“Cuidados subversivos”: el exilio de uruguayos comunistas en México
y el sostén de la vida
"Subversive Care": The Exile of Uruguayan Communists in Mexico
and the Support of Life
Isabel CEDRÉS FERRERO[1]
Recibido Aprobado |
: : |
16.09.2024 03.03.2025 |
Publicado |
: |
18.03.2025 |
RESUMEN: El artículo trata
sobre el exilio de uruguayos/as pertenecientes al Partido Comunista del Uruguay
(PCU) en México. El mismo parte de
un análisis feminista, de este modo el foco esta puesto en las consecuencias
que tuvo la dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985) en el sostén de la
vida, específicamente en los cuidados desarrollados en el exilio como formas de
resistencia al régimen dictatorial. Se visibilizan las tramas de dependencia
entre la militancia desarrollada en el exilio; la inserción en el ámbito
productivo y el trabajo de cuidados. Se considera que las tareas de cuidado
tuvieron una relación intrínseca con la militancia en el exilio, pero que no
han sido visibilizadas ni valoradas a la par que las actividades políticas
clásicas. De modo contrario, en el marco de la política partidaria comunista y
en las condiciones del exilio en México implicaron desventajas para las mujeres
y privilegios para los hombres. Este objetivo se concreta, principalmente, a
partir de la realización de entrevistas con formato de historias de vida a
uruguayos/as exiliados en la Ciudad de México durante las décadas de 1970 y
1980.
PALABRAS
CLAVE: exilio uruguayo, México, Partido Comunista del
Uruguay (PCU), cuidados, historias
de vida.
ABSTRACT: The article is about the exile of Uruguayans belonging to the Communist
Party of Uruguay (PCU) in Mexico. This article starts from a feminist analysis,
in this way the focus is on the consequences that the Uruguayan civil-military
dictatorship (1973-1985) had on the support of life, specifically on the care
developed in exile as forms of resistance to dictatorial regime. The plots of
dependency among the militancy developed in exile are made visible; insertion
into the productive sphere and care work. It is considered that care tasks had
an intrinsic relationship with militancy in exile, but that have not been made
visible or valued on a par with classic political activities. On the contrary,
within the framework of communist party politics and the conditions of exile in
Mexico they implied disadvantages for women and privileges for men. This
objective is mainly achieved by conducting interviews in the form of life
stories with Uruguayans exiled in Mexico City during the 1970s and 1980s.
KEYWORDS: uruguayan
exile, Mexico, Communist Party of Uruguay (PCU), care, life histories.
COMO CITAR:
HOW TO CITE:
Cedrés Ferrero, I. (2025). “Cuidados subversivos”: el exilio de uruguayos
comunistas en México y el sostén de la vida. Mujer y Políticas
Públicas, 4(1), 25-45. https://doi.org/10.31381/mpp.v4i1.7303
INTRODUCCIÓN
La dictadura
cívico-militar uruguaya (1973-1985) se sostuvo a partir de una dura represión a
las libertades políticas e individuales y a la integridad física y psicológica
de las personas, con claras repercusiones en la integración del tejido social.
En el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional, fomentada por los Estados
Unidos, se utilizó la proscripción y persecución masiva hacia el “enemigo
interno” para instaurar un nuevo orden político y económico (Dutrénit, 2015).
Para estos objetivos se aplicó el terrorismo de Estado, definido como la
utilización del aparato represivo estatal en la violación sistemática de los
derechos humanos. Los métodos utilizados fueron la tortura, la desaparición
forzada, el asesinato, la prisión y la apropiación de niñas y niños; así como
el control político de la sociedad en general.
Con respecto al PCU, a
pesar de su ilegalización el 28 de noviembre de 1973[2],
la organización continuo con sus actividades de forma semiclandestina y con un
relativo margen de acción hasta la aplicación de la Operación Morgan a fines de
1975. Bajo este operativo la estructura comunista experimentó desde el 21 de
octubre de 1975 la represión masiva y constante dirigida al “exterminio de los
comunistas” y a “erradicar al partido de la escena uruguaya por al menos 50
años” (Rico, 2021, p. 258).
Sin embargo, desde
antes del quiebre institucional, principalmente desde 1968, se produjo un
incremento de la represión estatal, y es posible observar múltiples
modificaciones en la cotidianidad de los hogares comunistas. En estos años el
Partido Comunista del Uruguay (PCU) y la Unión de Juventudes Comunistas (UJC),
experimentaron la detención de numerosos militantes y en ciertos casos el
asesinato político[3]. Con la Operación Morgan los y las
militantes comunistas vivieron un agravamiento en estas condiciones de vida;
quienes evitaron su detención, vivieron la persecución y el
hostigamiento cotidiano por parte de las estructuras represivas: requisitorias,
allanamientos y amenazas. Por un lado, esto provocó que un número considerable
de personas se viera obligado a pasar a la clandestinidad y, más tarde, al
exilio; por otro, estas experiencias fueron transmitidas a sus familiares y
seres más cercanos[4].
El terrorismo de
Estado generó cambios en todos los aspectos de la vida. Tanto la
clandestinidad, la prisión política y el exilio produjeron repercusiones en la
sociedad civil, en los núcleos familiares y comunitarios. Estas
transformaciones impactaron no sólo en la configuración de un nuevo país en
términos políticos y económicos, sino que también generaron una nueva red entre
estos tres espacios vitales (el ámbito comunitario, el ámbito productivo y el
espacio de cuidados). En este trabajo se tomará al exilio como un ejemplo de
esta restructuración, al considerarse como un fenómeno complejo que se
desarrolló con el objetivo de priorizar la vida ante las condiciones impuestas
por el régimen. Esto es ejemplificado en los datos: alrededor de un 13% de la
población debió migrar forzadamente durante el período 1968-1985 (Schelotto,
2015; Lastra, 2016).
En este sentido el enfoque metodológico propuesto fue el de la historia
oral, que se basa en el análisis de fuentes orales a través de entrevistas realizadas
a las personas que vivieron los hechos objeto de estudio (Sanz Hernández,
2005). Los recuerdos orales se complementan, en general, con el análisis de
fuentes documentales. Esta metodología parte de una perspectiva que privilegia
las vivencias y las subjetividades de las y los protagonistas, distanciándose
de una historiografía centrada en grandes personajes y acercándose a las
historias de la gente común.
En esta investigación se realizaron entrevistas en formato de historias
de vida a uruguayos y uruguayas exiliados en la Ciudad de México durante las
décadas de 1970 y 1980. Las entrevistas tuvieron como objetivo profundizar en
las tensiones de género generadas por la dimensión de los cuidados en las
trayectorias de vida de las personas exiliadas. Estas vivencias, generalmente
invisibilizadas, forman parte del ámbito privado y no se encuentran presentes
en los archivos oficiales producidos ni por el Estado mexicano ni por el
régimen dictatorial uruguayo, ni, en gran medida, en las publicaciones generadas
por el exilio.
Por otra parte, el momento histórico actual posibilita una apertura de
testimonios, tanto de personas que antes no se consideraban a sí mismas como
víctimas, como del grupo político de estudio: PCU (Silva, 2015). Por último, se
procuró conocer otras experiencias más allá de las de los hombres adultos, con
el fin de evitar la caracterización y el relato del fenómeno del exilio como
una derrota[5].
De este modo, la investigación incorporó entrevistas a mujeres, niñas, niños y
adolescentes al momento del exilio.
RESULTADOS
Las vías para llegar al país del refugio:
México
Las tres vías principales[6]
mediante las cuales las y los uruguayos comunistas llegaron a este país fueron
por el asilo diplomático en las representaciones de la Embajada de México en
Montevideo; como refugiados por ACNUR principalmente desde Buenos Aires; y por
medios propios como turistas.
Con el desarrollo de la Operación Morgan, un número importante de
militantes comunistas se asilaron en la Embajada de México en Uruguay, y
posteriormente viajaron a este país. Como es señalado por Buriano y Dutrénit
(2003, p. 62) “la opción preferencial
(…) no estuvo basada, generalmente, en el conocimiento del país que tuvieran
los solicitantes y tampoco en la compenetración con su cultura, sino en el
hecho de que lo consideraran la “alternativa posible”. El asilo diplomático permitió
la llegada a México a aproximadamente 400 uruguayos[7]
entre los años 1975 y 1979[8]. De
estas personas, aproximadamente 300 convivieron, desde unos meses hasta un año,
en las sedes de la representación mexicana en Uruguay hasta que pudieron salir
del país con destino a México. En todos los relatos y análisis cobra vital
importancia la figura del embajador Vicente Muñíz Arroyo, como responsable
directo de esta apertura diplomática (Buriano y Dutrénit, 2008; Rico, 2008).
La organización social de los cuidados en el exilio en México
Durante los 70 el movimiento feminista comenzó a debatir el valor del
trabajo doméstico para el desarrollo del trabajo asalariado. Esta conceptualización tuvo su auge en
el norte global, con reconocidas teóricas y militantes del feminismo marxista
como Silvia Federici y Maria Rosa Dalla Costa. Al desentrañar las relaciones
entre el trabajo productivo con el ámbito reproductivo (el hogar), las autoras
ubicaron la base de la opresión del sistema capitalista en las mujeres. De este
modo el trabajo reproductivo, es la base que posibilita la subsistencia de la
población, la reproducción de la fuerza de trabajo y por ende la acumulación
del capital (Carmona, 2019.)
En este sentido, el naciente
feminismo latinoamericano de la segunda ola incorporó la lucha por la
visibilización del trabajo reproductivo y doméstico, pero con una impronta
latinoamericanista, al hacer hincapié en las condiciones de rezago estructural
del continente (Cedrés, 2022). Sin embargo, la mayor parte de la izquierda
latinoamericana no se situó en el mismo plano, manteniendo la preminencia
argumentativa de la lucha de clases. Sustentada en una ilusión de igualitarismo
de género centrada exclusivamente en el ámbito público, la división sexual del
trabajo no se problematizaba en gran medida dentro del comunismo, sino que
hombres y mujeres eran vistos como piezas fundamentales en la construcción de
un mundo nuevo, más allá de sus diferencias, responsabilidades, reconocimientos
y valoración diferencial.
De este modo, los cuidados no fueron valorados de la misma manera que la
militancia política partidaria y las actividades que la configuraban:
reuniones, coordinaciones y responsabilidades políticas, participación en actos
y difusión de la situación en Uruguay. Sin embargo, en este trabajo se
considera que, durante el contexto del terrorismo de Estado, el cuidado
adquirió un sentido de resistencia fundamental tanto para el exilio como en su
vínculo con Uruguay. Por ese motivo se vuelve relevante visibilizar el trabajo
siempre oculto y naturalizado de la reproducción humana, a la luz de las
herramientas teóricas contemporáneas.
En relación con el modo de cubrir las necesidades de cuidado, la mayor
parte de los estudios señalan que en las sociedades contemporáneas existen
cuatro ámbitos que se articulan para garantizarlos: la familia, la comunidad,
el mercado y el Estado (García, 2019, p. 242). Otra distinción relevante ha
sido aquella que distingue los cuidados según las características de la acción
que se realiza, de este modo se diferencia entre la dimensión material de los
cuidados, la dimensión afectiva y la dimensión moral (Martín, 2020).
La dimensión más visible de los mismos es la material, ya que esta
esfera es observable en el uso del tiempo, el dinero y el espacio en el que
ocurre. Sin embargo, a partir de la misma no es posible analizar otras
dimensiones que actúan al momento de cuidar, como expresa Martín: “la
preocupación por el otro, los afectos, la disponibilidad, la anticipación, la
responsabilidad, el sentido incorporado en los actos” (Martín, 2020, p. 248).
Estas últimas áreas del cuidado fueron las que tuvieron mayores ajustes en las
relaciones de género durante el exilio, a raíz de una construcción colectiva de
preocupación y demostración afectiva en la interna del grupo del exilio. Así
como, por la situación represiva en Uruguay que promovió la solidaridad con las
familias de los presos políticos.
En las estrategias materiales que fueron construyendo las mujeres y los
hombres exiliados en México para asegurar las tareas de cuidado, se recalca una
necesaria adaptación ante la separación del grupo familiar extenso, y la
fragmentación de este según las experiencias represivas de cada integrante.
Quienes contaron con condiciones más favorables pudieron coincidir en el exilio
con alguno o varios integrantes de su familia. En términos materiales, se
observa que las mujeres exiliadas afrontaron una sobrecarga en el tiempo
dedicado al cuidado de los niños y las niñas, debido a la falta de apoyo en los
cuidados por parte de las mujeres de su familia extensa, principalmente abuelas
y las tías. Además, esta situación se vio influenciada por una división sexual
del trabajo que liberaba a los hombres de esta responsabilidad, al fomentar que
se enfocaran en el ámbito productivo y político.
Aunque por las características de la investigación no es posible estimar
el tiempo de cuidados que las mujeres de la familia extensa otorgaron en sus
núcleos familiares, a partir de los relatos es visible la relevancia que
tuvieron en Uruguay, para la articulación de la vida militante con la
maternidad, el estudio y el trabajo. La carencia abrupta de los arreglos
familiares extensos de cuidado hizo que se recurriera en una mayor medida, es
decir, con más asiduidad y con jornadas más largas de lo previsto en Uruguay, a
los servicios privados de cuidado otorgados por el mercado. Esto se tradujo principalmente en el empleo de trabajadoras
domésticas mexicanas encargadas del cuidado de niños y niñas y de algunas
tareas del hogar, así como en el acceso a guarderías infantiles.
En el exilio, a nivel monetario, se observó la preocupación de los núcleos familiares por tener mejores niveles económicos que los que contaban en Uruguay, en una sociedad donde, en ciertos estratos, había mayor facilidad y necesidad de acceso a bienes de consumo. Los recursos obtenidos en el mercado laboral se destinaban al hogar, principalmente para pagar a las empleadas encargadas del cuidado directo de las personas (atender las necesidades físicas y emocionales de los niños, niñas, ancianos y ancianas), así como, en varios casos, del cuidado indirecto (preparación de alimentos, limpieza, lavado de ropa, entre otras tareas).
Estos recursos también se utilizaron a asegurar servicios privados de
cuidado y educación fuera del hogar. Esta distribución del dinero se encuentra
delimitada por las formas predominantes de cubrir las necesidades de cuidado en
la sociedad mexicana de la época. En primer lugar, la carencia de prestaciones
públicas de cuidado para la primera infancia, y la percepción de la baja
calidad de los servicios universales, como la educación primaria. En segundo
lugar, articulado con esta carencia, estaba el papel casi exclusivo de la
familia como el principal cuidador en los primeros años de vida.
La falta de estructuras colectivas públicas o estatales dedicadas a los
cuidados, y su delegación en los “circuitos de intimidad” (Pérez Orozco, 2019),
fue una característica diferencial del exilio en México, en comparación con el
exilio en los países socialistas y capitalistas de Europa. En esos escenarios,
las prestaciones de cuidado universales brindadas por el Estado desempeñaron un
preponderancia fundamental, permitieron a las exiliadas sostenerse en ellas
para organizar sus vidas (De Giorgi, 2020).
Ana María se exilió primero en Suecia, junto a su hija
de unos meses, y posteriormente se trasladó a México por motivos laborales y
por lo que ella consideraba una mayor cercanía cultural. En
este caso experimentó el cambio en la estructura de cuidados entre ambos
países:
“- Gabriela:
Pero bueno te sentías segura y podías estudiar.
- Ana María:
Claro, claro y por ejemplo suponte que la niña se enferma, tú llamas y tú
tienes que hacer tus estudios, llamas y explicas tu caso y viene una persona, a
la que tenés que dejar la comida, ella no te va a cocinar, no te va a limpiar
la casa, pero te va a cuidar la niña. Te cuida el niño, entonces no corres
ningún riesgo (…) son gente muy preparada para ese trabajo. (…) Ellos lo cuidan
mientras el niño está enfermo, que el niño no puede ir a la guardería, entonces
para que tú no tengas que dejar de hacer tus actividades. Era en esa época, no
sé si ahora, pero estaba la Socialdemocracia tienen una seguridad fantástica,
la seguridad eso es un poco las cosas que yo extrañé cuando vine acá. Claro, yo
tenía una seguridad, que bueno, acá no la tengo, ni la tuve”[9].
También, al promover la corresponsabilidad, estos países favorecieron
modificaciones en las relaciones de género, al adaptar los hombres su
compresión de la masculinidad al modelo propiciado por el entorno. Sin embargo, estos cambios en el modelo de paternidad se limitaron a
su estancia en el país del exilio.
“Él era parte
de los cuidados, después que sale de la prisión y en Suecia, así como existía
esa red de solidaridad existía en las parejas otros hábitos entre las parejas.
Por ejemplo, en los ómnibus había propaganda para que los padres se tomen
licencia por paternidad. Yo me tome los primeros seis meses y él se tomó los
segundos seis meses y se quedaba en casa con los niños. Como era relativamente
nuevo se hacían campañas para que los hombres usaran esas cosas, publicidad con
hombres con mamaderas [biberones]”[10].
En este sentido, acceder a servicios de cuidados privados en México,
condicionó y fue fundamental para las oportunidades de inserción laboral de las
mujeres exiliadas, y en su desarrollo profesional, sus proyectos personales y
sus tiempos de ocio. De este modo, varias de ellas recuerdan la necesidad de
articulación de las dimensiones personales de sus vidas con el cuidado de sus
hijas e hijos, lo cual redunda en una sobrecarga de trabajo material y
emocional.
“- Isabel:
¿Notabas alguna diferencia en esta forma de crianza que vos decías de yo no
hacia diferencia de “ahora me tengo que dedicar a la maternidad”, con las de
las mexicanas o los mexicanos?
- Mariela:
Sabés lo que pasa, que mis vínculos con mexicanas ninguna tenía hijos, mis
compañeras de la facultad no tenían hijos y no tuvieron hijos hasta un tiempo
después. Yo era la única que tenía hijos y entonces era como un juguete para
todas. Yo la llevaba y se turnaban y si lloraba no salía siempre yo de clase.
Podía salir Daniel, si estaba Daniel [su pareja], pero además otros compañeros
y compañeras y todo el mundo se ocupaba de ella”[11].
Para las mujeres mexicanas de clase media, especialemente aquellas que
contraían matrimonio, existía, en términos generales, una identificación con el
cuidado del hogar como la principal obligación asignada a su rol de esposas. Según De Barbieri (1984),
las normas sociales asignaban a las mujeres, especialmente a las de clase
media, el rol principal dentro del hogar, convirtiéndolas en responsables de
las tareas domésticas, guardianas de la moral familiar y dependientes de la figura
del esposo. Esta responsabilidad limitaba su participación en actividades fuera
del ámbito doméstico, como el trabajo remunerado, el ocio y otras relacionadas
con la esfera pública.
A pesar de estas restricciones,
las mujeres no tenían menos carga de trabajo; simplemente, sus esfuerzos se
concentraban en las tareas del hogar y el cuidado de la familia. Además, la
maternidad significaba un cambio importante en sus vidas laborales, ya que
muchas reducían o abandonaban temporalmente el trabajo fuera del hogar al tener
hijos, retomándolo solo cuando estos alcanzaban una edad más avanzada (De
Barbieri, 1984). Este contexto refleja cómo los roles de género condicionaban
la vida y las oportunidades de las mujeres mexicanas en ese momento.
En Uruguay, principalmente en las generaciones jóvenes, no se plasmo tan
directamente la primacía del ámbito del hogar para las mujeres, aunque fueran
madres. Sin embargo, también existía una sobrecarga de tareas, las cuales se
alivianaba un poco por las prestaciones brindadas por el Estado. El modelo de
la mujer con un cúmulo de responsabilidades en distintos espacios: trabajo
productivo, reproductivo, estudios y proyectos personales (militancia
política), se asentó en la idea de un fuerte igualitarismo de género, reflejado
en la participación de las mujeres en la política y en el aporte económico del
hogar, aunque no se consideraran los trabajos de cuidados como parte de esta
ecuación. Por esto, la mayor parte de las y los entrevistados tuvieron una
percepción acerca de la sociedad mexicana como más machista y con una construcción
más desigual de las relaciones entre los géneros. Sin embargo, esta relación no influyó de
sobremanera en la división de tareas del hogar entre hombres y mujeres, tampoco
en un mayor involucramiento de las paternidades en las tareas asociadas a la
preparación de alimentos, limpieza del hogar y organización del mismo.
“A nadie se le
ocurría que una mujer no pudiera trabajar, pero no encontrabas hombres
encargados de cuidados, de tareas domésticas, salvo pequeños matices. No sé yo
no conozco a ninguno, todas las madres de mis amigos, ponele que laburaban[12],
alguna no, pero todas se ocupaban de la casa y los padres de mis amigos no se
ocupaban de la casa”[13].
Esto es visible en las trayectorias de vida de los entrevistados. Al
momento de ser padres su inserción laboral no se vio alterada, tampoco se
rememora algún tipo de conflicto al considerar la adecuación entre ambos
ámbitos, el laboral y el de la reproducción. En la mayoría de los casos cuando
se encontraban en pareja, era la mujer la encargada de cuidar o de asegurar los
cuidados, y por ende ellos, se desentendían en mayor medida del asunto.
Mientras que cuando estaban solteros en general no tenían niñas y niños a
cargo.
“- Juan Pedro:
Después me fui a vivir a La Merced, que era un barrio terrible. Cuando llegamos
ahí había muchos uruguayos habían copado un edificio prácticamente. Me acuerdo
que a todas las mujeres que salían les regalaban un monederito chiquito y les
decían: "bueno cuando salgas a hacer compras lleva esto apretado en la
mano, y mujeres y niños al atardecer para adentro". Estando ahí
conseguí mi primer trabajo, yo conseguí trabajo bastante rápido por el
hipódromo (...).
- Isabel: ¿Y tu
esposa como hacia?
- Juan Pedro: Y
ella al principio no trabajó hasta que nació el niño.
- Isabel: ¿Y
cuidaba de día al otro?
- Juan Pedro:
Si claro”[14].
La dimensión temporal tuvo un peso importante en la celeridad de la vida
que recuerdan varios y varias entrevistadas. Reflejado en la inmediatez con la
que se vivió el exilio, además de la sensación de explotar al máximo un período
de residencia siempre inestable. La urgencia de aprovechar el tiempo perdido
por el transcurso en prisión, clandestinidad y otras migraciones forzadas
anteriores, fue un hecho que condicionó tanto a hombres como a mujeres adultas.
Sin embargo, debido a las condiciones del mundo laboral
y su falta de conexión con las prestaciones de cuidado, las mujeres enfrentaron
mayores desventajas. En particular, para algunas, esto implicó tener que
relegar su formación profesional y su tiempo de recreación, además de la
incompatibilidad de horarios con su participación en los espacios de militancia
política del exilio
La responsabilidad moral de los cuidados se relaciona con los
sacrificios asociados con la crianza, en detrimento del bienestar y la
autonomía de las mujeres. También con la necesidad de seguir adelante y
adaptarse rápidamente por las necesidades de las niñas y los niños. En este
sentido, la distribución de tareas por géneros, supone una construcción
diferenciada de las subjetividades, según la cual: “los hombres son
socializados en el ser cuidados y las mujeres en el cuidar al resto” (Pérez
2006, como se citó en Brunet y Santamaría, 2016, p. 77). A pesar del alto costo vital que representaba este deber ser
para las mujeres, en el exilio la maternidad se convirtió en un leit motiv para
muchas de ellas, reflejando las bemoles del trabajo de cuidados, marcado por
dilemas y contradicciones internas (Martín, 2020).
“Más fuerza,
siempre Helena me ha dado mucha fuerza y, además, bueno, también dificultades,
¿no? pero también, yo creo que me facilitó. Y siempre, porque siempre pase lo
que pase, bueno lo importante es salir adelante, ¿no? de salir porque está
Helena, y porque hay que hacer cosas y uno no se puede quedar (…)”[15].
La dificultad en el acceso a prestaciones sociales estatales por sus
características corporativas, y las diversas situaciones legales mediante las
cuales los exiliados llegaron a México, hizo que el Comité de Solidaridad con
Uruguay (COSUR) tuviera un rol preponderante en el apoyo en temas relacionados
con trámites migratorios, laborales y de salud (Dutrénit, 2006). Esta misma red
de exiliados, en ocasiones, también fue un modo de asegurar la dimensión
material del cuidado. En el caso de Lucía fue la existencia de una prestación
brindada por una de las organizaciones del exilio argentino, aunque también es
recordado el apoyo de compañeros y compañeras de manera individual.
“Cuando yo
estaba buscando trabajo, no tenía con quien dejarlo, entonces había una
guardería de asilados argentinos, que tomaban mientras no conseguía trabajo, te
tomaban al niño sin pagar nada, sin nada, de forma solidaria (…) Digo la única
cosa que tenía de referencia fija era yo. Y si yo lo dejaba en otro lado, claro
no podía salir a buscar trabajo con un niño de dos años de la mano”[16].
Una constante fue la percepción sobre la gran solidaridad del pueblo
mexicano hacia las y los exiliados, por ejemplo, en los acuerdos que se van
generando con ciertos sindicatos, y a través del COSUR, se tejen redes para el
acceso a empleos y a cobertura de salud (Dutrénit, 2006). Además de la
existencia de campañas para otorgarles ropa, hay que sumar los apoyos asentados
en los vínculos de amistad, laborales y vecinales que se fueron produciendo con
la integración a la sociedad de llegada.
“El funcionario
del sindicato de la UNAM dijo que existía la posibilidad, que el sindicato
podía poner un porcentaje de trabajadores extranjeros. Y que el sindicato tenía
la política de ayudar a los exiliados, que iba a avisar cuando hubiera una
posibilidad de trabajo”[17].
Los trabajos de cuidados en el exilio y el empleo de trabajadoras
domésticas
El empleo mayoritario de trabajadoras domésticas en el hogar por parte
de los hogares de exiliados y exiliadas responde a una transición en la
articulación del mundo reproductivo con el productivo, característico de la
sociedad mexicana durante los 70 y 80 del siglo XX. En varios relatos se
plantea que se recurre a la contratación de empleadas domésticas para paliar la
ausencia en el hogar, como recuerda Virginia:
“[mis padres]
estaban ocupados si, nosotros en general. Estaban ocupados y bueno siempre
había alguien, en sentido de que había una mexicana que nos cuidaba digamos.
Este sí, siempre había una señora que era la que, no me acuerdo ahora el
nombre, porque creo que fueron dos o tres, distintas digamos, pero, bueno
siempre había alguien que mientras mi padre no estaba y nos tenían que llevar a
la escuela, nos cuidaban. Cosa que después acá [Uruguay] no pasó, y bueno y mis
padres seguían trabajando bastante. Bueno, yo tenía 9, yo tenía 9, 10, y mi
hermano tenía 8, Ernesto tenía 16 por ahí. Yo ya tengo recuerdos ahí, como de
cocinar muy tempranamente de movernos por Montevideo muy chicos y de hacer todo
antes de que vinieran mis padres del trabajo, teníamos como las tareas
asignadas”[18].
Es decir, la contratación de empleadas domésticas para la realización de
tareas de cuidados fue el modo disponible en la sociedad mexicana de suplir la
carencia de la familia extensa, y la incorporación al mundo laboral mexicano
(con jornadas laborales en algunos casos más extensas que en Uruguay). Este
fenómeno se encuentra asociado a dos factores que se suceden en el período de
estudio en México, el primero, la mayor incorporación de las mujeres al mercado
de trabajo, en gran medida provenientes de los sectores populares para el apoyo
económico al hogar, y el segundo, el proceso de transición de un país
principalmente rural a uno urbano. Esta combinación de factores produjo una
importantísima ola migratoria campo-ciudad de mujeres “que llegaron a la gran
ciudad a encargarse de los quehaceres domésticos” (Durin et al., 2014, p. 30).
A su vez, el empleo por parte de las y los exiliados de muchachas
jóvenes, responde a una oferta de mano de obra generada por la precarización en
las condiciones de vida de las zonas de expulsión migratoria de México. Esto
produce que el trabajo doméstico se consolide como la ocupación más importante
para las mujeres de origen rural y muchas veces indígena, preferentemente
provenientes de la zona de la Huasteca y de pueblos de Oaxaca (Durin et al.,
2014). De este modo, la cadena de cuidados durante la expansión del mercado
laboral femenino se construye entre estas jóvenes que migran como cuidadoras de
los y las hijas de las mujeres que se incorporaron al mercado laboral de la
Ciudad de México, y que a partir de estos ingresos apoyan a sus núcleos
familiares de origen.
Otro factor que interfirió en las estrategias de cuidado fue la
existencia de relaciones intermediadas por la diversidad étnico racial presente
en México. Estas diferencias entre mujeres situaban (sitúa) y encasillaban
(encasilla) en la sociedad mexicana a las mujeres indígenas como mujeres que
cuidan, y a las mujeres incorporadas a la dinámica capitalista como mujeres
(con un estilo de vida occidental) que delegan los cuidados. Ya que la relación
enraizada en la “heterogeneidad femenina en torno al trabajo y al empleo” y
asentada en la diferencia de clase social y de etnia (Durin et al., 2014)
provee por sí misma una respuesta a las necesidades de cuidado del sistema en
su conjunto, basada en el sacrificio femenino de ambos tramos de la cadena.
Este entramado, se refleja en la ausencia del Estado en la provisión de
cuidados, ya que son las mujeres que se incorporan al mercado laboral las que
deben preocuparse, porque estas tareas ocurran y otras mujeres por
desempeñarlas. Es decir, la existencia de mujeres de origen rural y/o indígena
que deben proporcionar trabajos de cuidados, como un mandato se vincula con una
concepción desvalorizada socialmente de ellas como mujeres y del trabajo que
realizan, reflejado en la baja remuneración y la informalidad del trabajo
doméstico.
Familias afectivas y reproducción social de la vida en el ámbito
comunitario.
Las redes sociales con las que los seres humanos cuentan (amistades,
familiares, pareja), forman parte de la identificación de los sujetos con su
entorno y de la conformación de su identidad. Estas redes de socialización se
fragmentan en todo proceso migratorio (Romero, 2006). La construcción de un
nuevo espacio de socialización en un nuevo país es un proceso, en palabras de
Romero “que tarda años en alcanzar niveles de satisfacción; al mismo tiempo el
desprendimiento de la red anterior implica un periodo de duelo durante el cual
se ven disminuidas las capacidades de incorporación de nuevas figuras” (Romero,
2006, p. 483).
Con respecto a las tareas que se desarrollan en el ámbito comunitario,
las cuales proporcionan el sostenimiento simbólico de las y los sujetos, las
mismas pueden definirse como las tradiciones, las historias narradas, las
festividades, las celebraciones y las luchas por los derechos sociales,
políticos y comunitarios (Jelin, 1998). Para el tema de estudio, a través de
estas actividades, la comunidad uruguaya de exiliados y exiliadas en México fue
trascendental al momento de la adaptación y la organización de la vida
cotidiana, así como para generar una nueva red, centrada en el ámbito cultural
y en la militancia política[19]. En
este país se formó un importante grupo del exilio comunista, lo cual facilitó
el proceso de adaptación, a raíz de los consejos, percepciones y
recomendaciones compartidas de este grupo hacia quienes llegaban
posteriormente. En este mismo sentido, fue esencial
para el proceso de socialización de los hijos e hijas del exilio uruguayo en
México. Es decir, jugó un papel relevante en la educación de niños, niñas y
adolescentes, así como en la transmisión de la identidad nacional uruguaya y la
identidad política comunista.
Con respecto al ámbito cultural se menciona por parte del grupo de
entrevistados y entrevistadas, la realización de actividades recreativas del
grupo uruguayo de teatro radicado en México: El Galpón, en un local cedido por
el padre de Carlos Salinas de Gortari[20],
en el cual se hicieron obras y se dictaron clases de teatro[21].
También es mencionado el Foro Contigo América, como un espacio de encuentro,
ámbito de creación y producción teatral creado por uruguayos exiliados.
“Y me acuerdo
de unas cosas, de otras no. Por ejemplo, de esto de estar siempre en el comité,
o siempre con la gente del Galpón. O una de las últimas cosas que fuimos, fue
un campamento que habían armado de la Juventud Comunista, pero era también para
hijos, entonces estábamos los más chicos con los más grandes, y ahí yo conocí,
que nos enseñaban “A redoblar”[22] y
todas esas cosas de, de comunistas [se ríe]. Este, pero en realidad creo que
todo eso después cuadro en que yo me afiliara en el 87, en el 87, 88 cuando
entre al liceo, en primero de liceo a los 12 (…)”[23].
La socialización con exiliados y exiliadas argentinos y chilenos, por
fuera de los espacios de coordinación política, se recuerda específicamente en
la interacción en instituciones educativas en las que se congregaron las hijas
e hijos del exilio. Por ejemplo, el Colegio Madrid, fundado por el exilio
republicano español, y el Colegio Luis Vives, también de procedencia española,
así como el Colegio Paulo Freire fueron nombrados por parte del grupo de
estudio como instituciones que brindaron apoyo al exilio sudamericano, donde asistieron
un grupo de niñas, niños y adolescentes del exilio uruguayo.
A raíz de las vivencias y las trayectorias de vida de las y los
exiliados entrevistados, parece observarse que el intercambio con nacionales
fue también frecuente y constante, a partir de relaciones laborales, de amistad
y de parentesco. Estos vínculos permiten analizar la construcción de nuevas
subjetividades nacionales uru-mex en el grupo de personas y profundizar en los
arreglos familiares trasnacionales del exilio en un contexto latinoamericano.
Es posible plantear que en México existieron formas particulares de
integración, propiciadas por el contexto, de las y los exiliados en relación
con quienes se radicaron en otros destinos; fundamentalmente en aquellas
sociedades con un idioma diferente al español (Rico, 2021). En comparación con
Suecia (caracterizado como otro destino del exilio uruguayo relevante en
términos numéricos y en relación con la memoria y la identificación de los
des-exiliados como un grupo) (Allier, 2008) se constata una diferente
integración de las uruguayas y uruguayos a la sociedad mexicana. Varios
exiliados uruguayos en Suecia mencionan la existencia de una “guetización”[24] de los
exiliados latinoamericanos en este país, así como su radicación en ciertos
barrios latinos dentro de las ciudades suecas.
En relación con la comunidad uruguaya del exilio en México, una
referencia repetida fue el papel que ocupó la misma en la dimensión afectiva de
la vida. Esta esfera se asocia a la reproducción social de los seres humanos, y
específicamente de las niñas y niños, es decir, a la educación en ciertos
patrones de conducta y normas aceptadas y esperadas (Martín, 2020, p. 256) por
parte de una comunidad. En este contexto los y las compañeras de militancia
pasaron a ocupar un lugar preponderante, siendo considerados por varios de los
y las niñas exiliadas como su nueva familia.
“Yo no sé si a
todo mundo le pasa -aunque a mí sí me pasó-, pero yo quiero mucho a mi familia
de allá: mis tíos, mis primos, mis abuelos; pero tengo un “feeling” diferente
con los amigos y la familia que hicimos acá, con la que conviví no sé cuántos
años, todos los fines de semana y todas las vacaciones”[25].
Esta trasmisión de valores también fue en un plano emocional, al
compartir no sólo las prácticas culturales de Uruguay, sino también el
sentimiento de añoranza y tristeza siempre presente en el exilio. Para ciertas
personas este hecho intervino en el alejamiento del grupo cerrado del exilio
comunista en México, ya que con el transcurrir del tiempo, pasó a ser necesario
involucrarse en la vida del país en el que se vivía, a pesar de la
preocupación, el cariño y el apoyo siempre presente, también era necesario
tener los pies en el territorio que fungía de hogar. En este aspecto la vida
cotidiana de las infancias y adolescencias que crecieron en México, transitaron
en general en un espacio mixto entre la sociabilidad del exilio conosureño y la
relación diaria con nacionales en los espacios educativos y sociales.
Más allá de la distancia, otro aspecto que influyó en el sostén afectivo
de las personas fueron las comunicaciones con la familia en Uruguay, las cuales
tuvieron un papel muy relevante en el mismo proceso de educación, la
transmisión de valores y gustos culturales.
“- Virginia:
Bueno se mandaban muchos cassetes no, con eso de mandar las fotos.
- Isabel: ¿A
vos te mandaban cassetes?
- Virginia: Si,
había cassetes, había cartas, y en ciertos momentos llamadas cuando se podía
¿no?, porque eran carísimas. Ahí los que más mandaban, creo, lo que pasa que
teníamos eso, mi tío (…) que estuvo preso, ellos también mandaban cosas que
ellos mismos hacían para todos. Después mandaban, la familia de parte de madre,
mandaban más cartas, o mandaban cassetes. Y también amigos, amigos de mis
padres de verdad, mandaban casetes, que todo el mundo escuchaba al mismo
tiempo, o con música, era como, no se mucha cosa. Yo por ejemplo hay cosas que
conocí allá.
- Isabel: ¿De
Uruguay?
-Virginia: De
Uruguay, no se nos mandaban “Canciones para no dormir la siesta”, los últimos
discos que salían de Rumbo, de Zitarrosa. Todo eso estaba ahí, y que se podía
se ve llevar de un lugar al otro”.[26]
Además, durante el proceso de integración (1980-1985),
que coincidió con una mayor apertura del régimen represivo en Uruguay, se
facilitó la migración de algunos familiares que habían sido liberados de la
prisión política. En este contexto, algunas personas cuyos progenitores fueron
liberados vivieron, durante el exilio, el proceso de pasar de considerarlos
como cuidadores a convertirse en sus cuidadores principales. Y
por ende debieron readaptar sus vidas para recibir y cuidar a estos nuevos
exiliados. A medida que las posibilidades lo permitieron, en varios casos se
radicaron en México integrantes de la familia extensa (padres y madres,
hermanos y hermanas, abuelas, abuelos, tíos, tías). En
primer lugar, debido a las características de la organización que intentó
armonizar la militancia política con la vida reproductiva, al entender la
unidad doméstica como parte de la vida comunista. En segundo
lugar, debido al destino del exilio dentro del continente americano, que
ofreció una mayor cercanía geográfica y cultural, principalmente gracias al
idioma, lo que facilitó el posterior traslado de los familiares.
Por último, en varios casos las condiciones económicas y la mayor
estabilidad afectiva de los exiliados durante la etapa de integración
(1980-1985), fueron mejores que las que estaban atravesando sus familias en
Uruguay. Por ende, muchas y muchos tuvieron un rol fundamental en el apoyo
económico y afectivo hacia sus familias, en algunos casos acogieron en México a
sus padres y madres ya en la etapa de la vejez (Rico, 2021).
CONCLUSIONES
Las consecuencias tanto de la época del
pre-exilio, del exilio y del retorno, influyeron y aún influyen en los
protagonistas de este período histórico, pues el exilio generó cambios en las
relaciones familiares y económicas de una parte significativa de la sociedad
uruguaya (Zavala De Cosio y Rozeé, 2014, p. 15). En
este trabajo se propuso profundizar en el análisis del exilio como un proceso
migratorio, más allá del carácter forzado, y por ende echar luz sobre las
repercusiones que tuvo en el espacio familiar y específicamente en la
organización del trabajo de cuidados. Al considerar que la imposibilidad de
sostener sus vidas en los países de origen es lo que une a estas experiencias
tan diversas y pone en cuestión, en el momento actual, la división existente
entre migración forzada y migración económica.
En primer lugar, se buscó generar un
aporte para pensar en los movimientos migratorios a través de la perspectiva
feminista del cuidado de la vida. A partir de la inquietud sobre ¿cómo
sostuvieron sus vidas las personas exiliadas? la investigación se asentó en la
conceptualización del exilio como un modo de priorizar la vida en un contexto
que dificultó la propia subsistencia y la de las redes familiares y
comunitarias. Así, en lugar de ver a estas personas exclusivamente como
víctimas, el foco estuvo puesto en la importancia de su accionar para generar
una vida que sea factible de ser vivida. En este contexto se visibilizó como el
trabajo de cuidados desarrollado principalmente por las mujeres fue esencial,
pero también el sostén afectivo producto de la comunidad del exilio, para la
adaptación en un nuevo espacio geográfico y cultural y el desarrollo de
identidades binacionales urumex.
Por último, el análisis de la relación
entre las tareas de cuidado con la militancia política de izquierda visibiliza
la difícil articulación que tuvieron ambas esferas en el contexto estudiado. Y
posibilita pensar acerca de las dificultades que continúan existiendo hoy en
día para incorporar las actividades cotidianas de cuidado en las banderas de la
izquierda.
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Refugio en la memoria. La experiencia de los
exilios latinoamericanos en México, Archivo de la Palabra, FFyL, UNAM, Ana
María entrevista realizada en Ciudad de México, por Gabriela Díaz, 05/12/1997.
Refugio en la memoria. La experiencia de los
exilios latinoamericanos en México, Archivo de la Palabra, FFyL, UNAM, Paula,
entrevista realizada en Ciudad de México, por Gabriela Díaz, 05/12/1997.
IM, MUME, Archivo Oral de la Memoria,
entrevista realizada a Lucía, entrevistadora Elena Menini, 04/09/2018.
Cedrés, Urruzola y Puig, Premio Vejeces y
Género, Profa. Rosario Aguirre, 2020-2021, Aquellas que lucharon: voces de
mujeres mayores que vivieron el terrorismo de Estado en el Uruguay, FCS,
UDELAR, Rocío, entrevista realizada por Zoom, 23/04/202.
Dutrénit, Aquellos niños del exilo, entrevista
realizada a Carolina Falkner, 28/10/2012, México, DF.
Diego, entrevista realizada por la autora el
15/06/2021 y el 26/06/2021 en Ciudad de México, México.
Mariela, entrevista realizada por la autora el
26/07/2021 en Montevideo, Uruguay.
Sebastián, entrevista realizada por la autora
el 17/12/2020 en Montevideo, Uruguay.
Juan Pedro, entrevista realizada por la autora
el 12/06/2021 en Ciudad de México, México
Virginia, entrevista realizada por la autora el
09/12/2020 en Montevideo, Uruguay.
[1] Licenciada en Ciencia Política, Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de la República y Magister en Estudios de
Género, El Colegio de México. Docente en el Departamento de Sociología de la
Facultad de Ciencias Sociales, Udelar, Montevideo, Uruguay. Contacto:
isabel.cedres@cienciassociales.edu.uy
[2] A partir del decreto N° 1026/973 del Poder Ejecutivo, en el cual se ilegalizan,
además del PCU y la UJC, los grupos políticos Partido Socialista, Unión
Popular, Movimiento 26 de Marzo, Movimiento Revolucionario Oriental, Partido
Comunista Revolucionario, Agrupaciones Rojas, Partido Obrero Revolucionario,
Federación de Estudiantes Revolucionarios del Uruguay, Resistencia Obrero
Estudiantil, Federación de Estudiantes Universitarios, Grupos de Acción
Unificadora, Grupos de Auto Defensa, y se clausuran los diarios El Popular y Crónica. Equipo de
Investigación Histórica, Ficha
perteneciente a BLEIER HOROVITZ, Eduardo, actualizada octubre 2019,
SDDHHPR, disponible en: https://www.gub.uy/secretaria-derechos-humanos-pasado-reciente/comunicacion/publicaciones/ficha-perteneciente-bleier-horovitz-eduardo
[3] En orden cronológico: Liber
Arce (14/08/1968), Hugo de los Santos (20/09/1968), Susana Pintos (21/09/1968),
José Ramón Abreu, Elman Milton Fernández, Raúl
Aparicio Gancio, Ricardo Walter González, Rubén
Claudio López, Luis Alberto Mendiola, Juan Washington Sena (17/04/1972), Héctor
José Cervelli (28/04/1972)
[4] Por ejemplo, Diego relata que
su hogar fue allanado 10 veces durante el año 1975. Entrevista realizada el
15/06/2021 en Ciudad de México, México.
[5] Derrota en un sentido político y también subjetivo en torno a la pérdida de lo que se dejó en el país de origen.
[6] Tanto en un sentido cuantitativo
como cualitativo, considerando las formas que afectó
sus vidas.
[7] Aunque la mayoría de los
asilados en la Embajada eran pertenecientes al PCU, también se asilaron
personas pertenecientes a los Grupos de Acción Unificadora (GAU) y al
Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T).
[8] También se producen algunos
casos de exilios uruguayos comunistas desde Buenos Aires, Argentina.
[9] Refugio en la
memoria. La experiencia de los exilios latinoamericanos en México, Archivo de la Palabra, FFyL, UNAM, Ana María entrevista realizada en Ciudad de
México, por Gabriela Díaz, 05/12/1997.
[10] Cedrés, Urruzola y Puig, Premio Vejeces y Género, Profa. Rosario Aguirre, 2020-2021, Aquellas que lucharon: voces de mujeres mayores que vivieron el terrorismo de Estado en el Uruguay, FCS, UDELAR, Rocío, entrevista realizada por Zoom, 23/04/202.
[11] Mariela, entrevista realizada el 26/07/2021 en Montevideo, Uruguay.
[12] Lunfardo
rioplatense que significa trabajar.
[14] Juan Pedro, entrevista realizada el 12/06/2021 en Ciudad de México, México.
[15]Refugio en la memoria. La experiencia de los exilios latinoamericanos en México, Archivo de la Palabra, FFyL, UNAM, Paula, entrevista realizada en Ciudad de México, por Gabriela Díaz, 05/12/1997.
[16] IM, MUME, Archivo Oral de la Memoria, entrevista realizada a Lucía, entrevistadora Elena Menini, 04/09/2018.
[17] Mariela, Entrevista realizada el 26/07/2021 en Montevideo, Uruguay
[19] Sebastián, entrevista realizada el 17/12/2020 en Montevideo, Uruguay.
[20] Presidente de México durante el sexenio 1988 a 1994. Es posible hipotetizar que este aporte a la comunidad uruguaya se produjo como parte de la política que en ese período tuvo el PRI de apoyar al exilio cono sureño, por los motivos mencionados con anterioridad.
[21] Sebastián, entrevista realizada el 17/12/2020 en Montevideo, Uruguay; Matilde, entrevista realizada el 17/06/2021 en Ciudad de México, México.
[22] Canción del grupo uruguayo Rumbo que se transformó en un ícono de la música de protesta durante el período de la dictadura en Uruguay.
[23] Virginia, entrevista realizada el 09/12/2020 en Montevideo, Uruguay.
[24] Refugio en la memoria. La experiencia de los exilios latinoamericanos en México, Archivo de la Palabra, FFyL, UNAM, Ana María, entrevista realizada en Ciudad de México, por Gabriela Díaz, 05/12/1997; Premio Vejeces y Género, Profa. Rosario Aguirre, 2020-2021, Cedrés, Urruzola y Puig, Aquellas que lucharon: voces de mujeres mayores que vivieron el terrorismo de Estado en el Uruguay, FCS, UDELAR, Rocío entrevista realizada por Zoom, 23/04/2021.
[25] Entrevista a Carolina Falkner, 28/10/2012, México, DF; Dutrénit, Aquellos niños del exilo, p. 342.
[26] Virginia, entrevista realizada el 09/12/2020 en Montevideo, Uruguay.