El rostro del Inca. Raza y representación en Los funerales de Atahualpa de Luis Montero
DOI:
https://doi.org/10.31381/illapa.v0i1.1162Abstract
La verosimilitud, antes incluso que la veracidad, fue el gran reto del pintor de historia: convencer y conmover al público, fue su objetivo principal. El reconocimiento final quedaba reservado al artista que lograba atrapar al espectador en la ficción del cuadro, para sumergirlo completamente en la escena representada en la pintura. Suprimir el tiempo, acercar al público a un pasado distante, obligaba al pintor a eliminar todo rastro de los mecanismos que hacían posible su creación. Pera esas dramáticas historias del pasado, que en su momento lograron conmover multitudes, han perdido hoy gran parte de su poder de persuasión. Es como si al igual que las escenas que presentan, también ellas hubieran quedado detenidas en el tiempo, fijadas para siempre en su propia historicidad.