez analizadas todas las fuentes de información
detalladas, se diseñó un manual que contiene las leyes y normas vigentes sobre
el trabajo doméstico y las estrategias de conciliación que las mujeres
consideraron importantes para la garantía de sus derechos.
RESULTADOS
Experiencias de discriminación y trabajo mal remunerado
El análisis de la información permitió identificar que el trabajo
doméstico, a pesar de llevar tantos años de existencia, continúa siendo una
labor estigmatizada. Si bien actualmente existe normatividad alrededor de este
oficio, se evidencia que no es suficiente para ser reconocido e implementado en
pro de mejorar las condiciones laborales de quienes lo realizan,
específicamente se denota que persiste el racismo, la separación de objetos de
uso personal dentro del hogar (platos, vasos, cucharas, entre otros) y hasta el
uso de sobras para la alimentación de la trabajadora doméstica. Así se
evidencia en el grupo focal en el que una de las trabajadoras doméstica,
relata:
Cuando disque
la sopa, la sopa que quedaba del fin de semana al lunes nos la daba, le dije yo
no tomo sopa vieja, yo en mi casa cocino lo que me voy a comer, entonces ay es que usted es muy reparona, le dije,
pero usted no repara al pagarme, (…) yo no vine aquí a comer sobras, para eso
trabajo, porque a mí me gusta comer bien, vestir bien, para eso trabajo, para
darme mis gustos, entonces me dijo, ay usted es muy grosera, le dije no, yo que
voy a venir a comer sobrados, tres días congelaban la comida y después se la
daban a la empleada, yo le dije no, yo no, yo cocino lo poquito y eso no lo
gastamo (Grupo focal, María Yus).
La discriminación y la exclusión se presenta, no solo por la labor o
trabajo que desempeñan, sino que va más allá y se sustenta desde el género que
es considerado como una construcción social y cultural, establecida por
funciones y roles dentro de una sociedad, va más allá del sexo como
denominación Hombre/Mujer. Esta elaboración es además un aprendizaje que puede
ser reflexionado a partir de las elecciones de vida frente a lo que se hace y
se piensa, en este caso es a lo que se llama Masculino/Femenino.
Como empleada
del servicio doméstico a veces uno cuida y eso se paga igual. Pero plantean un
cuidado también desde las casas y desde la experiencia también con quien han
dejado los hijos, donde parece ser que el cuidado da más… le permite tener más
autonomía con la persona que se cuida, porque no es lo mismo cuidar un enfermo,
cuidar el niño que uno lo mueve para todos lados con las restricciones, pero
también lo decían en casa, cierto. Que el cuidado como tal hace también que uno
vulnere derechos de otros, porque también le toca pagar poquito porque no están
las condiciones para más (Grupo focal, Clary).
El género contiene una visión del mundo y los espacios, y como dice la
antropóloga Rubin (citada por Franco, 2015): “Las sociedades fijan
culturalmente el sexo, de ahí su denominación “sexo/género” para indicar la
parte de la vida social en la que se establecen formas de opresión” de las
mujeres, las minorías sexuales y algunos aspectos de la personalidad humana.
En esta perspectiva, género corresponde a los arreglos o disposiciones
que la sociedad impone como producto de las relaciones sociales de sexualidad,
es el sexo socialmente construido o el sexo social. El concepto de género tiene
varias visiones, entre ellas la que se origina a partir del patriarcado, la
cual se ha perpetuado para garantizar la opresión a las mujeres, establecida en
los diferentes contextos de la vida, tanto en lo público como en lo privado,
determinando ciertas funciones de cuidado para el género femenino.
La señora lleva
10 años trabajando ahí interna, yo voy dos días en la semana, allí hay una
cantidad de vasos bonitos y feos. Cuando es la hora del almuerzo yo veo que
ella siempre me da un vaso feo y coge ella un vaso feo, entonces yo cojo y le
pregunto, Marina, yo no puedo coger estos vasos (los bonitos) por qué no los
podemos usar?, hay no¡ es que esos son de los muchachos y que pena que lo vean
a uno con esos vasos, yo cojo mi vaso y ahí me sirvo mi jugo, las cucharas
Marina las tiene separadas, las bonitas para los señores de la casa y la fea
para nosotras, yo cojo cualquier cuchara, y una vez me quitó una, no, no, no,
no la volvas a.., y le dije yo, que pena pero soy persona. Y doña… esa señora
me ve a mí comiendo con las cucharas, me ve con los vasos y no me dice nada
(Grupo focal, Rei).
Como se denota en el anterior testimonio, algunas trabajadoras
domésticas realizan un trabajo de autoexclusión buscando la aprobación de sus
empleadoras y justificando una discriminación introyectada a través de la
historia y reproducida culturalmente. Esta situación da cuenta de una forma de
discriminación no solo por el color de piel, sino por el desconocimiento de la
labor doméstica y de cuidado como un trabajo digno, como lo nombra Álvarez
(2013), asistimos a una triple discriminación: mujeres, pobres y negras.
Por otro lado, sumado a la discriminación y exclusión, existe la mala
remuneración económica del trabajo doméstico, porque, aunque exista la ley de
primas que regula los sueldos, aún les pagan por debajo del salario mínimo, a
pesar de que las labores se incrementan y deben realizar labores extras como:
sacar el perro a pasear, pago de facturas, acompañar a citas médicas, acompañar
a los niños y niñas en la realización de tareas escolares. “(…) A mí me pasó
algo (…), en el 2015 me contrataron para trabajar tres días, lunes, miércoles y
viernes, tenía que salir con la señora a acompañarla al médico porque
necesitaba acompañante” (Grupo focal, María Yus).
La categoría de cuidado es una denominación resiente que surge de las
feministas contemporáneas como Duhagon (2010) que se apoya en la macroeconomía
mundial como base para soportar el aporte que la mujer ha hecho a la misma, se
explica que existe una relación entre roles, funciones y los trabajos asignados
tradicionalmente a mujeres y niñas en espacios domésticos o del campo que han
sido considerados como voluntarios, obligados o asignados, y por los cuales no
existe remuneración económica justa o un pago simbólico o de muy bajo monto que
no logra compensar ni en tiempo ni en tareas las labores realizadas.
El cuidado o trabajo doméstico han sido considerados como labores de
segunda o tercera categoría y para los cuales no se necesita formación alguna.
En el mundo de la vida y en el mundo privado, las relaciones se basan en
intercambios, hoy en día se podría decir, de “bienes y servicios”, pero la no
valoración de esta labor ha dado lugar a la mala remuneración y subvaloración
en comparación con otras labores; la cercanía o intimidad establece o da por
hecho que no es necesario una compensación y mucho menos un descanso por ser
considerados como favores y marcan una diferencia cuando son para el mercado.
Es más como
para que sigamos reflexionando sobre el tema, que cuando se cuida
necesariamente hay que depositar la confianza en otras personas, de hecho
incluso cuando se es empleada doméstica uno deposita una confianza, cuide el
niño, cuide la niña, cuide este enfermo, está bajo… hay una confianza, pero las
responsabilidades no son bien específicas, cuando le cuidan… usted sabe que va
a cuidar pero no sabe qué es realmente… ahí van saliendo una cantidad de cosas,
desde llevarlo al médico, desde cambiarlo, desde vestirlo, desde urgencias,
pero también con el tema del cuidado hay un asunto de autonomía (Grupo focal,
Clary).
Los cuidados y trabajos domésticos son necesarios en tanto garantizan la
funcionalidad de grupos humanos para que logren desplazarse o dedicarse a otras
labores, estas por tener un carácter biológico o reproductivo no son
consideradas importantes ni dan prestigio o status a quienes las realizan.
Tareas como la limpieza, preparación de alimentos, las gestiones como pagos,
compras, llevar y traer animales o personas, reparaciones en casa y apoyar al
cuidado de los enfermos, ancianos, niños y niñas, son funciones que se realizan
constantemente y son necesarias para la garantía del bienestar de las familias.
Sin embargo, estas trabajadoras han sido tradicionalmente menospreciadas y
enfrentan una desigualdad laboral debido a las concepciones predominantes y la fuerte
influencia del patriarcado y los modos de producción capitalistas actuales.
Antes de irme a
trabajar, recuerdo que me levantaba a las 3 de la mañana, dejaba el almuerzo
hecho y les dejaba el agua de panela, y si iban a comer plátano o banano los
dejaba cocinados; el desayuno si lo dejaba y antes de irme arreglaba un poquito
la casa, al llegar, que llegaba, habían días que llegaba a las 8 de la noche,
preparaba, arreglaba un poquito la casa, porque siempre… los pelaos hacen en la
casa pero no es lo mismo a usted coger e ir a trapear, o ir usted a lavar el
baño, no lo hacen igual (Grupo focal, Flory).
Redes de apoyo
Otro de los hallazgos de la investigación son las redes de apoyo que
entre las mujeres del sindicato van tejiendo, como una estrategia para
acompañarse y apoyarse en el cuidado de sus hijos para poder realizar su
trabajo. Estas estrategias son recurrentes y necesarias porque no cuentan con
el suficiente recurso económico para pagar quién cuide de sus familiares;
frente a este tema ellas manifiestan preocupación por no poder pagar lo justo y
terminar replicando las prácticas por las cuales ellas luchan.
Yo tuve dos
hijos, ya soy abuela, cuando estuve trabajando que tenía mis dos hijos, los
daba a cuidar a vecinas o a familiares. En uno de esos empleos que me conseguí,
en una de esas casas me aceptaron con mi niño, tenía más o menos 4 mesecitos,
pero fue una experiencia no buena, porque el uno llevar, o que el empleador lo
acepté a uno con el hijo de uno, no eso es, ¡ah!, tiene uno que mantenerlo allá
en la pieza, el niño no puede llorar, ósea, para mí fue incómodo tener a mi
niño allí y no lo tuve mucho tiempo, más o menos lo tuve allí un mes y lo llevé
para donde mi mamá mejor. Yo he sido madre soltera siempre, fue más el tiempo
que estuve sola que el tiempo que estuve con el papá de ellos. Y yo llevaba
las… por decirlo así las rindas, era yo (Grupo focal, Flory).
Las redes son de gran importancia para las trabajadoras domésticas, no
solo por el cuidado de los hijos, sino por la lucha de mostrar que el trabajo
doméstico requiere formación, especialidad y especificidades en ciertas
labores, como el cuidado de enfermos, niños, perros, tareas escolares.
Funciones que exigen experiencia y preparación y, por lo tanto, un mejor sueldo
como reconocimiento de la calidad de su labor. Las redes son una base para el
apoyo en formación, para la discusión de temas de derechos laborales y para
fortalecer sus vínculos y la cosmovisión que las identifica como población
afro.
Hacer un análisis concreto y detallado sobre las condiciones de trabajo
de las mujeres afrocolombianas que trabajan en el sector del empleo doméstico,
es una tarea que requiere de un esfuerzo que haga posible identificar la mirada
de los actores y sectores que vienen cuestionándose sobre el presente tema.
Sin embargo, el tema sobre las condiciones familiares y socio-laborales
de las mujeres afrocolombianas dedicadas al trabajo doméstico sólo se ha venido
visibilizando en las dos últimas décadas, en esa medida, es importante aclarar
qué se entiende por comunidades afrocolombianas y recordar algunas de las
características socioeconómicas generales de la población afrocolombiana,
específicamente las que viven en esta ciudad.
Las familias afrocolombianas
Son definidas como el conjunto de familias de ascendencia afrocolombiana
que poseen una cultura propia, comparte una historia y tienen sus propias
tradiciones y costumbres dentro de la región campo-poblado, que revelan y
conservan conciencia de identidad que las distinguen de otros grupos étnicos
(Ley 70, 1993, artículo 2).
El total de población que tiene la ciudad ¿Medellín? es de 2.368.282
habitantes, pero establecer el número exacto de población afrocolombiana que
habita en este territorio ha resultado ser una tarea dispendiosa, máxime si se
recuerda que el censo nacional de 2005 incluyó una pregunta de auto
reconocimiento racial que resultó ser muy ambigua. Sin embargo, hoy se cuenta
con una aproximación del número de personas afrocolombianas que viven en la
ciudad, gracias a un diagnóstico que realizó la Alcaldía durante el año 2010,
en convenio con la Corporación Con-Vivamos, en donde se logró la
caracterización socioeconómica de este grupo poblacional.
Este diagnóstico se realizó por manzanas de familias y número de
integrantes por vivienda, desde donde se tiene que el total de la población
afrocolombiana que reside en la ciudad es de 236.222, de los cuales se
identificaron como afrocolombianos 44,91% y afrocolombianas 55,09%.
Temores, culpas frente al "abandono" de sus hijos e hijas
Frente a este tema las trabajadoras domésticas retribuyen sus temores y
culpas apoyándose en los días en los cuales no trabajan y realizando
actividades del hogar y cuidados básicos para que los demás puedan funcionar,
en otras ocasiones brindando alojamiento a un familiar, vecino y amigo para de
esta forma poder tener quién acompañe en el cuidado de sus hijos.
Estas estrategias de sobrevivencia las implementan como formas de suplir
la culpa que manifiestan sentir al tener que abandonar a veces por largos
periodos a sus hijos e hijas para poder trabajar[4]
.
Yo trabajo por
menos de un mínimo y contrato a alguien para cuidar mis hijos, yo no tengo cómo
garantizarle a esa persona el pago de mis hijos, de una manera, justa no es la
palabra, pero si de una manera legal digamos, entonces ahí también empieza a
ver que uno también vulnera a otros, eso se va volviendo una cadena bien
verraca, porque yo hago el trabajo por $40.000 y vengo y le pago a la señora
que me cuida el niño $15.000 (Grupo focal, Clary).
Ella continúa diciendo:
Porque cuando
yo dejo mis hijos con otras y con otros, están expuestos a violaciones, a
maltrato físico, a maltrato verbal y se los digo no sacado de un cuento de
hadas, muy desde la realidad (…) Yo viví en Caicedo cuando tenía mi segundo
hijo (…) cuando se encendían a bala (…) Yo a veces llegaba y mi hija estaba
debajo de la cama orinada y sin hablar (Grupo focal, Clary).
Esta da cuenta de una realidad compleja, sobre las necesidades de las
mujeres afrocolombianas al mostrar sus condiciones familiares y la dinámica que
surge a partir de su relación social y laboral, logrando dejar reflexiones para
proponer futuras intervenciones que permitan apuntar al mejoramiento y la
conciliación de su vida laboral y familiar y, por ende, al mejoramiento de la
calidad de vida de las mujeres que realizan labores domésticas y de cuidado.
“Es una situación muy verraca para una trabajadora doméstica en el caso cuando
uno tiene sus hijos pequeños, saber que uno tiene que confiar en otra persona
que no siempre resultan buenas” (Grupo focal, Clary).
Para identificar y analizar las condiciones familiares y socio-laborales
de mujeres afrocolombianas que se dedican al trabajo doméstico y al cuidado en
la ciudad, en relación con su repercusión en la dinámica familiar; desde la
investigación se abordaron dos aspectos:
Primero, el trabajo doméstico no es un asunto aislado de las realidades sociales actuales. Cada persona necesita garantías mínimas en su contrato laboral, ya que este tipo de trabajo contribuye tanto a la economía familiar como a la local. La necesidad de contar con alguien que mantenga la casa limpia, prepare la comida, y lave y planche la ropa subraya la importancia de un contrato formal. Sin embargo, en muchos casos, estos contratos son verbales y no especifican claramente los horarios, las funciones ni las garantías legales necesarias para asegurar el cumplimiento de lo acordado.
En segundo lugar, suele haber una confusión frecuente
entre el trabajo doméstico y el cuidado, variando según el estrato
socioeconómico de los empleadores. Las respuestas de las mujeres entrevistadas
indican que, al menos en la ciudad, a menudo terminan realizando una amplia
gama de tareas por la misma remuneración.
El trabajo de
cuidado se nos ha asignado a las mujeres, históricamente ha sido una tarea que
nos han dado, que la sociedad nos ha impuesto a nosotras, y entonces usted
puede ser muy profesora de la Universidad, pero en su casa tiene que estar
pendiente de todo, así tenga su marido que pueda ser arquitecto y hasta ganar
más que usted, pero usted en su casa se tiene que estar al pendiente del
cuidado de sus hijos, de su papá, de su mamá, de su suegra si está bien de
malas y se la achacan (Grupo focal, Clary).
Las luchas que hoy están liderando las trabajadoras domésticas
afrocolombianas por dignificar su labor, no solo están centradas en mejores
condiciones de pago, en la inclusión como labor decente y digna, sino por la no
discriminación étnica y de género, ya que históricamente fue desempeñada
principalmente por mujeres afro.
Nosotras
tenemos, uno de los puntos importantes del sindicato; Unión de Trabajadoras
Domésticas Afro descendientes
(UTRASD) es el enfoque étnico
afro, y de eso también tenemos mucha formación, porque si bien el trabajo
doméstico es estigmatizado a nivel mundial, subvalorado, maltratado una mujer
trabaja… mire lo que ocurrió… un conjunto residencial, le mandaron un
comunicado a una empleadora diciendo que estaba prohibido que las trabajadoras
domésticas, niñeras, obreros, hicieran uso de las zonas comunes y accedieran a
la piscina por el hecho de ser negra (Grupo focal, Clary).
En el grupo focal, se tuvo la oportunidad de escuchar a
mujeres que han experimentado abusos por parte de sus empleadores y de
comprender que sus salarios son ni justos ni suficientes. Estas trabajadoras
enfrentan el desafío de delegar el cuidado de sus hijos a familiares, vecinos o
amigos para poder desplazarse a sus empleos. Esta situación revela un
desbalance significativo entre el esfuerzo físico, el tiempo dedicado y la
remuneración recibida, evidenciando una inequidad en el pago por su trabajo.
Retomando una de las entrevistas de la investigación y publicada en la
cartilla Trabajo doméstico decente: ¡Venga conciliemos! (López et al.,
2019), una de las mujeres manifestó:
En un tiempo yo
trabaje como trabajadora del servicio doméstico y en otro tiempo como niñera,
lo que pasa es que hay que entrar digamos, cuando uno entra a un empleo, si me
contratan como niñera yo voy a hacer lo de niñera, yo desde el principio tengo
que decirle mis reglas y ellos también sus reglas. Yo entre como niñera e hice
lo que era como niñera, yo le dije, yo no vine aquí a cocinarles a ellos, ellos
tienen su empleada para la cocina y todo lo de la limpieza, yo me encargaba de
lo del niño, tenía que cocinarle al niño, lavarle su ropa, cuando tuvieran
necesidad de que ellos, a no Nidy listo, para que vamos a salir para cualquier
parte con el niño estaba yo, de cumplir simplemente en el niño y que esa era mi
función y no tenía que estar en la cocina (Grupo focal, Nidy).
La investigación cualitativa reveló que, para muchas de
las mujeres participantes en el grupo focal, no hay una distinción clara entre
ser trabajadora doméstica y ser cuidadora. Sin embargo, en algunos casos es
posible marcar una diferencia, que en gran medida depende del conocimiento que
la mujer tenga sobre la normativa y de su postura y claridad en el empleo.
También se logró percibir que una empleadora que reconoce los derechos
de las trabajadoras domésticas puede marcar la diferencia en varios aspectos
como el trato, los permisos y el respeto con los contratos y acuerdos
laborales.
Ante la pregunta si hay diferencias por no haber hombres, ella responde:
Por lo menos en
mi casa, como que mi hermana dice, bueno el que llegó aquí, sea sobrino, sea
hermano, tiene que meterse a la cocina a hacer comida porque aquí nadie es
sirvienta de nadie, aquí estamos trabajando para sobrevivir, y esa es la meta
que tiene, bueno, usted llegó y como sea hombre no hay que dejar que se quede
esperando que llegue una mujer y le cocine, no, entre a la cocina y haga su
comida, eso es lo que hacemos nosotras en mi casa, no hay limitación ahí en ese
sentido (Grupo focal, Nidy).
El pertenecer por varios años al sindicato, ha brindado elementos críticos
para tener relaciones más equitativas, por lo menos en la familia, aunque las
mujeres no dejan de reconocer que las jornadas son fuertes y los horarios en
muchos casos no facilitan tener un contacto más permanente con sus hijos e
hijas, esto indiscutiblemente influye en sus dinámicas familiares.
María Yu comenta:
Cuando mis
hijos estaban pequeños vivía una sobrina conmigo, entonces ella estaba como al
pendiente de ellos y los fines de semana estudiaba. Ahora ya, pues yo ya vivo
con ellos solo, entonces me levanto, les dejo la coca, por ejemplo, la niña que
se va a estudiar, el desayuno, y en la noche, por ejemplo, los días que a mí me
toca planchar, ellos me van sacando las cosas de la nevera, entonces yo voy…
pues, cocinamos en conjunto, o sea, tenemos un grupo (Grupo focal, María Yu).
Desde las experiencias de las mujeres, se evidenció que las dinámicas
familiares se ven afectadas de varias maneras y no todas cuentan con el apoyo
de un familiar o amigas, ante lo cual una mujer expresó:
A mí me ha
tocado muy duro con mis hijos porque yo casi no tengo familia acá y normalmente
he estado en barrios donde he estado sola, que casi, he tenido que, de alguna
manera, exponer siempre a mis hijos al cuidado de otra persona que a veces la
gente no tiene conciencia de lo que hace. Pero también ahí hay un problema y
eso, otra vez, vuelve y juega el factor económico (Grupo focal, Clary).
Estas respuestas permiten conocer que no siempre cuentan con el apoyo de
redes familiares y no para todas es fácil salir a trabajar y dejar a sus hijos
e hijas expuestas a situaciones de riesgo que en ocasiones no se pueden
manejar. También hubo casos en los que se permitió a las mujeres llevar a sus
hijos al lugar de trabajo. Sin embargo, esto conlleva otras implicaciones, como
tener que dejarlos encerrados en una habitación para evitar que toquen o
manipulen objetos, o mantener una vigilancia constante sobre ellos. Además, en
muchos lugares de trabajo, se les separa incluso los platos y cubiertos para
comer, lo que intensifica la discriminación y el maltrato, aunque no sea
necesariamente verbal, por parte de las empleadoras.
Algunas características
Con relación a la tipología familiar, se encontró que el 37.96% de las
mujeres afrocolombianas empleadas domésticas y cuidadoras cuentan con familia
extensa (Gráfica 1), es decir, conviven además de sus hijos con familiares como
abuelos, tías, amigos, primos o sobrinos. También se encontró que un 21.47% son
familias mono parentales donde solo esta uno de los padres con sus hijos, lo
que contrasta con estado civil soltera y con las respuestas de quién tiene
apoyo de su sobrina y quién no tiene con quién dejar a sus hijos.
En cuanto a la tipología familiar, se encontró que el
37.96% de las mujeres afrocolombianas empleadas en labores domésticas y de
cuidado viven en familias extensas (Gráfica 1). Esto significa que, además de
sus hijos, conviven con otros familiares como abuelos, tías, amigos, primos o
sobrinos. Además, se observó que el 21.47% de estas mujeres forman familias
monoparentales, en las que solo uno de los padres está presente con sus hijos.
Esta situación contrasta con el estado civil de soltera y las respuestas que
indican si reciben o no apoyo de sus familiares, como en el caso de quienes
tienen a su sobrina para ayudar con el cuidado de sus hijos o quienes no tienen
con quién dejarlos.
Gráfica
1
Tipologías familiares de las mujeres afrocolombianas que se dedican al
trabajo doméstico o de cuidado
Nota. Elaboración propia con datos obtenidos de la
encuesta, condiciones familiares y socio laborales.
Durante la aplicación de las encuestas para conocer los
perfiles, se observó que el estado civil puede influir en la falta de apoyo de
la pareja y en la necesidad de trabajar más horas, reduciendo así el tiempo
disponible para la familia. En este contexto, se encontró que un alto
porcentaje, el 56.2% de las mujeres, son solteras, como se muestra en la
Gráfica 2.
Gráfica
2
Estado civil de las de las mujeres afrocolombianas que se dedican al
trabajo doméstico o de cuidado
Nota. Elaboración propia con datos obtenidos de la
encuesta, condiciones familiares y socio laborales.
Como datos relevantes se encontró que un alto porcentaje de trabajadoras
domésticas se encuentran entre los 18 y 27 años, seguidas del grupo de 28 a 37
años. Lo que corresponde a un grupo de mujeres en edad joven (Gráfica 3).
Gráfica
3
Promedio
de edades de las mujeres afrocolombianas que se dedican al trabajo doméstico o
de cuidado
Nota. Elaboración propia con datos obtenidos de la
encuesta, condiciones familiares y socio laborales.
El cruce de este dato con el nivel de escolaridad revela que la mayoría de las mujeres jóvenes tienen la secundaria incompleta o completa. Esta información sugiere que, debido a su formación, la gran mayoría aspira a trabajos en el ámbito doméstico o de cuidado, en los cuales prevalece la creencia de que no se requiere una alta formación para cumplir con las funciones asignadas en un contrato. Esto contribuye a que no se visibilice adecuadamente la importancia de esta labor, lo que afecta la garantía de un pago justo y adecuado para quienes la desempeñan.
CONCLUSIONES
La Constitución de 1991 de Colombia establece que el
país es diverso desde el punto de vista cultural y étnico, y subraya que esta
diversidad debe ser reconocida y valorada como un elemento clave para construir
una sociedad más justa, equitativa y democrática. En este contexto, López et
al. (2019) destacan que “abordar el tema de las condiciones familiares de las trabajadoras
domésticas y cuidadoras es importante por cuanto se contribuye a visibilizar el
hecho de que la discriminación, la exclusión y la no remuneración justa o el
cumplimento de contratos dignos persisten; y que estos factores condicionan, en
mayor o menor grado, la manera como se desarrollan las dinámicas familiares en
los hogares de las mujeres afrocolombianas” (p. 39).
Al no contar con garantías socio-laborales para desempeñar su
trabajo se enfrentarán al tremendo desafío de tener que combinar un trabajo
remunerado, que es vital para la subsistencia de sus familias, con sus
funciones como madres, esposas y con la necesidad de dedicar muchas horas a las
tareas de cuidados no remuneradas dentro de sus hogares. Además, el hecho de
que las mujeres afrocolombianas no puedan permitirse perder su empleo debido a
los bajos ingresos de la unidad familiar, las condiciona a asumir estrategias
como, dejar a sus hijos solos en casa, solicitar la ayuda de un hermano mayor o
de un pariente joven, o llevar a los hijos al trabajo en caso de que tengan
autorización para hacerlo. Estas situaciones conllevan
consecuencias adversas tanto para la salud y la educación de los niños como
para la productividad de las trabajadoras (Cassirer
y Addati, 2007).
Esta investigación aborda directamente la problemática referida al
hecho de que las trabajadoras domésticas y del cuidado afrocolombianas, se
enfrentan “con mayor frecuencia” a factores de discriminación étnico-racial y
de género, lo que puede incidir en sus dinámicas familiares. Esto subraya la importancia de incluir en la agenda pública la
relación entre el trabajo doméstico y de cuidado, lo que permitirá visualizar
posibles intervenciones y estrategias para la conciliación entre el trabajo
doméstico y la vida familiar. De este modo, se avanza en la misión de generar
condiciones de trabajo decente para este grupo poblacional.
La familia sigue siendo la institución central de la sociedad
donde se aprende y transmite la cultura, las creencias, se reproducen formas de
pensamiento y relaciones, como organismo se auto regula y conserva por medio de
sus dinámicas y relaciones, se medían unos aprendizajes fundamentales para
establecer directrices dentro de un sistema que permea la sociedad y los
valores que en ella se gestan.
Las trabajadoras domésticas logran establecer lazos y vínculos de apoyo, a pesar de no contar con todo el tiempo que desearían. Toman decisiones democráticas para compartir las tareas de cuidado y llegan a acuerdos sobre la distribución de las responsabilidades en el hogar. Además, encuentran momentos para disfrutar de la compañía mutua, aprovechando el tiempo que logran sacar para estar juntos. Experimentan una mayor sensación de seguridad cuando sus hijos e hijas se cuidan y se acompañan entre sí, en lugar de dejar esa responsabilidad en manos de una persona externa.
Todavía existe un discurso muy asociado a lo moral y a tendencias
conservadoras que siguen responsabilizando a las mujeres del cuidado, la
atención y la educación de sus hijos e hijas. Estas creencias demandan la
figura femenina en los hogares como forma de garantizar la crianza, la unidad y
el bienestar en la familia. No obstante, esto no depende solo de la mujer, sino
que se constituye en una tarea de la sociedad en general, dado que se requiere
fortalecer reglas, valores, principios, costumbres y hábitos.
La familia ha sido concebida desde la modernidad como una unidad
de bienestar para sus miembros, las transformaciones económicas y laborales han
obligado a establecer nuevas formas de crear y mantener las condiciones que
garanticen ese bienestar. Debido a la incorporación de las mujeres al mercado
laboral algunas familias han optado por la contratación de mujeres encargadas
de las actividades domésticas y del cuidado de los más vulnerables,
especialmente niños, niñas y ancianos. Es así como, estas actividades siguen
quedando delegadas a las mujeres, las que además de asumir las tareas
domésticas y el cuidado en otro hogar, deben responder por dichas labores en
sus propias familias (Duhagon, 2010).
Esta investigación es importante porque busca reconocer los
cambios y las percepciones sobre las relaciones sociales y laborales con las
trabajadoras domésticas y cuidadoras afrocolombianas en una ciudad que se llama
a sí misma inclusiva y, como las condiciones socio-laborales afectan las
dinámicas familiares de las cuidadoras.
Los avances dados en el tema de legislación laboral para el
servicio doméstico o cuidadoras han sido grandes sobre todo en el último año,
la Ley 1788 del 7 de Julio de 2016 permite observar las garantías y derechos
establecidos para la valoración económica y el reconocimiento de estas labores
como un empleo reglamentado, se obliga a los empleadores a realizar un contrato
de trabajo sea verbal o escrito.
Las autoras consultadas hacen relación a un vacío teórico sobre la
valoración económica de la producción doméstica y logran concluir que las
familias producen a través de una relación de parentesco donde predomina la
“economía de la donación” que sugiere que se dan intercambios de una vía
cerrada y se da por hecho que es la mujer, madre o cuidadora la que más debe aportar.
Esta investigación propone una visión alternativa tanto
de la familia como de la economía, centrándose de manera específica en el
trabajo doméstico. Destaca la falta de reflexión sobre políticas de bienestar
que podrían ofrecer una valoración más justa y significativa de este sector.
León (2013) en su investigación “Proyecto de Investigación-acción:
trabajo doméstico y servicio doméstico en Colombia” publicado en la Revista de
Estudios Sociales, tuvo por objetivo entender la situación socio laboral del
servicio doméstico en Colombia. En el periodo comprendido entre marzo de 1981,
en Bogotá, y a finales de 1983 y principios de 1984 se extendió a Medellín,
Cali, Barranquilla y Bucaramanga, concluyendo en 1990. Este proyecto tuvo un
enfoque de investigación-acción, en la medida en que el conocimiento que iba
descubriendo del trabajo y la vida de las empleadas domésticas era devuelto a
las mismas empleadas y a la sociedad mediante diferentes estrategias de acción.
El marco de análisis con el que se adelantó el proyecto fue la relación del servicio
doméstico con el trabajo doméstico de la mujer ama de casa.
Franco (2015) en su libro “Trabajo de cuidados. Debates y conceptualizaciones” logra elaborar propuestas conceptuales sobre el género, la familia y los cuidados, a la luz de un plano político-estratégico da una nueva mirada que históricamente ha favorecido la desigualdad social. Esta autora ofrece una visión amplia sobre la concepción y búsqueda de la verdadera equidad, un objetivo que las ciencias sociales promueven, pero que a menudo se queda corto al abordar realidades que aún no han avanzado en este ámbito. Destaca la aparición del feminismo y la perspectiva de género, elementos que han transformado, poco a poco, la valoración del trabajo de los cuidados dentro de las familias.
La investigación revela que, aunque la familia ha sido considerada el eje central de la sociedad, también se le asigna el papel de núcleo fundamental en las funciones que cumplen sus miembros. Durante muchos años, el trabajo doméstico se entendió como una labor obligatoria, en lugar de ser visto como un proceso de organización interna y un aprendizaje de funciones esenciales para la vida cotidiana.
El ámbito doméstico se ha vinculado tradicionalmente con lo privado, justificándose a través de labores consideradas menores en términos económicos y físicos. Esta situación ha dado lugar a una clara división de clases entre quienes desempeñan funciones como empleadas domésticas o cuidadoras y quienes pueden contratar estos servicios. En gran parte de Colombia, las empleadas suelen ser mujeres afrodescendientes, mientras que las empleadoras son aquellas con capacidad económica para contratar asistencia y que, en muchos casos, disfrutan de mejores condiciones laborales.
Gracias a las nuevas normativas y leyes relacionadas con
el trabajo doméstico, las familias han comenzado a ajustarse para respetar las
funciones y garantizar un pago justo en condiciones dignas. Sin embargo, es
fundamental continuar el proceso de reconocimiento de las labores domésticas
como trabajo decente, promoviendo una valoración justa de estas importantes
contribuciones.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Álvarez, L. (2013). Mujeres,
pobres y negras, triple discriminación: una mirada de las acciones afirmativas
para el acceso al mercado laboral en condiciones de trabajo decente en Medellín
(2001-2011) [Tesis de maestría, Universidad Pontificia Bolivariana- UPB]. https://repository.upb.edu.co/handle/20.500.11912/1557
Cassirer, N. y Addati, L. (2007). Ampliar las oportunidades de
trabajo de la mujer: los trabajadores de la economía informal y la necesidad de
servicios de cuidado infantil. Organización Internacional del Trabajo- OIT.
Duhagon, E. (2010). Economía
feminista y nuevo paradigma de desarrollo. Social Watch. https://www.socialwatch.org/es/node/11607
Franco, S. (2015). Trabajo de cuidados. Debates
y conceptualizaciones. Editorial Universidad de Caldas.
León, M. (2013). Proyecto de
investigación-acción: trabajo doméstico y servicio doméstico en Colombia. Revista
de Estudios Sociales, 1(45), 198-211. http://dx.doi.org/10.7440/res45.2013.16
Ley 70 de 1993. Por la cual
se desarrolla el artículo transitorio 55 de la Constitución Política. 31 de
agosto de 1993. D. O. No. 41013.
Ley 1788 de 2016. Por medio
de la cual se garantiza el acceso en condiciones de universalidad al derecho
prestacional de pago de prima de servicios para los trabajadores y trabajadoras
domésticos. 7 de julio de 2016. D.O. No. 49927.
López, S. E., Morales, M. E.
y Ospina, V. (2019). Trabajo doméstico
decente: ¡Venga conciliemos! Corporación Universitaria Minuto de Dios.
[1] Investigación financiada por la Corporación Universitaria Minuto de Dios Seccional Antioquia Choco y la Universidad de Antioquia. Código de investigación. C116-060
[2] Doctora en Humanismo, Corporación
Universitaria Minuto de Dios, Bello Colombia, slopezpu@uniminuto.edu.co, https://orcid.org/0000-0003-4620-9304
[3] Doctora en Administración, Universidad de
Antioquia, Medellín Colombia, edith.morales@udea.edu.co,
http://orcid.org/0000-0001-6093-644X
[4] Esta situación
obedece a los tipos de contrato como: por días, internas o por temporadas de
vacaciones, o por labores.