Extractivismo y la crisis civilizatoria.

Reflexiones desde la sociología decolonial

Rubén Ticona Fernández Dávila Universidad Ricardo Palma, Lima, Perú ruben.ticona@urp.edu.pe


RESUMEN

El siglo XXI ha iniciado con problemas muy complejos que tienen un gran impacto ecológico, social y económico: catástrofes naturales, desigualdades sociales, guerras, migraciones de escala; todo ello en un contexto de globalización con exclusión y segregación de una población cada vez más precarizada y vulnerable. Esta situación se ha producido por la profundización de un modelo extractivo y depredador que se ha instalado en la región latinoamericana la cual amenaza constantemente la posibilidad de la sustentabilidad como forma de vida. El objetivo fundamental del presente artículo es reflexionar sobre los fundamentos de la crisis actual y su vinculación con el modelo extractivo y los riesgos para la sustentabilidad. Para ello se plantea una reflexión hermenéutica y se utiliza el enfoque teórico de la sociología decolonial, que nos permite situarnos en nuestra realidad latinoamericana.


Palabras clave: Extractivismo, crisis civilizatoria, desarrollo sostenible, sociología decolonial


Extractivism and the civilizing crisis Reflections from the decolonial sociology

ABSTRACT

The 21st century began with very complex problems that have been producing a great ecological, social and economic impact: natural catastrophes, social inequalities, wars and migrations of scale. All this in a context of globalization with exclusion and segregation of an increasingly precarious and vulnerable population. This situation produced by the establishment of an extractive and predatory model that has been installed in the Latin American region, which constantly threatens the possibility of sustainability as a way of life. The main objective of this article is to reflect on the fundamentals of the current crisis and its link with the region’s development model and the risks to sustainability. For this, and hermeneutical analysis is proposed, the theoretical approach of decolonial sociology is used, which allows us to situate ourselves in our Latin American.


Keywords: Extractivism, civilizing crisis, sustainable development, decolonial sociology


PLURIVERSIDAD / 151

4(2019) 151-164 | ISSN 2617-6254 | DOI: https://doi.org/10.31381/pluriversidad.v4i4.2776 | URP, Lima, Perú [Recibido 15/10/2019 - Aprobado 12/12/2019]

Introducción


En un contexto socio-histórico mundial caracterizado por crisis económicas recurrentes a lo largo del siglo xxi y a la vez por luchas sociales emprendidas por los diversos movimientos sociales frente a la extensión y profundización de la globalización capitalista que ha generado extremas desigualdades sociales, migraciones con crisis humanitarias, precarización, neo-esclavismos y segregación social de una población cada vez más vulnerable; expresan las nuevas formas de neo-colonialidad del poder vigentes. En este escenario las epistemologías del sur aportan instrumentos teóricos y metodológicos que permiten desarrollar un diagnóstico crítico del presente y la posibilidad de formular alternativas para una sociedad más justa, con los saberes nacidos y forjados al calor de las luchas contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, desarrolladas desde un Sur plurilocalizado. (Santos, 2018)

Planteamos que en América Latina las seguridades del ayer en cuanto a derechos presentan hoy serios retrocesos en diversos campos: ambiental, económico y social, los cuales expresan en su conjunto un escenario de crisis. Hoy la ciencia a través de múltiples estudios y evidencias está demostrando que estamos muy cerca de un punto de no regreso en la crisis ecológica, el proceso será irreversible. No obstante, esta crisis no puede remitirse estrictamente a un campo específico de la realidad, porque se caería en un reduccionismo y en una mirada fragmentada de la realidad; sostenemos que se trata fundamentalmente del preludio de una crisis de civilización, que actualmente avanza hacia a un mundo desbocado e insostenible.

Esta crisis fundamentalmente ha sido provocada en gran medida por la racionalidad instrumental propia de la lógica mercantilista del capitalismo, que introdujo la racionalidad económica de nuestro tiempo; racionalidad, eficiencia; competitividad se han convertido en los valores supremos del neoliberalismo que se expresan en el vocabulario de la globalización como su máxima, aun cuando esta racionalidad creciente como fundamento del crecimiento económico sea la que está produciendo la creciente destrucción del medio ambiente y la pauperización cada vez mayor de grandes sectores poblacionales.

En este sentido, sostenemos que la racionalidad moderna occidental, como episteme dominante en el mundo, plantea en la naturaleza de su propia visión de desarrollo y ahora extractivismo1 depredador y sus diversas , no solo la reproducción sino la agudización de una profunda crisis ecológica irreversible de forma que, la problemática ambiental y la crisis ecológica actual en que nos encontramos, está relacionado con la


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1 El concepto de Extractivismo y sus diversas generaciones lo aborda y desarrolla ampliamente Gudynas (2015), como modos de apropiación de grandes volúmenes o con alta intensidad de recursos naturales, (minería, hidrocarburos, agrícolas, forestales, pesqueros ) dirigidos por lo general a la exportación como materias primas, y que pueden ser propiedad de agentes económicos estatales, mixtos o privados, vinculados con la globalización.

racionalidad moderna y fundamentos económicos y culturales. No se trata pues de una crisis medio ambiental en el sentido estrictamente ecológico sino es la expresión de una crisis de civilización que ha perdido su horizonte de sentido de vida mismo. Lo que nos sitúa en un escenario en el que será necesario buscar salidas y respuestas a partir de un verdadero diálogo inter-civilizatorio e interdisciplinario, que permita reconstruir la sustentabilidad como fundamento de vida para nuestro mundo hoy y mañana.


Entre el modelo de desarrollo hegemónico y la emergencia de un nuevo horizonte de sentido


La preocupación por el medio ambiente no constituye algo reciente, aproximadamente desde el año 1972, con la presentación del informe conocido como ‘Los Límites del Crecimiento’, se sostenía que los problemas medioambientales eran consecuencia del crecimiento económico. Desde ese informe a la actualidad los problemas medio ambientales han puesto en la agenda académica y política a nivel mundial el tema de la sustentabilidad como una prioridad, en tanto que se han agravado las condiciones de vida en todas las regiones.

El temor frente a una crisis ecológica que afecta al planeta, creado por el propio ser humano y que pone en riesgo una gran parte de la vida en la tierra, ahora constituye no solo un riesgo potencial sino ya en una realidad en muchas regiones del mundo, la gran amenaza que se cierne para la humanidad es que se vuelvan irreversibles los daños ecológicos.

No obstante, esta realidad crítica para la vida misma y sus posibilidades, el tema medioambiental y la sustentabilidad en Latinoamérica pasan a un segundo plano para el Estado, siempre detrás de las preocupaciones por el crecimiento económico, que plantea la necesidad urgente de crecer para enfrentar los grandes problemas sociales pendientes, de forma que no se cuestiona desde los partidos políticos y sus propuestas programáticas la esencia misma del modelo de desarrollo basado en la exportación primaria que caracteriza a toda América Latina, como un modelo extractivo y depredador de nuestra naturaleza con sus secuelas graves de destrucción. A lo sumo, se discuten algunas políticas medio ambientales desancladas de las políticas económicas, perdiendo así su potencial efecto transformador.

Los diversos gobiernos de la región, en el mejor de los casos, plantean, implementan y desarrollan políticas medio ambientales a través de la creación de programas y/o proyectos para remediar determinadas problemáticas; no obstante, estas no resuelven los graves problemas medios ambientales que son de naturaleza multidimensional, y que por su magnitud sobrepasan las respuestas sectoriales de los ministerios, que

adolecen de respuestas integrales, que contemplen fórmulas diferentes y/o propuestas alternativas que recojan otras miradas como posibilidad de otro desarrollo.

En este sentido, están condenadas irreversiblemente a su fracaso tarde o temprano estas propuestas sectoriales que, bajo el nombre de políticas medioambientales, no solo nacen desancladas de las políticas económicas, sino que esta últimas no solo se mueven con una autonomía total de los interese del cuidado, preservación y protección del medio ambiente, sino, que se puede afirmar que estas se mueven en direcciones contrarias a los principios de la sustentabilidad de la vida, puesto que la lógica económica en lo fundamental responde a los criterios del mercado y las exigencias de la globalización y sus mandatos de competitividad.

De manera, que aun cuando estas políticas medio ambientales incorporadas en la normatividad o en las instituciones del Estado, con buenas intenciones de aliviar algunos problemas, sufren el asedio constante de los intereses del capital de los grandes grupos de poder económicos para ser modificadas o eliminadas.

Hay que reconocer que algunas de estas propuestas y/o prácticas impulsadas y desarrolladas desde la institucionalidad del Estado y que han conectado con una sensibilidad social a partir de movimientos ecologistas en el mundo, en algunos campos han tenido éxito mitigando algunas problemáticas medio ambientales pero que no han terminado de constituirse en reales alternativas de solución.

En este sentido, los modelos de desarrollo alternativos ensayados en las últimas décadas con sus diversos especificidades y cambios de nombre: como Desarrollo Humano, Desarrollo a escala Humana, Desarrollo Sostenible. Y últimamente Los Objetivos del Milenio (ODM) o Los Objetivos del Desarrollo Sostenible post 2015 (ODS) no han producido los cambios/resultados esperados, para corregir las crisis originadas por el crecimiento económico y su continua depredación de recursos naturales que ha generado una crisis ecológica. En tal sentido, ya no se trata de simplemente de modificaciones sino de cambios fundamentales a nivel social, político y epistemológico para transformar nuestro sentido de vida como civilización que implican una reconfiguración de la conciencia colectiva y de la subjetividad. Estas ideas transformadoras tendrán que ser buscadas más allá de las relaciones de poder ya existentes y también por fuera de las instituciones tradicionales de occidente y sus modelos de desarrollo, las cuales tienden a reproducir el sistema eurocéntrico del binomio Desarrollo-Modernización-Extractivo, con el consiguiente ciclo de producción-consumo / destrucción-naturaleza.

En consecuencia, toda propuesta que no replantee los fundamentos mismos del crecimiento económico, reproducirá el patrón de destrucción de la naturaleza que irreversiblemente nos está poniendo al borde una crisis de civilización, en el cual se habría perdido el horizonte de sentido de la vida misma como fundamento. En resumen, como establece Leff:

[…] La problemática ambiental emerge como una crisis de civilización: de la cultura occidental, de la racionalidad de la modernidad, de la economía del mundo globalizado. No es una catástrofe ecológica ni un simple desequilibrio de la economía. Es el desquiciamiento del mundo al que conduce la cosificación del ser y la sobreexplotación de la naturaleza; es la pérdida del sentido de la existencia que genera el pensamiento racional en su negación de la otredad… (2004: IX).


Razón por la cual, no se trata de desarrollar fórmulas administrativas y/o legalistas a los grandes problemas medio ambientales de nuestros tiempos sin plantear cambios radicales en los modelos de desarrollo, los patrones de consumo y en el estilo de vida. Ahora se trata de plantearnos transformaciones en nuestro modo de relacionarnos con la naturaleza y la sociedad, en otros términos, un nuevo pacto social, con una nueva agenda donde la sustentabilidad como principio de vida sea la prioridad y con nuevos actores sociales que incorporen otras epistemes.

Como sostiene Costa (2009) Se trata de reconstruir las otras epistemes, portadores de proyectos políticos, sociales y culturales latinoamericanos, propositivos y cargados de energías utópicas, para transformaciones sociales, políticas y culturales comprometidos con sociedades más justas. En consecuencia, se trata de teorías sociales y propuestas emancipadoras para descolonizar las mentes de América Latina y plantear un camino de prácticas poscolonizadora, que enseñe también los conocimientos y saberes de las culturas, ancestrales, originarias y no hegemónicas, para poder construir una sociedad democrática desde coordenadas interculturales como lo plantea Mignolo (2002) Una interculturalidad como proyecto epistémico, ético y político desde la perspectiva indígena o de los movimientos sociales, es en cierta forma, una manera de sobrepasar el colonialismo interno. Walsh (2005). Colonialismo que se reproduce en las instituciones, modelos económicos y políticos, discursos, prácticas y subjetividades.

La emergencia y consolidación de este pensamiento poscolonial (Lander, 2003; Dussel, 2003; Mignolo, 2002) ha implicado una opción por descolonizar teórica, política y epistemológicamente el mundo, superando la colonialidad global que persiste en los diferentes niveles de la vida, así como la búsqueda de una “epistemología otra”. Esta búsqueda ha estado presente en la historia de la sociología en América Latina, que ha tenido un sello de cuestionamiento y superación de los órdenes sociales establecidos. Pensar sociológicamente ha implicado, sobre todo, apelar al cambio social y a la modificación de los sistemas de dominación y producción, de manera que la tradición sociológica latinoamericana ha sido crítica del poder, en este sentido, el reto está en imaginar otro modelo de desarrollo/ en las fronteras o en los márgenes del sistema actual que nos ayude a construir otro horizonte alternativo/otro.

Rubén Ticona Fernández Dávila


Desarrollo/crecimiento/extracción


La colonización epistemológica se sigue produciendo y reproduciendo, cuando se asume al discurso del crecimiento económico y del extractivismo como fundamento del desarrollo, en tal sentido, es imposible ver al mundo de otra manera, se produce indiferencia ante otras formas de conocimientos y saberes que no emanen de los marcos teóricos o enfoques producidos desde la modernidad y por el desarrollo. Esta colonización epistémica por el discurso del crecimiento económico en un contexto permanente de economización del mundo, que se traduce en un pensamiento utilitarista entronizado en los marcos racionales y normativos de la sociedad ha terminado por permear nuestras vidas cotidianas, de manera, que es imposible separarlas de las interrelaciones sociales y de las dinámicas resultantes. En este sentido, afirmamos que el discurso desarrollista globalizador ha neutralizado la capacidad que tendríamos como sociedad en repensar formas alternativas al capitalismo/modernidad, ya no se es capaz de pensar en la posibilidad de una transformación real, de una mejora en la situación de nuestras sociedades, fuera del proyecto eurocéntrico. No hay rupturas ni fisuras solo hay continuidad de un modelo extractivista – depredador históricamente consolidado como patrón de crecimiento, como la única forma posible de desarrollo.

Lo que constituye un gran reto para la presente y las siguientes generaciones, de resistir y re-existir. La dificultad para las ciencias sociales según B. De Sousa Santos (2003) viviendo en el inicio del milenio en un mundo donde hay tanto para criticar ¿por qué se ha vuelto tan difícil producir una teoría crítica? Qué entender por teoría crítica, toda la teoría que no reduce la «realidad» a lo que existe. El análisis crítico de lo que existe se asienta en el presupuesto de que lo existente no agota las posibilidades de la existencia, y que, por tanto, hay alternativas que permiten superar lo que es criticable en lo que existe. La incomodidad, el inconformismo o la indignación ante lo existente suscita el impulso para teorizar su superación (p. 23).


Colonialidad, re-colonialidad y anticolonialidad


La discusión sobre los modelos de desarrollo históricamente ha estado centrada fundamentalmente en la necesidad de crear crecimiento económico más que en la necesidad de la sustentabilidad como forma de vida. No obstante, durante los últimos treinta años del siglo xx, el escenario social, académico y político mostró signos de preocupación sobre el problema del cambio climático. Las dos primeras décadas del siglo xxi, muestra ahora signos de alarma por el daño ecológico irreversible que se ha producido, como consecuencia de una profundización de un modelo extractivista-

Extractivismo y la crisis civilizatoria


depredador que se ha extendido en diversas regiones del mundo y particularmente en América Latina, produciendo diversas crisis. Ahora el debate ya no es solo académico y/o político sino fundamentalmente social, puesto que la sociedad en su conjunto se está manifestando, en forma de movimientos sociales indígenas y/o levantamientos populares o diversos colectivos de la sociedad civil expresan su profundo rechazo al modelo extractivista y sus consecuencias nefastas no solo sobre la sociedad y la humanidad sino sobre la naturaleza, que nos pone al borde de una crisis civilizatoria sin precedentes.

En suma, estas contraposiciones, entre un modelo desarrollo eurocéntrico y una nueva forma alternativa de desarrollo, construido desde los otros saberes desde una episteme latinoamericano decolonial. No está exenta de tensiones y conflictos que reflejan una lucha entre la colonialidad y la anticolonialidad presentes históricamente. Estas tensiones y luchas estuvieron dominada por la visión eurocéntrica tradicionalmente. Sin embargo, ahora esta lucha presenta un nuevo escenario de las emergencias de “otras epistemes” y de “resistencias sociales”. Actualmente la lucha también es epistemológica, teórica y discursiva frente a los intentos de re- colonialidad presente en el discurso de la globalización neoliberal y las corrientes utilitaristas en la sociedad de consumo, frente a lo cual se alza las otras epistemologías del sur global vinculada a los movimientos sociales y culturales en

búsqueda de construir otra sociedad, “otra”, que plasme la promesa emancipadora.

Un modelo de desarrollo basado en otra episteme, sea el buen vivir/ bien vivir, que expresan otra filosofía, otra cosmovisión otro horizonte y que en su conjunto expresan otras racionalidades/subjetividades, desde otros marcos interpretativos, desde otros saberes, aquellos que han sido invisibilizados e inferiorizados históricamente y que hoy retornan con una vitalidad de propuesta transformadora.

Sin embargo, estas propuestas alternativas al discurso hegemónico del desarrollo- modernización-extractivismo, son continuamente caricaturizadas como formas arcaicas de conocimientos que poco tiene que ver con la realidad de las sociedades actuales. Es así que se han desarrollado tres grandes líneas de crítica a las otras epistemes latinoamericanas.

La primera ha venido de los medios de comunicación, sin mayor rigor académico, fundamentalmente ha sido una caricaturización/ satanización tanto de sus propuestas como de sus luchas por la sustentabilidad de su modo de vida diferente de los cánones occidentales.

La segunda crítica viene desde la arena política y económica, que lo

presenta como una propuesta inviable técnicamente para resolver los problemas económicos del país y que, por el contrario, se convierte en un obstáculo para el desarrollo, porque no permite el comercio ni la explotación de sus recursos, generando de este modo parálisis económica e inestabilidad política. Paralelamente argumentan la necesidad de sostener el modelo

extractivo para mantener funcionando el sistema económico que es necesario para el desarrollo de la sociedad.

La tercera crítica proviene desde el ambiente académico eurocéntrico que lo presenta a grandes rasgos bajo tres formas, primero como una idealización de una sociedad casi perfecta que no existe, porque aún en ellas subsistirían grandes problemas, la segunda forma como una propuesta válida para comunidades pequeñas, pero no para las dinámicas sociales complejas que emanan de una gran ciudad con millones de habitantes y finalmente como una propuesta que no logra articular ni madurar una propuesta técnica económica y políticamente viable.

No obstante, estas críticas omiten indicar que todas las instituciones propias del capitalismo y sus modelos de desarrollo primero como conocimiento y luego como realidad han pasado por siglo de maduración histórica, donde han tenido un rol hegemónico en la configuración de las realidades sociales, situación que no ha pasado en las otras epistemes, que aún en la actualidad siguen siendo colonizados por la episteme eurocéntrica o sea por el patrón de poder colonial.

Es por ello, como sostiene Martins (2013) el futuro de nuestras sociedades se juega en la posibilidad de superar las tensiones de la colonialidad de los saberes y de los poderes, para enrumbarnos en la construcción de un nuevo sentido de civilización, propuesta latinoamericana que no debe estar alejada del diálogo necesario con otras tradiciones/ epistemes de deconstrucción de otros espacios regionales. Que recuperen en un nuevo horizonte, donde la vida y la sustentabilidad como fundamento del sistema/sociedad estén por encima del capital y de su lógica mercantilista.


Crisis, movimientos sociales y sociología


Partamos del hecho incontrastable que el termino crisis debe ser la categoría más utilizada, y que se ha convertido en un lugar común tanto por políticos, prensa, inclusive individuos en su cotidianidad la reproducen como parte de su lenguaje habitual, está presente como un marcador de nuestros tiempos, ahora bien, el sociólogo o los científicos sociales en general, no están ajenos de esta realidad.

En suma, hemos sido testigos todos que se ha producido en el mundo una explosión del uso indiscriminado del término ‘crisis’, para designar cualquier situación prácticamente, desde un acontecimiento, hecho, conflicto sea global o sectorial o incluso individual. Dando como resultado un aparente vaciamiento de contenido, puesto que no hay consenso acerca de un solo reconocimiento por todos. Esta solo es reconocible a partir de comprenderla en relación con una conexión de sentidos, puesto que se relaciona con el cambio histórico, social y personal, en dimensiones profundas de la existencia que implica un paso de la situación positiva a una negativa.

Con lo cual abre paso a su problematización teórica, puesto que este tendría que ver con que lo negativo o inferior dentro de una sociedad pasa por la forma de valoración del individuo o la percepción social, todo lo cual está anclado a lo que no es dado culturalmente. No obstante, la diversidad de conceptos y enfoques teóricos sobre la crisis, hoy cada vez más, hay un consenso de sus signos y síntomas.

Asimismo, también hay un consenso de que el tamaño de la crisis actual va mostrando los límites de pensar las soluciones parciales, razón por lo cual la problemática de la crisis civilizacional está incrustada en el gran debate actual como telón de fondo. La constatación de un mundo que irreversiblemente está planteando su propia autodestrucción como especie, nos interpela a replantearnos como especie pensante.

En tal sentido, se trata de entender las dimensiones de la crisis actual, que ha empezado, pero solo percibimos sus síntomas más no tenemos claros las profundas consecuencias en todos los órdenes de la vida subjetiva y social que viene produciéndose en nuestras sociedades. No obstante, somos una sociedad que desbocadamente avanza hacia la configuración de un mundo que se hace cada vez más desigual e insostenible. En este contexto de crisis es que los movimientos sociales vuelven a un primer plano, puesto que son los sujetos históricos de cambio y que hoy tienen el reto enorme para reorientar y construir un nuevo paradigma en un contexto de crisis simultaneas que nos ubican a puerta de una crisis civilizatoria sin precedentes, sin pretensión de esencializar a los movimientos sociales, pero sí, reconociendo en ellos, la posibilidad de lograr auténticos cambios sociales.

En esta tarea, no están exentos los científicos sociales, en consecuencia se ha de reflexionar en el nuevo rol de la sociología y su capacidad para pensar los nuevos procesos sociales como un todo integrado, que trascienda la coyuntura para instalarse en el análisis más profundo del cambio cultural y civilizacional, que implica pensar en nuevo horizontes de sentido emancipatorio y en consecuencia nos interpela a redefinir nuestra perspectiva académica, en función de una toma de postura urgente. Hoy la sociología está inmersa en un proceso convulso de crisis civilizacional, en tal sentido somos interpelados para volver a replantearlo todo. La sociología este siendo interpelada y ese será un reto para esta generación de sociólogos, de ahí la necesidad de pensar en una sociología comprometida con un nuevo proyecto de sociedad.

De ahí la puntualización siguiente, que sería conveniente no solo problematizar lo que observamos y denominamos crisis, sino también revisar desde donde lo observamos y como la observamos, vale decir, revisar los supuestos epistémicos y sociológicos con que se observa, estudia y caracteriza la crisis, el presente artículo no pretende hacer esta tarea que aún está pendiente.

A la crisis en nuestra región latinoamericana que siempre estuvo asediada por problemas sociales como la pobreza, desigualdad y la inseguridad y en el campo político por la inestabilidad y últimamente por el asalto del estado de los grupos de poder

económico y por la corrupción, ahora, se le han sumado dos problemas inéditos para la región, tanto por la intensidad como por la magnitud de las consecuencias que produce en todos los campos sociales y económicos, hoy el problema migratorio y el problema ecológico ha desbordado toda previsión política, porque ahora ya no se trata acerca del rediseño de Estado, reglas procedimentales o de fórmulas institucionales. La crisis actual atraviesa las dimensiones culturales y sociales de nuestra época.

Como señaló Quijano (2014) Estos tiempos están marcado por dos fenómenos, a los que denominó los dos grandes monstruos del siglo xxi, el monstruo histórico del capital financiero y el monstruo climático, que están produciendo cambios inéditos y que comienzan a articularse y combinarse peligrosamente y que ponen en riesgo la existencia misma no solo de la especie humana, sino de toda forma de vida en el planeta, a menos que tengamos la posibilidad de cambiar este rumbo.

Por lo tanto, se trata de recuperar el horizonte de sentido histórico y para ello la lucha, como sostenía Quijano, es desde adentro y desde afuera, se trata de afirmar una civilización de vida, y será necesario volver a discutir desde lo epistémico, ideológico y lo teórico. En tal sentido la lucha política para enfrentar la crisis actual será fundamentalmente cultural y epistémica o simplemente no será.

Ahora bien, los tiempos de cambio, no necesariamente provendrán desde el Estado, como el gran articulador, al parecer los intentos tuvieron sus límites y/o fracasos, no fue posible el gran cambio desde arriba. Hoy los cambios vienen desde los movimientos sociales, como así evidencia la experiencia histórica de estos últimos años. En este escenario es necesario plantearse urgentemente, ¿cuál es el nuevo papel de la sociología en tiempos de crisis? ¿qué discursos, instrumentos y herramientas tendrá que renovar para estar a la altura de los tiempos? Y no será exclusivamente para renovar solo su acervo científico o profesional, porque el compromiso de la sociología es fundamentalmente con la sociedad en que vivimos. En tal sentido si la sociología quiere mantenerse vigente, debe recuperar su vitalidad, en consecuencia, tendrá que recuperar su capacidad holística, crítica y reflexiva. Como refería Aníbal Quijano, cada tiempo socio histórico tiene sus propias preguntas, hay que volver la mirada a nuestra sociedad y hacerle las nuevas preguntas y de ahí volver a pensar América Latina y el Caribe. En otras palabras, no podemos seguir mirando nuestro presente y sus profundas transformaciones ocurridas con las mismas preguntas del pasado.

No se trata de hacernos las nuevas preguntas en abstracto, sino el de aprender a

preguntar a los y con los movimientos sociales que son los portadores de un verdadero

cambio o de un cambio democratizador. Responder críticamente pasa también por afirmar en que orilla nos ubicamos. Como sostiene Becker (citado en Castillo, 2015)

«La cuestión no es si debemos o no tomar partido, porque inevitablemente lo haremos, sino de qué lado estamos». Idea que también es desarrollada por el expresidente de la Asociación Americana de Sociología Burawoy (2014) Hoy la sociología nos muestra

que la humanidad se está destruyendo a si misma por olas de mercantilización y por olas de destrucción masiva.


[…] A pesar de la intensificación de la retórica de la igualdad y de la libertad los sociólogos han documentado una cada vez mayor y más profunda dominación y desigualdad. A lo largo de los últimos veinticinco años, los logro. en seguridad económica y en derechos civiles se están revocando por la expansión del mercado. y el incremento de la coerción por parte del Estado viola cada vez más los derechos civiles tanto dentro como en fuera. Tanto mercado como Estado han actuado en contra de la humanidad en lo que comúnmente se ha conocido como neoliberalismo. (pp. 201)


Hoy más que nunca antes para los tiempos actuales de crisis que sacude el mundo, la sociología como vocación significa caminar sobre dos piernas ciencia y compromiso. En tal sentido, Burawoy, propone una sociología pública, como un movimiento social que va más allá de la academia, “requiere del compromiso y sacrificio que muchos ya han hecho y continúan haciendo. Esta es la razón de su vocación sociológica —no para hacer dinero sino para crear un mundo mejor”. (p. 222) En este sentido, la sociología no puede estar ausente ni distante del debate académico y político en estos tiempos de crisis, para tal propósito deberá retomar su compromiso fundamentalmente con la sociedad, para seguir creyendo que todavía otro mundo es posible,

De manera, que se hace evidente una reformulación de los fundamentos sociológicos para estos tiempos de crisis, ahora bien, es necesario precisar una definición mínima de crisis, para nuestro propósito la definimos como una situación en la que es puesta en discusión la existencia misma de una cultura dada y que no puede ser superado sino modificando sustantivamente la estructura de dicha cultura.

Resulta evidente que hoy la aceleración con que se producen los cambios históricos, sociales, políticos y económicos están trayendo consigo un conjunto de transformaciones inéditos en la sociedad y la cultura, puesto que no solo trajo inestabilidad o incertidumbres, sino también desamparos, desarraigos y miedos colectivos e individuales, pero fundamentalmente ha generado una desorientación histórica como colectividad, como sostenía Ortega y Gasset a mediados del siglo xx y que aún mantiene vigencia, vivimos tiempos de desorientación vital o de radical desorientación.

Hoy somos sacudidos desde los cimientos y las seguridades con que construimos nuestras vidas, no existen más. En otras palabras, se produce el desmoronamiento de todos los sistemas de seguridades sobre lo que el individuo ha construido su vida y que lo fuerza a repensar las cosas y su propia existencia, para superar la crisis, se plantea así un enorme reto no solo teórico sino fundamentalmente epistémico y vital, puesto lo que está en discusión es la existencia misma de la vida en todas sus formas y solo puede ser superada cuando se produzcan cambios sustanciales en nuestra matriz cultural.

También, cabe precisar que se han realizado diagnósticos acerca de la crisis o como salir de ella, sin embargo, han estado vinculadas a posibles salidas y soluciones más como deseos o intuiciones, pero que en lo fundamental no logran producir los nuevos sentidos o las nuevas certezas que necesita la sociedad para producir los cambios necesarios. Y a pesar de ello y contra todos debemos seguir apostando por una salida o por una solución, y que a nuestro modo de ver pasa por una nueva civilización de vida, por un re-encantamiento del mundo, porque otro mundo es posible aun, estamos a tiempo y es ahí donde reside también la invitación y el reto para la sociología no solo contribuyendo con su análisis científico sino también y fundamentalmente con su compromiso social.

Para finalizar, sostenemos que la crisis política de la región no termina de mostrarnos las verdaderas dimensiones de la crisis raigal hoy en el mundo moderno, en el cual todos los órdenes de la vida social han quedado sumergidos o como Quijano sostenía, la colonialidad en el mundo contemporáneo se expresa en la transformación raigal de sistema moderno. El que inferioriza a grandes sectores poblacionales, con una profundización y extensión del despojo, precarizaci6n, informalidad y neo-esclavismo laboral. Políticas segregacionistas, xenófobas y conflictos raciales, que se propaga aceleradamente como un proyecto global de regresión a estadios oscurantistas (Mejía, 2019). Es la modernidad atrapada en sus propios nudos, que refleja el agotamiento del patrón de poder colonial y no obstante también son tiempos de preocupación porque en este proceso en curso porque hay una tendencia de la modernidad, la expansión de la colonialidad en su lado más oscuro, diseñando un mundo cada vez más deshumanizado e indiferente.


A modo de conclusiones


Situándonos en nuestra realidad latinoamericana y sus crisis vinculadas con el modelo extractivo y los riegos para la sustentabilidad de la vida misma, debemos reconocer la integralidad de las crisis en sus diversas formas en que se manifiesta, de ahí la dificultad para enfrentarlas localmente, porque hoy los problemas son globales, estructurales y sistémicos como consecuencia de la mayor extensión y profundización de la globalización capitalista que ha generado nuevas formas de neo-colonialidad del poder generando extremas desigualdades sociales, neo-esclavismos y segregación social de una población cada vez más vulnerable.

Frente a esta nueva re-colonialidad y neo-colonización en su lado más oscuro, emergen hoy nuevas luchas sociales que expresarían la anti-colonialidad, que se han desencadenado en diversas ciudades y territorios rurales o indígenas, que muestran los profundos cuestionamientos de los movimientos sociales y populares, así como de la

protesta ciudadana de la sociedad civil en general frente a un modelo de desarrollo, que fundamentalmente ha generado enormes desigualdades sociales y una crisis ecológica sin precedentes, ante lo cual, la población comienza mostrar su rechazo y convergen en levantamientos populares y resistencias sociales como ha sido recientemente el caso chileno.

En este sentido, se trata de volver a nuestro sur y repensar un nuevo acuerdo social para nuestra América Latina. Hoy los movimientos sociales expresan no solo su descontento social o su indignación frente a las consecuencias del modelo, sino que proponen nuevos acuerdos sociales para transformar auténticamente las condiciones de existencia misma no solo como sociedad sino como especie, de ahí su enorme potencial transformador, de ser portadores de cambios futuros para refundar un nuevo acuerdo social. En este contexto de profundas transformaciones sociales y culturales que están ocurriendo, la Sociología no puede estar ausente, si se quiere mantener vigente como ciencia y profesión, deberá jugar un rol protagónico retomando su compromiso fundamentalmente con la sociedad y para esta gesta debe recuperar su vitalidad, en consecuencia, tendrá que ser una sociología holística, crítica y reflexiva.


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