El Museo Nacional que queremos
DOI:
https://doi.org/10.31381/illapa.v0i13.1891Resumen
Si me preguntan cómo quisiera que fuera el Museo Nacional del Perú, respondería sin ninguna duda: ¡el mejor del mundo! Pero, frenando nuestro primer impulso y con los pies bien puestos sobre la tierra, nos pondríamos a pensar: no todo lo grande y monumental es lo mejor. Por otro lado, lo mejor debe estar cerca de la gente, accesible a las mayorías. Lo mejor –y el sentido común nos lo dice– es el resultado de serios estudios y enemigo
de las improvisaciones. En la vida real, cuando queremos construir nuestra casa, tenemos que tener presente con cuánto dinero disponemos y cómo lo manejamos. Aparentar es otro enemigo de “lo mejor”. Como vemos, la idea que tenía en un principio, dejando volar la imaginación, se ha visto modificada por un estudio de la realidad en que nos movemos como ciudadanos. Si embargo, hay una buena cantidad de profesionales –diría la mayoría–que quieren para el Perú el tan ansiado gran Museo Nacional como un reclamo centenario que hay que hacer a toda costa, como sea. Pero, entonces, ¿cómo es que hemos caído en este estado de aporía y que hasta el presente nos estemos preguntando si se construye o no, dónde y por qué?